La muerte de George Floyd al momento de su arresto en Minneapolis, Estados Unidos, encendió al país y volvió a poner de manifiesto un grave problema en la nación más rica del mundo: el racismo y la brutalidad policial.
En EE.UU. unas tres personas mueren a manos de los agentes del orden todos los días y las posibilidades de perder la vida de esa manera aumentan significativamente si, como en el caso de Floyd, se tiene la piel negra.
Efectivamente, los afroestadounidenses constituyen aproximadamente el 12% de la población pero, según Fatal Force -el conteo de muertes imputables a policías en EE.UU. de The Washington Post– entre 2015 y 2019 sumaron el 26,4% de todas esas muertes.
Eso quiere decir que un ciudadano negro tienen dos veces más posibilidades de morir como resultado de la acción policial que cualquier otro estadounidense.
Y el riesgo es todavía mayor si se compara únicamente con la población blanca.
Hay, sin embargo, al menos un país latinoamericano donde la policía mata a muchos más afrodescendientes que en EE.UU., tanto en términos absolutos como proporcionalmente.
“La situación en Brasil es mucho peor que en Estados Unidos”, le dice a BBC Mundo Rafael Alcadipani, profesor de la Fundación Getulio Vargas y miembro del Foro Brasileño de Seguridad Pública, FBSP.
“Si uno sigue más o menos de cerca las noticias de Brasil encontraría noticias probablemente mucho peores que las que estamos leyendo sobre EE.UU.”, coincide Alejandro de la Fuente, director del Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard (EE.UU.).
Efectivamente, según un análisis del Foro Brasileño de Seguridad Pública, casi ocho de cada 10 las víctimas fatales de la policía brasileña son afrodescendientes.
“Aunque representan el 55% de la población brasileña, los negros son el 75,4% de los muertos a manos de la policía“, se lee en la edición de 2019 de su Anuario Brasileño de Seguridad Pública.
Y como la policía brasileña mata a muchas más personas que la de EE.UU., -unas 18 al día, el 10,8% de todos los homicidios del país- la diferencia en números absolutos también es notable.
“La policía en Brasil es mucho más letal. En EE.UU. la policía es responsable de unas 1.000 muertes por año y en Brasil de más de 6.000“, le dice a BBC Mundo Antonio Almeida, del Observatorio de la Criminalización de la Pobreza y los Movimientos Sociales de la Universidad de Sao Paulo.
“Y esas son las cifras oficiales. Los números reales son más altos”, advierte.
Así, según el conteo de The Washington Post, en EE.UU. los muertos a manos de la policía durante 2018 sumaron 998, 229 de ellos eran afroestadounidenses.
Mientras que en Brasil ese mismo año el FBSP contabilizó 6.220 fallecidos en operaciones policiales, lo que arrojaría un saldo de 4.991 afrodescendientes muertos a manos de agentes del orden: más de 21 veces el número de EE.UU.
“Paralelamente, los blancos representan el 44,2% de la población de la población (de Brasil), pero son el 24,4% de las víctimas de la letalidad policial”, destaca también el anuario del FBSP.
“Imposible negar el prejuicio racial de la violencia en Brasil, el rostro más evidente del racismo en nuestro país”, se lee en el documento.
“En países racistas como es Brasil y como son otros países de América Latina, las instituciones también son racistas”, coincide Alcadipani.
“Y que las instituciones policiales en la región son racistas es algo sobre lo que no hay sombra de duda”, le dice a BBC Mundo.
Tanto el profesor de la Fundación Getulio Vargas como su colega de la Universidad de Sao Paulo, sin embargo, insisten en que explicación de la altísima tasa de mortalidad es un poco más compleja.
“La cuestión de la raza en Brasil, claro que es un elemento muy importante. Pero también está la cuestión de pobreza“, explica Alcadipani.
Almeida coincide en que el factor unificador de la inmensa mayoría de las muertes a manos de la policía brasileña es la pobreza.
“En Brasil, la mayoría de la gente que muere a manos de la policía son afrodescendientes y pobres. Pero si eres blanco y pobre también te puede matar a policía”, dice el vicecoordinador del Observatorio de la Criminalización de la Pobreza y los Movimientos Sociales de la USP.
Y los dos investigadores también insisten en que para entender bien el fenómeno también hay que reparar en la lógica con la que operan las fuerzas policiales.
“En Brasil, la policía no tiene como prioridad la seguridad de la gente: aquí su principal preocupación es la protección de la propiedad, especialmente la propiedad internacional. Y en Estados Unidos pasa algo parecido”, explica Almeida.
Aunque Alcadipani destaca una importante diferencia.
“La policía en Brasil tiene una lógica muy violenta, al igual que en toda América Latina, la lógica es la lógica de la confrontación. Pero además la sociedad en general cree que el buen bandido es el que está muerto“, explica el profesor de la Universidad de Sao Palo.
“Entonces, hay una demanda de la sociedad para que se mate a algunas personas, y esto hace la situación mucho peor en Brasil y en América Latina”, le dice a BBC Mundo.
Es precisamente ahí, sin embargo, donde el racismo explica la mayor vulnerabilidad de la población negra, alerta sin embargo De la Fuente.
“El racismo no es solo una cuestión de una distribución desigual de recursos. El racismo está anclado en una distribución desigual de recursos, pero es mucho más que eso: es todo un complejo cultural”, explica el profesor de Harvard.
“Así, muchas veces cuando un policía interactúa con una persona afrodescendiente, lo que ve es un criminal. ¿Por qué? Porque existe todo un cuerpo de saber producido desde fines del siglo XIX que supuestamente demuestra, supuestamente científicamente, que las personas afrodescendientes tienen una mayor propensión a la criminalidad”, le dice a BBC Mundo.
Por lo demás, los tres expertos coinciden en que en el caso de Brasil el problema se ha agravado bajo el gobierno de Jair Bolsonaro.
En 2014, el promedio de muertes diarias a manos de la policía era de seis, y cuatro años más tarde ya había subido a 18.
“Esto ya era un problema con los gobiernos del Partido de los Trabajadores y los gobiernos del PT hicieron muy poco o casi nada para cambiar esta lógica de la seguridad publica en Brasil”, sostiene Alcadipani.
“Pero el ápice es ahora con Bolsonaro, quien de hecho fue electo con la bandera de que la policía tiene que matar más. Bolsonaro incentiva la violencia policial y él como presidente hace que la situación sea peor”, agrega.
Y los tres investigadores también destacan que en lo que a América Latina se refiere, el problema no es exclusivo de Brasil, aunque este se expresa de diferentes maneras en otros países.
“Otro país donde la violencia racializada y la violencia racista es bastante generalizada es Colombia“, alerta De la Fuente.
“Creo que es un fenómeno diferente al de Brasil, pero es un país del que tenemos información sistemática, absolutamente devastadora, de que la violencia de distintas fuerzas de seguridad recae con frecuencia sobre activistas afrodescendientes que luchan por los derechos de las comunidades, los derechos medioambientales, la protección de territorios”, explica.
Para el director del Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de Harvard esas son sin embargo “formas de violencia racializadas que quizás leemos diferente a cuando tenemos a un policía uniformado“.
“Pero son forma de violencia racializada que también están siendo instrumentadas desde grupos de poder y cuerpos de seguridad más o menos formales”, explica.
Y Katherine Aguirre Tobón, investigadora asociada del Instituto Igarapé y de la Fundación Ideas para la Paz, advierte que en el caso colombiano una mirada nacional puede ayudar a ocultar el problema.
“La distribución de la población negra (aproximadamente un 10% de la población) no es uniforme. Pero estoy segura que si en ciudades como Cali se hace un estudio se podrían identificar patrones de victimización que muestren que los jóvenes negros son más vulnerables”, le dice a BBC Mundo.
De la misma manera, la forma de definir y contar a los afrodescendientes podría estar ocultando sesgos en la violencia policial en otros países con un claro problema en ese sentido como Venezuela, que de hecho es el país de la región donde la policía es responsable por el mayor porcentaje de homicidios.
Efectivamente, según los últimos datos del Monitor de la Fuerza Letal en América Latina del Centro de investigación y Docencia Económicas de México, el 25,8% de todos los homicidios en Venezuela son imputables a las fuerzas del orden.
Esto lo coloca muy por delante de Brasil, con el 10,8%, El Salvador, donde la policía es responsable por el 10,3% de todas las muertes violentas, y Colombia, donde la cifra baja al 1,5%.
Pero como explica Roberto Briceño, director del Observatorio Venezolano de la Violencia, en Venezuela no hay estadísticas desagregadas por raza y solamente un 4% de la población del país se reconoce a sí misma como negra o afrovenezolana, aunque el porcentaje de afrodescendientes aumenta al 53% al incluir a los que se reconocen como “morenos”.
“Lo que sí se puede notar es una mayor acción de la policía hacia sectores más oscuros de piel, pero que pueden ser mestizos, y están a su vez mezclados con una connotación social: son pobres y forman parte muchas veces de lo que es el estereotipo de la violencia”, le dice a BBC Mundo.
“En otras palabras, la inmensa mayoría de las víctimas de la violencia policial, de la acción extrajudicial de la policía, se corresponde con violencia ejercida sobre población mestiza o negra, pero esa es la mayoría de la población del país y de la población pobre del país”, agrega.
Y Briceño también destaca que, a diferencia de EE.UU., “los policías de Venezuela también son fundamentalmente mestizos, así que la atribución racial no es fácil de hacer”.
Algo parecido también pasa en Brasil, donde de hecho la mayor parte de policías muertos en servicio también son afrodescendientes -el 51% de los fallecidos 2017 y 2018, siempre según el FBSP- , a pesar de constituir únicamente el 31% de la fuerza.
Y los riesgos para los jóvenes negros no se imitan a las situaciones en las que interviene la policía.
Un estudio realizado en 2017 en Rio de Janeiro -el estado con los mayores índices de violencia Brasil- encontró que a los 21 años de edad, cuando el riesgo de ser víctima de homicidio está en su punto más alto, un joven negro tiene 147% más de posibilidades de ser asesinado que los jóvenes brasileños de otras razas.
De ahí que más allá de la responsabilidad de la policía o no, algunos expertos prefieren llamar la atención sobre lo que califican de verdadero “genocidio de la juventud negra” en el país sudamericano.
Aún así, Antonio Almeida no cree que ese problema pueda desencadenar una ola de protestas en Brasil similar a la que se vive en estos momentos en EE.UU.
“Uno puede ver reacciones de ese tipo en Brasil, pero no por este tema”, le dice a BBC Mundo.
“El racismo es menos cuestionado aquí. Hay mucho racismo y es un problema muy profundo que apenas estamos empezando a discutir”, explica.