Las Bahamas son un paradisiaco destino turístico que atrae a millones de viajeros cada año.
Los visitantes llegan a disfrutar del clima templado del archipiélago, de sus hermosos bosques y playas, sus exclusivos resorts, y de sus aguas turquesas y tranquilas.
Pero las imágenes de las islas que los medios y las redes sociales difunden desde este domingo quedan muy lejos de aquellos paisajes de ensueño.
Este domingo, Dorian tocó tierra como huracán de categoría 5 en las islas Ábaco, donde dejó al menos cinco muertos y destruyó o dañó severamente 13.000 casas. El lunes alcanzó la isla Gran Bahama, como huracán de categoría 4, golpeándola con furia durante horas.
El primer ministro de Bahamas, Hubert Minnis, describió los efectos causados por la tormenta como “una devastación sin precedentes” y dijo que era “una tragedia histórica que habrá que superar con mucho tiempo”.
“Este es probablemente el día más triste y peor para mí para dirigirme al pueblo de Bahamas. Nos enfrentamos a un huracán que nunca hemos visto en Bahamas”, señaló Minnis el domingo.
El paso del huracán ya es una de las peores crisis que ha enfrentado la excolonia británica.
Pero ¿cuál es la historia de este pequeño archipiélago que suele imaginarse como un pedacito de edén en la Tierra?
Algunos historiadores creen que el nombre de Bahamas proviene del taíno y otros de la palabra en español “bajamar”, por las aguas poco profundas que rodean al archipiélago.
Formadas por unas 700 islas e islotes y 2.400 cayos, que ocupan unos 13.000 kilómetros cuadrados, las Bahamas estuvieron habitadas por los taínos, que se asentaron en el archipiélago alrededor del año 800 d.C.
Una de las islas Bahamas fue la primera donde Cristóbal Colón tocó tierra cuando llegó a América, el 12 de octubre de 1492.
El navegante desembarcó en la isla que los taínos llamaban “Guanahaní”. El genovés la llamó San Salvador.
Actualmente existe una isla en Bahamas que se llama “San Salvador”, pero ningún historiador está seguro de que sea la misma que pisó Colón.
Los taínos “nos abrieron su corazón, nos hemos vuelto grandes amigos”, escribió el explorador en sus diarios sobre los pobladores que encontró.
Pero el destino que esperaba a los nativos no fue tan amable.
A partir de la llegada de Colón y hasta inicios del siglo XVI, los conquistadores españoles enviaron cerca de 40.000 indígenas a trabajar como esclavos en la isla La Española (actualmente compartida por República Dominicana y Haití).
Como consecuencia, las Bahamas quedaron despobladas por casi un siglo.
En 1647 un grupo de ingleses que buscaba la libertad religiosa -que la corona británica anglicana no les ofrecía- se estableció en la isla de Eleuteria, conocida entonces como Cigatoo. Pero la dejaron poco después, al no encontrar suelos muy fértiles.
Luego, el rey Carlos II de Inglaterra cedió el gobierno de las Bahamas a un grupo de terratenientes de Carolina del Sur, en Estados Unidos. Pero estos no ejercieron mucho control sobre las islas.
El descuido propició que Bahamas se convirtieran en refugio de piratas que atacaban principalmente barcos españoles.
Ante el caos, la corona británica recuperó el control directo del archipiélago en 1717 y lo asimiló como una de sus colonias.
Después de la independencia de Estados Unidos, en 1776, los pobladores de la nueva nación leales a la corona británica se reasentaron en Bahamas y llevaron consigo a sus esclavos africanos.
Desde entonces, el archipiélago fue un importante centro de comercio de esclavos, y los descendientes de estos constituyen la mayor parte de la población (hoy son el 90%).
La abolición de la esclavitud en las islas, en 1834, produjo una fuerte crisis económica. Desde entonces, los habitantes trataron de vivir de la agricultura de distintos productos, pero sus intentos no resultaron muy rentables.
Durante la era de la Prohibición en EE.UU., en Bahamas prosperó el contrabando de alcohol hacia Florida, pero la actividad tampoco reportó grandes ganancias para las islas.
No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que Bahamas empezó a desarrollarse como destino turístico. Pocos años después también empezaría el camino hacia la independencia total de Reino Unido.
En 1953, nació el partido Partido Liberal Progresista (PLP), que buscaba que las islas fueran gobernadas por la mayoría afrodescendiente.
Mientras tanto, el Partido Unido Bahameño, creado en 1958, respaldaba al gobierno de la minoría británica.
En 1967, el PLP ganó las primeras elecciones de las islas y Lynden Pindling fue elegido como primer ministro.
Después de que Pindling y su grupo político abogaran por la independencia e impulsaran leyes que iban otorgando autonomía para Bahamas, las islas se emanciparon finalmente en julio 1973.
El PLP dominó la política del país durante las dos décadas siguientes. Desde 1992, se alterna el poder con el Movimiento Nacional Libre (FNM). Minnis ganó las elecciones de 2017 con este partido.
Ahora las Bahamas son una monarquía constitucional que reconoce a la Reina Isabel II de Inglaterra como soberana, mientras que el jefe de gobierno es el primer ministro. Actualmente, Hubert Minnis ocupa este cargo, y dirige una democracia parlamentaria.
El país es miembro de la Comunidad y Mercado Común del Caribe (Caricom) y de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth), conformada por excolonias o territorios británicos y Reino Unido.
En la actualidad el turismo representa cerca del 60% del PIB del país (que asciende a un total de US$12.000 millones, uno de los más altos del Caribe) y emplea a cerca de la mitad de la población.
El 80% de los turistas proviene de EE.UU.
El país es un importante centro de actividades financieras offshore, que representan el 15% del PIB.
La página de la Commonwealth detalla que desde 1717 las islas no han cobrado impuestos a la renta ni corporativos y permiten el secreto bancario, por lo que han atraído a numerosos bancos y firmas de inversión.
Estos beneficios han atraído también a empresarios que buscanno pagar impuestos en sus país, por lo que algunas compañías creadas en las islas se vieron involucradas en los escándalos de los Panamá Papers y los Paradise Papers.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) clasificó a Bahamas como paraíso fiscal en 2000, pero la retiró de la lista en 2010.
En mayo de 2018, la Unión Europea también retiró a Bahamas de su lista de paraísos fiscales, pero la Comisión Europea dijo en marzo pasado que seguiría “monitoreando su progreso”.
Bahamas es uno de los países que “han tomado muchos pasos positivos para cumplir los requerimientos de la UE, pero deben terminar el trabajo para el final de 2019, para evitar volver a la lista negra el próximo año”, dijo la Comisión en marzo.
Las Bahamas también son famosas por estar varias de sus islas en manos privadas. Empresarios y artistas multimillonarios tienen residencias en el país.
El archipiélago tiene una población de cerca de 390.000 habitantes, de los que el 69,9% se concentra en la capital, Nassau.
El resto de habitantes se reparte en otras 27 islas.
Las islas Gran Bahama y Abaco, las más afectadas por Dorian, albergan al 15,5% de la población.
Ninguna de las dos supera los 13 metros sobre el nivel del mar, lo que las hace más vulnerables a las inundaciones.
En Gran Bahama se encuentra Freeport, la segunda ciudad más grande del archipiélago. Imágenes de medios locales muestran al aeropuerto del lugar totalmente.
En Ábaco, la ciudad de Marsh Harbour también suele atraer a numerosos turistas. El medio local The Bahamas Press informó que toda la ciudad había quedado inundada.
Una residente dijo que el lugar había sufrido una “devastación completa”.
Sin duda, el paso del huracán marcará un antes y un después en este paraíso en la Tierra.