Miles de incendios siguen azotando a la selva amazónica.
El tema ha causado preocupación entre los lectores del BBC Mundo, por eso le pedimos al experto Daniel Nepstad que respondiera las preguntas de nuestra audiencia.
Nepstad es doctor en ecología forestal de la Universidad de Yale (Estados Unidos), ha trabajado en la Amazonía brasileña durante más de 30 años y es considerado uno de los científicos que mejor conoce esa región.
Estas las preguntamos que seleccionamos, con las respuestas de Nepstad.
Primero, es importante recordar que, afortunadamente, todavía no parece haber grandes áreas de selva virgen -zonas que nunca se han talado o quemado-, incendiándose. Estos son los tipos de incendios más dañinos, y podrían convertirse en un problema si la estación seca se vuelve mucho más fuerte.
Cuando las selvas vírgenes se incendian, los tipos de animales más vulnerables son los osos perezosos (que no pueden escapar), las serpientes, y todos los insectos que viven en la hojarasca.
Sabemos muy poco sobre el efecto del fuego y el humo en los animales del bosque amazónico. Los árboles con corteza delgada son los primeros en morir.
Una vez que una selva virgen se incendia, los árboles grandes mueren y se estrellan contra el suelo, abriendo grandes “brechas” llenas del combustible de los árboles muertos y que dejan entrar la luz.
La selva queda sin la sombra profunda que generalmente la protege del fuego. Por lo tanto, un incendio puede poner en marcha una serie de incendios que finalmente transforman a la selva en vegetación de “matorral”. Sin embargo, esto solo sucede si los terratenientes provocan muchos incendios.
No sabemos cuál es la extensión de selva virgen que se ha quemado, aunque parece ser un año bastante “normal” que podría empeorar mucho si la estación seca se vuelve severa.
Lo que ha aumentado mucho este año es el fuego para quemar parches de bosques que han sido talados. Alrededor de 12 mil o 13 mil kilómetros cuadrados de bosque han sido talados este año, y la mayoría o la totalidad de esto se quemarán.
Esto es aproximadamente el 0,4% de los bosques restantes de la Amazonía y representa un aumento considerable con respecto a 2018. Además, algunas áreas de bosques degradados, matorrales, pastizales y campos se están incendiando.
De enero a agosto de 2019 se han detectado más incendios que en el mismo período en cualquier año desde 2010. Es un año ardiente, y las grandes áreas de incendios de deforestación significan que hay mucho humo. Ha habido años de grandes incendios en la Amazonía similares o peores que los de 2019. Así ocurrió en años de deforestación realmente alta (2002, 2003, 2004) y años de sequía excepcional, como 2005 y 2010.
Aproximadamente la mitad de las selvas de la Amazonía están demarcadas como reservas biológicas, reservas extractivas, bosques nacionales o territorios indígenas.
El desafío ahora es manejar mejor el 18% o 20% de la selva que ha sido talada para pastos o cultivos. Siempre que sea posible, se necesitan más árboles en las áreas despejadas, para mantener el régimen de lluvias del Amazonas que depende de la cubierta arbórea.
Existe un enorme potencial para una empresa sostenible en la Amazonía: nuevos productos innovadores y actividades que generen inversiones y empleos en la región que a su vez restablezcan y que aseguren la cubierta forestal.
Sí, y a una escala mucho más grande.
La gran oportunidad en la Amazonía es
1) permitir que la selva se regenere naturalmente en tierras que son marginalmente productivas, protegiéndolas de incendios fuera de control y
2) estimular más cultivos de árboles como el cacao, el café y la palma de açaí, aceite de palma y otros en tierras que ya han sido deforestadas.
Plantar árboles es costoso. La reforestación del Amazonas tendrá que apoyarse en la regeneración natural y en la economía, a través de árboles y palmeras que regresen al área.
Hay un aumento en los eventos de sequía extrema en la Amazonía que muy probablemente esté asociado con el cambio climático. 2019 no es un año atípicamente seco o caluroso, por lo que el clima no es un factor importante ahora.
Algunos modelos predicen que los eventos de El Niño serán más frecuentes a medida que avance el cambio climático.
Hay incendios forestales naturales en el Amazonas, causados por rayos que no son seguidos de un aguacero. Son bastante raros y, que yo sepa, no han jugado ningún papel en la alta incidencia de incendios de este año.
Las selvas del Amazonas no dependen del fuego, como sí lo hacen algunos ecosistemas, como el bosque de Cerrado al sureste del Amazonas.
Miles de agricultores que queman sus parches de bosques talados, sus pastos degradados, sus campos de matorrales. Creo que este año muchos terratenientes se sintieron envalentonados para talar bosques e incendiar sin permisos debido a la retórica del presidente Bolsonaro, porque las autoridades ambientales han reducido los presupuestos y hay una mayor tendencia a “mirar hacia otro lado”.
Necesitamos reconocer el enorme trabajo que es ofrecer ayuda a una región tan vasta y de difícil acceso como la Amazonía.
En 2004 Brasil lanzó un plan masivo para reducir la deforestación.
En 2012, el área de bosque talado fue 77% inferior al promedio de un periodo de 10 años que terminó en 2005.
Muchos brasileños que conozco sienten que esta gran historia de éxito no recibió suficiente atención.
Brasil ha mantenido más de 7 mil millones de toneladas de dióxido de carbono fuera de la atmósfera al desacelerar la deforestación amazónica, más que casi cualquier otro país.
Solo el 3% de estas reducciones de emisiones han sido compensadas (principalmente por Noruega y Alemania).
La deforestación ha estado aumentando desde 2012. Cuando los amazónicos, incluidos los líderes gubernamentales y los agricultores, se convenzan de que una buena administración de la selva amazónica atraerá inversiones y abrirá mercados, creo que será posible frenar la pérdida y acelerar la recuperación. Muchos de estos líderes ya ven las selvas de esta manera.