Por más de dos años, Corea del Norte logró evitar la llegada de la covid-19, según sus registros.
Lo hizo llevando al extremo su aislamiento: desde enero de 2020 no deja entrar a nadie al país -ni siquiera norcoreanos- y ha reforzado las cercas y puestos fronterizos, donde los soldados tienen orden de disparar a todo el que se acerque.
También almacena y desinfecta durante semanas todos los productos importados de China para asegurar que no tengan ni la mínima traza del virus.
El líder Kim Jong-Un llegó al punto de confinar a la población en octubre de 2020 para evitar que la calima procedente del desierto del Gobi a unos 2.000 kilómetros esparciera el coronavirus.
Sin fabricar vacunas ni aceptar ofertas de otros países para inmunizar a su población, Pyongyang apostó todo a su política de “cero covid”.
Pero, más de dos años después, cuando gran parte del mundo ya da por superada la pandemia, en Corea del Norte todo se ha desmoronado con la propagación de la variante ómicron.
El gobierno ha reconocido un millón y medio de casos de “fiebre” y 56 muertos, pero se desconoce el alcance real de la epidemia en un país con graves carencias de suministros médicos, escasa capacidad de detección y rastreo, y donde el gobierno tiene el control absoluto de la información.
Prueba de la gravedad de la situación es que Kim anunció que el país pasa por “la mayor convulsión desde su fundación” en 1948, ha decretado cuarentenas masivas e incluso ha movilizado al ejército para enfrentar la ola de casos.
Pero ¿cómo ha podido entrar la covid-19 y propagarse en el que muchos consideran el país más hermético del mundo?
El aislamiento por la pandemia agravó aún más la ya endémica escasez en Corea del Norte, un país de unos 25 millones de habitantes incapaz de autoabastecerse por sus muy limitados recursos para la producción agrícola e industrial.
“Corea del Norte abrió en enero la ciudad fronteriza de Sinuiju en el río Yalu y comenzaron a ingresar materiales y personas desde China, ya que Pyongyang había solicitado ayuda por la grave situación económica tras dos años de cierre”, indica a BBC Mundo el profesor Nam Sung-wook de la Universidad de Corea en Seúl.
Esta apertura limitada pudo, según este experto en inteligencia y relaciones entre Corea del Norte y China, haber facilitado una primera entrada del virus en el país.
Por su parte, el corresponsal de la Agencia EFE en Seúl, Andrés Sánchez Braun, cita en su análisis otras dos posibilidades.
La primera es que algún contrabandista llevara el virus a Corea del Norte, cuya frontera de 1.416 km con China era muy frecuentada -hasta la pandemia- por comerciantes que cruzaban el río Yalu.
La otra hipótesis es que proviniera de “gente asintomática que ha participado en las rutas comerciales permitidas con China (ferrocarril y alta mar)” burlando de alguna manera los exhaustivos procesos de desinfección.
Para Go Myong-hyun, investigador del Instituto Asan de Estudios Políticos surcoreano, lo importante no fue cómo entró el virus al país a principios de año.
Aquello, asegura, solo fue la primera gota de lo que llama “una tormenta perfecta”, gestada en los meses siguientes.
Las autoridades “convocaron a grandes multitudes de personas en Pyongyang para celebrar el 110º aniversario del nacimiento de Kim Il-sung [fundador del país, el 15 de abril] y el 90º aniversario de la fundación de las fuerzas armadas de Corea del Norte [el 25 de abril]”.
Ambas celebraciones “se convirtieron en eventos de propagación masiva” de la covid-19, sentencia Go.
Y, a juicio del experto, explican por qué Pyongyang es hoy el epicentro de la covid-19 en el país.
La ciudad de unos 2,9 millones de habitantes fue el escenario de los primeros brotes importantes reportados la semana pasada por las autoridades.
Y, tras dispararse los casos, Kim Jong-un dirigió a la capital del país a los cuerpos médicos del ejército para “estabilizar el suministro de medicamentos”.
El líder norcoreano señaló tanto a su gabinete como a los responsables del sistema público de salud “por su actitud de trabajo irresponsable y su capacidad de organización y ejecución”, publicó el lunes la agencia estatal KCNA.
Kim criticó la lentitud en la distribución de medicamentos a las farmacias locales (con lo que justificó movilizar al ejército para estabilizar el suministro) y las deficiencias en el almacenamiento de los fármacos.
Estas y otras carencias, según las autoridades norcoreanas, habrían contribuido a la propagación incontrolada del virus.
Para los expertos consultados por BBC Mundo, estos señalamientos son parte de la estrategia habitual del gobierno norcoreano de buscar un “chivo expiatorio” en momentos de crisis.
“Esto refleja la ideología de liderazgo de Corea del Norte según la cual el líder es supuestamente infalible y, por ello, nunca se le culpa de los fracasos en las políticas”, sostiene el investigador Go Myong-hyun.
Asegura que el liderazgo norcoreano es el responsable de la situación actual, pero “desvía la culpa a terceras personas, lo que es otra indicación de que la política covid del régimen no es científica sino ideológica”.
“A diferencia de pandemias anteriores (SARS, gripe A, etc.), tuvieron dos años de anticipación en los que preparar a la población para una transición de la cuarentena a la vacunación masiva. Pero se mantuvieron firmes en la política de cero covid, lo que da fe de su rigidez ideológica”, afirma Go.
El profesor Nam, por su parte, vaticina que alguien acabará pagando las consecuencias.
“Inevitablemente habrá una purga de altos burócratas para apaciguar la ira de la gente”.
Y mantiene que “la culpa de esta tragedia recae completamente en Kim Jong-un“.
Considera que, en los últimos meses, el líder ha contribuido con su ejemplo a la relajación en el ambiente frente a la covid-19 al “asistir a desfiles y visitas de campo sin mascarilla, tomándose fotos con multitud de soldados y trabajadores”.
Y, más importante, en el dirigente recayó la decisión última de no aceptar -por razones desconocidas que en este momento son objeto de debate entre expertos- las ofertas de suministro de vacunas de China y el programa de distribución Covax de la ONU, ni solicitarlas a otros países o producirlas de forma autónoma.
Así, prácticamente nadie está vacunado en Corea del Norte.
Esto, sumado a las precarias condiciones de los centros de salud, la escasez de medicinas e insumos (desertores norcoreanos contaron a la BBC cómo se administra suero en botellas de cerveza a pacientes y se reutilizan las agujas hasta oxidarse), entre otros factores, es lo que hace tan peligrosa la propagación tardía y masiva de la covid-19 en el país.