La temporada de huracanes de este año "se puso en griego".
La lista que se elabora cada año para nombrar las tormentas en el Atlántico alcanzó el último disponible este viernes, con la formación de la tormenta Wilfred.
Ya no hay más nombres predefinidos para los próximos temporales. ¿Qué pasa cuando esto ocurre?
Esta es apenas la segunda ocasión en que la veintena de nombres para las tormentas tropicales, que luego puede convertirse en huracanes, llega hasta el final.
Así que a partir de este viernes, las nuevas formaciones comienzan a tomar los nombres de las letras del alfabeto griego. Y de hecho ya empezó.
La tormenta subtropical Alfa tuvo un corto periodo de vida este mismo viernes cerca de Portugal, según el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés) de EE.UU.
En tanto, Beta se formó como una tormenta tropical en el golfo de México y tiene potencial de convertirse en huracán en la madrugada del lunes.
Y aún faltan dos meses y medio para que concluya la temporada de huracanes de este año, el 30 de noviembre.
Este año el Atlántico ha tenido una temporada muy ocupada.
Hasta mediados de este mes, las estadísticas del NHC muestran que normalmente hay siete sistemas con nombre. Este año, sin embargo, ha estado lejos de ser normal, 13 más que el promedio.
Una de las características más notables de la temporada ha sido cuán temprano se formaron cada una de las tormentas nombradas en relación con años anteriores.
Las tormentas Teddy y Vicky, por ejemplo, fueron las primeras con nombres que inician con T y V que se hayan registrado.
Sin embargo, nada de esto ha sorprendido a los meteorólogos, ya que se pronosticaba que las condiciones se combinarían para tener una temporada alta este 2020.
Las predicciones de la Administración Nacional Oceanográfica Atmosférica de EE.UU., en colaboración con la Universidad Estatal de Colorado, indicaban que este año vería casi el doble del número promedio de tormentas con nombre que las vistas entre 1981 y 2010.
Solo hay 21 nombres en la lista de la Organización Meteorológica Mundial de cada año, por lo que procede echar mano del alfabeto griego para nombrar al resto.
Gerry Bell, el principal pronosticador de la temporada de huracanes de la NOAA, dijo que tener 25 tormentas con nombre era algo novedoso para ellos.
https://www.youtube.com/watch?v=-NSjnc3NL2k&t=1s
El alfabeto griego solo se ha utilizado una vez antes, en la temporada de huracanes de 2005 que batió récords, cuando hubo 27 tormentas con nombre. Ese año llegó hasta la tormenta tropical Zeta a fines de diciembre.
También fue la temporada en la que el huracán Katrina, de categoría 5, causó grandes daños en Luisiana y Mississippi, uno de los desastres naturales más costosos en la historia de Estados Unidos.
Usar nombres propios en lugar de números o términos técnicos tiene el objetivo de evitar confusión y facilitar la divulgación de alertas.
El listado de nombres para los ciclones tropicales del Atlántico fue creado en 1953 por el NHC y se ha utilizado como estándar para las listas de otras regiones del mundo.
Así como en la receta para un pastel, hay una serie de ingredientes que necesitamos para producir un huracán o una tormenta tropical.
Estos incluyen una temperatura de la superficie del mar superior a 26 °C e inestabilidad en la atmósfera alrededor de África occidental.
También es necesario que haya poca cizalladura: cambios en la velocidad y dirección del viento en toda la atmósfera que pueden afectar el desarrollo de tormentas.
Y eso es lo que hemos visto en lo que va de año. Las temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico han estado consistentemente entre 1 y 2 °C por encima de lo normal durante el verano.
Los meteorólogos de la Universidad Estatal de Colorado sugirieron que las anomalías en la temperatura de la superficie del mar se clasifican como la cuarta más cálida registrada.
Durante el resto de septiembre y hasta octubre, la temperatura superficial de las aguas seguirá siendo lo suficientemente alta como para potenciar la formación de más tormentas tropicales.
El otro ingrediente principal, la cizalladura del viento, también ha sido extremadamente baja desde julio.
El último factor que contribuye al pronóstico de una temporada muy activa es un patrón climático natural llamado Oscilación del Sur-El Niño.
Esto describe el estado de las temperaturas de la superficie del mar y los patrones de viento en el océano Pacífico, que tienen implicaciones climáticas en todo el mundo.
Cuando esta oscilación está en fase neutra o negativa, conocida como La Niña, la actividad de los huracanes tiende a incrementarse.
La NOAA anunció a mediados de septiembre que las aguas del Pacífico oriental se habían enfriado lo suficiente como para que se forme La Niña.
Vincular los ciclones tropicales con el cambio climático es complicado.
Los climatólogos están investigando esta área y los estudios hasta ahora sugieren que podríamos ver tormentas grandes y más intensas en un plantea que se está calentándose.
Sin embargo, como hay tantos factores involucrados, no se puede decir si el cambio climático provocado por el ser humano tiene un efecto en temporadas únicas como la actual.
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