Repiten sílabas o sonidos. Para los tartamudos llamar por teléfono o pedir información, puede ser un gran problema. La tartamudez no se puede curar, pero mejorar con terapias.
“Siempre lo comparo con alguien que escucha la radio de un automóvil y no tiene una buena recepción. Hay un poco de ruido, pero es suficiente para entender las noticias. Pero si ocurre otro incidente, hay un puente o una calle estrecha, entonces desaparece la conexión”, así explica Martin Sommer, de la Universidad de Gotinga, el fenómeno de la tartamudez. Precisamente, este médico sabe de lo que está hablando, porque es tartamudo, lo que lo convierte en una de las aproximadamente 800.000 personas en Alemania con este trastorno de la comunicación, alrededor del uno por ciento de la población total. Es la misma proporción en todos los países, según el neurólogo de Gotinga.
Entre los tres y seis años comienza la tartamudez. El pronóstico es en general favorable: del 60 al 80 por ciento de estos niños deja de tartamudear con el tiempo; otros tienen que aprender a vivir con ello, porque no se puede curar. A los hombres les afecta más: un 80 por ciento.
Interrupción del flujo de palabras
Los típicos síntomas de la tartamudez son las repeticiones frecuentes de sonidos, sílabas simples o palabras completas. A veces, los órganos que intervienen en el habla están completamente bloqueados: no puede salir ningún sonido hacia el exterior, a pesar de que el tartamudo sabe exactamente lo que quiere decir.
Muchas personas afectadas con este trastorno sufren problemas de salud mental y se aíslan. Muchos también intentan evitar ciertas palabras o situaciones cotidianas.
Estudios y teorías
En la actualidad, se sigue investigando cómo se produce la tartamudez, qué trastornos y mecanismos lo ocasionan. Desde hace 15 años, se usan incluso técnicas de imagen para estudiarla, como las resonancias magnéticas, tomografías, etc. Así se puede registrar la estructura cerebral y cómo funciona el cerebro de los tartamudos.
Según Sommer, las investigaciones con técnicas de imagen “demuestran que en el hemisferio cerebral izquierdo, hay trastornos sutiles del cerebro. En otras palabras, “parece haber un problema en el lado izquierdo, y sabemos que afecta a las regiones responsables del habla y también a las las redes fibrosas que conectan dichas regiones”, añade.
Las células grises existen, pero las conexiones entre ellas están perturbadas o son más susceptibles a la interferencia que en las personas que no tartamudean. Esto complica el funcionamientos preciso de muchos músculos necesarios para hablar de manera fluida.
En los tartamudos, una parte del cerebro trata de compensar los déficits de la otra mitad. “Sabemos que el canto tiene sobre todo lugar en el hemisferio derecho, y los tartamudos lo hacen sin problemas”, dice Sommer. Pero tienen problemas al hablar. De dicho proceso se encarga el lado izquierdo. Hay varias terapias con la que se puede mejorar dicho trastorno, como la modelación de la fluidez del habla o la modificación del tartamudeo.
La genética también es crucial
La tartamudez podría tener causas neurológicas o sicológicas, porque la mayoría de los trastornos empeoran si el afectado siente presión. Además, la genética juega un papel importante. Según los estudios, esto podría aplicarse a hasta tres cuartas partes de los tartamudos. En algunas familias, ocurre con frecuencia.
Este es también el caso del doctor en medicina Reiner Nonnenberg. Su abuelo tartamudeó, su padre, él y su hijo, también. Durante la conversación, hace pausas involuntarias más largas en las que lucha buscando conceptos y repitiendo sonidos. Puede tardar segundos hasta que pronuncia una palabra.
Nunca recibió tratamiento con un logopeda, no era común cuando era niño. Ha sufrido durante toda su vida por ser tartamudo: “El hecho de que todavía estoy en proceso de autoayuda, muestra que estoy trabajando constantemente para lograr un estado con el que estar satisfecho. Tengo fases en las que hablo con fluidez y luego, muy mal”, afirma.
Hay tartamudos famosos: el actor Bruce Willis, la actriz Marilyn Monroe, el escritor británico George Bernard Shaw, el investigador Isaac Newton e incluso el erudito griego Aristóteles.
Reiner Nonnenberg participa regularmente en las reuniones semanales en un grupo de autoayuda para tartamudos en Colonia, “Stutterer Selbsthilfe Köln”. Desde su fundación en 1974, el club tiene un objetivo principal: “Queremos aprender a tener una relación franca y de autoestima con nuestro tartamudez y así permitirnos hablar con más fluidez”, según el folleto informativo de dicha asociación. Parte de la oferta de ese grupo es hablar por teléfono, leer en voz alta en grupo, es decir, enfrentarse a situaciones cotidianas que para el resto del mundo, no suelen ser difíciles.