Esta pastilla ha sido culpada de contaminar ríos, destruir matrimonios e, irónicamente, hasta de matar el apetito sexual.
Muchos la han señalado como centro de una conspiración del patriarcado.
Sobre ella recae, incluso, la acusación de hacer que las mujeres se vean como hombres feos.
Pero para muchas, uno de los cargos más desagradables que se le puede imputar a la píldora anticonceptiva es que engorda.
De hecho, el aumento de peso es el efecto secundario más común de la píldora combinada, el tipo más popular, que contiene tanto estrógenos como progesterona producidos en laboratorio.
Es por esto que las compañías farmacéuticas incluyen esta información en sus prospectos.
Pero después de varias décadas de investigación, no hay ninguna evidencia concluyente de que ese efecto secundario sea real.
La revisión más extensa hasta el momento abarcó 49 estudios de la píldora combinada y encontró que “no hay un efecto a gran escala evidente”.
Pero también que no había suficientes investigaciones bien realizadas como para estar seguros.
Los investigadores descubrieron que esto es cierto sin importar qué tipo de progesterona contenía la píldora combinada.
De forma similar, otros estudios que analizaron las píldoras que contienen solamente progesterona encontraron pocas evidencias de este efecto.
Maria Gallo, endocrinóloga en la Universidad Estatal de Ohio que es coautora de la revisión de todos estos estudios, considera que la creencia de que existe una conexión entre la píldora y el peso se debe a un sesgo humano natural.
Las personas son expertas en encontrar patrones a nuestro alrededor, incluso donde no hay ninguno.
Este fenómeno recibe el nombre de apofenia.
Es la razón de que nos puede tan fácil comparar los pimientos con los políticos o ver los rostros de los villanos de Harry Potter en las nubes.
Somos particularmente susceptibles a la apofenia si nos hemos preparado mentalmente para un resultado determinado, como aumentar de peso después de comenzar un nuevo medicamento.
“Es la misma razón por la que existe la idea de que las vacunas pueden causar problemas de salud”, dice Maria Gallo.
“En una población va a haber personas que desarrollen problemas de salud, ya sea vinculados a la vacuna o no”.
En el caso de la píldora, Gallo señala que la persona media aumenta algo más de medio kilo al año durante la mayor parte de su vida.
Esta subida de peso comienza al principio de la vida adulta que, por cierto, coincide con la época en la que la mayoría de las mujeres comienzan a usar la píldora.
Sin duda, es tranquilizador poder culpar a este fenómeno de “arrastre de peso” por algo que no sea comer en exceso.
Aun así, no está todo en nuestras cabezas.
Aunque los estudios a gran escala no han encontrado que la píldora cause aumento de peso, su uso sí puede cambiar la forma y la composición del cuerpo de una mujer.
Hay tres grandes razones para esto y tienen que ver con el músculo, la retención de líquidos y la grasa.
En 2009, Steven Riechman, un fisiólogo del ejercicio en la Universidad de Texas A&M, descubrió, completamente por accidente, un impacto sorprendente de la píldora.
Estaba investigando cómo la composición genética de una persona puede afectar su capacidad para desarrollar músculos mediante el ejercicio.
Su equipo de investigación sometió a un entrenamiento de resistencia a un grupo de hombres y mujeres durante 10 semanas.
Después los participantes fueron pesados para ver si habían desarrollado más músculo del que tenían al empezar el estudio.
El equipo también recopiló información sobre diversos factores del estilo de vida para asegurarse de que las ganancias de peso se debieran a la genética y no a otros factores, como por ejemplo, los medicamentos que estaban tomando.
Mientras hacían este análisis, descubrieron que las mujeres que tomaban la píldora habían ganado un 40% menos de músculo que las que no la tomaban.
“Ese resultado llamó mucho la atención”, dice Riechman.
Es bien sabido que los hombres tienen naturalmente más músculo que las mujeres.
El hombre promedio tiene 33 kg de músculo, en comparación con los 21 kg de las mujeres.
Esto se debe en parte a que los hombres son más altos y pesados en general, pero eso no es todo, porque como porcentaje de la masa corporal total, los hombres tienen aproximadamente un 38% de músculos mientras que en las mujeres tienen el 31%.
Esto nos lleva al tema de las hormonas: los hombres tienen más hormonas “anabólicas” corriendo por sus venas.
Estas son las encargadas de decirle al cuerpo cuándo debe hacer crecer el músculo.
Entre esas hormonas “anabólicas” se incluye un esteroide importante pero poco conocido llamado DHEA.
Se secreta por las glándulas suprarrenales (órganos del tamaño de una salchicha de coctel que se encuentran sobre cada riñón) y está involucrado en todos los procesos.
Desde mantener los huesos fuertes hasta proteger nuestro sistema inmunológico.
Esa hormona solía ser extremadamente popular entre los atletas.
En parte debido a su extraordinario poder para desarrollar músculos y en parte porque el dopaje con esta sustancia era legal hasta hace bastante poco.
Pero también tiene muchos inconvenientes, como la tendencia a causar daño hepático y reducir el tamaño de los testículos de un hombre.
Pero las mujeres también producen hormonas anabólicas y el equipo de Riechman descubrió que las que tomaban la píldora tenían niveles mucho más bajos de DHEA en la sangre.
Lo que es aún más curioso, las escasas ganancias musculares no se daban en todas las mujeres que tomaban la píldora, solo en aquellas que contenían un cierto tipo de progesterona fabricada en el laboratorio.
“Estamos bastante seguros de que la progesterona es lo que está causando esto”, dice Riechman.
Una posibilidad es que la hormona puede estar bloqueando las señales para que crezca más músculo.
Los resultados no han demostrado definitivamente el vínculo, pero si resulta ser real, seguramente las mujeres querrán saberlo, especialmente a la luz de las recientes obsesiones con el fitness, como el CrossFit o las fotos de abdominales en Instagram.
“Hay que continuar con esa línea de investigación. La gente está interesada y recibimos llamadas con bastante frecuencia al respecto”, dice Riechman.
Y la píldora también puede estar cambiando los cuerpos de las mujeres de otras maneras.
Al igual que tiene un impacto en la proporción de músculo en nuestros cuerpos, podría estar ejerciendo influencias sutiles sobre la grasa, especialmente sobre los lugares del cuerpo en los que se almacena.
En la pubertad, el estrógeno y la progesterona son responsables del desarrollo de características típicamente “femeninas”, como caderas más anchas y senos más grandes.
Pero esta relacionado en cómo se distribuye la grasa.
Los transexuales a menudo también toman estas hormonas por la misma razón.
La “figura de reloj de arena” femenina emerge a medida que los diferentes tipos de tejido graso responden de manera diferente a estas hormonas.
Por ejemplo, la grasa subcutánea, el tipo que las mujeres llevan alrededor de los muslos, las caderas y los senos, contiene muchos receptores de estrógeno.
En teoría, es fácil ver cómo cambiar el equilibrio hormonal de una mujer podría alterar el lugar donde se almacena la grasa.
Algunas investigaciones han confirmado esto.
Un estudio inicial descubrió que las mujeres con niveles más altos de estrógeno que tomaban la píldora tendían a tener cuerpos en forma de pera y más grasa subcutánea, aunque no necesariamente más grasa en general.
Finalmente, está la principal amenaza para muchas mujeres de la píldora anticonceptiva: la hinchazón.
Esa irritable sensación de hinchazón ocurre porque los estrógenos también afectan a la forma en que el cuerpo metaboliza el agua, al influir en la producción de ciertas proteínas en los riñones.
El resultado final es que el cuerpo retiene más líquido de lo que normalmente lo haría.
Esto hace además que las células de grasa se inflamen.
Debido a que las mujeres tienden a almacenar más grasa en sus senos, caderas y muslos, estas áreas pueden expandirse más.
Esto también ocurre en las mujeres que no toman la píldora, aunque en menor escala, durante la semana justo antes de su período.
Pero la píldora anticonceptiva lo exagera porque el estrógeno sintético es de seis a 10 veces más potente que el natural, y porque se toma casi todos los días, lo que significa que los niveles de ambas hormonas son más constantes.
Así que, si bien la píldora no lleva a un aumento de peso a largo plazo, algunas mujeres notarán la ropa más ajustada.
La retención de líquidos también puede ayudar a explicar por qué algunas mujeres dicen que la píldora aumenta el tamaño de su pecho.
Por supuesto, independientemente de los sutiles efectos que tenga la píldora en su figura, para bien o para mal, millones de mujeres aún creen que merece la pena tomarla.
Como dijo un usuario de Reddit, es probable que ningún otro método de control de la natalidad provoque un aumento de peso de entre 11 y 15 kg en el transcurso de nueve meses, tal y como sucede de media con un embarazo normal.
Esta historia es parte de Health Gap, una serie especial sobre la salud de hombres y mujeres y cómo la experimentan de maneras totalmente diferentes. Puedes leer la historia original en inglés aquí.
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