Lo que sucedió tras completarse esta prueba piloto sorprendió a sus creadores, la fundación benéfica Foundations for Social Change con sede en Vancouver, Canadá.
¿Qué pasaría si se entregaran miles de dólares a personas sin hogar?
A esa pregunta quisieron responder unos investigadores en Canadá.
Y para ello llevaron a cabo un proyecto en el que seleccionaron 115 participantes y a 50 de ellos entregaron US$7.500 en una sola transferencia.
El objetivo era averiguar qué hacían con el dinero durante un año de seguimiento.
Lo que sucedió tras completarse esta prueba piloto sorprendió a sus creadores, la fundación benéfica Foundations for Social Change con sede en Vancouver, Canadá.
Los resultados fueron “hermosamente sorprendentes”, dijo a la prensa canadiense Claire Williams, directora ejecutiva de la organización.
Los investigadores apuntan que este tipo de iniciativas “están demostrando ser poderosas y transformadoras”.
En los últimos años se han llevado a cabo experimentos parecidos en distintas regiones del mundo. Y es que gobiernos y economistas intentan discernir la efectividad de una renta básica, sobre todo en personas desempleadas, sin hogar y en riesgo de pobreza.
Pero dicha estrategia no está exenta de voces expertas críticas que dudan de su utilidad.
La iniciativa fue llamada New Leaf y seleccionó a 115 participantes de la provincia canadiense de Columbia Británica.
Los criterios para la elección incluyeron factores como la edad, el tiempo que llevaban sin hogar y que no tuvieran algún problema de salud mental o de adicción a sustancias como el alcohol, por ejemplo.
A los 115 se les dividió en grupos de cuatro donde a unos se les ofrecía el dinero o se les brindaba asesoramiento para desarrollar nuevas habilidades profesionales.
En total, 50 personas recibieron los US$7.500.
“Este proyecto piloto se condujo como una prueba controlada aleatoria y fue objetivo, riguroso y sin basarse en ningún tipo de ideología”, aseguró Claire Williams a BBC Mundo.
“De nuestro grupo original de 115 participantes, unos pocos fueron monitorizados por dos años, y los resultados fueron consistentes con los datos que obtuvimos tras el primer año de seguimiento a todos”, cuenta Williams.
Tras esos primeros 12 meses en que se monitorizaron las actividades de todos los participantes, los resultados, como dijo Williams, fueron realmente “sorprendentes”.
Como promedio, el estudio determinó que la mayoría de participantes que recibieron el dinero se mudaron rápidamente a viviendas estables y redujeron el número de días que pasaron sin techo.
Además, financieramente tomaron “sabias decisiones”, ahorrando dinero y aumentando el gasto en alimentos, ropa y renta y reduciendo un 39% el gasto en alcohol.
“Existe un concepto erróneo de que las personas pobres gastan el dinero que reciben en alcohol, cigarros y drogas”, apunta el estudio.
Los que no recibieron el dinero, por otra parte, incrementaron las noches sin hogar de 64% a un 78% y su nivel de ahorro apenas evolucionó.
Sin embargo, el efectivo entregado tuvo muy poco beneficio personal en el 15% de casos -entre 5 y 10 participantes-.
“Algunos de estos individuos dieron el dinero a familiares y amigos. Al igual que en otros experimentos, el éxito no se dará en el 100% de los casos”, dice Williams.
La investigadora confirmó que el objetivo de la organización es poder evaluar el impacto de esta iniciativa durante un tiempo mayor de seguimiento y organizar experimentos más amplios.
La creación de una renta básica provoca debates entre gobiernos y economistas.
Recientemente, Finlandia dio a conocer los resultados de su experimento de ofrecer una renta básica a personas desempleadas.
El estudio concluyó que si bien no incentivaba de forma significativa la búsqueda de empleo, sí mejoraba el bienestar mental de los beneficiados.
Ahora, con la crisis desatada por la pandemia, el debate sobre la efectividad de este tipo de iniciativas ha cobrado aún más relevancia.
Alemania, por ejemplo, ha comenzado recientemente un estudio piloto en el que entregará 1.200 euros mensuales (US$1.400) a 120 ciudadanos durante tres años.
Pero algunos economistas cuestionan la eficacia y viabilidad de los ingresos básicos universales por su potencial impacto en los sistemas fiscales y programas de bienestar social.
Un reporte de 2017 del American Enterprise Institute, un think tank estadounidense, calculó los efectos que tendría en la economía de ese país la implementación de un ingreso básico universal para toda la población.
El análisis concluyó que, de llevarse a cabo, “ocurriría un aumento de obligaciones fiscales” que podría conllevar a la derogación de programas de bienestar en la seguridad social y asistencia sanitaria.
Son algunos de los riesgos que, sin embargo, Williams considera que hay que asumir.
“Frecuentemente, los gobiernos son lentos para cambiar políticas sociales. Nosotros creemos que es necesario encontrar nuevas soluciones que ayuden a erradicar problemas sociales. Confiamos en que se incrementen los fondos para programas que intentan nuevas ideas audaces y así evaluar su impacto”, dijo.