Rubie Marie fue obligada a casarse cuando tenía solo 15 años.
Esta mujer que ahora tiene 35 años fue criada en el sur de Gales, en Reino Unido. En 1998, fue llevada por sus padres a Bangladesh con la excusa de pasar unas vacaciones con la familia.
Hasta ese momento, dice Marie, su vida había sido feliz.
“Se suponía que solamente íbamos a estar allí seis semanas pero luego se convirtió en dos meses, luego en tres, después en seis meses y todos empezamos a echar de menos nuestro hogar”, dice.
“Le dije a mi padre que me quería ir a casa. Quería volver a la escuela. Quería volver con mis amigos. Pero él me decía que habíamos gastado mucho dinero en viajar hasta allá… Esa fue su excusa, su fachada para planear lo que era el matrimonio”.
“Un día, yo estaba sentada cenando con toda la familia y él solo vino, se sentó y empezó a comer. De repente, de la nada, me dijo: ‘¿No sería genial que te casaras, Ruby?’.
“Y yo me preocupé. Lo recuerdo como si fuera ayer. Yo era una niña e hice una pataleta. Lancé mi plato al piso y empecé a golpear las puertas, corrí a mi cuarto gritando. Simplemente no entendía esa información”, relató.
“Me habían puesto en un sistema de subasta. Uno de mis tíos fue y comenzó a ‘ofrecerme’. Era horrible. Me trataban como una esclava. Yo estaba en este país extranjero y no sabía a dónde ir ni dónde estaba el teléfono. Nada”.
El hombre con el que fue obligada a casarse tenía el doble de su edad y el día de su boda “estaba vestida como una muñeca”.
“La casa estaba llena de gente que reía. Había gente de todas partes que venía a mi habitación para verme. Yo estaba allí sentada pensando ‘solo soy un objeto’. Tú tienes que hacer lo que te toca, y listo. Mi idea era simplemente: ‘vete a casa, haz lo que sea necesario para regresar a casa'”, comentó.
Pero, una vez casados, su marido quería tener un hijo.
“Más o menos, fui violada cada día para quedar embarazada. Así, él tendría una vía para venir a Reino Unido porque tenía un hijo. Ese era su plan”, agregó.
Marie quedó embarazada y regresó a Gales para dar a luz. Cuando el niño nació, ella escapó. “Eso fue causa de vergüenza para mi familia y renegaron de mí durante mucho tiempo”.
Marie trabaja ahora sensibilizando y dando a conocer la realidad sobre los matrimonios forzados.
“Ahora yo le hablo a la gente y, al compartirlo de esta manera, hay luz al final del túnel. Hay un lugar para ti en el mundo. No todo es oscuro ni es un infierno. Tienes que darle la vuelta. Tienes que hallar la fuerza para hacerlo y construir tu lugar feliz. De otra manera, nadie va a hacer eso por ti”, señala.
El matrimonio forzado se convirtió en delito en Reino Unido en 2014, pero desde entonces solamente hubo cuatro condenas en el país.
Mientras que la legislación sobre el tema envía “un contundente mensaje”, una organización que trabaja con las víctimas advirtió que la normativa también asusta a algunos de sus representados.
Según activistas sociales, la ley puede hacer que muchas víctimas opten por no presentar denuncias por temor a que sus padres terminen encarcelados.
Shahien Taj, de la fundación británica Henna, le dijo a la BBC que se necesita más trabajo preventivo para educar a los responsables, quienes con frecuencia son los padres de la víctima.
La ONG afirma que en muchos casos las víctimas quieren regresar con sus familias una vez que la situación ha sido resuelta.
“No conozco a una sola víctima con la que yo haya trabajado que se haya sentido bien con la idea de que la policía iba a caerle encima a sus padres como una tonelada de ladrillos. Con frecuencia, ellas no quieren ningún tipo de intervención por esa razón”, dijo Taj.
Uno de los expedientes abiertos por la justicia se produjo en Gales, donde las autoridades estiman que hay hasta 100 casos de matrimonios forzados cada año.
En 2018, la unidad creada por el gobierno de Reino Unido para tratar estos casos ofreció apoyo o consejo a unos 1.196 personas.
El Ministerio de Interior está evaluando propuestas que obligarían legalmente a personas que trabajan con jóvenes, como maestros o trabajadores sociales, a reportar los casos sospechosos de ser matrimonios forzados.
Taj, por su parte, cree que las órdenes de protección de matrimonios forzados son la mejor opción, ya que permiten a los jóvenes solicitar protección de los tribunales al tiempo que mantienen a su familia fuera del sistema de justicia penal.
“Hemos tenido ocho casos en los que mujeres jóvenes han vuelto a casa y han sido capaces de seguir adelante con sus vidas”, apuntó.
Samsunear Ali, de la ONG Bawso, considera que la educación es clave, ya que muchos padres ni siquiera sabían que estaban quebrantando las leyes.
“Ellos creen que están haciendo lo correcto y esa es la única manera que conocen para reducir el nivel de vergüenza en la familia que el menor podría potencialmente causar. Es un problema enorme sobre el cual aún no se habla mucho“, agregó.
Aseguró que había casos en zonas rurales de Gales en los que las mujeres no tenían apoyo y se encontraban expuestas a un riesgo mayor, con matrimonios forzados que podían repetirse durante generaciones sin que nadie supiera nada al respecto.