Andrew Bomford BBC Radio 4
Los dos detectives que llamaron a la puerta cambiaron todo para Mark, que revivió los horrores del abuso sexual que había sufrido siendo niño. Como otros sobrevivientes, asegura que le costó encontrar apoyo para superar aquella experiencia terrible.
La foto en blanco y negro de Mark había sido tomada en diciembre de 1980, durante su primer día en Grafton House, un hogar para niños administrado por el gobierno local en el sudoeste de Londres.
Entonces pesaba apenas unos 35 kilos y medía 1,57 metros. Parecía menor de los 14 años que tenía.
Pese a su juventud, ya tenía una vida atribulada y las cosas iban a ponerse peor.
Ahora, 38 años más tarde, Mark aún sufre las consecuencias de aquellas vivencias.
“Cuando era pequeño, era un niño tan amable como te puedas imaginar”, dice.
“Lo que le ocurrió a aquel niño está terriblemente mal y está terriblemente mal que se permita que eso siga pasando”.
Mark sufrió abusos sexuales por parte de un gerente del hogar de niños. No fue el único en ese lugar. De hecho, incluso hubo chicos a quienes llevaron a otros lugares para someterlos a abusos.
Aunque era pequeño y vulnerable, Mark era un niño brillante y muy comunicativo, que lograba hacer frente a las situaciones siendo más astuto que los demás. “Usaba el lenguaje como un arma”, asegura.
Tenía poca formación, pero entre los 20 y los 40 años logró trazarse una carrera exitosa trabajando en ventas de radios comerciales.
Explica que su estrategia para librarse de sus terribles traumas de infancia consistió en encerrarlos en una caja mental marcada con el mensaje de “no abrir nunca”.
Pero todo se vino abajo en enero de 2013 cuando la policía tocó a su puerta.
Al tener que revivir los traumáticos sucesos de su juventud, sufrió ataques de pánico y ansiedad.
En esa época, Reino Unido estaba pasando por una ola de pánico colectivo sobre el abuso infantil.
La policía investigaba una serie de acusaciones sobre pederastas de alto perfil que actuaron en Westminster -el barrio de Londres donde se ubica el parlamento británico- durante las décadas de 1970 y 1980.
La visita de dos agentes de la Policía Metropolitana a la casa de Mark en el área de Manchester surgió de la nada. En ese encuentro y en una entrevista formal posterior, ellos le preguntaron por los abusos que sufrió.
Mark dijo que su caja mental cuidadosamente construida estaba ahora en ruinas, con sus secretos oscuros tirados sobre el piso a la vista de cualquiera.
Asegura que tras el encuentro con la policía tuvo que enfrentarse a las consecuencias de todo aquello y que ellos no le ofrecieron ningún apoyo.
“Pasé entre 18 meses y 2 años sumido en una depresión muy profunda. Es como si estuvieras caminando a través de un túnel y tus amigos se alejaran más y te visitaran menos. Tienes que elegir entre luchar para regresar a la luz o dejar que todo se vaya. Yo luché para volver a la luz”, dice.
Mark cuenta que tuvo pensamientos suicidas y padeció ansiedad. Sufría ataques de pánico en lugares públicos y tenía miedo incluso de que la gente pasara frente a la puerta de su casa.
Poco después de la visita de la policía, descubrió horrorizado que alguien había publicado en internet la lista de los niños que habían sufrido abusos y que su nombre estaba allí.
Otra publicación decía erróneamente que él se había dedicado a prostituirse.
Mark se metió entonces en una larga batalla con la policía para conseguir que obligaran a los sitios de internet a quitar esas publicaciones, pero la policía no actuaba. Al final, logró su eliminación a través de gestiones propias.
El hombre que abusó de él fue imputado por delitos sexuales pero murió poco antes de que el caso llegara a juicio. Mark habría sido víctima y testigo en el tribunal.
Hace poco, Mark terminó un curso de 24 semanas sobre Terapia Analítica Cognitiva, dictado por la psicóloga clínica Vanessa Fay.
“Esa llamada a su puerta de la policía cambió todo para Mark. Ya no pudo seguir enterrando aquello y eso es algo muy doloroso. Él no estaba consciente de cuán complicado y sutil puede ser ese impacto sobre las relaciones y cómo le afectaba”, dice Fay.
Mark fue diagnosticado por sufrir un Desorden Complejo de Estrés Postraumático (CPTSD, por sus siglas en inglés), también conocido como un Trauma Complejo.
Él cuenta que logró acceder al curso solo después de una batalla incansable que dio junto a su médico para conseguir apoyo.
Este desorden es poco entendido, raramente reconocido y hay pocos psicólogos entrenados para tratarlo.
Esa condición ni siquiera es reconocida oficialmente, pero se espera que sea incluida como una categoría diferente del Síndrome de Estrés Postraumático, en un sistema de clasificación internacional que publica la Organización Mundial de la Salud.
Bryony Farrant, psicólogo jefe de la organización Independent Inquiry into Child Sexual Abuse (Investigación Independiente sobre Abuso Sexual Infantil), considera que el reconocimiento oficial significará una gran diferencia para los sobrevivientes de abusos y los terapistas.
“Eso implicará que los profesionales necesitarán formarse y comprender el desorden complejo, sus síntomas, sus causas y sus formas de tratamiento. Pero para las víctimas y los sobrevivientes sería especialmente importante, porque con frecuencia, en el caso del abuso que sufrieron, parte de él tiene que ver con el secreto, con el hecho de que la persona esté silenciada y sin poder”, señala.
Mark culpa a la policía por haberlo “retraumatizado” y no haberle ofrecido apoyo. Lo que más le molesta es que no hayan solucionado el tema de las publicaciones en internet que lo identificaban como una víctima de abuso infantil.
Él presentó una serie de quejas a la policía y a la Comisión Independiente de Quejas sobre la Policía, luego de lo cual la Policía Metropolitana se disculpó.
La policía admitió que sus sistemas fallaron y que Mark debió haber recibido más apoyo, pero también señalaron que ningún agente en particular era responsable y que no había ocurrido una mala praxis.
En una declaración a la BBC, la Policía Metropolitana dijo que los agentes son entrenados para ser cuidadosos con las víctimas y que estas son remitidas a agencias de apoyo.
La Asociación Nacional para las Personas Abusadas en la Infancia (NAPAC, por sus siglas en inglés) asegura que en Reino Unidos hay más de 11 millones de adultos sobrevivientes a abusos infantiles y que merecen mucho más apoyo.
Una investigación de la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños (NSPCC, por sus siglas en inglés) reveló que 25% de los jóvenes entre 18 y 24 años sufrieron siendo niños malos tratos graves, incluidos abusos sexuales.
Mark Samaru cree que su terapia le ayudó a procesar la dura experiencia por la que pasó. Además, está consciente de que la mayor parte de los sobrevivientes no obtienen tanto apoyo como el que él consiguió dando la pelea.
“Una forma de evaluar nuestra sociedad es cómo tratamos a los más vulnerables. Nadie que haya sufrido abusos infantiles los merecía. Todos ellos merecen tanto apoyo como la sociedad pueda darles y, sin embargo, no lo están recibiendo”, apunta.