En la década de 1990 hubo una pequeña ventana de oportunidad para que Rusia se uniera a la OTAN, según el historiador Timothy Sayle.
En 2015, el líder ruso Vladimir Putin le dijo al director de cine Oliver Stone que décadas antes le había sugerido a Estados Unidos incluir a Rusia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
“Recuerdo la última visita oficial del presidente (Bill) Clinton aquí (en Moscú). Y le dije, medio en serio, medio en broma, ‘Rusia probablemente debería pensar en unirse a la OTAN'”, dijo Putin.
Lo comentó justo antes de calificar la alianza militar como una estructura remanente de la Guerra Fría, conformada por países “vasallos” de Estados Unidos.
Si bien Putin nunca aclaró sus verdaderas intenciones al hacer ese comentario a Clinton, el historiador Timothy Sayle, autor de Enduring Alliance: A History of NATO and the Postwar Global Order (Alianza duradera: una historia de la OTAN y del orden global de posguerra), dice que en la década de 1990 hubo una pequeña ventana de oportunidad para que Rusia se uniera a la OTAN.
La Unión Soviética había desaparecido y estaba surgiendo un nuevo orden mundial. En este contexto, se firmó en 1997 la llamada “Ley Fundacional OTAN-Rusia”, un acuerdo para construir una relación de colaboración en materia de seguridad entre ese país y la alianza militar.
Cinco años después se formó el Consejo de la OTAN-Rusia. Para profundizar esta relación, Rusia incluso ganó un asiento permanente en la sede de la organización en Bruselas.
“Pero también, en la década de 1990, hubo otras cosas que mantuvieron separadas a la OTAN y Rusia. Las guerras rusas en Chechenia convencieron a muchos en los Estados miembro de la OTAN de que Rusia no se había convertido en un país que pudiera encajar cómodamente como aliado de la OTAN”, sostuvo el profesor, quien además es director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Toronto, en Canadá.
“A los países miembros les preocupaba el estilo y la conducta de Rusia en esos conflictos. Al mismo tiempo, en 1999, los rusos desconfiaban de las intenciones de la OTAN, por el bombardeo de Kosovo”, dice el historiador.
Sayle mencionó que a esto se unieron las guerras de independencia y reconquista de la zona separatista de Chechenia y la incursión militar de la OTAN contra los serbios. La alianza lanzó bombardeos sin que hubiera ocurrido una agresión en contra uno de sus países miembros ni contar con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU.
“Al final, la fricción ha superado a este período de esperanza”, dice Sayle.
Si Rusia se hubiera unido a la OTAN, es posible que nunca hubiera invadido Crimea en 2014, por ejemplo.
Este fue el primer acto de una escalada de tensión que condujo a la invasión a gran escala de Ucrania en este 2022.
Abordamos estos y otros detalles con más profundidad en los extractos de la entrevista con Timothy Sayle, realizada por BBC News Brasil y editada para una mayor brevedad y claridad.
¿Hasta qué punto la OTAN es la razón real de esta guerra?
Discursos y comentarios hechos por diplomáticos y líderes rusos, incluido el presidente Putin, señalaron la posibilidad de que Ucrania se uniera algún día a la OTAN como la con explicación de esta guerra. Pero antes de la invasión rusa, probablemente no había una vía rápida para la admisión de Ucrania al bloque. Ha habido división dentro de la alianza desde 2008 sobre si era una buena idea que Ucrania se uniera, y la mayoría de los aliados estaba en contra de cualquier ingreso apresurado. Entonces, la OTAN no es una explicación real para la decisión rusa en 2022 de lanzar esta invasión.
Dicho esto, sería un error ignorar el hecho de que desde el final de la Guerra Fría, más Estados europeos se han unido a la OTAN, y estos Estados incluyen antiguos aliados del Pacto de Varsovia e incluso exrepúblicas de la Unión Soviética.
Y existe una desconexión real entre cómo Rusia ve a la OTAN y cómo los aliados de la OTAN se ven a sí mismos. Por un lado, los aliados de la OTAN hablan -y creo que realmente piensan- de la alianza como defensiva, sin planes de atacar a Rusia. Los rusos, sin embargo, señalan algunas acciones de la OTAN en la década de 1990, como por ejemplo el bombardeo de Serbia en 1999, como muestras de que la OTAN lleva a cabo acciones ofensivas y, por lo tanto, su expansión representaría una amenaza.
Es cierto que la OTAN se formó para defender a Europa y evitar que la Unión Soviética ejerciera su poder político y militar en la región. Pero no fue solo por eso. La alianza se convirtió rápidamente en un nuevo hogar para Alemania y, en particular, para Alemania Occidental. Fue solo bajo el paraguas de la OTAN que Alemania pudo militarizarse nuevamente después de la Segunda Guerra Mundial.
Y, como la Guerra Fría duró cuatro décadas, la OTAN fue también el principio organizador de la política de defensa de los aliados, un marco para el desarrollo de la política de seguridad y defensa europea de la posguerra. Esencialmente, los Estados de Europa se adaptaron al mundo de la posguerra bajo el marco de la OTAN. Así se protegieron de los conflictos que pudieron estallar en el continente, no solo con la Unión Soviética, sino entre ellos, porque, como sabemos, muchos de los aliados de la OTAN se enfrentaron entre sí en la primera mitad del siglo XX.
Con el colapso de la Unión Soviética, estaba Rusia, una potencia militar significativa, y los Estados emergentes. La OTAN proporcionó una posible respuesta a los problemas de seguridad que vendrían de la nueva composición de Europa del Este.
Pero cuando se derrumbó la Unión Soviética, ¿hubo algún acuerdo entre el líder soviético Mijaíl Gorbachov y el entonces presidente estadounidense George H. Bush para establecer los límites orientales de la OTAN en las fronteras de Alemania y no más allá de ellas? Y si lo hubo, ¿por qué no se cumplió?
Hay una declaración muy famosa del entonces secretario de Estado de EE.UU., James Baker (entre 1989 y 1992), en sus discusiones con los soviéticos sobre el futuro de Alemania y cómo encajaría el país en la posguerra mundial y la posterior Guerra Fría. Y en la conversación, Baker planteó la idea de que la jurisdicción de la OTAN no se movería ni un centímetro hacia el este más allá de Alemania. Se hizo esa declaración, pero los estadounidenses la retiraron rápidamente en conversaciones con los soviéticos y los rusos, y en declaraciones públicas dijeron que esto no funcionaría. Y en posteriores conversaciones entre Bush y Gorbachov, este último acordó que una Alemania unificada tenía derecho, como todos los demás Estados soberanos de Europa, a elegir sus propias alianzas.
Lo que hay, después, son acuerdos formales, como el de Budapest en 1994, en el que tanto EE.UU. como Rusia daban garantías de seguridad a Ucrania de respetar sus fronteras, lo que claramente ha sido violado.
Putin le dijo al director Oliver Stone, en una entrevista en 2015, que le sugirió a Bill Clinton, medio en serio y medio en broma, que Rusia se uniera a la OTAN. ¿Fue alguna vez una posibilidad real? ¿Por qué no sucedió y qué podría haber sucedido si Rusia se hubiera unido?
La idea de que Rusia se uniera a la OTAN en realidad se remonta a la década de 1950. Ya en 1954, la Unión Soviética propuso unirse a la OTAN y eso fue una estrategia de relaciones públicas, una especie de movimiento de propaganda en el que los soviéticos sabían que la OTAN diría que no.
Creo que en la década de 1990 había una esperanza real de que la relación entre la OTAN y Rusia pudiera crecer y estrecharse. Y se han dado varios pasos hacia esto, como el Acta Fundacional OTAN-Rusia, el Consejo OTAN-Rusia y los esfuerzos en curso para construir una relación entre el país y el bloque. Pero también hubo otras cosas en la década de 1990 que los separaron.
Las guerras rusas en Chechenia convencieron a muchos en los Estados miembros de la OTAN de que Rusia realmente no se había convertido en el país que podía encajar cómodamente con uno de los aliados de la OTAN. El estilo y la conducta de Rusia en esa guerra fueron motivo de preocupación. Al mismo tiempo, en 1999, los rusos empezaron a sospechar de las intenciones de la OTAN con el bombardeo de Kosovo. Por lo tanto, las fricciones que los separaron a lo largo de la década de 1990 superaron este período de esperanza.
Pero hay otro elemento realmente importante aquí, y tiene que ver con la expansión de la OTAN en la década de 1990.
Quería llegar a ese punto. De los actuales 30 Estados miembro de la OTAN, 14 son exrepúblicas soviéticas o países en la zona de influencia rusa. ¿Por qué? ¿Decidió Estados Unidos deliberadamente traer a estos países a su esfera de acción o fueron estos países los que buscaron a la OTAN?
Ciertamente es una calle de doble sentido. Pero casi inmediatamente después del colapso del Pacto de Varsovia, algunos de los mayores aliados soviéticos solicitaron unirse a la OTAN. Los estadounidenses y sus aliados entendieron que esto sería un problema para Rusia, pero optaron por incluir a estos Estados en la alianza.
Pero el hecho de que estos Estados solicitaron unirse a la OTAN de forma espontánea y que ninguno de ellos haya sido obligado a hacerlo, es realmente significativo. Estos Estados creían que estarían más seguros si se unían a la OTAN que si permanecían independientes o buscaban algún tipo de relación con Rusia nuevamente.
Mientras gran parte de la propaganda rusa presenta esto como un movimiento agresivo de la OTAN o del Europa occidental, lo que realmente expresa es la preocupación de los Estados fronterizos rusos con su vecino.
Eso plantea preguntas reales sobre por qué estos Estados no quieren unirse a una alianza con Rusia o no esperan que Rusia les brinde seguridad. Y la respuesta, creo, tiene que ver con su experiencia durante la Guerra Fría con la Unión Soviética, donde a menudo no se les hablaba ni se les tomaba en cuenta.
¿Es la OTAN utilizada como instrumento de humillación y amenaza contra Rusia?
Creo que la OTAN y la Unión Europea representan una amenaza para Vladimir Putin, pero no en un sentido militar. Representan una amenaza política para él, ya que sirven al pueblo ruso como modelo para una forma de vida diferente. Entonces, en ese sentido, creo que Putin tiene razón al preocuparse por la OTAN y la Unión Europea.
Pero también creo que la OTAN es una herramienta de propaganda realmente efectiva para Putin por su papel en la Guerra Fría y su planificación de guerra contra la Unión Soviética. Es una herramienta de propaganda que le sirve para reunir a los rusos en torno a su liderazgo.
Putin ya dijo que en la OTAN solo hay dos opiniones: la estadounidense y la equivocada. ¿Es cierta esta perspectiva?
Leí las actas del Consejo del Atlántico Norte de la OTAN y los registros privados de las discusiones que explican cómo ha operado la OTAN desde su fundación. Los estadounidenses no siempre obtienen lo que quieren. Sus posiciones a menudo prevalecen en la alianza, pero EE.UU. trabaja intensamente para convencer a otros aliados de que su posición es la correcta. Así utiliza a la OTAN como institución para convencer, explicar y persuadir a sus aliados de su política.
Comparten información sobre enemigos potenciales y trabajan para llevar la alianza al consenso. Y otros Estados también operan de esta manera. Por lo tanto, no es el caso que un aliado más fuerte dicte solo una política para los demás. Si hay alguna crítica a la OTAN es que se mueve con demasiada lentitud porque todos los aliados valoran el consenso y tratan de llegar a un acuerdo juntos. Así que no creo que la caracterización de Vladimir Putin sea correcta.
Hemos visto a los países de la OTAN armando y financiando a Ucrania durante este conflicto. ¿Existe alguna situación en la que la OTAN pueda entrar en esta guerra para enviar soldados a luchar? ¿Y cuál es el futuro de esta alianza?
Los aliados y la propia OTAN están siendo muy cuidadosos en su retórica para dejar claro que no se unirán a la lucha en Ucrania. Pero puedo ver esta guerra expandiéndose de diferentes maneras, y seguro que eso implicaría a la OTAN. La primera sería si los rusos intentaran interceptar estas armas que los aliados están enviando a Ucrania. Las armas fluyen a través de Polonia y un ataque a Polonia sería un ataque a un aliado de la OTAN, lo que podría desencadenar la defensa mutua del Artículo 5 y una guerra más amplia.
Más improbable sería un ataque ruso a los Balcanes, que también implicaría activar el mismo mecanismo.
Otra posibilidad, y creo que es más probable, es que estos crecientes llamamientos para que la OTAN implemente una zona de exclusión aérea sobre Ucrania y el apoyo público a Ucrania en los países de la OTAN, especialmente con los ataques rusos contra civiles, o el eventual uso de armas biológicas o químicas, generen una presión tan fuerte que los líderes de la organización sientan la necesidad de intervenir.
¿De qué manera?
Si los rusos atacaran estos aviones de la OTAN en los cielos de Ucrania, eso ya crearía más presión sobre los aliados para expandir la guerra. O si los rusos intentan destruir los aeródromos desde los que vuelan estos aviones de la OTAN. Así que creo que una zona de exclusión aérea haría que la guerra adquiriera una lógica propia, que ciertamente podría expandirse, aun cuando eso no es lo que quiere ninguno de los bandos.
Hay un problema más grande para la OTAN después de esta guerra, o incluso mientras la guerra continúe. Este es un punto crítico en su historia. Vemos que emergen nuevamente algunos patrones de la Guerra Fría, con EE.UU. enviando más tropas a Europa y dejando claro que cumplirá con sus obligaciones con la OTAN.
Pero a diferencia de la Guerra Fría, vemos a Europa más unida y dispuesta a hacer cambios significativos tanto en su política como en sus presupuestos de defensa, y los alemanes parecen estar liderando ese frente. Esto tiene implicaciones reales para la OTAN. Una Europa unida y más fuerte, que gastará más en su propia defensa, suaviza la posición de Estados Unidos, que quiere centrarse en Asia. Parece haber una nueva división del trabajo dentro de la OTAN, con los europeos asumiendo una defensa europea.