“Mamá, fumar te va matar”. Mi hijo me mira con terror y se toma la cabeza cada vez que me ve fumando. Ya no puedo continuar justificándome, así que dejé el cigarrillo.
Fumé mi último cigarro hace dos meses. El especialista en adicciones Tobías Rüther está feliz con mi decisión. Él dirige la Clínica Especializada en Tabaquismo del Hospital Universitario Ludwig Maximilian, en Múnich. “Cuando dejas de fumar pasan rápidamente muchas cosas positivas en tu vida”, explica el médico.
Según el experto, los cambios en el cuerpo son casi instantáneos. El suministro de oxígeno en el cuerpo empieza a mejorar después de ocho horas. Tras dos días, muchas personas recuperan el gusto y el olfato. Después de dos semanas, los pulmones mejoran significativamente, se siente sobre todo a la hora de ejercitarse. Debo decir que me siento tan en forma ahora como cuando todavía fumaba.
“Tu tos podría volverse más fuerte que cuando fumabas. Eso es porque los pulmones han comenzado a limpiarse, lo que toma alrededor de un mes. Después de eso, tu sistema inmune es mucho más resistente. Además, los fumadores experimentan abstinencia a la nicotina en la noche. Esto no te despierta, pero no descansas bien. Después de tres meses, el sueño regresa a la normalidad”, dice Rüther.
Antes estaba lista para dejarlo completamente. Pensé en reducir el numero de cigarros, para llevar una vida más sana. Reflexioné, pero no es tan sencillo. De acuerdo a Rüther, después del tercer cigarro en 24 horas, el humo afecta seriamente el cuerpo. “El riesgo cardiovascular, de sufrir un infarto o un ataque al corazón, incrementa considerablemente ya sean 3 o 20 cigarros”, declara el especialista.
“Es muy bueno que lo hayas dejado”, me dice una y otra vez. Su gozo es contagioso. Hasta ahora, yo no estaba muy entusiasmada al respecto.
Cada segundo muere un fumador por adicción al tabaco. Cerca de la mitad de esos antes de los 70 años. “A los 50 años empezarás a sentir las consecuencias de fumar”, agrega el médico. De pronto, estoy muy feliz de haber eliminado este hábito.
Créanme cuando les digo que no ha sido sencillo. No necesité parches de nicotina, hipnosis o acupuntura para alejarme de los cigarros. Mi fuerza de voluntad me ha llevado hacia donde estoy ahora. Tal vez lo logré porque empecé a fumar de adulta, a los 21 años.
“La mayoría de las personas empieza a fumar entre los 12 y los 16 años, cuando su cerebro aún está madurando. La nicotina es un neurotransmisor activo que tiene una influencia decisiva en el desarrollo de las conexiones neuronales del cerebro”, estima el experto. El resultado: una dependencia de por vida que es difícil de superar solamente con la fuerza de voluntad. Los especialistas me hicieron sentir orgullosa y aliviada. Pero ellos me dijeron después: “De 100 fumadores que han dejado el cigarro sin ayuda como tú, 95 de ellos vuelve a hacerlo dentro del primer año”.
La primera noche con amigos, música y vino -pero sin cigarros- fue divertida, aunue sentí que algo faltaba. No me sentí normal. Por años creí que fumar pertenecía a ciertos momentos sociales específicos, con un café, con un vino o con algo pequeño para comer.
Funciona como el perro de Pavlov. Le das al perro algo de comer cuando haces sonar una campana. El sonido de la campana será suficiente para que el perro comience a salivar. Los fumadores, de todas formas, están siempre haciendo sonar la campana. Usan el cigarro para relajarse, para despertarse y motivarse. Como un premio después del trabajo, de la cena, cuando esperan el bus o después de tener sexo.
Si lo quieres dejar te diré cómo. No es fácil. Rüther asegura a los fumadores que fallar es normal y es parte del proceso. “Cuando los pacientes me dicen que han tratado de dejarlo cinco veces, le doy valor a esos intentos. Después de todo, dejar el cigarro parece ser importante para ellos”.
El médico especialista recomienda engañar a tu mente probando cosas nuevas. “Siéntate en una silla diferente, toma té en vez de café, mueve las plantas de tu oficina a otro lado. Así es como tratas al perro de Pavlov que hay en la cabeza de un fumador”, dice Rüther.
Intuitivamente hice todo bien. Todo menos cambiar mis muebles. Dejé mi rutina y me fui a la casa de mi mejor amigo por unos días. Rara vez pienso en fumar estos días. ¿seré capaz de convertirme en ese 5 por ciento que deja el cigarro después de un año? “Un cigarro es un desliz. Dos cigarros es una recaída”, concluye el experto.