El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quiere que nombres como Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Tijuana, Juárez y Los Zetas dejen de designar organizaciones criminales y, en cambio, sean considerados en su país "grupos terroristas".
Según Trump, su gobierno lleva 90 días “trabajando” para clasificar como tales a los cárteles mexicanos de la droga, según afirmó la noche del martes en el programa de radio del periodista Bill O’Reilly: “Sabes que denominar (terrorista a un grupo) no es tan fácil. Tienes que pasar por un proceso y estamos bien metidos en ese proceso”.
“Estamos perdiendo a 100.000 personas al año por lo que está sucediendo y lo que está viniendo desde México”, dijo Trump.
“De hecho, le he ofrecido (al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador) que nos deje ir y limpiarlo y él, hasta ahora, ha rechazado la oferta. Pero hasta cierto punto, algo tiene que hacerse”, afirmó el mandatario estadounidense.
Elevar estos cárteles del grado de criminales a terroristas no es una idea nueva y es una medida que el gobierno mexicano rechaza de lleno.
“México no admitirá nunca acción alguna que signifique violación a su soberanía nacional. Actuaremos con firmeza”, escribió en Twitter el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, que aseguró estar en contacto con EE.UU. para organizar una reunión en la cual tratar el tema.
La opción de declarar al narco como terroristas ha sido sugerida en el pasado por políticos e incluso, por algún experto. Para ellos, el nivel de violencia que han alcanzado estas organizaciones justifica una medida como esta.
Quien resucitó el tema recientemente fue la familia mormona LeBarón, de nacionalidades mexicanas y estadounidenses.
Nueve de sus miembros, tres madres con sus hijos menores de edad, fueron asesinados a tiros el 4 de noviembre en un territorio cuyo control es disputado por el Cártel de Sinaloa y la banda de La Línea. Hace poco, iniciaron una petición popular en el portal de la Casa Blanca pidiendo que los cárteles sean considerados terroristas.
Pero ¿qué consecuencias traería nombrar “terroristas” a los cárteles del narcotráfico?
En primer lugar, hay que entender que Estados Unidos tiene diferentes formas y grados para clasificar como terrorista a una organización, según le explicó a BBC Mundo el experto mexicano Mauricio Meschoulam.
“La más severa es la de organización terrorista extranjera, que la decide el Departamento de Estado de Estados Unidos”, afirmó.
Instituciones como el Departamento de Estado y la Oficina de Control de Activos Extranjeros pueden tener diferentes definiciones de terrorismo. Si bien establecen cierto perfil, este suele ser lo suficientemente general para que, al final, la decisión sea política.
Así lo aseguran tanto Meschoulam como Sanho Tree, experto en políticas de antinarcóticos del think tank estadounidense Instituto de Estudios de Política.
“Cuando se toma la decisión política, se hace que (el grupo) cumpla los objetivos (para ser considerado terrorista)”, dijo Meschoulam en una conversación telefónica.
Ambos expertos, sin embargo, recuerdan que esta no sería la primera vez que Trump anuncia una medida y luego no se materializa. Los dos creen que se trata de unas declaraciones más orientadas a obtener el apoyo de sus seguidores.
Para Meschoulam, “justifica la postura dura de Trump en cuanto a la política migratoria… Encaja perfectamente en esta narrativa de amenazas que proceden del sur”.
Para Tree, el anuncio es “principalmente, una estratagema nacional” de cara a la campaña presidencial de 2020 y busca “incrementar el estigma sobre los mexicanos”.
Una de las consecuencias de considerar terroristas a los cárteles sería que esta acusación se extendería a quienes colaborasen con estos. Por ejemplo, los vendedores locales de drogas o incluso sus clientes, como señaló Tree.
Según un documento explicativo del Congreso de EE.UU., quienes “sabiéndolo” provean de “apoyo o recursos materiales” a estas organizaciones “terroristas” extranjeras, podrían ser acusados de colaborar con el terrorismo.
Sus miembros y representantes podrán ser deportados o no admitidos en el país, y sus activos y transacciones podrían ser bloqueados por instituciones financieras estadounidenses.
En este mismo documento, esta designación de “terrorista” permitiría al gobierno a “animar” a otras naciones a hacer lo mismo. También “estigmatiza y aísla internacionalmente” a la organización.
Las penas por narcotráfico en EE.UU. pueden ser bastante largas. Lo sabe bien Joaquín “El Chapo” Guzmán, que este año fue condenado a cadena perpetua y 30 años adicionales por liderar el cártel de Sinaloa, que introdujo toneladas de drogas en ese país.
Los más perjudicados en este sentido serían los últimos eslabones de la cadena, como explicó en un correo a BBC Mundo Jesse Norris, profesor de justicia penal en la Universidad Estatal de Nueva York en Fredonia.
“Creo que lo principal sería que haría más fácil procesar como terroristas a la gente en los niveles más bajos, como los vendedores de droga callejeros, quienes compran droga de los cárteles pero no están involucrados de otra manera. Lo cual es algo estúpido”, afirmó.
“Facilitaría procesar a gente asociada con cárteles y permitiría sentencias más largas… Trabajar para los cárteles, darles cosas, asesorarlos o cualquier tipo de ayuda podría conllevar a penas de hasta 20 años“.
“En la práctica, casi cualquiera que se haya asociado o interactuado con un cártel en cualquier forma, incluso sin formar parte de uno, podría ser acusado de terrorista”.
A esto, Norris le ve un peligro añadido: “Si los cárteles son denominados organizaciones terroristas extranjeras, los fiscales federales tendrían de repente un incentivo para acusarlos de crímenes terroristas, ya que este tipo de cargos son más noticiosos y prestigiosos”.
“Al ser considerados terroristas, los cárteles pasarían a ser una prioridad”, explicó Mauricio Meschoulam. Si bien ya no sería la primera preocupación nacional, sí se encontraría entre las tres primeras (para la Casa Blanca de Donald Trump, la competencia militar y tecnológica de China y Rusia son amenazas más grandes que el terrorismo).
“Ya no necesitarían una orden de arresto para inspeccionar una casa o meterse en un equipo de cómputo porque el enfoque en materia de terrorismo es actuar antes de que el ataque ocurra”, explicó.
“Esto otorga alta flexibilidad a las fuerzas de seguridad para llevar a cabo actos que normalmente se han visto como violatorios de los derechos en una democracia”.
Pero, lo que más preocupa al gobierno mexicano es que la medida pueda abrir la puerta a operativos unilaterales en su territorio, pasando por encima de su soberanía nacional.
“Lo más grave que podría hacerse serían las misiones de combate que violen la soberanía y territorialidad de México… Los cárteles dejarían de ser una amenaza a la seguridad pública y pasarían a ser una amenaza a la seguridad nacional”, apuntó Meschoulam, que “duda mucho” de que algo así llegue a suceder por más que efectivamente esté previsto en las leyes antiterroristas de Estados Unidos.
“Esto sería un choque directo con el gobierno mexicano“.
Las consecuencias mencionadas no se desencadenan de manera automática, como explicó el experto mexicano. Así como define el grado de organización “terrorista”, EE.UU. también elige qué acciones aplicar.
“Por ejemplo, este año la Guardia Revolucionaria de Irán fue incluida en la lista. Se determinaron sanciones financieras, congelamiento de bienes… Pero no ha habido un comando estadounidense yendo a capturarla”, recordó.
A Meschoulam le extrañaría que se llegara a designar como organización extranjera terrorista a algo tan poco definido como son los cárteles mexicanos de la droga, pues siempre se nombra a un ente de alguna manera más estructurado: las FARC, Sendero Luminoso, Ejército de Liberación Nacional (ELN)…
“El terrorismo no es violencia que causa terror. Es violencia que se hace para causar daño a terceros. Tu blanco son esos terceros, que reciben el mensaje a través de la violencia”, afirmó.
“En los cárteles no hay ideología. El mensaje es: ‘No te metas conmigo’. A eso, mi colega Brian Phillips lo llama ‘grupos criminales que emplean tácticas terroristas'”, dijo.
Sanho Tree coincide en que es importante saber diferenciar: “Los terroristas tienen una ideología, un objetivo político. El objetivo de los narcotraficantes es ganar dinero”.
Figuras como el senador texano Chip Roy vienen pidiendo a Trump desde hace meses que considere terroristas a los narcotraficantes.
“Decapitaciones en video, seres humanos siendo disueltos en ácido sulfúrico, cuerpos descuartizados y desparramados por la carretera… No estoy describiendo a Estados Islámico ni a Al Qaeda, sino lo que está sucediendo a lo largo de muchos tramos de nuestra frontera compartida con México en la batalla por el control operacional entre cárteles de la droga y varios gobiernos mexicanos”, escribió Roy en un portal digital.
“Estados Unidos no puede mirar a otro lado“, afirmó.
Pero no solo políticos de derecha como Roy apoyan la medida.
El Instituto de Política, una ONG con sede en la Universidad de Harvard, recomendó en un informe de 2012 que EE.UU. aprobara una ley declarando a los cárteles mexicanos de la droga organizaciones terroristas extranjeras: “EE.UU. podría disuadir a los afiliados del cártel mediante sanciones más severas y mejor contrafinanciación”.
Tree, en cambio, considera que esto sería “contraproducente”. En su opinión, mientras más perseguido esté el tráfico de drogas, más valor tendrán estas.
“Las drogas son una materia prima muy barata. La única razón por la que son caras es por la guerra contra las drogas. El consumidor básicamente paga por el riesgo que supone transportarlas”, aseguró.
“La gente dice que cuando hay fuego, tienes que echar agua para apagarlo, que en este caso serían más recursos militares. Pero ¿alguna ves has sufrido un incendio eléctrico? En ese caso, sabrás que lo peor que puedes hacer es echar agua”, concluyó.