La contaminación del aire es un asesino silencioso, pero cada vez más personas en distintas urbes del planeta deciden hacer algo al respecto.
A nivel global, nueve de cada 10 personas respira aire contaminado, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud.
Y cerca de siete millones de personas mueren cada año por estar expuestas a partículas finas de aire contaminado “que penetran profundo en los pulmones y en el sistema cardiovascular, causando enfermedades que incluyen entre otras insuficiencia cardíaca, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón e infecciones respiratorias”, según señaló la OMS en su informe de 2018.
Además de las redes de monitoreo oficiales que existen en muchos países, pero que típicamente no aportan datos muy localizados, las iniciativas privadas se están multiplicando.
Y la constante reducción en el costo de los sensores es uno de los factores que impulsa este proceso.
Como señaló el creador de Redspira, una de esas iniciativas en México, “lo que no se puede medir no se puede mejorar“.
Cinco iniciativas ciudadanas compartieron con BBC Mundo cómo monitorean la calidad del aire en sus ciudades.
La ONG Makaia nació para “crear una cultura de datos abiertos, para enseñarles a las personas a comprenderlos, analizarlos y usarlos para crear nuevos datos”, señaló a BBC Mundo Catalina Escobar, cofundadora y Directora de Estrategia de Makaia.
Con ese objetivo, Makaia se propuso crear una red ciudadana para monitorear la calidad del aire en la ciudad de Medellín, Colombia.
“Es una ciudad que ha crecido mucho en los últimos años”, afirmó Escobar.
No solo creció el número de autos y motos en la urbe, sino que aún circulan vehículos viejos sin los controles ambientales necesarios.
“Además, Medellín está ubicada en un valle, rodeada de montañas, lo que hace que en ciertas épocas del año los contaminantes se concentren y se queden dentro de ese valle”.
Makaia, junto con habitantes locales, colocó sensores en instituciones públicas como bibliotecas. La red ya cuenta con 26 sensores ciudadanos.
“Los sensores están conectados a una red WiFi con el fin de visualizar en tiempo real los datos registrados a la plataforma purpleair.com para su posterior análisis“, explicó Escobar.
“Usamos los sensores de PurpleAir que cuestan alrededor de 250U$S”.
Las especificaciones se pueden ver en esta dirección.
Cada día Makaia publica en su cuenta de Twitter un resumen de las variaciones en la calidad del aire.
Los sensores miden material particulado de diferentes diámetros, PM 0,3; 0,5; 1,0; 2,5; 5,0 ;10 μm o micrómetros. También miden temperatura y humedad. Son confiables y avalados por varias instituciones en Estados Unidos.
PurpleAir publica los datos en una base de datos abierta para que las personas los puedan usar y además algunas de las bibliotecas tienen pantallas informadoras.
¿Qué consejo daría Makaia a ciudadanos en otros sitios de América Latina que quieran iniciar sus propias redes?
“Empezar una iniciativa de estas cuesta muy poco, lo que se necesita es voluntad”, afirmó a BBC Mundo Catalina Escobar. “Desde Makaia estamos listos para ayudar”.
Quince estados de México no cuentan con redes de monitoreo atmosférico que formen parte del Sistema Nacional de Información de la Calidad del Aire, según señaló a BBC Mundo Alberto Mexía Sánchez, director de la startup tecnológica Certuit, creadora de Redspira.
“Estos estados son Sonora, Sinaloa, Nayarit, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Tamaulipas, Zacatecas, Tlaxcala, Coahuila, Querétaro y Colima”.
La Red de Monitoreo Ambiental Colaborativa Redspira nació por el creciente problema de la mala calidad del aire en la ciudad de Mexicali, “la cual ha sido catalogada como una de las más contaminadas en México y Latinoamérica”.
“En este sentido Certuit se hizo la pregunta de ‘¿cómo podemos aportar una solución al problema?’, y la respuesta nace a partir del déficit de monitores de calidad del aire y de la premisa ‘lo que no se puede medir, no se puede mejorar'”.
Redspira usa sensores de bajo costo (200U$S a 300U$S).
“Si bien recomendamos los sensores Redspira, la red puede integrar todo tipo de sensores que cuenten con datos abiertos”, señaló Mexía Sánchez.
“Redspira utiliza el contador de partículas láser Plantower PMS5003, donde los rayos láser detectan las partículas que pasan por su reflectividad“.
Estos sensores cuentan partículas suspendidas en tamaños de PM 0,3, PM 0,5, PM 1,0, PM 2,5, PM 5,0 y PM 10 μm.
La red también incluye estaciones normativas para validar la información generada por los sensores de bajo costo y programas de difusión y educación.
La iniciativa también tiene una app para “darle al ciudadano una herramienta en la palma de la mano para que pueda tomar decisiones en tiempo real”.
Actualmente la red tiene cobertura en Mexicali, Valle de Mexicali, Tijuana, Monterrey, San Luis Potosí y Ciudad de México.
Haz clic para ver un video de Redspira.
Bjoern Stiel es el padre de Caspar, un niño de 8 años que asiste a Ambler Primary School, una escuela primaria en el norte de Londres.
“Mi hijo ha venido sufriendo problemas respiratorios y su escuela está junto a una calle con mucho tráfico. Muchos otros niños de la escuela padecen asma”, relató Stiel a BBC Mundo.
“Cuando se trata de proteger a los niños de la contaminación ambiental se habla mucho, pero hay pocos enfoques sistemáticos. Para mí, el primer paso era tener datos precisos”.
Si bien el gobierno tiene monitores en el área, no publica la información, según Stiel, quien siendo ingeniero de software decidió, junto a Caspar, “tomar el asunto en nuestras propias manos”.
Stiel y Caspar construyeron un dispositivo basado en Raspberry Pi, una computadora del tamaño de una tarjeta de crédito y de bajo costo.
“La Raspberry Pi se conecta a un pequeño sensor que succiona el aire y mide la cantidad de partículas finas, con diámetro menor de 2,5 micrómetros, y de partículas más grandes, con diámetros de entre 2,5 y 10 micrómetros.
“También escribimos código de software para que las lecturas sean salvadas cada minuto junto a las coordinadas GPS, y sean enviadas a un simple servidor que construimos para visualizar y evaluar la información. Decidimos llamar al dispositivo ‘Airpollution Pi’ o ‘Contaminación del aire Pi'”.
Hay un dispositivo en el salón de clase y los niños participan leyendo los datos de los sensores y monitoreando cómo cambian durante el día.
“Pudimos determinar con el dispositivo cómo se comparan en términos de contaminación las diferentes calles que toman los niños para llegar a la escuela”.
Para bajar aún más los costos de los sensores, el proyecto sensors.AFRICA (https://sensors.africa) entrena a los ciudadanos para que ensamblen sus propios dispositivos.
El proyecto fue creado por la ONG Code for Africa, o “Escribiendo código para África” con el objetivo de solucionar la escasez de datos ambientales.
Los sensores miden no solamente la calidad del aire, sino del agua, niveles de radiación y contaminación acústica, y más de 70 ya fueron instalados en siete ciudades africanas, incluyendo Nairobi, Kampala, Lagos y Johanesburgo.
“Los sensores son ensamblado usando componentes que son importados en su mayoría de China y Estados Unidos. El costo por unidad es de 50U$S por un kit Wi-Fi Y 100U$S por dispositivos que funcionan con energía solar”, explicó a BBC Mundo Chege James, uno de los responsables de la iniciativa.
El proyecto se unió a socios que colocan sensores en escuelas primarias y enseñan a los niños sobre la contaminación del aire y cómo combatirla.
Y otra alianza con universidades locales habilitó la participación de estudiantes de computación y de periodismo ambiental.
Las apps y dispositivos de la startup o empresa emergente francesa Plume Labs ocupan los primeros lugares en las evaluaciones de revistas especializadas británicas.
La compañía fue fundada por Romain Lacombe y su lema es “empodérate contra la contaminación del aire”.
Una de las creaciones de la startup es el dispositivo Flow.
“Flow es un sensor personal que funciona en conjunto con una app para medir la contaminación y mostrar la información en forma de mapas o líneas cronológicas para revelarte que estás respirando, cuándo y dónde“, le explicó a BBC Mundo Yannick Servant, vocero de Plume Labs.
“El gran desafío ha sido miniaturizar los sensores, que miden materia particulada de diámetros menores de 10 y 2,5 (PM2,5 y PM 10), dióxido de nitrógeno (NO2) y compuestos volátiles orgánicos (VOC). El sensor continuamente mide el aire que respiras y envía la información a tu celular vía Bluetooth”, agregó.
Flow se calibra a si mismo y cuesta U$S179.
Servant dijo que la empresa espera exportar en un futuro al mercado latinoamericano.
“Pero sabemos que ya hay gente usando Flow en México, Paraguay, Argentina, Uruguay, Ecuador, Guatemala, Costa Rica Perú y Brasil”.