"Este es un país en el que hablamos inglés. ¡Hay que hablar inglés!", repitió Donald Trump durante la campaña para las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos.
El entonces candidato insistió en ese punto como parte de su discurso nacionalista y antiinmigración.
También lo usó como estrategia contra algunos de sus adversarios en la carrera por la nominación del Partido Republicano, en especial Jeb Bush, que en ocasiones se expresaba en español.
“Es un buen hombre. Pero debería dar ejemplo y hablar inglés mientras esté en Estados Unidos“, dijo Trump en referencia a Bush en una entrevista con el medio ultraconservador Breitbart News en septiembre de 2015.
Faltaba todavía más de un año para su victoria electoral.
La dureza de Trump a la hora de abordar la inmigración -con la construcción de un muro en la frontera con México como su principal promesa de campaña- le rindió frutos en sectores del electorado que en cierta medida comparten también su visión de que “en Estados Unidos hay que hablar inglés”.
Sin embargo, la exigencia de Trump no tiene fundamento legal: Estados Unidos no tiene idioma oficial.
De un tiempo a esta parte se ha hecho común la aparición de videos en redes sociales en los que se ve a personas que instigan o critican a otras por hablar español en distintos lugares de EE.UU., ya sea por la calle, en medios de transporte o en locales públicos.
El mensaje es claro: si estás en este país, tienes que hablar su idioma.
El problema es que, como hemos apuntado, EE.UU. no tiene “un idioma”.
Además, esos ataques que se vuelven virales generalmente no ocurren contra turistas que van hablando holandés, francés o italiano, por ejemplo.
Se suelen dirigir contra personas que hablan español y que, por la labor que desempeñan o simplemente por su apariencia física, son encasilladas como inmigrantes.
“Estas reacciones contra la gente que habla español probablemente no sean nuevas”, le dice a BBC Mundo Heidi Beirich, investigadora del Southern Poverty Law Center (Centro Legal de Pobreza Sureña, SPLC por sus siglas en inglés).
“Pero Donald Trump dio rienda suelta a sentimientos que antes no se expresaban públicamente con tanta frecuencia”, añade.
El SPLC monitorea la presencia en EE.UU. de grupos de odio, a los que define como “toda organización que -según sus comunicados oficiales o sus principios, las declaraciones de sus líderes o sus actividades- tiene creencias o prácticas que atacan o calumnian a todo un grupo de personas, normalmente por sus características inalterables”.
En este sentido, el SPLC califica como grupos de odio a varias organizaciones a las que considera antiinmigrantes, como la Federación para la Reforma Migratoria Estadounidense (FAIR), el Centro de Estudios de Inmigración (CIS) y ProEnglish, que tiene como uno de sus objetivos que el inglés sea designado idioma oficial de EE.UU.
Todas ellas fueron creadas en las últimas décadas por John Tanton, un nacionalista blanco estadounidense que falleció en julio de este año.
Tanton fundó en total unas 12 organizaciones antiinmigrantes, seis de las cuales han sido designadas grupos de odio por el SPLC.
La mencionada ProEnglish es una de las organizaciones principales del movimiento English Only (“solo inglés”), también conocido con los términos English First (“inglés primero”) o el más aséptico Official English (“inglés oficial”).
ProEnglish se presenta como la organización líder en el movimiento por la oficialidad del inglés y su principal consigna es: “En una nación plural como la nuestra, la función del gobierno debe ser la de fomentar y apoyar las similitudes que nos unen, más que institucionalizar las diferencias que nos dividen”.
La organización centra su trabajo en tareas de cabildeo para convencer a los legisladores y a la opinión pública de la necesidad de adoptar el inglés como idioma oficial en todos los niveles de gobierno.
Además, el grupo pide que se ponga fin a la educación bilingüe en favor de programas de inmersión lingüística en inglés en las escuelas públicas del país y que se niegue la admisión de territorios como estados si no tienen el inglés como idioma oficial (en alusión a Puerto Rico).
Si bien ProEnglish establece en su página web que “el derecho a usar otros idiomas debe ser respetado”, el grupo ha sido objeto de críticas por parte de quienes consideran que su agenda es discriminatoria y excluyente.
“Tienen el cuidado de llamarse ProEnglish y no AntiSpanish, pero está claro que su ideario es supremacista, aludiendo al inglés como un símbolo del patrimonio cultural de EE.UU. cuando este país nunca ha sido un proyecto solo en inglés”, señala Heidi Beirich, del SPLC.
Otra de las organizaciones que destaca en la campaña por hacer que el inglés sea el idioma oficial es U.S. English, fundada en 1983 por el senador S.I. Hayakaw.
Sus miembros afirman que no tienen nada contra el hecho de que las personas hablen lenguas distintas del inglés, pero opinan que los inmigrantes que saben inglés son más exitosos y pueden labrarse un futuro mejor en EE.UU.
Otra de sus razones para pedir la oficialidad del inglés es económica, pues consideran que el gasto que hacen los organismos gubernamentales en servicios de traducción se podría invertir en otros asuntos.
BBC Mundo intentó hablar con los responsables de ProEnglish y U.S. English, pero no obtuvo respuesta.
La discusión sobre la oficialidad del inglés en EE.UU. no es nueva.
Ya en 1753 Benjamin Franklin expresó sus temores de que la creciente población de origen alemán hiciera que el inglés se convirtiera en una lengua minoritaria.
En 1919, el presidente de EE.UU. Theodore Roosevelt declaró que en el país solo había espacio para una lengua. “Solo tenemos sitio para un idioma en este país, y es el inglés”, dijo.
A partir de la década de 1960, en pleno apogeo del movimiento por los derechos civiles, se aprobaron en EE.UU. varias leyes que garantizaban el acceso de los ciudadanos a documentos públicos esenciales -como las papeletas de votación- en otras lenguas diferentes al inglés.
Y como contraposición fueron cobrando fuerza los movimientos nacionalistas y de defensa del inglés.
Algo que para Geoff Pullum, profesor de Lingüística General en la Universidad de Edimburgo, Escocia, y coautor de la “Gramática de Cambridge de la Lengua Inglesa”, es absurdo que siga en discusión.
“Hay dos asuntos importantes: uno, la cuestión de si el inglés debe ser por ley el idioma oficial del gobierno y del funcionariado (llamémoslo ‘inglés oficial’); y otro, si el uso o la enseñanza de otros idiomas distintos del inglés debería ilegalizarse (llamémoslo ‘solo inglés’)”, le dice Pullum a BBC Mundo.
“Es verdaderamente sorprendente que estas dos terribles y estúpidas ideas sigan vivas. Se deberían haber muerto en los años 80”, enfatiza.
Para el experto en lenguaje, la fijación por hacer del inglés el idioma oficial es la más débil y limitada.
Pullum sostiene que “si se determina meramente por ley que el inglés es el idioma a usar por el gobierno, entonces un día, cuando la población de Nuevo México o Arizona o California sea un 51% latina, se podría aprobar otra ley para revocar eso”.
“En cuanto al movimiento ‘solo inglés’, que intenta ilegalizar las aulas bilingües allí donde tienen razón de ser y popularidad, esto choca de frente con importantes resultados en la educación sociolingüística”, advierte Pullum.
“Se ha constatado a través de cuidadosas pruebas que aceptar el bilingüismo o el bidialectalismo en el aula, y llevar a los estudiantes transitoria y amablemente hacia el idioma o dialecto estándar, funciona mejor, mucho mejor, que prohibir idiomas o dialectos distintos”, explica.
Para el lingüista, no hay duda de que el movimiento “solo inglés” está motivado principalmente por una hostilidad hacia los inmigrantes y sus idiomas y culturas.
“A veces me pregunto dónde viven los defensores del ‘solo inglés’. Las partes de EE.UU. que yo conozco (ahora mismo vivo en Alexandria, Virginia) simplemente no se pueden imaginar sin su población inmigrante.
“Hablan idiomas de sus países de origen, sí, pero también inglés. ¿Cómo podrían no hacerlo?”, plantea.
Pullum considera que el inglés no está bajo amenaza, más bien al contrario.
“El inglés no solo es el único idioma que realmente importa para avanzar en EE.UU., sino que es un gigante de los idiomas imparable en todo el mundo. Lo califico como ‘el idioma que se comió el mundo’.
“Hay lenguas que están muriendo porque las personas ven que sus hijos aprenden inglés en la escuela y no vuelven al idioma de la comunidad donde crecieron sus padres”, observa.
Actualmente, 32 estados de EE.UU. tienen el inglés como idioma oficial.
Básicamente esto se traduce en que los gobiernos de esos estados tienen que ofrecer toda su información y documentación en inglés.
Pero de igual manera, los gobiernos están obligados a suministrar información en otros idiomas cuando se trata de cuestiones de salud o seguridad pública, como en este ejemplo de aviso del alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti:
Para obtener actualizaciones sobre el incendio #GettyFire, incluyendo las zonas de evacuación, los centros de evacuación, y lo más reciente, utilice el sitio de @LAFD: https://t.co/6KexQ80waF. pic.twitter.com/fMpmpZbpf3
— MayorOfLA (@MayorOfLA) October 28, 2019
Si se tiene en cuenta que varios de esos estados en los que el inglés es el idioma oficial son lugares con una alta población de origen latino, como California, Arizona o Florida, es fácil deducir que la oficialidad del inglés no ha impedido que la comunicación en español siga muy viva.
En cuanto al gobierno federal, todos los intentos de hacer el inglés idioma oficial por ley han fracasado.
En las últimas dos décadas, el principal precursor de este tipo de legislación ha sido el congresista republicano Steve King, salpicado en años recientes por varios escándalos por sus polémicas declaraciones sobre la inmigración.
Desde 2005, King ha presentado ante el Congreso cada dos años su proyecto de ley, English Language Unity Act, que contempla que el gobierno imprima todos sus documentos solo en inglés, que el Congreso haga negocios solo en inglés y que hablar inglés tenga más peso dentro de los requisitos para obtener la ciudadanía (algo que ya forma parte del proceso de naturalización).
“La fuerza más unificadora del mundo ha sido siempre un idioma común”, dijo King la última vez que presentó su proyecto de ley, en 2017.
King nunca ha obtenido el apoyo suficiente para su propuesta.
Eso no impide que los promotores de la idea sigan alzando su voz.
Y aunque el movimiento sea anterior a la llegada de Trump a la Casa Blanca, organizaciones como el SPLC o la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) creen que los defensores del inglés como idioma oficial están envalentonados al contar con el apoyo del presidente.
“Los ataques que ahora vemos a personas que hablan español ya ocurrían antes, aunque no eran tan visibles porque no era tan fácil grabarlos en el momento y difundirlos por redes sociales”, reconoce Heidi Beirich.
“Pero cuando eres objeto de una arremetida así y sabes que hay millones de personas que comparten la visión de tu atacante, incluido el presidente de Estados Unidos, te sientes mucho peor, mucho más vulnerable”, concluye.