La imagen de un sargento de bomberos brasileño que ofrece agua a un armadillo ilustra una de las consecuencias de los incendios en la Amazonía: la devastación para la fauna.
El hombre es Pedro Ribas Alves, quien trabaja en el área de especialización de incendios forestales de Mato Grosso, uno de los estados de Brasil afectados por los fuegos que han generado una emergencia en Sudamérica.
El pasado sábado se encontró con el armadillo cuando realizaba un recorrido en un vehículo como parte de sus trabajos de recopilación de información para la lucha contra los incendios, explicó Ribas Alves a BBC Brasil.
“Íbamos lentamente por la zona afectada y decidí parar. Ya había visto a alguien dándole agua a un armadillo con una garrafa térmica en YouTube. Tomé al armadillo, que no ofrecía resistencia, y le di agua“, recuerda Ribas Alves.
“Cuando percibió el agua, quiso tomar y chupar de la boquilla, pero no tenía fuerzas. Así que pedí un vaso a un colega y le di agua”, añade.
Su compañero fue quien registró el momento que se ha compartido cientos de veces en redes sociales.
“Cuando me vio ayudando al armadillo, rápido comenzó a tomar las fotos”, dice el sargento de bomberos.
El trabajo de Ribas Alves es inspeccionar áreas dañadas por incendios y buscar el origen del fuego para reportar los datos a la Estación de Policía Ambiental.
“También estudio la presencia de animales en la región a fin de mostrar la degradación del medio ambiente y cómo afecta a la fauna de la región”, explica.
El sábado, cuando encontró al armadillo, trabajaba en Nova Mutum (a 269 km de Cuiabá), un lugar arrasado por un incendio que azotó 772 hectáreas.
“El incendio fue causado por problemas en la red eléctrica. Una empresa fue a realizar tareas de mantenimiento, encendió la energía, pero un corto inició el fuego”, explica.
Con los incendios aún activos, es pronto para valorar la magnitud de afectaciones a la fauna y flora en la Amazonía, una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo.
Se sabe que es hábitat de 2,5 millones de especies de insectos, 2.500 especies de peces, más de 1.500 de aves, 550 de reptiles y 500 de mamíferos, según la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica.
Pero continuamente se descubren nuevas especies animales, además de que el bioma amazónico contiene unas 30.000 especies de plantas.
Cada año se registran muchos incendios forestales en Brasil que terminan dañando enormemente a la rica fauna y flora del país sudamericano.
“Es muy triste ver el bosque completamente aniquilado”, dice el biólogo Izar Aximoff a BBC Brasil.
“Ese paisaje colorido, con flores, sonidos de animales, pájaros cantando, animales en movimiento y el olor a bosque, se transforma en silencio, animales carbonizados, olor a carne quemada, desolación. Todo está negro y uno se llena de todo ese residuo de carbón”, describe de lo que ha sido testigo en el pasado.
Aximoff ha estudiado la restauración de bosques en Río de Janeiro después de que se incendiaron.
“He visto una boa constrictor quemada, un perezoso carbonizado, una bromelia quemada. Te dan ganas de llorar. La pérdida es invaluable“, explica Aximoff, quien es biólogo especialista en el tema en áreas del bosque atlántico.
Después de la destrucción, surgen nuevos desafíos en la reforestación.
“Las especies en peligro de extinción nunca regresan. Con cada incendio, se pierde la diversidad”, explica.
“Y muchas áreas de la mata atlántica, por ejemplo, no pueden regenerarse solas. Necesita un refuerzo. Tenemos las mejores cabezas del mundo en el área de reforestación, pero la demanda es demasiado grande”, se lamenta.
La falta de recursos dificulta una planificación más efectiva para prevenir nuevos incendios.
“La prevención es mucho más barata. Pero tampoco hay planificación debido a la falta de datos. Los gastos después de los incendios son mucho más altos. Usan aviones, equipos, sin mencionar el riesgo de muerte al que están expuestos estos profesionales”.