Le decían El Príncipe por la ropa de lujo y las joyas ostentosas que siempre portaba.
Pero el atuendo era una parte de la fama. En los años 80 Rafael Caro Quintero era conocido como el mayor productor de marihuana de México.
En una de sus propiedades, por ejemplo, ocurrió la mayor operación contra las drogas en la historia del país.
Más de 10.000 toneladas que se habían cultivado en el rancho El Búfalo fueron destruidas.
Caro Quintero ordenó secuestrar a quien descubrió el cargamento, el agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, así como al piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar.
Ambos fueron asesinados. La muerte del policía estadounidense, ocurrida en 1985, provocó una de las crisis más profundas en la relación entre México y Estados Unidos.
Pero también marcó la lucha contra las drogas por parte del gobierno de este país. A partir de ese momento, dicen especialistas como José Reveles, la DEA no perdona ni olvida.
De eso se dio cuenta Caro Quintero hace unos días: el departamento de Justicia inició un juicio civil en un tribunal de Brooklyn, Nueva York, para confiscar ocho propiedades identificadas del capo en México, entre las que hay mansiones, bodegas y ranchos.
Además, en abril pasado el Buró Federal de Investigaciones (FBI por su nombre en inglés) aumentó a US$20 millones la recompensa por su captura.
Actualmente Rafael Caro, de 67 años de edad está prófugo después de haber sido dejado irregularmente en libertad por un juez en 2013, cuando cumplía una condena de 40 años de cárcel, de los cuales había pagado 28.
En los años 80 las autoridades de ambos países calcularon en US$500 millones la fortuna de Rafael Caro.
Pero el origen de “El Príncipe” es muy distinto. Nació en octubre de 1952 en La Noria, una comunidad marginada de Badiraguato, Sinaloa.
De este municipio son originarios varios de los capos más famosos del narcotráfico, como Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”.
En una entrevista con la periodista Anabel Hernández el capo confesó que su familia era muy pobre, y que se vio obligado a cultivar marihuana tras la muerte de su padre.
Tenía 14 años de edad. Caro Quintero dice que no había otra forma de sostener a su familia.
Badiraguato se encuentra en el Triángulo Dorado, una región montañosa entre los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango y una de las zonas con mayor producción de marihuana y amapola del país.
En poco tiempo Rafael Caro progresó en el negocio y a los 30 años de edad era uno de los principales socios de Miguel Ángel Félix Gallardo, “el Jefe de Jefes”.
Félix Gallardo encabezaba una extensa organización de narcotráfico aliada con carteles colombianos como el de Pablo Escobar Gaviria.
Félix Gallardo fue el primer narcotraficante mexicano en exportar cocaína a Estados Unidos.
La DEA llamó a su organización el Cartel de Guadalajara por la ciudad donde residían “El Jefe de Jefes”, Caro Quintero y otros líderes del narcotráfico.
Desde 1975 Guadalajara, capital del estado de Jalisco, se había convertido en el refugio de muchos narcotraficantes y sus familias, quienes llegaron provenientes de Sinaloa.
Dos años antes en el Triángulo Dorado el gobierno mexicano había iniciado la Operación Cóndor, una estrategia para erradicar el cultivo de marihuana y amapola de esa región en el noroccidente de México.
Los jefes de las organizaciones, entre ellos Caro Quintero, abandonaron la región y se instalaron en la capital de Jalisco.
Según académicos como Luis Astorga, los capos lograron mezclarse con la sociedad local cuando se presentaron como prósperos empresarios.
Félix Gallardo, por ejemplo, era consejero de un banco, y Rafael Caro se presentaba como agricultor y ganadero.
La presencia de los capos alertó al gobierno de Estados Unidos que envió un equipo de la DEA a la ciudad. Enrique Camarena, conocido como “El Kiki”, era uno de ellos.
Durante algún tiempo los líderes del narcotráfico pasaron virtualmente desapercibidos, pero la situación cambió en los años 80.
Y una de las razones, cuentan a BBC Mundo periodistas locales como Felipe Cobián, por los excesos de personajes como Caro Quintero.
“El Príncipe” solía protagonizar escándalos en restaurantes y discotecas, e inclusive fue acusado de secuestrar a la sobrina de un prominente político local, Guillermo Cosío Vidaurri, quien fue gobernador entre 1989 y 1992.
Pero el caso más grave fue el asesinato de Camarena. El agente fue secuestrado en febrero de 1985 cuando salía del Consulado de Estados Unidos en Guadalajara.
Luego fue llevado a una casa cercana junto con el piloto Zavala Avelar. Ambos fueron torturados y después asesinados.
Sus cuerpos aparecieron semanas después en el vecino estado de Michoacán.
Caro Quintero huyó a Costa Rica donde fue detenido en abril de 1985. Las investigaciones sobre el homicidio revelaron que el capo y el Cartel de Guadalajara habían creado una extensa red de aliados entre políticos, militares y corporaciones policíacas.
El asesinato de Camarena cambió la relación entre ambos países. Estados Unidos, por ejemplo, condicionó parte de su ayuda a México a cambio de combatir el tráfico de drogas.
Este proceso de certificación, que básicamente mide el grado de colaboración del país con el gobierno estadounidense, se mantuvo hasta 2002.
Rafael Caro fue entonces sentenciado a 40 años de prisión, pero fue liberado en 2013.
Para la DEA el asesinato de Enrique Camarena se convirtió en un símbolo. De hecho, en su honor se estableció la Semana del listón rojo, una campaña anual de educación contra el consumo de drogas.
Mientras, la cacería contra “El Príncipe” no cesa. Al promover el juicio civil en la corte de Brooklyn el jefe de la DEA en Nueva York, Ray Donovan, recordó que para la agencia su captura es un asunto personal.
“Las atrocidades de Rafael Caro no están olvidadas, y la historia de terror que ha infligido sirve como un recordatorio permanente de que la DEA nunca cesará en la búsqueda de la justicia”, insistió.
Desde que abandonó la prisión en 2013 Caro Quintero permanece escondido.
Quienes lo han entrevistado dicen que se mueve en las montañas del Triángulo Dorado, refugiado en casas de campaña con sacos para dormir.
La DEA asegura que volvió al negocio de las drogas, e inclusive el Departamento del Tesoro incluyó a su familia en la lista de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC en inglés).
Quienes son señalados de esta manera no pueden hacer negocios en Estados Unidos, y sus propiedades y cuentas bancarias en ese país son congeladas.
Pero Caro Quintero insiste en que está limpio. En entrevistas con Anabel Hernández asegura que está retirado y que nunca volverá al narcotráfico.
“Dejé de ser narcotraficante desde el 84 y jamás lo voy a volver a ser, no quiero saber absolutamente nada del narcotráfico. Fue muy cara la factura que pagué” asegura en la conversación divulgada por la revista Proceso.
“Le pido al gobierno de Estados Unidos perdón y a la familia del señor Camarena también, a la DEA le pido perdón” confiesa.