“Mujer. Cabello castaño oscuro ondulado. Estatura: 1.58. Uñas pies pintadas color rojo. Prendas: pantalón mezclilla ‘Zara’. Playera tipo polo de hombre roja. Sin tatuajes”.
Es la descripción de un cuerpo localizado el pasado 28 de agosto dentro de una fosa clandestina.
El cadáver está en el Servicio Médico Forense de Jalisco, en el occidente de México. No ha sido identificado.
Los detalles de cómo fue encontrado los anotaron miembros del colectivo Por Amor a Ellxs, una organización civil que busca a personas desaparecidas en el estado.
Desde 2016 el grupo visita regularmente la morgue para recabar datos de los cuerpos que no son reclamados.
Se fijan en rasgos que pueden ayudar a identificarlos: tatuajes, lunares, la forma y desgaste de los dientes, su ropa, zapatos y los anotan en libretas escolares.
Todo lo que pueda dar alguna pista a quienes buscan a sus familiares, le dice a BBC Mundo María del Refugio Torres, vocera del colectivo.
“Teníamos la esperanza de que otras personas con familiares desaparecidos vieran las notas”, explica.
“Y si encontraban alguna coincidencia en las notas que fueran al Semefo a identificar el cuerpo”.
La estrategia funciona lento: hasta ahora se ha logrado identificar a cinco cuerpos que fueron entregados a sus familias.
Un número muy pequeño comparado con el tamaño del problema: en Jalisco según autoridades han desaparecido 3.060 personas.
Es el tercer estado del país con el mayor número de denuncias de este tipo.
De acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, hasta abril pasado (el dato más reciente) se había denunciado la desaparición de 36.265 personas.
Pero organizaciones civiles como el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México creen que la cifra real puede ser “de miles de personas más”.
La mayor parte de los casos no se han resuelto, en parte por el desinterés de autoridades locales y el gobierno federal denuncian activistas.
Pero también porque en la mayoría de los casos no existe coordinación entre las dependencias de seguridad. Es una de las razones de la estrategia de Por Amor a Ellxs.
Con frecuencia los policías que investigan las desapariciones no visitan las morgues para verificar si los cuerpos en el sitio coinciden con las personas que buscan.
Tampoco suele existir comunicación entre los responsables de los servicios forenses y las fiscalías. Cuando las familias preguntan en las dependencias con mucha frecuencia no encuentran información.
Así, se han presentado casos en que el cuerpo de quien buscan está en la morgue, pero los investigadores no lo saben o no revisan los informes que se les envían.
En algunos casos las personas desaparecen en un estado pero sus cuerpos aparecen en otro.
En México cada fiscalía o morgue tiene un registro de ADN de los cuerpos no reclamados, y también existe otro en la Procuraduría (fiscalía) General de la República (PGR).
Pero esa información no suele compartirse y por eso activistas como Graciela Pérez del colectivo Milynali Red piden al próximo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador que elimine la dispersión de datos.
“Si hubiera un Instituto Nacional Forense no tendríamos que estar dando nuestro ADN a cada institución”, subraya.
Las organizaciones civiles, pues, conocen este círculo vicioso. Y Por Amor a Ellxs decidió romperlo.
“Pensamos que si no encontrábamos a los de nosotros, cuando menos que otra gente localice a los suyos”, dice María del Refugio Torres.
El cuerpo de la joven con cabello ondulado fue encontrado en una fosa clandestina en el municipio de Juanacatlán, Jalisco.
Ese 28 de agosto se encontraron otros cinco cadáveres. El fiscal General de Jalisco, Raúl Sánchez Jiménez, dice que encontraron la sepultura al realizar una investigación sobre desaparición de personas.
Por Amor a Ellxs hizo anotaciones en hojas de libreta de todos los cuerpos. Sobre uno de ellos señalan:
“Masculino. Estatura 1.65 Bigote delgadito color negro. Tatuajes: espalda superior nombre de Armando. Tatuajes de varios nombres en espalda”.
Estas descripciones son muy parecidas a las que señalan los familiares de personas desaparecidas ante autoridades, o en los miles de carteles que suelen distribuir en su búsqueda.
Prácticamente todos los días hay casos nuevos. Según las estadísticas oficiales la mayor parte de las víctimas tiene menos de 29 años de edad.
Pero no son los únicos. En Jalisco, donde trabaja el colectivo, como en varios estados del país “se llevan mujeres, niños, jovencitos y no tan jovencitos”, dice María del Refugio. “Diario se llevan gente, es de nunca terminar”.