Hace cinco años, Suzanne Davis fue diagnosticada con un tumor cerebral grado 4 y le dijeron que apenas tenía doce meses de vida.
De 41 años y madre dos hijos, Davis recuerda la noticia “como estrellarse contra un autobús”. Pero asegura que estaba decidida a mantenerse positiva y luchar para ver a sus hijos crecer.
Procedente de Newtonhill en Escocia, dijo al programa de la BBC Scotland’s Mornings que la primera señal de que había un problema fue que empezó a olvidar palabras y enviar textos que “no tenían ningún sentido”.
Estaba sufriendo horribles jaquecas y despertándose en la mitad de la noche con dificultades para respirar.
Una tomografía computarizada (TC) reveló una masa en el lado izquierdo del cerebro del tamaño de una pelota del golf, que probablemente llevaba creciendo un año.
Sus hijos tenían en ese entonces 4 y 7 años, y Suzanne dice que estaba decidida a mantenerse fuerte por ellos.
Inclusive, le dijo a su propio padre que parara de llorar cuando esperaban en el hospital durante la neurocirugía para extirparle el tumor.
“Le dije que yo no estaba llorando para que él tampoco llorara'”, expresó. “Fue bastante brusco”.
Suzanne comenta que pensó que la cirugía había salido bien y que le había retirado la mayoría del tumor.
“Pensé que el problema se había ido”, cuenta. “Podía hablar bien y enviar mensajes de texto, pero debido a que todavía quedó un pedazo ahí y es del grado más alto, nunca se irá”.
Después de la cirugía, su médico le dijo que el pronóstico no era bueno.
“Dijo: ‘Tienes un año de vida y si te sometes a quimioterapia, tendrás ocho semanas más'”, recuerda Suzanne.
“Fue difícil aceptar eso. Fue la única vez que no pude hablar. Fue duro”.
Eso fue en 2014 y, a pesar del pronóstico del médico, Suzanne ha podido superar las expectativas.
Los tratamientos le han causado serios problemas, como el inicio de una menopausia prematura, bajos niveles de inmunidad e hipotiroidismo, lo que le dificulta controlar el peso.
“¿Me importa? Nueve de cada diez días no. Pienso, ‘aquí sigo’. Uno de cada 10 días digo ‘mis jeans no me caben'”, dice en broma.
Suzanne sufre de fatiga seria, lo que significa que debe planear su día cuidadosamente.
Como tiene problemas de memoria a corto plazo, registra todas sus citas en su teléfono y trata de coordinar todo lo que tiene que hacer para las primeras horas del día.
“Cuando los niños regresan a casa del colegio a las tres y media o cuatro, estoy descansando en el sofá. Tengo que hacerlo”, confiesa.
Cada seis meses, Suzanne se somete a un escaneo de resonancia magnética para ver si la masa ha crecido y cada vez es una preocupación que el tumor no esté estable.
Suzanne le contó al programa de la BBC que tenía suerte de recibir el apoyo de su familia y amigos.
Su esposo Owen ha sido “increíble”, afirma.
“No estoy diciendo que es fácil”, manifestó al programa. “Ha sido un infierno, para ser sincera, a lo largo de los años”.
Pero Suzanne dice creer en mantenerse positiva y mirando lo que ha logrado cada día.
“He tenido muchos altibajos”, expresa. “En general, recuerdo haberme puesto a pensar al comienzo, ‘puedo sentarme en un rincón y llorar o me puedo levantar y seguir adelante’, y eso es lo que he hecho”,