"Siento que el sueño americano es más fácil de lograr en los países nórdicos, donde cada niño, sin importar su origen o el origen de su familia, puede convertirse en lo que desee".
Con esa esa declaración hecha por Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia, volvió a tomar fuerza el debate sobre la movilidad social y las verdaderas opciones que tiene una persona de mejorar sus condiciones de vida.
“Sentimos que el modelo nórdico es una historia de éxito”, le dijo al The Washington Post Marin, quien asumió el mando del país nórdico en diciembre, convirtiéndose a sus 34 años en la primera ministra más joven del mundo.
Miembro del Partido Socialdemócrata de Finlandia (Social Democratic Party of Finland, SDP), la mandataria puso el dedo en la llaga con un tema que fue parte de la contienda electoral en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Desde un punto de vista ideológico, lo interesante es que, según como se mire, el modelo de desarrollo de Finlandia y los países nórdicos ha sido catalogado por algunos analistas y políticos como “el mejor socialismo” o “el mejor capitalismo” nordic style.
Para echarle más condimentos al plato, los autores Anu Partanen y Trevor Corson publicaron recientemente un análisis sobre la cuestión titulado “Finlandia es un paraíso capitalista”.
“En Finlandia ahora es más fácil para un niño de medios modestos superar el nivel de ingresos de su familia que en Estados Unidos”, le dice a BBC Mundo la periodista y escritora finlandesa-estadounidense Partanen, autora del libro “La teoría nórdica del todo” (The Nordic Theory of Everything).
“Y eso es lo que solía ser la fortaleza de Estados Unidos y la esencia del sueño americano”.
Lo polémico del argumento es calificar al sistema finlandés como capitalista, en circunstancias que tradicionalmente ha sido considerado como una socialdemocracia.
Al respecto, Partanen responde que “los países nórdicos no pensamos en la socialdemocracia como algo opuesto al libre mercado o la propiedad privada y la inversión”.
“Puedes tener socialdemocracia y capitalismo al mismo tiempo”, apunta.
Partanen dice que en Finlandia coexiste el libre mercado junto a un sistema de protección social con servicios de salud y educación admirados internacionalmente.
Y en ese contexto, el país ha generado empresas altamente rentables y está ampliamente abierto al flujo de capitales.
Desde esa perspectiva, la autora plantea que no es apropiado etiquetar a las naciones nórdicas como países socialistas, algo que suele estar presente en la discusión electoral entre demócratas y republicanos en Estados Unidos.
“La región nórdica es un laboratorio donde los capitalistas invierten en la estabilidad a largo plazo y la prosperidad humana, mientras mantienen ganancias saludables”, apunta.
Según el “Índice de Movilidad Social 2020” publicado por el Foro Económico Mundial, Finlandia es el tercer país del mundo —luego de Dinamarca y Noruega— donde las personas tienen más posibilidades de prosperar, sin importar su estatus socioeconómico al momento de nacer.
El informe señala que 17 de las 20 sociedades con mayor movilidad social están en Europa, mientras que Estados Unidos ocupa el lugar 27.
“Nuestros resultados muestran que los países nórdicos lideran el ranking”, dice Thierry Geiger, el jefe de Análisis Comparativo del Foro Económico Mundial.
Los mismo señala Markku Lehmus, el jefe de la Unidad de Pronósticos del Instituto de Investigación de la Economía Finlandesa, con sede en Helsinki,
La movilidad social es “menos difícil de lograr en los países nórdicos”. Esto es así, le explica Lehmus a BBC Mundo, si comparamos el ingreso de una persona con el de sus padres.
Aunque coincide con la idea de que la movilidad social es mejor en los países nórdicos, Johan Strang, académico del Centro de Estudios Nórdicos de la Universidad de Helsinki, le dice a BBC Mundo que aún tienen muchos desafíos por delante.
Su postura apunta a que no son países perfectos, donde todo funciona de maravilla.
“La movilidad social se ha reducido en las últimas décadas” y la desigualdad ha aumentado, apunta, agregando que en estos países se está produciendo una mayor división entre los barrios pobres y ricos y las escuelas buenas y malas, especialmente en Suecia.
Además, comenta Strang, los países nórdicos tienen problemas con la inclusión de inmigrantes que no se han resuelto.
Una visión completamente distinta es la de James Pethokoukis, investigador del centro de estudios The American Enterprise Institute, con sede en Washington, DC.
“Estados Unidos es una superpotencia”, le dice a BBC Mundo, explicando que no es posible comparar el sistema nórdico con la primera economía del mundo.
Finlandia es un país pequeño con apenas 5,5 millones de habitantes, que no comparte ni la historia, ni la política, ni la población, ni la geografía, ni la cultura estadounidense, apunta Pethokoukis.
Mientras que Estados Unidos tiene una población diversa (327 millones de personas) “con grupos étnicos y raciales que históricamente han estado en desventaja”.
Lo que funciona bien en una economía de nicho, no tiene por qué funcionar bien en EE.UU., explica el investigador.
En relación al tema del sistema tributario, argumenta que si bien Finlandia es un país con impuestos altos —en términos de ingresos fiscales totales—, no lo es para las empresas.
Y agrega que, pese a lo que muchos creen, “Finlandia tiene una tasa impositiva corporativa baja del 20% frente al del 21% de aquí”.
Sin embargo, el impuesto sobre la renta personal en los países escandinavos es mucho más alto que en Estados Unidos, lo que les permite financiar los servicios públicos.
“Riqueza equitativa”
William Judge, académico de la Escuela de Negocios Strome de la Universidad Old Dominion, Estados Unidos, le dice a BBC Mundo que Estados Unidos, con su estructura impositiva históricamente baja y una red de seguridad social limitada, es un país bastante bueno para generar riqueza.
Pero al mismo tiempo, señala que es cada vez más difícil en el país que quienes nacieron en hogares pobres o de clase media, lleguen a los sectores de mayores ingresos.
“Los escandinavos parecen estar más cerca del sueño americano que Estados Unidos”, apunta, pero destaca que el objetivo de aumentar movilidad social es mucho más fácil de lograr en un país relativamente pequeñoy con una población homogénea.
Y como este es un año electoral en Estados Unidos, argumenta Judge, “desafortunadamente la izquierda solo se enfoca en mejorar la equidad, mientras que la derecha solo se enfoca en maximizar la eficiencia”.
“Lo que necesitamos es un sistema político que produzca una creación de riqueza equitativa“, apunta.
¿Y en qué lado del Atlántico se vive mejor?
Depende qué indicadores mires.
Estados Unidos tiene mayor crecimiento económico, menos desempleo, más multimillonarios y un mercado bursátil más rentable que Finlandia en la última década.
Supera al país nórdico en el Índice Global de Emprendimiento y en el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage.
En cambio, Finlandia tiene mayor movilidad social y menos desigualdad, ocupa el primer lugar en los ranking de felicidad, ofrece salud y educación superior gratuita y permisos laborales pagados para que los padres cuiden a sus hijos.
Esta simplificación de las diferencias, por supuesto, tiene una infinidad de matices.
Por ejemplo, al sistema de educación superior gratuito de Finlandia no ingresan todos los jóvenes que quieren, dado que es muy selectivo, mientras que la calidad de las prestaciones de salud varía según cada municipio.
Por otro lado, la población finlandesa está envejeciendo rápidamente, lo que presenta el gran desafío de cómo sostener un sistema de bienestar cuando hay menos población económicamente activa.
Y en Estados Unidos, aunque exhibe muy buenas cifras de desarrollo económico, ha aumentado la concentración de la riqueza y se estima que el déficit presupuestario (la diferencia entre lo que el gobierno recibe y lo que gasta), alcanzaría este año la histórica cifra de US$1 billón.
Por lo demás, aunque Estados Unidos es un solo país, en la práctica es muy distinto crecer en Santa Clara, California, a nacer en una ciudad pobre de Alabama, Mississippi o Texas.
Con las elecciones presidenciales en noviembre, es probable que la discusión económica y política sobre impuestos, empleos, desigualdad o crecimiento, siga tomando fuerza.
Y las comparaciones con otros países también.