El número total de lunas conocidas de Júpiter asciende a 79, el mayor de los planetas del Sistemas Solar. La última luna descubierta "es un bicho raro y tiene una órbita como ninguna otra luna joviana conocida".
400 años después de que Galileo observara por primera vez las lunas más grandes de Júpiter, astrónomos en Estados Unidos descubrieron otros 12 satélites del planeta más grande del Sistema Solar.
Y una de esas nuevas lunas es una “bola extraña” que se mueve en dirección opuesta a otros satélites de Júpiter, en una “trayectoria suicida”.
El descubrimiento eleva el número de lunas conocidas de Júpiter a 79, el mayor número de satélites en torno a un planeta del Sistema Solar.
Los nuevos satélites fueron detectados en marzo de 2017 por un equipo dirigido por el astrónomo Scott Sheppard, de la Institución Carnegie para la Ciencia, Carnegie Institution for Science, en Washington.
Las lunas fueron descubiertas con el telescopio Víctor M. Blanco, en Cerro Tololo, Chile, que fue actualizado con una nueva cámara de 570 megapixeles en 2012.
La cámara, DECam, permite observar objetos muy poco brillantes en el espacio. (Las cámaras de celulares, en comparación, tienen unos 12 megapixeles).
Sheppard vio las lunas por primera vez mientras buscaba al elusivo planeta 9, que se cree podría existir más allá de Plutón.
“Júpiter simplemente estaba en el cielo cerca de los campos donde estábamos buscando objetos del Sistema Solar extremadamente distantes”, señaló el astrónomo.
Pero fue necesario esperar cerca de un año para confirmar que se trataba de nuevas lunas.
Para decir que un punto luminoso es una luna es necesario estudiar su trayectoria durante al menos un año.
De esta forma será posible constatar que el movimiento del satélite está determinado por la atracción gravitacional de un planeta.
El Centro de Planetas Menores, Minor Planet Centre, que opera en el Observatorio Astrofísico Smithsoniano, en Massachusetts, bajo los auspicios de la Unión Astronómica Internacional, es la organización que confirma este tipo de descubrimientos en el Sistema Solar.
Y el centro señaló que lo que Sheppard había observado eran efectivamente nuevas lunas de Júpiter.
“Se requieren varias observaciones para confirmar que un objeto en realidad orbita alrededor de Júpiter”, afirmó Gareth Williams, del Centro de Planetas Menores.
Williams usó las observaciones del equipo para calcular las órbitas de las lunas recién descubiertas.
Nueve de las lunas descubiertas orbitan en “dirección retrógrada“, es decir, opuesta a la rotación de Júpiter.
Se cree que estas lunas retrógradas son los restos de cuerpos más grandes que sufrieron colisiones con asteroides, cometas u otras lunas.
Las lunas retrógradas descubiertas tardan cerca de dos años en orbitar Júpiter.
Otras dos lunas orbitan en el prógrado, o en la misma dirección que la rotación del planeta y tardan menos de un año en desplazarse alrededor de él, pero se encuentran demasiado lejos como para colisionar con las retrógradas.
La última luna descubierta “es un bicho raro y tiene una órbita como ninguna otra luna joviana conocida“, explicó Sheppard en un comunicado.
Es probable que la luna más pequeña conocida de Júpiter tenga menos de un kilómetro de diámetro“.
Esta luna tarda cerca de un año y medio en viajar alrededor de Júpiter y su órbita cruza en dirección opuesta las órbitas de las lunas retrógradas.
La pequeña “bola extraña” podría por lo tanto entrar en colisión frontal con otros satélites de Júpiter.
“Se trata de una situación inestable. Las colisiones frontales… reducirían los objetos a polvo”, señaló Sheppard.
Sheppard propuso llamar al nuevo “bicho raro” Valetudo, el nombre de la diosa romana de la salud y la higiene, bisnieta del dios Júpiter. La prensa estadounidense señaló que el nombre fue escogido por Sheppard como un tributo a su novia obsesionada con la higiene que “se ducha varias veces al día”.
“Creo que Valetudo fue probablemente una luna mucho más grande, que ya tuvo otras colisiones con lunas en la dirección opuesta”, señaló Sheppard.
“Es como si Valetudo estuviera conduciendo por el lado equivocado de la carretera”.
Elucidar las influencias complejas que dieron forma a la historia orbital de una luna puede revelar pistas sobre los inicios del Sistema Solar, afirmó la Institución Carnegie para la Ciencia.
El descubrimiento de que lunas pequeñas en diferentes grupos orbitales todavía son abundantes sugiere que las colisiones que las crearon ocurrieron después de la era de formación de los planetas.
En esa fase el Sol estaba aún rodeado de un disco rotativo de gas y polvo que dio origen a los planetas.
Debido a su tamaño, entre uno y tres kilómetros, las nuevas lunas son más influenciadas por el gas y el polvo circundantes.
La Institución Carnegie para la Ciencia señaló que si estos materiales hubieran estado presentes cuando las primera lunas de Júpiter colisionaron para formar las lunas actuales, el arrastre ejercido por el gas y el polvo habría sido suficiente para que las lunas pequeñas se movieran en espiral hacia Júpiter.
La existencia de las lunas muestra que probablemente se formaron después de que este gas y polvo se disiparon.