Redacción / BBC News Mundo
Cruzamos los dedos para desear buena suerte, para nosotros o para los otros. Y lo hemos venido haciendo durante siglos.
Aunque ¡cuidado!, no en todas partes significa lo mismo.
A los vietnamitas les parece que los dedos cruzados se asemejan a los genitales femeninos, por lo que es un gesto obsceno, especialmente si lo haces mientras miras o te diriges a otra persona: es equivalente a levantar el dedo del corazón en Occidente.
No obstante, el gesto como conjurador de buena fortuna es tan popular y reconocido en tantos lugares alrededor del mundo que ha sido honrado con esa insignia de honor de nuestros tiempos: un emoticón.
Originalmente, el gesto requería de dos personas.
Era una antigua costumbre pagana.
Creían que sus deseos quedarían guardados en el punto en el que los dedos se cruzaban hasta que se hicieran realidad.
El gesto también tiene raíces en el cristianismo.
Antes del año 313, cuando se promulgó el Edicto de Milán que estableció la libertad de culto en el Imperio romano, los fieles cristianos también eran perseguidos.
En momentos difíciles, cruzaban sus dedos para invocar el poder de la crucifixión de Jesús Cristo, la encarnación de su Dios en la Tierra, según su religión.
Además, en un saludo secreto, cruzaban sus dedos con otros cristianos.
El saludo formaba el símbolo del ichtus o ichthys, que en griego es ΙΧΘΥΣ-ijcís- y significa “pez”.
Pero también es un acrónimo de Ἰησοῦς Χριστὸς Θεοῦ Υἱὸς Σωτήρ que se traduce “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”.
Así como el gesto ha sobrevivido el paso del tiempo, también lo ha hecho su capacidad de tener más de un significado dependiendo del contexto.
Volvamos a los cristianos primitivos, aquellos que no podían practicar abiertamente su fe en tierra romana.
Cuentan que también cruzaban sus dedos para absolverse de las mentiras que se veían obligados a decirle a sus atormentadores.
Y es por eso que pervive la costumbre de cruzar los dedos detrás de la espalda cuando estamos diciendo mentiras o prometiendo lo que sabemos que no podremos cumplir.
Más recientemente, un estudio de el Instituto de Neurociencia Cognitiva de la University College London (UCL) reveló que cruzar los dedos puede hacer más que conjurar a las diosas de la fortuna.
Resulta que ese simple y familiar gesto alivia el dolor hasta el punto que puede hacerlo desaparecer, eso si se trata de dolores en los dedos, como ese que te provocas cuando no le atinas al clavo con tu martillo.
Lo que sucede, explicaron los científicos, es que cruzar los dedos confunde la manera en la que nuestro cerebro procesa las sensaciones de calor, frío y dolor.
Es por eso que cruzar los dedos después de darte ese martillazo alivia notoriamente y hasta puede hacer desaparecer ese dolor… el físico, no el que deja el golpe al orgullo.
Esta es una adaptación del episodio “Why do we cross our fingers for luck?” de la serie “La historia escondida de los gestos manuales” de BBC Ideas. Si quieres ver el video original haz clic aquí.