En la primavera de 1520, 6.000 ingleses empacaron sus pertenencias y siguieron a su rey a través del mar hasta Francia.
No formaban parte de ninguna fuerza de invasión, sino que eran asistentes del rey Enrique VIII y viajaban para participar en la exhibición más grande y conspicua de riqueza y cultura que Europa había visto jamás.
Fueron recibidos por Francisco I de Francia y 6.000 nobles y sirvientes franceses en el norte de Francia y erigieron sus palacios temporales, elaboradas carpas, pabellones de justas y fuentes doradas que arrojaban vino tinto, blanco y clarete en el Val D’Or.
Durante poco más de dos semanas crearon una ciudad temporal, en el ‘Camp du Drap D’Or‘, o Campo del paño de oro o Campo de la tela de oro, como también se le conoce.
¿Qué llevó a los franceses y los ingleses a crear un evento tan extraordinario? ¿Qué hicieron las dos partes cuando llegaron allí y qué, si acaso algo, se logró?
Aquí está todo lo que necesitas saber sobre la suntuosa cumbre en su 500 aniversario.
Fue un encuentro espectacular entre los reyes de Inglaterra y Francia, como nunca antes se había visto.
El 7 de junio de 1520, Enrique VIII se encontró con Francisco I de Francia en un valle cerca de Calais para un gran festival: 18 días de torneos, fiestas, disfraces y servicios religiosos.
Se dice que el evento recibió el nombre de Campo del paño de oro debido a la gran cantidad de hilo de ese metal precioso que se utilizó para coser y adornar las cortinas, manteles y todo tipo de ornamentos.
Oficialmente, fue un evento diseñado para solidificar la amistad entre las dos naciones; en realidad, era una oportunidad para cada rey de mostrar su riqueza, poder y refinamiento.
Se esperaba que el trascendental evento marcaría el final de casi dos siglos de animosidad entre Inglaterra y Francia.
Tanto Enrique como Francisco estaban en el apogeo de su poder, y su tempestuosa rivalidad podría haber desembocado fácilmente en la guerra una vez más.
Los reyes de Inglaterra habían estado reclamando el trono de Francia desde principios del siglo XIV, en una serie de conflictos intermitentes conocidos como la Guerra de los Cien Años.
Siguiendo los pasos de sus predecesores, Enrique VIII había invadido Francia en 1513 (cuando Francisco aún no estaba en el trono francés) y obtuvo una victoria en una escaramuza llamada la la “batalla de las espuelas”, debido a la premura de los franceses por abandonar el campo de batalla.
Al año siguiente se aseguró la paz con el entonces rey Luis XII.
La ascensión de Francisco al trono francés en 1515 podría haber sido el principio de un nuevo capítulo, pero Enrique consideraba a Francisco como un don nadie. El espectro de la guerra nunca estaba muy lejos.
Fue un resultado directo del Tratado de Londres, organizado por el cardenal Thomas Wolsey (el hombre que luego no lograría obtener la bendición papal para la anulación del matrimonio entre Enrique y Catalina de Aragón).
Ese tratado fue un pacto de no agresión entre las principales potencias de Europa, incluidas Inglaterra, Francia y el Sacro Imperio Romano.
Entre los términos estaba el compromiso que Enrique y Francisco se encontrarían para afirmar su amistad.
Wolsey y su homólogo francés Guillaume Gouffier decidieron que la reunión se llevaría a cabo en terreno neutral, entre Guînes, de propiedad inglesa, y la ciudad francesa de Ardres.
Los planes para la reunión se suspendieron brevemente cuando, en 1519, el emperador del Sacro Imperio Romano Maximiliano I murió.
Tanto Enrique como Francisco se presentaron como candidatos a la corona imperial, pero esta fue para el nieto de Maximiliano, Carlos V (y I de España), de 19 años, quien, junto con Enrique y Francisco, era uno de los tres reyes eran los que más poder y control aglutinaban en la vieja Europa.
Se necesitaron solo dos meses para montar las carpas, crear un patio de contención para las justas y construir un palacio para Enrique y Catalina de Aragón.
Deseoso de superar a su rival francés, mandó a erigir una especie de ‘palacio portátil’ para la corte inglesa, construido con madera y lienzo y pintado para que pareciera de piedra, con vitrales y terrazas de terracota para darle la apariencia del Palacio de Hampton Court.
Tenía hasta una fuente de vino.
En los pabellones franceses, todos hechos por maestros artesanos, la pieza central era una carpa de 36 metros decorada completamente en oro.
El reluciente edificio no duró mucho: fuertes vientos obligaron a los franceses a derribarlo antes de que los reyes se encontraran.
El ambiente fue tenso hasta la reunión real.
Los franceses creyeron que los abrigos de oro que vestía el grupo inglés eran armaduras y todo se detuvo hasta que se aseguraron de que Francisco no estaba en peligro.
Solo entonces los reyes se quitaron las gorras y se abrazaron como si fueran viejos amigos.
Anticipando la cumbre pospuesta, ambos monarcas acordaron no afeitarse la barba hasta que se encontraran, para poder compararlas.
Enrique, sin embargo, ‘se olvidó’ y llegó afeitado.
Según los informes, la madre de Francisco estaba absolutamente indignada.
Lo único que evitó que la situación se convirtiera en un incidente diplomático fue la explicación de que Catalina de Aragón le había rogado a su marido que se afeitara, ya que lo prefería sin vello facial.
Francisco se apaciguó y declaró que el amor entre él y Enrique “no estaba en sus barbas sino en sus corazones”.
Fiestas, concursos deportivos y juerga.
Para asegurarse de que no hubiera argumentos, Enrique y Francisco se aliaban contra valientes voluntarios cuando se trataba de eventos deportivos como la justa.
Las reinas consorte, Catalina y Claudia (junto a la madre de Francisco, Luisa de Saboya, y la hermana de Enrique, María Tudor) fueron las anfitrionas de fiestas, bailes y teatro en honor de la otra casa real.
Se hizo una cometa para la ocasión, con el símbolo de la salamandra de Francisco entrelazada con el dragón Tudor, un símbolo del vínculo de los dos reyes que asombró a las multitudes.
La lucha era el entretenimiento preferido cuando el clima empeoraba.
En una ocasión, completamente inesperada, y después de unos tragos, Enrique retó a Francisco a un combate de lucha libre, pero fue derrotado fácilmente.
Sin embargo, le ganó al rey francés en tiro con arco, ya que su arco largo resultó demasiado pesado para Francisco.
En el penúltimo día, se celebró una misa en una capilla temporal erigida para la ocasión, presidida por el cardenal Wolsey, el clérigo más importante que asistió, y el coro de cada nación cantó.
Los reyes partieron el 24 de junio, no sin antes obsequiarse piezas hechas por sus mejores orfebres.
El 10 de julio, Enrique se reunió con el emperador del Sacro Imperio Romano, Carlos V, y ambos acordaron no forjar una nueva alianza con Francia durante dos años; al parecer, la diplomacia a través de fiestas costosas no había funcionado.
A mediados de 1521, Francia y el Sacro Imperio Romano volvieron a estar en guerra e Inglaterra se vio arrastrada a ella.
Apenas un año después, el Campo del paño de oro ya no era más que un lejano recuerdo.
Se piensa que circa 1545, más de 20 años después de la extraordinaria reunión, Enrique VIII encargó una pintura al óleo de los eventos.
El artista (o artistas) es desconocido.
Pintada tanto tiempo después del evento, está llena de imprecisiones, pero da una idea de la escala y la cantidad de personas involucradas.
En el lado derecho de la pintura, se encuentran los hornos que habrían ayudado a alimentar a las aproximadamente 12.000 personas que acudieron al evento.
Enrique, que para cuando se hizo el óleo ya estaba viejo y enfermo, aparece en su gloria tres veces más joven, vestido con sus galas como un verdadero príncipe renacentista:
El rey Enrique a caballo es el más intrigante: su cabeza ha sido cortada y reemplazada por un retrato posterior del rey que tiene un parecido sorprendente con las obras de Hans Holbein el Joven.
Además, en ese caso, luce facialmente más viejo que en las otras representaciones en la misma pintura.