La mayoría de los padres está dispuesta a reconocer que los hijos generan bastante trabajo, pero por lo general también sienten que la experiencia tiene mucho más de bueno que de malo.
La mayoría de los padres está dispuesto a reconocer que los hijos generan bastante trabajo, pero por lo general también sienten que la experiencia tiene mucho más de bueno que de malo.
Pensar lo contrario es prácticamente inconfesable. Pero también hay mujeres que lamentan haberse convertido en madres.
BBC Mundo te trae el testimonio de tres mujeres que le contaron a Jean Mackenzie, del programa Victoria Derbyshire de la BBC, cómo es desear en secreto nunca haber tenido hijos.
“Si pudiera retroceder el reloj, no tendría hijos”, confiesa Raquel, quien actualmente ronda los 50 años.
Pero tiene tres -el menor tiene 17-, y la mayor parte del tiempo los ha criado como una madre soltera, lo que no hizo las cosas más fáciles.
“Hubo veces en que no me sentí lo suficientemente madura como para ser responsable por alguien, por esa personita que me necesitaba para vivir”, cuenta.
“Se sentía como un círculo eterno en el que ponía un biberón o comida en su boca para que luego saliera por el otro lado y pensaba: ¿en qué momento puede algo de todo eso volverse divertido?”, recuerda.
“Tenía ganas de gritar que la realidad no es como tan buena como dicen. Si eres del tipo maternal, perfecto, tienes todo lo que querías; pero si no tienes el instinto, lo único que hiciste es atraparte a ti misma“, opina.
Raquel admite que no pensó bien cómo tener hijos podía afectar su vida. Si lo hubiera sabido, no los habría tenido.
“Pero me siento culpable diciéndolo, porque la verdad es que amo mucho a mis hijos“, dice.
“Sientes que no has sido una buena madre y esa es una culpa que siempre te acompaña, que nunca se va, y te preguntas si ellos lo saben”, confiesa.
“Pero la vida no debería obligarte a renunciar a tu vida, tu libertad, para que ellos puedan tener una vida”.
Esto es algo difícil de admitir, porque “la gente asume que no eres buena persona”.
Y Raquel quiere desesperadamente que las mujeres que siente igual no sean vilipendiadas.
“Me sentía muy sola, sentía como que había algo malo conmigo. Pero si hubiera podido hablar de ello y alguien me hubiera entendido, tal vez me habría resultado más fácil lidiar con la maternidad”, concluye.
Es imposible saber cuántas mujeres se sienten así, porque muy pocas hablan abiertamente del tema.
Pero en una encuesta realizada en 2016 en Alemania, el 8% de un total de 1.200 consultadas dijo que lamentaban haberse convertido en madres.
Y en 2015 la socióloga israelí Orna Donath publicó un estudio con mujeres que lamentaban haber tenido hijos, describiendo este “deseo de revertir la maternidad” como “una experiencia maternal inexplorada”.
Las mujeres que admiten ese sentimiento sostienen que es algo muy diferente a la depresión posparto.
“Sólo vi a la familia feliz con la casita y el jardín, con los niños que iban contentos a la escuela: el cuento de hadas”.
Alison fue adoptada y de pequeña siempre soñó con tener su propia familia.
Así que no fue hasta que tuvo a su primer hijo que se dio cuenta de que no era del tipo materno.
Y desesperada por salir de casa y escapar a su nuevo rol, solo se tomó seis meses de subsidio antes de regresar al trabajo.
“A veces me tomaba el día libre y lo dejaba con la niñera, para tener el día para mí sola”, confiesa
“No es que no quisiera pasar tiempo con él, pero no sabía qué hacer, no era buena inventando juegos“, cuenta.
Como no quería que su hijo creciera sin hermanos, Alison y su esposo tuvieron otro niño. Ambos están ya en la universidad.
Pero ella admite que si hubiera sabido lo que sabe hoy, nunca se hubiera convertido en madre.
“Los deseos y necesidades de otros siempre son más importantes. Mi mantra por las últimas dos décadas ha sido ‘si los demás están contentos, entonces yo estoy contenta’, lo que a veces es un poquito irritante”, explica.
“Podría haber tenido una mejor carrera. Pero me tocó llevarlos y buscarlos en la escuela durante 15 años, lo que limita mucho profesionalmente”.
Alison deja rápidamente en claro lo mucho que ama a sus dos hijos, pero admite que en realidad era demasiado egoísta para tenerlos.
“Resentía su intrusión en mi tiempo”, confiesa.
Para ella, muchas mujeres no hablan del tema por que tienen miedo a ser juzgadas. “No quieren ser vistas como egoístas. La implicación es que si no querías hijos, entonces eres una mala madre”, lamenta.
Joy, quien tuvo a su hija hace 20 años, se dio cuenta bastante temprano que no quería ser madre.
“Todo el mundo habla de como les entregan al niño y sienten esa fabulosa corriente de amor que les recorre el cuerpo. Yo no sentí nada de eso. Simplemente parecía una inmensa responsabilidad“, cuenta.
A Joy todavía le cuesta recordar con cariño los primeros años de su hija.
“Fue duro, una lucha diaria por salir adelante”, recuerda.
“Me imagino que todas las madres pasan algo parecido, pero en mi caso no encontraba nada que pudiera decir que disfrutara de verdad. Era deprimente”, dice.
Joy cree que a ella le falta el instinto materno que hacer que otras madres disfruten a sus hijos.
“Durante mucho tiempo me pregunté si (las otras madres) en realidad estaban bromeando al decir que las cosas eran tan maravillosas como las pintaban y si en realidad alguna vez iban a ser honestas conmigo”, admite.
“Parecía que no tenía la capacidad de ser este tipo de madre cariñosa y calurosa“.
“Quería regresar al trabajo, quería continuar con mi carrera, con la empresa que estaba iniciando, y esto solamente era un gran extra adicional”, confiesa.
De pequeña, la hija de Joy dudaba del amor de su madre “porque yo no era como dictan las normas de la sociedad“, dice Joy.
“La quiero de verdad”, insiste, “pero el lazo no es empalagoso”.
Joy dice que si más mujeres fueran honestas con cómo que sienten, habría menos presión para que se volvieran madres. “Somos muchas más de lo que se dice”, asegura.
“Lo genial sería que las mujeres pudieran ser profundamente honestas con ellas mismas. Y si tener hijos y una familia es realmente importante, entonces háganlo de corazón”, dice.
“Pero si adentro hay una sensación que dice ‘En realidad no veo qué tiene esto de especial’, no tengan miento o vergüenza de plantar la cara y decir: ‘Soy alguien que no quiere ser una madre, no quiero hijos'”, concluye.
(Por solicitud de las entrevistadas, todos los nombres fueron cambiados).