Volar es malo para el medioambiente, pero también puede perjudicar nuestro organismo. Un vistazo a las enfermedades que uno puede contraer, y cómo evitarlas.
La idea de volar a miles de metros de altura y en un tubo de metal puede ser muy abrumador para muchas personas. Sin embargo, el avión es considerado el medio de transporte más seguro. Pero, ¿puede un pasajero contraer alguna enfermedad durante un vuelo?
Enfermedades infecciosas
Los aviones tienen la fama, injusta por cierto, de ser antihigiénicos. Aunque los aviones contribuyen con la propagación de epidemias, esto se debe principalmente al movimiento de pasajeros de un país a otro. En promedio, el riesgo de contraer una infección en un avión es menor que en una oficina. El aire de una aeronave se renueva por completo entre 20 y 30 veces en una hora, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En los aviones más modernos, el aire pasa a través de un filtro, por el cual también pueden atravesar los virus y las bacterias.
Durante un estudio de 2018, investigadores recolectaron casi 230 muestras del aire e hisopados de superficie de 10 vuelos. Durante el análisis de las pruebas no se encontraron rastros del virus de la gripe o del resfriado, y esto, a pesar de que las muestras fueron tomadas durante la temporada de gripe.
Sin embargo, si hay pasajeros con resfrío o tos, lo mejor para protegerse es tener gel antibacterial en el equipaje de mano. Antes de comer o beber hay que higienizarse las manos y hay que desinfectar la mesita. Para proteger a los demás, en caso de tener alguna enfermedad, hay que utilizar una mascarilla facial. Esto también produce una sensación de seguridad.
Pero, en caso de sufrir una infección grave, lo recomendable es cancelar el viaje. Las aerolíneas tienen derecho a excluir a pasajeros que sufran alguna enfermedad aguda contagiosa.
Radiación cósmica
La Tierra recibe constantemente una corriente de partículas atómicas de alta energía, la cual proviene del Sol y de las profundidades del universo. El campo magnético y la atmósfera de la Tierra actúan como un escudo. En el ecuador, la protección es mayor, mientras que en los polos es menor. Esto se debe a la forma del campo magnético y a que la atmósfera es más delgada en los polos. La dosis que reciben los pasajeros durante un viaje depende de la altitud del vuelo y de la duración, pero también de la ruta.
La radiación a gran altura no es peligrosa para los pilotos, e incluso es inofensiva para las mujeres embarazadas y los niños, según la Oficina Alemana para la Protección contra la Radiación. Por ejemplo, un vuelo ida y vuelta de Fráncfort a Nueva York representa 100 microsieverts. En promedio, la exposición anual es de 2.100 microsieverts, es decir, que esos 100 microsieverts representan un 5 por ciento.
Sin embargo, la exposición de los viajeros frecuentes es más alta, por lo tanto, las autoridades sanitarias están considerando a la radiación como un posible problema para la salud.
Presión atmosférica
La altitud de crucero para vuelos de larga distancia es de 11 a 12 kilómetros. Sin embargo, la presión dentro de la aeronave está controlada y corresponde a la presión a 2.000 metros sobre el nivel del mar.
Según la OMS, en estas condiciones hay menos oxígeno en la sangre. Esto no es un problema para las personas sanas. Sin embargo, para las que sufren enfermedades cardíacas y pulmonares o anomalías en la sangre, el bajo nivel de oxígeno puede ser un factor de riesgo.
Volar también puede afectar los oídos. Masticar chicle, tragar y bostezar ayuda a destaparlos. Además, se puede aplicar la maniobra de Valsalva: tratar de exhalar con la nariz tapada y la boca cerrada.
Trombosis
Según la OMS, uno de cada 6.000 pasajeros sufre trombosis luego de un largo viaje. Esto provoca la formación de coágulos sanguíneos en las venas de las piernas o en la zona pélvica. Los síntomas son: hinchazón, enrojecimiento y dolor intenso. El movimiento muscular es fundamental para la circulación, y debido a la falta de espacio, los vasos sanguíneos pueden bloquearse.
Las mujeres embarazadas, mujeres que toman anticonceptivos, personas con sobrepeso, pacientes con cáncer y personas con predisposición genética a la trombosis son las más propensas a sufrir esta enfermedad. No existen medidas preventivas para la trombosis, según la OMS.
Deshidratación
En promedio, la humedad dentro de los aviones es del 20 por ciento. Esto representa aproximadamente la mitad de lo que la mayoría considera agradable. En este tipo de ambiente la piel y los ojos se secan. Es recomendable que los pasajeros utilicen anteojos en vez de lentes de contacto.
Todavía no se ha demostrado que la falta de humedad provoque deshidratación corporal, según la OMS. Pero tomar agua puede ser beneficioso para el organismo durante un vuelo.
(bt/cp)