El programa Victoria Derbyshire, de la BBC, habló con dos madres británicas que contaron cómo su adicción a la cocaína afectó sus vidas y la de sus hijos, y cómo luego se rehabilitaron.
“Iba a las casas de amigas que eran madres solteras”, dice Suzie (nombre ficticio).
“Dejaba a mi bebé en su cochecito y me escabullía al baño para meterme una raya. O lo hacía al lado de la cocina”, cuenta.
Suzie tenía problemas con la cocaína desde la universidad, pero la adicción se disparó cuando se sintió sola como madre.
Cansada de vivir una vida secreta como adicta, la empresaria decidió tener otro hijo creyendo que el embarazo la obligaría a dejar de consumir. Pero no funcionó.
“Me encontré con una amiga la noche anterior a mi ecografía de 20 semanas y en ese momento ella estaba con un camello“, recuerda.
“Puso unos cristales de cocaína en mi mano y yo me sentí absolutamente impotente para negarme”, añade.
“Al día siguiente, cuando me estaban haciendo el examen, el bebé se está volviendo absolutamente loco en mi barriga y solo pensaba: ‘Yo te he hecho eso”, lamenta.
“Teníamos un hermoso auto, una casa, una hipoteca y tres hijos bien educados”, dice Jane (nombre ficticio), quien se volvió adicta a la cocaína cuando se convirtió en madre.
Dos veces por semana, ella y otros padres de la escuela de sus hijos organizaban encuentros para que estos jugaran mientras ellos consumían cocaína.
Cuando se separó de su esposo y tuvo acceso a más dinero, su consumo de drogas se agravó.
“Antes de darme cuenta, estaba llevando hombres a casa, consumíamos en el dormitorio y los sacaba a escondidas, con mi hijo dormido al lado”, dice.
“Luego daban las seis de la mañana y decía ‘Oh, Dios mío, lo volví a hacer’… la alarma sonaba y tenía que llevar a mi hijo a la escuela. Pero muchas veces no iba”, recuerda.
Un día, Suzie finalmente tocó fondo. “Conseguí varios gramos de cocaína pura y un par de botellas de vino”, dice. “Vine a casa y básicamente me encerré en mi habitación y consumí toda la noche”.
A la mañana siguiente, “tenía a unos paramédicos en mi habitación y puedo recordar que sollozaba y decía ‘Quiero morir. Por favor, déjenme morir'”.
Suzie dice que en repetidas ocasiones había tratado de dejar de consumir y finalmente fue a un centro de rehabilitación privado.
“Simplemente me lancé a la recuperación”, cuenta. “Poco a poco, lentamente, mejoré”.
“Todos esos años había sido una carga para mi familia, ahora finalmente podía compensar algo de eso”, agrega.
Jane logró rehabilitarse gracias a un grupo de apoyo para personas con adicción, en el que veía el cambio que estaban teniendo los que habían dejado de drogarse.
“Todos tenían caras brillantes y sonrientes. Había madres que hablaban sobre cómo estaban presentes para sus hijos, y yo decía ‘quiero lo mismo'”, sostiene.
“Creo que si no hubiera parado, me hubieran quitado a mis hijos o me hubiera muerto”, dice.
El consumo de cocaína en Inglaterra y Gales registra las cifras más altas en 10 años.
UK Addiction Treatment (Ukat), uno de los proveedores privados de tratamiento de adicciones más importantes de Reino Unido, dice que los consumidores de cocaína que atiende han aumentado en un 128% desde 2015.
Las admisiones por problemas mentales del Sistema Nacional de Salud de Reino Unido relacionados con el consumo de cocaína se han triplicado en los últimos 10 años
El director ejecutivo de Ukat, Eytan Alexander, dijo que la cocaína estaba asociada con pasarlo bien, pero en realidad tenía el efecto contrario.
“Arruina vidas y para algunos, es una puerta de entrada a sustancias aún más potentes como el crack y la heroína”, advirtió. “La percepción de la cocaína debe cambiar, y rápido, para evitar que este país se sumerja en una crisis de adicción”.
Pero Jane duda de que las advertencias de los peligros del consumo de cocaína la hubieran disuadido.
“Algunos amigos consumían con mucha cautela y se sentían culpables, pero a mí se me habían bajado todas las alertas y simplemente no me importaba”, asegura.
Suzie coincide en que era consciente de las repercusiones del consumo de cocaína, pero que estas no la hubieran disuadido cuando su adicción era muy fuerte.
Sin embargo, espera que el mensaje llegue a los usuarios ocasionales.
“Un poco de información sobre de dónde proviene este material podría hacérnoslo pensar dos veces”, opina.