Escondido durante 70 años en la bóveda de un banco en Nueva York, como si se tratara de un costoso tesoro. Así estuvo guardado el cuaderno escolar de Renia Spiegel.
“[Leerlo] me hacía llorar todo el tiempo”, reconoce su hermana Elizabeth.
Por eso, ella y su madre, dos sobrevivientes del holocausto nazi, decidieron encerrar sus recuerdos entre el frío acero de una caja de seguridad.
La libreta, a trozos medio rota pero de cuidada caligrafía, es el diario secreto de un adolescente judía nacida en Polonia y asesinada a tiros por los nazis en 1942.
Murió a la edad de 18 años cuando aún quedaban 3 años para que acabara la II Guerra Mundial.
Los soldados alemanes que la descubrieron oculta en el ático de una casa la mataron a tiros.
Había llegado a ese refugio después de escapar de un gueto en su ciudad natal.
Las similitudes con el diario de Ana Frank son remarcables.
Mientras una se escondía del régimen nazi en el ático de una casa en Ámsterdam, otra lo hacía en una pequeña ciudad de provincias al sudeste de Polonia llamada Przemysl, que estuvo bajo la ocupación soviética hasta que los nazis invadieron la Unión Soviética en 1941.
Pero mientras los de Ana son relatos algo infantiles, la escritura de Renia es “más sofisticada, y escribía frecuentemente en poesía y en prosa”, según se explica en la revista Smithsonian Magazine, que ha tenido acceso al diario.
No en vano, Renia soñaba con escapar de aquel horror y convertirse en poeta.
“En primer lugar, permítame presentarme. Soy estudiante de la escuela secundaria Maria Konopnicka para niñas”.
“Mi nombre es Renia, o al menos así es como me llaman mis amigos. Tengo una hermana pequeña, Ariana, que quiere ser una estrella de cine”, escribe.
Ahora, sus poemas y parte de sus relatos serán publicados en el libro “El diario de Renia: La vida de una niña a la sombra del Holocausto”.
Elizabeth recuerda a su hermana como “una niña muy tranquila y muy pensativa”.
Familia desperdigada
Le contó la corresponsal de BBC Arts Rebecca Jones que su hermana mayor era “era muy inteligente. Dirigía el programa literario en su escuela y siempre era muy, muy amable y reflexiva”.
Era “como una madre para mí”, añadió.
Y es que durante la contienda, cuando Polonia quedó dividida entre alemanes y rusos, Renia y Elizabeth quedaron separadas de sus padres.
Vivían con sus abuelos en Przemysl, bajo control soviético, hasta que los alemanes invadieron esa región de Polonia.
Su madre quedó en el lado nazi. Su padre desapareció y probablemente murió en el frente.
Rania volvió a ver a su madre en contadas ocasiones y en el diario, que empezó a escribir con 15 años, recuerda lo mucho que la echaba de menos.
“Ahora vivo en Przemysl, en la casa de mi abuela. Pero la verdad es que no tengo un hogar real. Por eso a veces me pongo tan triste que tengo que llorar. Echo de menos a mi mamá y su corazón cálido. Extraño la casa donde vivíamos todos juntos”, escribe la joven.
A través de las 700 páginas del diario, Renia cuenta en primera persona los bombardeos que la obligaban a esconderse.
También escribe sobre la desaparición de otras familias judías que vivían en gueto de Przemysl creado por los nazis en 1942.
“Renia escribió historias divertidas sobre sus amigos, descripciones encantadoras del mundo natural, apelaciones solitarias a sus padres ausentes, confidencias apasionadas sobre su novio y observaciones escalofriantes sobre la maquinaria de naciones involucradas” en la guerra, cuenta la Smithsonian Magazine.
El 20 de abril de 1942, Renia anota: “Hoy es el cumpleaños del Führer”, dice en referencia a Hitler. “Quiero gritar con todas mis fuerza”.
Pero en medio de todas las historias de horror, Renia describió cómo se había enamorado por primera vez de un niño llamado Zygmunt Schwarzer.
Compartieron su primer beso horas antes de que los nazis llegaran a su ciudad natal.
El 7 de junio de 1942 escribe:
“Dondequiera que mire, hay derramamiento de sangre. Horribles matanzas. Hay muertes, asesinatos. Dios Todopoderoso, por enésima vez me humillo delante de ti, ¡ayúdanos, sálvanos! Señor Dios, déjanos vivir, te lo ruego, ¡quiero vivir!”.
“Mi vida ha sido muy corta. No quiero morir. Tengo miedo a la muerte. Todo es tan estúpido, tan mezquino, tan poco importante, tan pequeño. Hoy me preocupa ser fea, pero mañana podría dejar de pensar para siempre”, se lee en el diario.
Con este desgarrador pasaje termina el libro. Pero no lo escribió Renia, lo escribió su amor Zygmunt poco después de que ella muriera.
Él fue deportado a Auschwitz, pero sobrevivió al campo de exterminio y se convirtió en médico del ejército de Estados Unidos.
Aun así, en su periplo por varios países, consiguió guardar el diario.
En 1950, encontró a la hermana de Renia, Elizabeth, y a su madre, Róza, en Nueva York, y les devolvió el diario.
“Fue muy impactante verlo”, dijo Elizabeth. “Fue la primera vez que mi madre y yo lo vimos. Éramos los únicos sobrevivientes”.
Elizabeth y su madre se habían sentido demasiado emocionadas para leer el diario cuando Zygmunt se lo entregó. Esa es la razón por la que lo guardaron en la bóveda del banco.
“Mi madre, ya sabes, nunca superó la muerte de mi hermana”, le explicó Elizabeth a la BBC.
La publicación del diario fue un proyecto de la hija de Elizabeth, Alexandra Bellak, quien lo hizo traducir del polaco al inglés para poder leerlo y descubrir más sobre su tía.
“Fue después de leer este diario que pude captar la profundidad, amplitud y madurez de esta bella alma”, dijo.
“Pensé que no solo estaba aprendiendo sobre Renia, por mi bien, sino que todos deberían conocer esta historia”.