Las elecciones presidenciales estadounidenses son, de lejos, los comicios más caros del mundo.
En 2016, los dos candidatos de ese entonces, Donald Trump y Hillary Clinton, gastaron en total US$1.800 millones.
Este año, Trump y su nuevo rival, Joe Biden, probablemente gastarán más.
Pero, ¿quién paga la cuenta? La respuesta es compleja.
Por una parte, ambos candidatos alardean de que miles de estadounidenses comunes y corrientes financian su campaña con pequeños aportes de US$ 10 o US$ 20 cada uno. Lo cual es cierto.
Así como también es cierto que cientos de multimillonarios entregan enormes donaciones a sus campañas, ejerciendo gran influencia en la elección del hombre más poderoso del planeta.
La Comisión Electoral Federal (FEC, por sus siglas en inglés), la organización gubernamental que supervisa las elecciones en Estados Unidos, asegura que hasta el 22 de septiembre, las contribuciones totales a las campañas presidenciales durante el ciclo electoral de 2020 llegan a la cifra record de US$3.155 millones, tal como indican los datos consultados por BBC Mundo.
De esta suma, US$1.072 millones son donaciones individuales de menos US$200.
Hay que recordar que las donaciones directas a los candidatos están muy limitadas por las reglas electorales que imponen estrictos topes monetarios y muchos requerimientos de transparencia a la hora de reportarlos.
Pero hay un camino adicional por el cual llega el dinero privado a los candidatos sin tantos controles.
Viene por cuenta de los Comités de Acción Política (PAC, o Super-PAC por sus siglas en inglés), un tipo de organizaciones de recaudo de fondos para causas políticas, que en principio deben guardar cierta independencia frente a las campañas electorales de los candidatos individuales.
Por ejemplo, un millonario republicano que ya alcanzó los topes máximos legales para las donaciones a un candidato específico, puede en cambio donar mucho más dinero a un Super-PAC de orientación conservadora. Esta organización, el Super-PAC, no puede trabajar directamente y totalmente con el candidato, pero puede defender ideas conservadoras y pagar por comerciales de televisión con ideas afines a las suyas.
Los Super-PAC, por estar sujetos a menos reglas, son las que canalizan parte importante de los recursos de los magnates a las causas políticas de su preferencia.
En este ciclo electoral ya han recaudado 1.418 millones de dólares, según datos de la FEC citados por un informe del Center for Responsive Politics, una ONG estadounidense.
Irónicamente, el político que más fondos ha recaudado directamente para su campaña en 2020 es un candidato que ya no está en la pelea.
Se trata del multimillonario demócrata Mike Bloomberg, quien antes de retirarse de la carrera apartó cerca de US$1.000 millones de su propio dinero a su fallido intento presidencial.
Trump, por su parte, reporta haber recaudado US$476 millones hasta el momento, mientras que Biden informa tener US$531 millones en contribuciones, según los reportes mas recientes a la FEC.
Ambos candidatos tienen acceso a la billetera de grandes potentados.
De acuerdo con un informe publicado en agosto por The New York Times, el que se perfila como el mayor donante a la aspiración presidencial de Donald Trump es Timothy Mellon, un enigmático multimillonario heredero de una dinastía bancaria que ya donó este año US$10 millones a America First Action, una de las organizaciones que apoya la reelección del actual mandatario.
Pero Biden no se queda atrás. Incluso, su campaña depende más de los grandes aportes que la de Trump, lo que pareciera ir en contra de la tradicional descripción de la política estadounidense en la que los republicanos, y no los demócratas, son vistos como el partido más cercano a los grandes capitales.
Según información del Center for Responsive Politics, hasta septiembre el 52% de los fondos de la campaña del candidato demócrata provenían de grandes donaciones, comparado con 46% para Trump.
Un informe de la revista Forbes en agosto de este año aseguraba que 131 estadounidenses con una fortuna personal mayor a los US$1.000 millones habían donado fondos al candidato demócrata, frente a “apenas” 99 de ellos que se habían inclinado por Trump.
Entre 2019 y 2020, el empresario del sector financiero y fallido candidato presidencial Tom Steyer entregó US$46,3 millones a campañas del Partido Demócrata, según cifras del Center for Responsive Politics, citadas en un informe publicado en agosto por la cadena pública de noticias estadounidense NPR.
Otro magnate financiero, Donald Sussman, transfirió US$22,6 millones en ese mismo periodo a causas demócratas, que incluyen las carreras presidenciales y parlamentarias, asegura NPR.
Y el 13 de septiembre, el acaudalado ex-candidato y magnate de Wall Street, Bloomberg, anunció que planeaba entregar US$100 millones para fortalecer los esfuerzos de Biden en el crucial estado de Florida.
La aspiración presidencial de Biden, por supuesto, se ha fortalecido por esta nueva cercanía de Wall Street con los demócratas.
Entre los que financian directamente los esfuerzos de Biden está también el controversial multimillonario de ancestro húngaro George Soros, quien de acuerdo con Forbes había entregado cerca de medio millón de dólares a la causa del demócrata.
Pero fue sobrepasado en generosidad, entre otros, por Jeff y Erika Lawson, dueños de la empresa de informática y comunicaciones Twilio, quienes le dieron US$1,2 millones a la campaña de Biden.
Las donaciones más grandes no son necesariamente las de los más ricos. Nicole Shanahan, esposa del cofundador de Google Sergei Brin, con una fortuna estimada en US$65.000 millones, le entregó US$25.000 a la campaña del exvicepresidente Biden, asegura Forbes.
La lista de grandes donantes de Biden incluye también a celebridades como al director de Hollywood Steven Spielberg o Meg Whitman, la exjefa del portal de comercio electrónico eBay.
Algunos multimillonarios con ancestro hispano también están en la lista de contribuyentes a Biden.
De acuerdo a las listas de la FEC consultadas por BBC Mundo, Jorge Pérez, el magnate cubanoestadounidense de la propiedad raíz frecuentemente descrito como el latino más acaudalado de Estados Unidos, y quien alguna vez hizo negocios inmobiliarios con Trump, entregó este año US$2.800 a la campaña de Biden.
Otros magnates hispanos se han inclinado en cambio por los republicanos.
Es el caso de Robert Unanue, de la empresa de alimentos Goya, quien se vio envuelto en una controversia hace pocos meses luego que activistas hispanos pidieran un boicot contra sus productos por el respaldo que su dueño le había ofrecido a Trump.
Unanue insiste públicamente en su apoyo al presidente. En la contabilidad del FEC aparece una donación personal de agosto de 2019 por US$3.000 dólares al Comité Nacional Republicano.
Entre otras personas con apellidos hispanos en esta lista de donantes se encuentran los hermanos Jude y Christopher Reyes, multimillonarios empresarios de la distribución de cerveza en Estados Unidos, quienes comprometieron cada uno ya US$50.000 en contribuciones al esfuerzo de Trump, según indica Forbes.
Los seguidores más generosos a la campaña de reelección del presidente, aparte del ya mencionado Timothy Mellon, incluyen al empresario financiero Stephen Schwarzman, del fondo Blackstone. De acuerdo a la FEC, el pasado 31 de enero, Schwarzman dio US$3 millones a America First Action, un comité de acción política favorable a Trump, además de otras donaciones a diversas causas republicanas.
Otras figuras cruciales de apoyo a Trump incluyen a Isaac Perlmutter, un empresario israelí-estadounidense con una fortuna de US$4.200 millones vinculada a la casa matriz de las historietas de superhéroes Marvel.
De acuerdo a Forbes, Perlmutter había ofrecido más de US$700.000 a la campaña para que Donald Trump siga en la Casa Blanca.
Las enredadas cifras de la contabilidad electoral estadounidenses se unen a los muchos indicios que apuntan a un complejo escenario político en el país.
Ambos candidatos se dicen “del pueblo”.
Tanto el uno como el otro tienen el respaldo de cientos de miles de personas sencillas que quieren dar unos cuantos dólares para defender su preferencia política.
Pero también, Biden al igual que Trump cuentan con números importantes de megapotentados dispuestos a invertir fortunas en buscar el triunfo del candidato que creen protegerá mejor sus intereses.