Los expertos aún debaten si existe realmente la adicción al sexo, pero lo cierto es que el comportamiento sexual compulsivo afecta profundamente la vida de muchas personas.
Sangita Myska, periodista de la BBC, ha entrevistado a muchas de ellas.
Este es el caso de una mujer en Reino Unido que descubrió por casualidad, después de 20 años de matrimonio, que su marido tenía una vida secreta.
Siempre pensé que tenía un matrimonio muy normal. Habíamos estado juntos varios años antes de casarnos, llevábamos dos décadas casados y teníamos hijos.
Mi esposo era un exitoso hombre de negocios que viajaba mucho por trabajo, así que pasé mucho tiempo sola, criando a los niños, pero él venía a casa todos los fines de semana.
Simplemente asumí que era una relación muy normal. Siempre parecía feliz cuando estaba en casa. No tenía ni idea de lo que estaba pasando realmente.
Pero un día tuve que ir a su estudio para buscar algo en su escritorio y su computadora portátil estaba abierta. Nunca antes la había revisado pero la pantalla mostraba sus correos electrónicos y vi uno que mostraba una reserva para un hotel en Londres, para el día después de la fecha en la que planeaba irme de vacaciones con unas amigas.
Pensé: “Eso es un poco extraño, ¿por qué tiene reservada una habitación de hotel?” Simplemente parecía extraño. No lo podía entender.
Pasé todo el día pensando en ello. En la noche, cuando estaba en la cama, simplemente no podía sacármelo de la cabeza. Así que junté el coraje y le pregunté por qué tenía una reserva de hotel. Y él no respondió.
El silencio me dijo que había algo que estaba terriblemente mal. Pareció que pasaba una eternidad. Después de lo que se sintió como media hora -sospecho que probablemente fueron más bien dos minutos- me levanté y le dije: “¿Qué está pasando?”.
No puedo recordar sus palabras exactas pero él solo dijo que lo sentía y que estaba viendo a alguien; en ese momento, agarré mi bata y bajé las escaleras. Simplemente no podía quedarme en la misma habitación. Y lloré.
Finalmente bajó las escaleras, se sentó frente a mí y me dijo cuánto lo sentía. Me dijo que había empezado a ir a clubes de striptease hacía un tiempo y había conocido a una bailarina en uno de los clubes y que había reservado la habitación para reunirse con ella, con el fin de profundizar la relación.
Ahí mismo le pregunté si habían tenido relaciones sexuales y él me dijo que no, que solo había habido coqueteos pero nada más.
Yo quería creerle. Creo que estaba absolutamente desesperada por creerle. Estaba terriblemente enojada pero había una parte de mí que pensaba “bueno, podemos solucionar esto. Esto es solo un hombre de mediana edad, un momento de locura. Lo superaremos”.
Y como mis amigas estaban desesperadas por que me uniera a ellas el fin de semana pensé que me daría tiempo para procesar mis pensamientos.
No se lo conté a mis amigas. Quería guardarlo para mí. Fueron unos días realmente muy difíciles. Dormí muy mal. No pude comer. Mirando hacia atrás, no estoy segura de cómo salí adelante.
Cuando llegué a casa hablamos mucho. Hubo mucho llanto por mi parte.
Pero la verdad es que siempre sentí que era demasiada coincidencia que simplemente me hubiera encontrado un correo electrónico de una reserva de hotel antes de que tuviera lugar una relación sexual. Era demasiada coincidencia.
Así que le insistí que me mirara a los ojos y me dijera que no había tenido relaciones sexuales con esta mujer, cosa que no pudo hacer. Esto fue unas dos o tres semanas después de que encontré el e-mail.
Luego admitió que había habido una relación sexual y que había estado ocurriendo durante unas pocas semanas o algunos meses.
Recuerdo mirar a este hombre al que conocí durante todos estos años pensando: “¿Cómo pudiste ocultarlo? ¿Cómo pude no darme cuenta de que algo andaba mal?”
No podía entender cómo el hombre que yo conocía había hecho lo que había hecho, se había involucrado en algo que simplemente no parecía coincidir con el carácter de la persona que yo conocía.
Nada de eso tenía sentido, así que fui en busca de más dolor: empecé a revisar todos sus correos electrónicos.
Encontré otras reservas de hotel que eran anteriores a las fechas que él me había dado. Y después de ir para atrás hasta un par de años, descubrí que algunas de las citas no coincidían con su historia de cuánto tiempo había estado viendo a esta mujer.
El punto de inflexión llegó un día cuando salimos a caminar. Simplemente le dije: “Tengo que saberlo todo. Voy a seguir presionando y seguiré presionando porque no creo que lo sepa todo”.
Amenacé con mirar los extractos bancarios y con revisar todos sus correos electrónicos. Le dije que realmente necesitaba saber la verdad.
Él me respondió: “¿Estás segura de que quieres tomar esta ruta?” En ese momento pensé: “Oh no, hay mucho más que esto”. Pero no tenía ni idea de lo devastador que iba a ser lo que me reveló.
Me dijo que había estado pagando por sexo aprostitutas a lo largo de todo nuestro matrimonio.También que veía mucha pornografía, a veces por horas. Y que fue a clubes de striptease, clubes de sexo y cines sexuales mientras viajaba al extranjero.
No se le conté a nadie. Una o dos amigas notaron que estaba más callada y me preguntaron si estaba bien, pero siempre tenía una excusa: “Estoy cansada, no estoy durmiendo muy bien, debe ser la menopausia…”.
Estaba avergonzada por lo que había sucedido. Me pregunté qué pensaría la gente cuando les contara, qué pensarían de Dan, qué pensarían de mí. Asumí que la gente juzgaría nuestro matrimonio y pensaría que era un matrimonio falso.
También sentí que la gente pensaría que no había sido lo suficientemente buena para él, ni lo suficientemente bonita, ni lo suficientemente sexy.
Siempre he sido una persona relativamente segura. No era el tipo de mujer que se hacía las uñas todas las semanas o se ponía botox. Soy de mediana edad, tengo un poco de sobrepeso, estoy envejeciendo, tengo arrugas, pero pensé que eso era normal para mi edad.
Pero esto destruyó completamente mi autoestima. Me pregunté si era una persona divertida con quien estar.
Comencé a usar más maquillaje y asegurarme de que me viera lo mejor posible. Ya había perdido algo de peso porque me tomó bastante tiempo volver a comer normalmente.
Compré algo de ropa nueva, fui a la peluquería más a menudo, y me coloqué un poco de botox.
Pero también creía que había algo malo con él en su psique: una enfermedad. Pensé que necesitaba ayuda y que necesitaba ayuda de mí.
Cuando fui a la clínica y me explicaron que su comportamiento era probablemente el de un adicto al sexo, me lo creí y pensé: “genial, hay una etiqueta para esto, está enfermo. Hay algo mal con él“.
Quiero creer eso porque entonces puedo seguir convenciéndome de que “no, no tuviste nada que ver con eso, iba a suceder de todos modos”.
Pero él regresó una vez de una sesión de terapia y me dijo que no estaba seguro de que se tratara de una adicción al sexo o si simplemente había tomado malas decisiones.
Encontré esto muy difícil de escuchar y me afectó por un par de días.
Cuando comenzamos terapia de pareja una cosa que dijo y recuerdo muy claramente fue que la vida antes de que yo descubriera la verdad era como estar en un túnel oscuro, ocultando un secreto, y que ahora él podía ver la luz al final del túnel.
Recuerdo que lo miré y pensé: “eso es genial para ti, pero ahora soy yo la que vive en completa oscuridad. Para mí todo ahora es oscuro y sombrío y yo tengo el secreto porque no puedo contarle a nadie lo que esta pasando”. Y sentí que eso era tan injusto.
No quiero contarle a la gente porque no quiero que la gente me juzgue. Por ejemplo, estaba viendo la Ryder Cup el otro día y vi a Tiger Woods con una novia y pensaba que la gente la miraría y pensaría: “oh, esa es la mujercita, el felpudo. Probablemente la pisotea. El adicto al sexo no tiene respeto por las mujeres”.
La gente juzga… asumen que saben.
En muchos sentidos nuestro matrimonio es mejor de lo que era -lo que parece una locura- pero pasamos meses yendo a terapia de pareja. Somos mucho más abiertos entre nosotros.
Hablamos mucho más y hablamos sobre nuestros sentimientos, no solo sobre lo que hemos estado haciendo hoy o lo que planeamos hacer. Hablamos de sentimientos, tanto los buenos como los malos.
Todavía hay bastantes ocasiones en las que me pongo mal, pero diría que la mayor parte del tiempo ahora siento que nuestro matrimonio está equilibrado y mi estado emocional también.
¿Podré perdonarlo? Esto es algo que he hablado con los terapeutas y realmente no sé qué es el perdón. No creo que jamás le perdone por el dolor que me ha causado, que es tan profundo. No creo que pueda perdonar eso, pero quiero estar con él y lo amo. Y la vida a su lado es buena. ¿Es eso el perdón? No lo sé.
Creo que al final del día estamos bien juntos. Somos buenos amigos. Todavía lo amo y él me asegura que aún me ama, que siempre me ha amado.
También odiaría que mis hijos lo supieran, lo odiaría absolutamente. Creo que perderían todo respeto por su padre. Y mi familia adora a mi marido. Creo que si lo conocieras, simplemente no lo creerías. Él simplemente no es la persona que haría algo como esto.
Sería la última persona de la que sospecharía algo tan estúpido como lo que él hizo.
Puedes escuchar la entrevista completa (en inglés) de Sangita Myska en el podcast Addicted to Sex (Adictos al sexo), producido por Sarah Shebbeare.