No pasa casi un día sin que se publique otro libro sobre la Casa Blanca de Trump, escritos por devotos exasesores o disgustados exempleados. Puestos todos juntos, ¿qué nos pueden decir del individuo?
“¿Ha habido alguna vez una presidencia como esta?”, es la pregunta que se le hizo a uno de los autores de los numerosos libros sobre Donald Trump. La respuesta: “Les aseguro que no”.
Trump, el empresario de alto perfil y estrella de un programa de reality en TV que se convirtió en presidente, contra todos los pronósticos, siempre iba a ser un personaje literario popular.
Y los libros no se hicieron esperar.
Sólo esta semana los titulares de prensa citaron los nuevos ejemplares que se sumaron a la ya cargada estantería de parte del veterano periodista Bob Woodward y del exabogado de Trump Michael Cohen.
Ha habido best sellers de otros reporteros, biografías reveladoras de miembros de la familia y hay toda una industria de libros pro Trump escritos por autores conservadores.
Pero esta reseña se concentra en las obras escritas por aquellos que trabajaron con Trump ya sea durante su campaña o en la Casa Blanca.
Es una lista larga:
Dado que, por su propia naturaleza, los libros son parcializados y lo que se recuenta muchas veces está basado en reportes de conversaciones privadas, dependemos de la palabra de los autores de que los hechos en realidad ocurrieron.
Aquellos que escriben de manera empática han sido catalogados como apologistas que buscan como ser recibidos otra vez, mientras que los autores críticos han sido acusados de resentidos.
Pero, tomados en conjunto, ¿qué resulta?
Cualquiera que sea el veredicto final de un autor en particular sobre Trump, hay un tema recurrente.
“Donald Trump tiene un férreo código de lealtad“, escribe Spicer.
“Nada lo hiere más profundamente que cuando alguien en quien confía es desleal”, dicen Lewandowski y Bossie. “La lealtad era un factor clave”, en las designaciones, afirma Bolton.
Cohen, en “Desleal”, y Comey, en “Una lealtad más alta”, construyen sus títulos en torno a este concepto.
El libro de Comey -en parte memorias, en parte análisis de liderazgo, en parte revelación- insinúa el momento cuando supuestamente Trump le dijo “Necesito lealtad. Espero lealtad”, cuando Comey fue director del FBI. Comey cuenta que rehusó. No duró mucho en su puesto.
En el mundo de Trump, la lealtad es la medida que decide quién sobrevive y quién recibe la atención del presidente. Algunas veces se desborda hacia la política.
En su recuento de las relaciones de la administración de Trump con Venezuela, Bolton cita a Trump diciendo del líder opositor Juan Guaidó: “Quiero que diga que será extremadamente leal a Estados Unidos y a nadie más“.
Pero para la mayoría, la lealtad en el mundo de Trump es una calle de una vía.
Como Sims resalta en el capítulo final de su libro: “Permití que mi relación personal con el presidente me encegueciera a la única indefectible verdad que aplicada a todo aquel con quien no compartía su apellido: todos éramos desechables”.
La exigencia de lealtad es en parte la razón por la que los autores comparan a Trump a un jefe mafioso.
Por lo menos, cuando Comey y McCabe lo hacen, tiene algo de autoridad, teniendo en cuenta que sus carreras han sido en agencias de seguridad.
Pudo salir bastante ileso de esa comparación en particular.
Para la persona Anónima, Trump es como un “niño de 12 años en una torre de control aéreo”. Comey dice que su liderazgo sucede en un “incendio forestal”.
Omarosa -cuyo libro, aún bajo los estándares de biografías de Trump, no deja títere con cabeza- lo llama “un racista, intolerante y misógino“.
La esquina de Trump puede contar con Christie, que afirma que él era “todo lo que yo era -pero con combustible de jet”.
El comentario más destacado de todos es el de Spicer, que llama a Trump “un unicornio, montado sobre un unicornio saltando sobre un arcoíris”.
Hubo pocos puntos en común en los libros entre los que los adeptos de Trump y sus detractores dicen sobre su carácter.
Para las voces que lo admiran es un hombre de carisma, instintos agudos y habilidad política. Para ellos su particular estilo de hablar -aunque exasperante a veces- es un don.
Trump “sabía cómo hablarle al pueblo”, indican Lewandoski y Bossie.
Spicer cita a su padre diciendo: “Muchos candidatos dicen cosas como, ‘Lucharé por políticas que crearán una mejor economía’, mientras Trump dice ‘Voy a devolverte tu trabajo’”.
En otro aparte, “de todas las características de la personalidad que a Trump le gustaba resaltar de sí mismo, el alardeo de su “energía” y “resistencia” eran las que realmente no se podían negar”, escribe Sims, un argumento que otros destacan y que explica en parte por qué el letargo es uno de los temas de ataque favoritos de Trump contra sus contrincantes.
Nadie dice que hay un lado radicalmente distinto de Trump cuando las cámaras se apagan – Sims dice que “realmente no hay una versión privada” de él.
Pero hay historias de cuando baja la guardia como cuando -por una vez- se quedó callado la noche de la elección tras conocerse la noticia de su victoria (Christie).
Otros hablan de conversaciones telefónicas para ofrecer condolencias tras la muerte de seres amados, su afecto por su familia o calidez hacia los militares de EE.UU.
Como cuenta Sanders que ocurrió cuando Trump se encontró con los soldados mientras hacía una visita navideña a Irak. “Un miembro del ejército de EE.UU. le dijo que volvió a entrar en el ejército por él, y el presidente dijo: ‘Estoy aquí por ti’”.
… y lo malo
Pongámoslo de esta manera -sólo Spicer habla de unicornios.
Omarosa dice que Trump “carece totalmente de empatía, que en sí es una función de narcisismo extremo”. McCabe lo llama “el mentiroso más prolífico con el que me he encontrado”.
Anónimo describe a Trump como ignorante, intelectualmente perezoso y con una capacidad de concentración tan corta que es casi imposible darle un informe.
Un asesor en el libro dice que las solicitudes de Trump caen en tres categorías -las “rotundamente estúpidas”, las “imposibles de implementar” y las “rotundamente ilegales”.
Sin embargo, hasta que sepamos quién es el (la) autor(a), siempre quedarán interrogantes sobre el contenido del libro.
Es más difícil desestimar el libro de Bolt, quien es el funcionario más alto en escribir sus memorias.
Su papel como asesor de Seguridad Nacional le dio un puesto en la mesa principal y un voz en algunos de los eventos más importantes en la presidencia de Trump.
En su libro, Bolton asegura que Trump solicitó ayuda del presidente de China, Xi Jinping, para poder ser reelecto, instando a China a comprar productos agrícolas de agricultores en estados clave.
Más adelante en el texto, Bolton dice que Trump “no podía diferenciar entre sus intereses personales y los intereses del país”.
Hay varios ejemplos de Trump haciendo amistad con líderes autoritarios: Bolton señala que tenía el hábito de hacer “favores personales a los dictadores que le caían bien”, y que era fácilmente manipulado por ellos.
Describe una carta del líder norcoreano Kim Jong-un como si hubiera sido “escrita por pavlovianos que sabían exactamente cómo estimular los nervios que levantan el autoestima de Trump” y que durante una cumbre “no quería” que lo dejaran solo con Vladimir Putin de Rusia.
Para Sims, “todo era cuestión personal para Tump. Todo. En asuntos internacionales, creía que su relación personal con los líderes extranjeros era más importante que un interés común en geopolítica“.
Sims ve a Trump como un hombre de “talentos extraordinarios y de pasmosos defectos”.
Trump oprime el botón
Con disculpas a los autores que usan su libro para hablar también de maternidad, sus logros profesionales o para citar a los próceres, es difícil resistir no reducir a cada uno a una anécdota destacada.
En el de Omarosa, es el momento en que Trump pregunta si puede juramentarse usando una copia de “El arte de la negociación” [el libro de Trump]. Ella dice “quería hacerme creer que lo decía en broma”.
Sanders describe el momento en que el presidente de EE.UU. trató de ayudar Kim Jong-un de Corea del Norte a mejorar su higiene dental.
“Cuando el almuerzo empezó, el presidente ofreció a Kim una menta para el aliento. ‘¿Tic Tac?’ Kim, confundido, y probablemente preocupado de que era un intento para envenenarlo, no sabía cómo responder. El presidente dramáticamente sopló en el aire para tranquilizar a Kim de que sólo era una menta”.
Pero el capo de todos los capos, la anécdota que supera a todas las demás, pertenece a Sims, quien cuenta que con frecuencia puede hallarse en el escritorio del presidente en la Oficina Oval una pequeña caja de madera con un botón rojo en su interior.
“Si Trump descubre a alguien mirando la caja…él la toma y la pondría un poco más lejos de él. ‘No te preocupes por esto’, diría. ‘Nadie quiere que yo oprima ese botón’”, narra.
“Los invitados se reirían nerviosamente y la conversación proseguiría, hasta que varios minutos después Trump repentinamente movería de nuevo la caja cerca de él sin decir nada al respecto. Entonces, un rato después, sin ninguna razón aparente, repentinamente apretaría el botón rojo. Sin saber qué hacer, los visitantes intercambiarían miradas de asombro. Unos momentos más tarde, un camarero entraría en la habitación con un vaso lleno con Coca Cola de dieta en una bandeja de plata y Trump se echaría a reir”.
Con frecuencia Trump es fotografiado vistiendo corbatas que le quedan inusualmente largas, con la punta cayendo por debajo de su cintura. La razón de esto, según Christie, es que él piensa que eso le hace verse más delgado.
En cuanto a su famosa cabellera, Sims afirma que él siempre cargaba una lata de espray para el cabello en su bolsillo en caso de que el peinado presidencial necesitara un retoque.
Omarosa asegura que en la Casa Blanca hay una cama de bronceado para uso del presidente. También sostiene que una asistenta fue despedida porque Trump no aprobaba su “manejo” de esta máquina.
En otro lugar leemos que Trump piensa que la canción “November Rain” de Guns N’ Roses es “el mejor video musical de todos los tiempos” (Sanders) y que estaba obsesionado con enviar el CD de “Rocket Man” de Elton John al líder norcoreano Kim Jong-un (Bolton).
Más allá de los informes que le entregan y de los periódicos, el mandatario no es descrito como un gran lector. Scaramucci, sin embargo, menciona la novela “Sin novedad en el frente” como una de las favoritos de Trump, mientras que Lewandowski / Bossie sostienen que otro lectura que le gusta es la autobiografía del psiquiatra suizo Carl Jung.
En el caso de quienes trabajaron para Trump, pero luego le dieron la espalda. ¿Por qué estuvieron con él?
En el caso de Omarosa, fue una cuestión de lealtad, incluso cuando sentía que como mujer negra trabajando en un gobierno con poca diversidad ella le estaba dando protección política.
Para otros era una cuestión de lealtad hacia el Partido Republicano y hacia una agenda, más que hacia el presidente mismo.
Los lazos partidistas no deberían ser subestimados. Como dice Sanders, en relación con la decisión de unirse a la campaña: “Iba a ser Trump o Hillary, ayudar a salvar el país o dejarlo irse al infierno”.
Bolton afirma que conocía los riesgos pero que sintió que podria manejar la situación. Ambos hacían una pareja extraña: Trump prometía detener las “guerras sin fin” pero nombraba a un hombre que supuestamente había dicho que nunca había visto una guerra que no le gustara.
El tiempo que Bolton pasó en el gobierno estuvo marcado por la adopción de políticas agresivas contra Irán, Venezuela y otros. Su lamento es que no eran lo suficientemente agresivas.
Siguiendo la tradición de las grandes memorias, se reconoce la comisión de errores pero se evade la responsabilidad.
El equipo de campaña de Trump y su Casa Blanca lucen como escenarios de luchas fraticidas.
La mayor parte de los libros, particularmente los escritos por miembros del equipo de Trump, incluyen extensos ataques contra otros miembros del mismo equipo.
Algunos dicen que lo que explica algunos de los errores fue el nombramiento de las personas equivocadas en los cargos equivocados, más que la responsabilidad que recae sobre el presidente.
Al llegar a la Casa Blanca, Bolton fue advertido por el entonces jefe de gabinete John Kelly: “Este es un mal lugar para trabajar, como pronto descubrirás”.
Spices y Sanders atacan a la prensa. Trump “nunca ha recibido ni remotamente el crédito que merece por sus éxitos por parte de los principales medios”, según indica Spicer.
También hay la impresión de que los funcionarios de Trump se reprimen en momentos clave.
Bolton en varios puntos dice que contempló renunciar pero, según su versión, la gota de derramó el vaso fue el colapso de las conversaciones con los talibanes.
Tanto Comey como McCabe describen y lamentan en ocasiones no haberse enfrentado con el mandatario.
Recordando aquella conversación “bizarra”, en la que el presidente le preguntó por quién había votado, McCabe se pregunta:
“¿Debí haber sido más confrontacional?…Incluso tratándose de Donald Trump sigue siendo el presidente. Así que el reflejo, la respuesta automática que sentí desde las profundidades de mi ser fue ser respetuoso y receptivo”, escribe.
Estos libros no son el lugar ideal para encontrar predicciones acerca de cómo se desarrollarán las elecciones de noviembre.
Destaca el hecho de que muchos comienzan contando el despido o la renuncia del autor, por lo que queda claro que sus voces no son escuchadas en la Casa Blanca.
Sin embargo, hay uno o dos indicios relevantes.
Los mítines ocupan un lugar central en el mundo de Trump como fuente de energía y como suerte de focus group que le permiten afilar su mensaje. Esa sorprendente victoria de 2016 es algo que él quiere repetir y saborear.
“Yo sentía la tensión que creo que más molesta a Trump, al menos inconscientemente: nada de la experiencia de ser presidente ha alcanzado el punto máximo que alcanzó al convertirse en presidente”, dice Sims.
El título y el tema del libro de Lewandowski / Bossie, “Let Trump Be Trump” (Dejen que Trump sea Trump), alude al retrato que hacen de un hombre que no va a cambiar y que tampoco debería hacerlo -según ellos- dado su éxito de la última vez.
Con Joe Biden aún encabezando las encuestas, quizá la mejor lección proviene de Christie, a quien Trump derrotó en su camino a la victoria en 2016:
“Como alguien que ha competido con él, estoy claro en esto: subestímalo a tu propio riesgo”.