Millones de cubanos sufren de apagones cada vez más a menudo y más prolongados.
Los apagones se han convertido en un problema diario para millones de cubanos, que observan resignados cómo la corriente se va cada vez más a menudo y durante más horas.
Esto sucede en pleno verano boreal, con temperaturas difíciles de soportar sin un ventilador en funcionamiento o un refrigerador que conserve los alimentos frescos.
Los vecinos de Los Palacios, una población de unos 38.000 habitantes en la provincia de Pinar del Río, en el oeste del país, protestaron con una cacerolada la noche del jueves.
“Aquí hay niños sin comer porque no hay corriente”, exclamaba una de las participantes de la protesta espontánea, en uno de los videos difundidos ampliamente en las redes.
Los cientos de manifestantes también cantaron el himno nacional y gritaron consignas contra el presidente Miguel Díaz-Canel y los dirigentes cubanos, a quienes llamaron “barrigas llenas” o “descarados”, entre otras cosas.
⚠️⚠️#Urgente. Los Palacios en Pinar del Río en la calle… la situación del país es inaguantable, la propaganda no se come… fuerza mi gente!! pic.twitter.com/PURHnb1luv
— Mag Jorge Castro🇨🇺 (@mjorgec1994) July 15, 2022
Las inusuales imágenes de este cacerolazo en Cuba ocurren un año después de las masivas protestas callejeras del 11 de julio de 2021, que se propagaron de forma espontánea desde la región occidental a toda la isla en pocas horas.
Un año después, la fiscalía cubana cifró en más de 700 los manifestantes procesados incluyendo penas de hasta 25 años de cárcel por sedición. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos ponen la cifra de detenidos en más de 1.400.
Este viernes, el medio oficialista Cubadebate reconoció que ocurrió la protesta en Pinar del Río en un artículo titulado “Inconformidad con prolongado apagón por tormenta local provoca incidente en Los Palacios” y “desmintió que la policía agrediera a quienes protestaban”.
Desde hace un año la ya grave crisis económica de Cuba se ha profundizado aún más: decenas de miles de cubanos han abandonado un país donde escasean casi todos los productos, los servicios son precarios y pocos jóvenes ven un futuro.
Y donde los cortes de luz son cada vez más habituales.
Cuba tiene 5,87 GW de capacidad de generación instalada, aunque solo 3,2 GW están operativos, según el último informe de la compañía estatal Unión Eléctrica (UNE).
Casi a diario el gobierno reporta fallas en sus centrales termoeléctricas, encargadas de cubrir la mayor parte de la demanda de hasta 3.000 megavatios (MW) en hora punta en un país en el que las renovables apenas aportan el 6%.
Por lo general, la UNE informa en los medios estatales de déficits puntuales de entre el 10 y el 20% de las necesidades eléctricas del país.
Las autoridades suelen atribuir las disrupciones de la producción y suministro a labores de mantenimiento, averías, incendios, escasez de combustible o falta de piezas por el embargo de EE.UU., entre otros motivos.
En el caso de Los Palacios, un dirigente provincial culpó del apagón del jueves a “inclemencias del tiempo” que causaron “afectaciones en un cable principal”, si bien los vecinos aseguran llevar semanas sufriendo cortes similares.
Jorge Piñón, director del Programa de Energía para Latinoamérica y el Caribe de la Universidad de Texas, cree que hay un problema estructural sin solución visible a corto plazo.
“Las termoeléctricas no están funcionando porque tienen más de 40 o 45 años de explotación, no se les ha dado mantenimiento regular ni inversión, y usan crudo nacional cubano con alto contenido de azufre”, explica a BBC Mundo.
A esto se suma la reciente escasez de diésel en la isla, donde se han observado largas colas frente a las gasolineras.
Y, por si fuera poco, la demanda de electricidad en Cuba ha crecido de forma sostenida en la última década.
“Esto se debe al aumento del consumo en el sector residencial: los familiares en EE.UU. mandan remesas y los cubanos se compran un aire acondicionado, tienen un microondas…”, explica Piñón.
Las autoridades cubanas han aplicado algunas soluciones provisionales en años recientes, como incorporar centrales eléctricas flotantes procedentes de Turquía, que aportan algunas decenas de MW.
Otros proyectos de mayor magnitud, desde la creación de un parque eólico masivo hasta una central que funcionaría con biomasa de caña de azúcar, no han llegado a concretarse o no han dado los resultados esperados.
“Antes al menos la quitaban de una a tres horas, ahora quitan la corriente seis, siete u ocho horas seguidas. Estamos hartos”, declara a BBC Mundo una estudiante de 20 años de Pinar del Río que prefiere mantener el anonimato.
La joven asegura que los cortes de luz diarios les causan a su familia y sus vecinos graves trastornos.
“Aquí no hay muchos recursos y hay gente que no tiene con qué alumbrarse; además, no puedes dormir del calor y la incomodidad y al otro día ya tienes que levantarte e irte a trabajar o a la escuela”, protesta.
Explica que lo peor es no poder cocinar, ya que a los cortes de corriente se suma la escasez de gas.
“Para rellenar el balón de gas tienes que pasarte 3 o 4 días haciendo cola, y si tampoco hay luz la gente no tiene cómo cocinar y muchos se quedan sin comer”.
Otra joven universitaria de la provincia central de Matanzas aseguró que los apagones nocturnos le están impidiendo estudiar en plena temporada de exámenes.
Y desde San Antonio de los Baños, a unos 30 km de La Habana, un vecino explicó a BBC Mundo que cada día les cortan la luz durante 8 horas.
“A veces no la quitan durante 3 días para que la gente crea que todo va bien, y después otra vez”, asegura.
San Antonio de Los Baños es un lugar significativo, ya que allí comenzaron las protestas antigubernamentales de hace un año.
Los apagones terminaron entonces de colmar la paciencia de un vecindario golpeado por la falta de alimentos, productos de aseo y medicinas, que se echó a la calle en masa a protestar en un inédito desafío a las autoridades del Estado comunista.
No todo el territorio cubano sufre de la misma manera los apagones.
“Yo no estoy notando especialmente los cortes de luz”, asegura un profesional español que vive en el barrio del Vedado en La Habana.
La capital -y en especial sus barrios más emblemáticos como el Vedado o la Habana Vieja- suele ser el último lugar en quedarse sin corriente.
“La Habana siempre ha sido protegida por el impacto político y turístico que pueda tener”, afirma Piñón.
Mientras, los cubanos en las ciudades de provincias y las zonas rurales se acostumbran como pueden a su nueva normalidad energética.
“Realmente es estresante tener que estar pensando cuándo regresará la corriente; y cuando la tienes, pensar cuándo la van a quitar y tratar de hacer todo en el momento en que la ponen: cocinar, lavar, planchar…”, lamenta la joven estudiante de Pinar del Río.
Los intensificados cortes eléctricos llegan en la mayor crisis en Cuba desde la década de 1990, cuando la caída de la Unión Soviética provocó un colapso económico en la isla, en la etapa conocida como el “período especial”.
Además de la escasez de alimentos, ropa y productos básicos, quienes vivieron el período especial recuerdan de aquellos años los constantes apagones.