Aunque comúnmente se asocia la innovación con ese "momento eureka" de genialidad, Dan Breznitz ve las cosas de otra manera.
Para el académico y codirector del Laboratorio de Políticas de Innovación de la Universidad de Toronto, la innovación, entendida como la creación de un gran invento tecnológico, tiene poco que ver con las verdaderas fuerzas innovadoras que mueven la economía global.
Por eso, dice, no vale la pena tratar de copiar el modelo de Silicon Valley en otras partes del mundo.
Miembro del Instituto Canadiense de Investigación Avanzada, Breznitz explica cuál es su concepto de innovación y qué pueden hacer las regiones y ciudades que buscan potenciar su desarrollo.
En su libro “Innovación en lugares reales, estrategias para la prosperidad en un mundo implacable”, el investigador aborda el tema de cómo crear una estrategia de innovación que beneficie a la mayor cantidad de personas y que no solo llene las cuentas bancarias de multimillonarios y capitalistas de riesgo.
Sobre esta y otras cuestiones conversamos en BBC Mundo con Dan Breznitz.
En su libro plantea que existe una especie de tecnofetichismo que ha convertido a lasstart-up en el símbolo de la innovación, una visión que usted no comparte. ¿Qué es exactamente para usted la innovación y cuál es el mayor mito en torno a este concepto?
Últimamente nos hemos obsesionado con una idea de innovación que no solo está equivocada, sino que también es peligrosa. Uno de los mayores mitos es creer que la innovación es invención.
La innovación no es invención. Ni siquiera se refiere a la creación de prototipos. La innovación es la actualización de ideas en todos los niveles de la producción de bienes y servicios.
Incluye los cambios y las mejoras a una idea inicial, las distintas maneras de producción o la forma de vender un producto o un servicio. Estos procesos son muy importantes para el crecimiento económico y el bienestar de las personas.
¿Cómo ocurre la innovación en la práctica?
Le puedo dar dos ejemplos. Hemos inventado las vacunas ARNm contra la covid-19, pero su efecto será limitado si no somos capaces de innovar en todo el sistema de redes de producción.
Si lo logramos, no solo tendremos mejores vacunas, sino también una producción de miles de millones.
Luego viene el desafío de innovar en cómo las distribuimos, y así continúa la cadena, hasta llegar a un punto en que podemos responder a las necesidades de más personas.
Otro ejemplo es que sin innovaciones reales, los teléfonos inteligentes aún serían cajas de madera con cables pegadas a la pared.
Las olas de innovación cambian las cosas para mejor, pero eso no se produce en el momento mismo de la invención, se produce durante un proceso de continua actualización de la idea original.
Incluso desde un punto de vista filosófico, tener una idea, hacerla realidad y cambiar la realidad es lo que nos hace humanos.
¿Qué otros mitos existen en torno a la innovación?
En el largo plazo es mucho más importante entender la innovación como un proceso constante para mejorar algo, en vez de una invención en sí misma.
El primer mito es creer que la innovación es algo deslumbrante. En realidad, la innovación no es algo que aparece en los periódicos.
El segundo es creer que la innovación de primera etapa; es decir, cuando la start–up crea un producto nuevo, traerá prosperidad a la comunidad donde se encuentra la empresa, generando nuevas industrias y nuevos trabajos.
Eso no es así. Como ahora la globalización ha fragmentado la innovación, lo único que ocurre en Silicon Valley, o en centros como ese, es que apenas se termina el diseño del producto, este es enviado a otra parte para su fabricación.
Eso significa que todos los efectos secundarios positivos se trasladan a otro lugar.
Si crearas un Silicon Valley en Bogotá, por ejemplo, los únicos empleos que generarías serían trabajos para los especialistas top en investigación y desarrollo, para los encargados de marketing y finanzas, y quizás un par de empleos para dos o tres chef de celebridades y masajistas.
Ellos van a ganar salarios fabulosos y muchos tendrán la opción de comprar acciones —que son boletos de lotería—, pero la mayor parte de la gente que vive en la zona no verá muchos beneficios.
Al contrario, se darán cuenta que las cosas que quieren comprar y las casas del sector ahora son tan costosas que están fuera de su alcance.
Así ocurrió en San Francisco. El problema es que terminamos creando multimillonarios en vez de crear bienestar para toda la comunidad.
Por eso no hay que copiar el modelo de Silicon Valley, porque no busca producir nuevas tecnologías para cambiar el mundo.
Lo que busca es producir beneficios financieros en Wall Street, a través de una apertura a bolsa de la start–up o simplemente porque alguien compra la firma.
Y volvemos a la misma pregunta: ¿qué pasa con esas ganancias?
Generaste una gran cantidad de dinero, que queda en manos de un 5% de la población.
¿Qué otros modelos de crecimiento basados en la innovación existen?
Hay otros modelos que incluyen el crecimiento y la prosperidad de la comunidad local.
He visto ideas que se desarrollan en Silicon Valley pero que se llevan a la práctica en lugares como Taiwán, Israel, Corea del Sur, Estados Unidos o China.
O ideas que se desarrollan en Corea, como pantallas táctiles o memorias, y luego se fabrican en China.
Otro ejemplo son las innovaciones en Taipei en el área de los semiconductores.
¿Cómo lo lograron en Taipei?
En Taipei, Taiwán, lo han hecho magníficamente. Ellos entendieron que la industria de los semiconductores sería muy importante.
Querían ser innovadores y rápidamente se dieron cuenta de que tenían al menos dos alternativas: o convertirse en Silicon Valley y competir con Japón y Corea del Sur —creando gigantescas empresas como Samsung—, o desarrollar sus propias fortalezas.
Decidieron que su fortaleza estaría en la producción de semiconductores. Y luego crearon un sistema que les permitiría llegar a esa meta.
Esos son dos caminos distintos: Silicon Valley y Taipei.
Otro ejemplo de innovación es el mercado de los zapatos de mujer de lujo desarrollado en una región llamada riviera del Brenta, en Italia.
Ahí los empresarios locales decidieron que su fortaleza no sería fabricar millones de zapatillas Nike, sino producir zapatos para Prada o Gucci. Se especializaron.
Por eso ahora, si tienes un diseño y quieres que te hagan ese tipo de zapatos, ese es el lugar donde tu diseño se convertirá en realidad.
Lo que hicieron en esa región italiana fue descubrir cómo insertarse en la industria global.
¿Cuáles son las mejores estrategias para convertirse en una ciudad o una región innovadora?
Yo lo pondría de otra manera. Si yo soy de Guadalajara o Bogotá, en vez de preguntarme cuál es la mejor manera de innovar, me lo plantearía de otra manera.
Me preguntaría: ¿cómo queremos que nuestra ciudad se vea en 10 o 15 años? Y me fijaría en cuál de las diferentes fases de innovación encajan nuestros planes.
Lo primero es construir un mapa sobre qué significa ser innovador y exitoso. Definir a dónde quieres llegar, qué es lo mejor para tu ciudad o para tu región.
Lo segundo es determinar cuáles son las fortalezas de tu comunidad y cuáles son las capacidades viables de desarrollar.
En el fondo, lo más importante es plantearse por qué estamos haciendo esto.
Con la pandemia han cambiado muchas cosas. Una de ellas es el funcionamiento tradicional de las cadenas de suministro a nivel global; es decir, la manera de producir las cosas. ¿Piensa usted que se están abriendo oportunidades parainnovar en ese contexto?
Absolutamente. El mundo está cambiando y eso está abriendo muchas oportunidades para países que de otra manera tendrían más dificultades para insertarse en la red de producción global.
Las mayores empresas del mundo han comenzado a buscar nuevos proveedores innovadores en todas las etapas de producción.
Es que estamos avanzando hacia redes de producción regionales y, por eso, los lugares que descubran esas oportunidades rápidamente y que descubran en qué industrias y en qué parte del proceso pueden insertarse tendrán grandes oportunidades.