Zambada relató que la última vez que vio a "El Chapo" fue en 2007.
A uno lo quisieron matar por ser un fiscal honesto. A otro por ser un policía corrupto que ayudaba a enemigos. Y a otro por ser un narco problemático, que evitó darle la mano a Joaquín “El Chapo” Guzmán.
El testimonio de un exjefe del cartel mexicano de Sinaloa, Jesús Zambada, en el juicio contra Guzmán cobró un tono macabro este lunes en Nueva York, con el relato de varios planes de homicidios a sangre fría.
Zambada —el hermano de Ismael “El Mayo” Zambada, a quien el gobierno de Estados Unidos señala como líder del cartel de Sinaloa junto a Guzmán— atribuyó seis de esos crímenes a “El Chapo”.
La defensa de Guzmán, que tiene 61 años y podría recibir cadena perpetua si es hallado culpable de enviar más de 150 toneladas de drogas a EE.UU., procuró sembrar dudas sobre la credibilidad de Zambada, que fue extraditado a Nueva York en 2012.
De cualquier modo, los detalles que emergieron en el tribunal de Brooklyn pintaron con una crudeza inusitada la violencia del narco que desangra a México desde hace años.
La defensa notó incluso que la mayoría de los testigos citados por Zambada en sus testimonios están muertos o presos, con las excepciones de él mismo y su hermano “El Mayo”.
“Afortunadamente estoy vivo”, dijo Zambada, también conocido como “El Rey” y quien también escapó de un intento de asesinato en el que una bala le rozó la cabeza.
Uno de los homicidios descritos por Zambada tuvo como víctima a Rodolfo Carrillo Fuentes, un narco que había estado relacionado con el cartel de Sinaloa.
A Carrillo Fuentes lo asesinaron en 2004 cuando salía de un cine de Culiacán junto a su esposa, que también murió, y sus hijos, que sobrevivieron.
Zambada dijo que su hermano “El Mayo” le contó luego que unos días antes del homicidio había organizado una reunión entre Carrillo Fuentes y “El Chapo” para discutir diferencias que habían surgido.
Al fin del encuentro, Guzmán estiró la mano para estrecharla con Carrillo Fuentes, pero éste evitó el saludo. “El Chapo” se enfureció hasta el extremo que prometió “matar a Rodolfo”, agregó.
Poco después fue asesinado en la cárcel Arturo Guzmán, hermano de “El Chapo”. Y se desencadenó una guerra entre el cartel de Sinaloa y los Carrillo Fuentes.
Otro plan de homicidio descrito por Zambada tuvo como objetivo a José Luis Santiago Vasconcelos, que en 2005 lideraba la lucha antidroga en la Procuraduría General de la República (PGR) mexicana.
“Vasconcelos era un alto mando de la PGR, todo el mundo le tenía miedo porque se sabía que no agarraba dinero del narcotráfico”, dijo el testigo, detenido en México en 2008.
Zambada atribuyó la idea de matar a Vasconcelos a “El Chapo” y dijo que le pidieron que ayudara a organizar el plan. Pero aseguró que, cuando lo localizaron, le dijo a Juan José Esparragoza, un jefe del cartel conocido como “El Azul”, que se oponía.
“No me pareció justo que iba a haber muerte de civiles, gente inocente, y él (Vasconcelos) no era un policía que estuviera trabajando en contra de nadie”, explicó.
Según el testigo, “El Mayo” estuvo de acuerdo y el plan nunca se concretó.
Después, supo que otros sicarios enviados por uno de sus socios del cartel de Sinaloa buscaban matar a Vasconcelos y fueron detenidos en Ciudad de México.
Vasconcelos murió finalmente en 2008 cuando el avión donde viajaba cayó en la capital, en lo que fue definido como un accidente.
Zambada relató que la última vez que vio a “El Chapo” fue en 2007, en un encuentro en su refugio de las montañas de Sinaloa donde discutieron iniciar una guerra con los Beltrán Leyva, otrora aliados del cartel.
Y recordó que en encuentros previos allí llegaron incluso a practicar tiro al blanco con AK-47 y una bazuka de “El Chapo”, quien además tenía una pistola con sus iniciales entre diamantes incrustados.
Contó que a mediados de 2005 surgieron planes para matar a Julio Beltrán, porque “no hacía caso, le decían las cosas y no entendía”.
La paciencia se agotó cuando Beltrán bajó un cargamento de cocaína en Acapulco. Entonces, “El Mayo” y “El Chapo” decidieron matarlo, dijo Zambada.
Pero a su nuevo objetivo lo protegían policías de Durango y cuando lo atacaron se desató una balacera, agregó. Y contó que uno de sus sicarios le dijo luego que, acribillado por las AK-47, a Beltrán “le habían cortado la cabeza, que le había quedado colgando”.
Uno de los abogados de Guzmán, William Purpura, recordó luego que Zambada había declarado en 2015 a autoridades estadounidenses que ese crimen era responsabilidad de su hermano “El Mayo”, sin mencionar a “El Chapo”.
El testigo admitió esa incongruencia, sin ofrecer más explicaciones. Está previsto que la defensa siga interrogando a Zambada este martes.
Algunos de los homicidios descritos por Zambada requirieron cuidados especiales.
Uno de ellos, a inicios de 2008, fue el asesinato de un comandante de la policía judicial de Sinaloa al que identificó como “Rafita”, un sicario importante de Arturo Beltrán Leyva.
“Tenían poder para detener a quien sea y para desaparecerlos“, justificó.
La cuestión es que “Rafita” solía estar rodeado de varios de sus hombres, por lo que diseñaron un plan para “hacerlo salir solo” de su casa.
Esperaron a que su hijo fuera a la escuela. Un sicario del cartel de Sinaloa frenó su auto repentinamente frente a la casa, haciendo sonar los neumáticos. Y otro sicario golpeó la puerta gritando que habían atropellado al niño.
“Entonces el ‘Rafita’ salió corriendo a buscar al niño y ahí lo mataron”, relató Zambada. El niño, aclaró, ni se había enterado de lo que acababa de ocurrir y siguió rumbo a la escuela.
La guerra entre el cartel de Sinaloa y sus viejos aliados Beltrán Leyva costó “cientos” de vidas, dijo Zambada, con un asomo de remordimiento que evitó mostrar en otros relatos violentos.
“Era una guerra entre nuestra misma gente“, dijo. “Se volvió algo muy triste”.