El año 2020 ha sido testigo de las mayores protestas raciales en Estados Unidos desde la convulsa década de 1960.
Paradójicamente, cuando Barack Obama ganó las elecciones presidenciales en 2008, muchos creyeron que su triunfo significaba el inicio de una nueva etapa en la vida política de Estados Unidos, en la cual las diferencias raciales ya no tendrían tanto peso.
La victoria de Obama, pensaban, era la consagración de un país más diverso, que tomaba el relevo del país mayoritariamente blanco, anglosajón y protestante.
Sin embargo, el primer mandatario afroestadounidense fue sustituido en la Casa Blanca por Donald J. Trump, quien se impuso con un mensaje dirigido justamente a ese votante blanco y protestante que en cierta medida -según apuntan muchos analistas- se sentía amenazado o desplazado por ese otro país más heterogéneo.
La victoria de Trump parecía un revés para la narrativa postracial que había acompañado al triunfo de Obama.
Ese resultado electoral, no obstante, no podía modificar otra realidad sobre el terreno: el importante cambio demográfico por el cual los protestantes, blancos y anglosajones ya no representarán a la mayoría del país, aun cuando sigan siendo el grupo más racial más numeroso.
Desde el Brookings Institution, un centro de estudios con sede en Washington D.C., el investigador William Frey lleva años tomándole el pulso a esta tendencia.
En su libro “Diversity Explosion”, Frey retrata como las “nuevas minorías” (latinos, asiáticos y ciudadanos multirraciales) junto a los afroestadounidenses están transformando el perfil demográfico de Estados Unidos.
BBC Mundo conversó con Frey sobre estos cambios afectarán el futuro de la primera potencia del mundo y cómo, en el corto plazo, podrían impactar en los resultados de las venideras elecciones presidenciales.
He aquí un resumen de la conversación.
La candidata a la vicepresidencia demócrata Kamala Harris es la primera mujer negra y de raíces sudasiáticas que forma parte de la fórmula electoral propuesta por uno de los dos grandes partidos para llegar a la Casa Blanca. ¿Qué dice esto sobre la importancia del tema racial en la política en Estados Unidos?
Creo que esto muestra que el Partido Demócrata reconoce que somos un país de gran diversidad racial y que lo será mucho más en el futuro. Y ellos quieren aprovechar eso, no solamente para esta elección, sino para plantar la semilla y conectar con los jóvenes que son mucho más diversos desde el punto de vista racial que el resto de la población.
Algunos expertos consideran que la postulación de Harris no significa la normalización del tema racial y étnico en Estados Unidos, sino un signo de que estas elecciones estarán marcadas por una lucha entre conservadurismo y el liberalismo racial, entre el EE.UU. blanco y ese país diverso que usted plantea en su libro.
Es importante entender que estamos viendo el ascenso de la población multirracial. Se trata de los hijos de matrimonios interraciales y eso va a incrementarse porque la población joven es más diversa.
En realidad, el declive de los blancos entre los menores de 18 años se registra desde el año 2000. Así que probablemente el censo 2020 mostrará que alrededor de la mitad de los menores de edad pertenecen a grupos o se identificarán con grupos distintos a los blancos.
Esta gente diferente en realidad se está mezclando con el resto del país. Muchas personas no entienden eso hasta que tienen hijos o nietos que terminan casándose con gente de otras razas y, entonces, lo comprenden mejor. Con el tiempo creo que lo que va a ocurrir es que las comunidades van a tornarse más diversas.
Además, las personas de color se están esparciendo por el centro del país, en lugares que hasta ahora no habían sido racialmente diversos.
Muchos estudios revelan que eso que llaman “conservadurismo racial” son actitudes presentes en personas que en su vida cotidiana no tienen interacción con gente de otras partes del mundo o que tengan una cultura distinta, pero cuando esto ocurre tienen una actitud mucho más distinta.
Un ejemplo de ello es California. En general, es un estado mucho más abierto a este tipo de diversidad porque allí todo esto ocurrió mucho antes que en el resto del país. Así que esto va a cambiar con el tiempo.
Si miras la historia de Estados Unidos y retrocedes 100 años, verás que ya entonces éramos un país de inmigrantes. No eran latinos o asiáticos, sino personas del sur y del este de Europa que parecían un poco distintas a la herencia anglosajona de muchas personas en el país.
Pero, esos inmigrantes avanzaron y se integraron y ahora son considerados tan estadounidenses como cualquiera. Ya la gente no traza esas marcadas diferencias y eso es lo que va a ocurrir en el futuro con las llamadas “nuevas minorías” en Estados Unidos.
En su libro, usted habla de una brecha generacional que afecta la política en Estados Unidos. ¿Puede explicar en qué consiste?
Sí, la brecha cultural generacional tiene que ver con esa generación mayor que no tiene mucha interacción con estos jóvenes.
Según mostraban estudios durante la primera parte de esta década, ellos (los mayores) estaban temerosos. Ellos no tenían una actitud muy receptiva ante la llegada de inmigrantes, mientras que los jóvenes -incluso los blancos- son mucho más abiertos. Ellos (la generación mayor) son parte de la razón por la que Trump ganó la elección de 2016, porque él jugó con ese tipo de miedos.
Pero con el tiempo estos estudios van mostrando cambios. Ahora los millenial mayores tienen 38 años. Se trata de una de las generaciones más diversas desde el punto de vista racial y una parte creciente del electorado. La brecha cultural generacional sigue existiendo pero ya no es tan marcada porque la población mayor está siendo una parte menos dominante del electorado en comparación con lo que fue en muchas partes del país.
Además, estudios recientes muestran que ahora están un poco más abiertos a estos cambios que en el pasado. La brecha aún existe, no hay duda de ello, pero cada vez será menos prominente a medida que las nuevas generaciones envejezcan y cambie la actitud de las personas.
Algunos expertos consideran que más allá de la edad y de la raza, hay una brecha religiosa entre los cristianos blancos y el resto. ¿Cómo la ve usted?
He visto algunos estudios y creo que eso puede ser verdad. Ciertamente, los evangélicos blancos son un pequeño grupo dentro de la población blanca pero indudablemente son más conservadores y pueden albergar algunas de estas actitudes.
En su libro, usted afirma que la explosión de la diversidad en la demografía de Estados Unidos será algo bueno para el país, pero con todas las tensiones que están en ebullición. ¿No existe un gran riesgo de que las cosas salgan mal?
No lo creo. No pienso que las tensiones son tan generalizadas como a veces las presentan los medios de comunicación. Durante dos periodos tuvimos como presidente a Barack Obama, que era muy popular en muchas partes del país.
Muchos de los estados que usualmente son considerados como republicanos votaron por él, especialmente en el sur y en el oeste del país. Estados como Nevada y Colorado votaron por el Partido Demócrata por primera vez en mucho tiempo porque Obama era presidente. Existe la visión de que este es el tipo de cambio que va a ocurrir en el futuro.
Parte del problema es que algunas personas -el actual gobierno lo hace pero también otros políticos- intentan sacar provecho de estos miedos e intentan exagerar lo que estas divisiones significan para la gente.
Un buen ejemplo se vio durante la Convención Nacional Republicana, cuando el presidente dijo que los suburbios iban a desaparecer o algo por el estilo porque estaban cambiando de mala manera.
Él intentaba asustar a los residentes de los suburbios que puedan ser blancos de clase media y hacerles pensar que no van a tener la misma forma de vida en el futuro, pero resulta que él hablaba de un Estados Unidos de los suburbios que no existe desde hace 30 o 40 años. Si miras hoy a los suburbios, encontrarás gente de todos los orígenes, pobres, negros, blancos y latinos.
Pero hay personas que viven en partes del país que aún no han experimentado estos cambios -aunque cada vez son menos- que pueden creer en este tipo de narrativa antes de entender realmente lo que está ocurriendo.
Creo que un mejor líder para el país sería alguien que intente unir a las personas en torno a esto y que entienda por qué esto es importante.
La razón por la que digo en mi libro que la explosión de la diversidad es buena para el país reside en que la población blanca anglosajona se va a encoger pronto y, de hecho, ya se está reduciendo entre los más jóvenes del país.
Como país estamos creciendo en términos de nuestra juventud y de la vitalidad de nuestra fuerza laboral, a diferencia de lo que ocurre en algunos países europeos y en Japón, cuyas poblaciones envejecen rápidamente. Nosotros tenemos lo contrario.
Aunque no la hemos tenido en los últimos años y pese a lo que diga el gobierno actual, la gente se va a dar cuenta de que tenemos que volver a aumentar nuestra inmigración como hicimos en las décadas pasadas porque eso significará que nuestra población no solamente seguirá creciendo sino que también aumentarán nuestras conexiones con otras partes del mundo, lo que es muy importante en un mundo globalizado.
Así que, por muchas razones, no solamente por el aspecto racial sino por la necesidad demográfica general, tenemos que crecer aumentando nuestra población joven en lugar de tener una población envejecida que se reduce. Al igual que muchos otros países, necesitamos abrir nuestros brazos a personas de distintos orígenes.
Usted mencionó a Obama como ejemplo pero quien llegó a la Casa Blanca después de él fue Trump, ¿cómo ve la mezcla actual de tensiones étnicas y raciales en Estados Unidos?
Había algunas y Trump jugó con ellas y no para bien del país. Pero recuerda que él perdió el voto popular. Ganó por los colegios electorales al obtener 80.000 votos en tres estados que no son de los que más crecen y con el apoyo de electores de zonas rurales y de personas mayores, mientras que Obama ganó por márgenes mucho más grandes.
Sí hubo una especie de reacción contraria a estos cambios que Trump intentó exagerar y que le permitió obtener pequeños triunfos. Pero creo que hoy la población votante es más diversa de lo que era entonces y pienso que mucha gente está viendo el lado negativo de este tipo de política que provoca divisiones en Estados Unidos.
Usted atribuye las victorias de Obama al voto de las minorías de negros, asiáticos y latinos. Pero luego ocurrió la elección de Trump. ¿Qué se puede esperar en los comicios de 2020?
En 2020 el tema racial no es el único asunto que causa división en Estados Unidos. Tenemos una pandemia y una economía que empeora. Por eso, esperaría que Biden tenga mejores resultados que Trump.
Mucha gente está molesta con el gobierno por la pandemia, pero además hemos tenido estas protestas por la injusticia racial. Los jóvenes tienen mucha conciencia de esto pero también los mayores están más a tono con la necesidad de que haya mayor igualdad e inclusión.
Creo que esto va a ayudar a Biden. La demanda por más justiciar racial sumada a la pandemia y a una economía en declive debería darle una buena oportunidad al Partido Demócrata.
Pero, regresando al tema racial, ¿esta tendencia de votantes blancos apoyando al Partido Republicano mientras los electores de las minorías respaldan al Partido Demócrata puede derivar en una elección cada vez más polarizada y en una sociedad más dividida?
No lo creo. Para empezar, los votantes blancos no están votando solamente por los republicanos. Los datos muestran que los blancos -tanto hombre como mujeres- con estudios universitarios están votando o favoreciendo a los candidatos demócratas. Las encuestas dicen que van a votar por Biden.
Incluso entre los blancos sin estudios universitarios que tienden a respaldar a Trump, ahora no lo apoyan de una forma tan firme y decidida como en 2016 y 2018.
Todos los grupos de electores blancos son ahora menos propensos a votar por los republicanos y más favorables a hacerlo por los demócratas en comparación con 2016.
Creo que es una parte cada vez más reducida de los electores blancos la que apoya con fuerza a Trump aunque sigue siendo posible que puedan hacer una diferencia como ocurrió en 2016 en Pensilvania, Wisconsin y Michigan. Pero, en todo caso, la demografía está cambiando y los blancos jóvenes -no solamente las minorías y los millenials- son mucho menos propensos a votar por Trump que las generaciones mayores.
¿Usted diría que para mantenerse relevante en el futuro, el Partido Republicano debería hacer más esfuerzos para acercarse a las minorías raciales en Estados Unidos?
Sí, creo que todos ellos deberían comprar una copia de mi libro (risas) y leerlo con cuidado para darse cuenta de que están tomando el camino equivocado. Si siguen apostando por el mismo y cada vez más reducido grupo de votantes blancos sin estudios universitarios no obtendrán votos suficientes ni siquiera para ganar en los colegios electorales, mucho menos el voto popular que han perdido en 7 de las últimas 8 elecciones.
¿Qué papel tendrán los latinos en este Estados Unidos más diverso del que usted habla?
Los latinos tendrán un gran papel. Representan en torno al 18% de toda la población pero son una cuarta parte de los jóvenes menores de 30 años. A diferencia de lo que diría Trump, la mayor parte de los latinos son nacidos en Estados Unidos y están creciendo más por los nacimientos locales que por la inmigración. Tendrán un gran rol en las próximas elecciones.
Eso se viene diciendo en cada elección pero, hasta ahora, al final de todo no desempeñan ese papel decisivo que se les atribuía. ¿Qué ocurrirá ahora?
Eso se debe en parte a que su presencia ha estado concentrada en estados que ya eran favorables a los demócratas o, en el caso de Texas, en un lugar que es muy fuertemente republicano, por lo que no lograban hacer una diferencia significativa.
Y se debe también al tema de los colegios electorales. Tienes que ganar en distintos estados para ir sumando votos. California, por ejemplo, vota con fuerza por los demócratas. Allá hay muchos latinos pero estos no logran hacer la diferencia porque es un estado en el que más allá de los hispanos ya ganaban los demócratas.
Ahora los latinos están más esparcidos en otros lugares. Y ahora hay más estados en juego. Creo que Arizona, por ejemplo, es un estado que tiene muchos latinos y que podría girarse hacia los demócratas. Si es así, habrán hecho una diferencia.
Florida es un estado clave que oscila entre ambos partidos. Allí los latinos pueden hacer la diferencia.
Todo el mundo se pregunta por Texas pues es un estado con población muy diversa que en algún momento podría girarse hacia los demócratas. Si eso ocurre, los latinos tendrán un gran papel en ello.
Más allá de las elecciones presidenciales, los latinos ya hacen una diferencia en muchas elecciones locales y estatales en distintas partes del país.
¿Podría explicar cómo ha sido el proceso de dispersión de los latinos en el territorio estadounidense?
Los latinos han tenido presencia en Estados Unidos desde hace mucho. En 1965, hubo un gran cambio en las leyes migratorias que hizo al país mucho más abierto y que dejaba de dar prioridad a los migrantes europeos.
A partir de entonces, pero sobre todo, desde finales de la década de 1980 comenzaron a llegar muchos inmigrantes latinos a grandes cantidades durante varias décadas.
Ahora el crecimiento está impulsado más por la natalidad que por la inmigración y también se ha producido una dispersión de los latinos por el territorio del país, porque no solamente crece su presencia en lugares como California, Texas, Florida o Nueva York sino que también aumenta en estados occidentales, del sureste y hasta cierto punto en el medio oeste y en el noreste. Así que ahora hay una amplia dispersión de los latinos.
¿Cómo puede esa dispersión hacer el voto latino más relevante?
Aunque son 18% de la población del país, los latinos solamente representan 13,5% de la población con derecho a votar. Eso se debe a que una parte de ellos aún no tiene edad para votar. Pero ese grupo aumenta cada año.
En algunos estados como Arizona ellos son 31% de las personas con derecho a voto; en Florida son 23%; y en Texas 31%. Esos son lugares con altos porcentajes de latinos. Ahora bien, incluso en algunos estados como Pensilvania, donde los latinos solamente son 6,6% de los posibles electores, ellos pueden hacer una diferencia en unos comicios cerrados si votan con fuerza por los demócratas.
Esa posibilidad no existía hace ocho años.