A diferencia de la final de la Copa Libertadores entre Boca y River, suspendida por razones de seguridad, Argentina espera que la cumbre del Grupo de los 20 no sufra contratiempos.
Este viernes y sábado llega por primera vez a Sudamérica el G20, reunión de los líderes de las principales potencias mundiales y las economías emergentes en un foro de discusión de temas financieros y políticos.
El grupo está compuesto por la Unión Europea y 19 países: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía.
Juntos representan el 85% del producto bruto global, dos tercios de la población mundial y el 75% del comercio internacional.
El G20 comenzó hace dos décadas con un perfil bajo: un foro de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales. Pero en 2008, en medio de la crisis financiera internacional, se transformó en una cumbre de líderes mundiales.
Las alarmas se habían encendido, Wall Street seguía a la deriva y los gobiernos trataban de ponerse de acuerdo para contener la expansión de la crisis. Fue en ese contexto de urgencia, que el foro apareció como el mejor espacio disponible para la toma de decisiones.
Entonces la cumbre se celebró en Washington y trató de la reforma del sistema financiero. Ahora es Buenos Aires el escenario donde los líderes se dan cita en la cumbre de dos días que comienza este viernes.
La estrella de las reuniones bilaterales será el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que, según confirmó la Casa Blanca, tendrá encuentros privados con los líderes de Alemania, Argentina China, Corea del Sur, India, Japón y Turquía.
En un principio se había anunciado también un encuentro con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, pero este jueves fue cancelado.
¿Cuál de todos genera más expectativa? La cena Trump-Xi Jinping, prevista para el sábado en un lugar secreto, llega en plena guerra comercial que ha puesto en duda la confianza en el sistema de comercio internacional.
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“El G20 ofrece una oportunidad única para atraer la atención de líderes e inversionistas hacia la región y poner al día sus perspectivas sobre América Latina”, le dice a BBC Mundo Benjamin Gedan, asesor senior del Programa Latinoamericano del centro de estudios Woodrow Wilson International Center for Scholars.
El momento de la reunión es oportuno, explica, dado que los tres países latinoamericanos que son miembros del foro están pasando por significativas transformaciones políticas y económicas.
“Argentina y Brasil, dos de las economías más cerradas del mundo, quieren relevar sus cambios”, en una nueva etapa de apertura al mundo, agrega.
Y en el caso de Argentina, “el presidente está buscando inversiones extranjeras que le ayuden a demostrar que las políticas promercado son el mejor camino a largo plazo” cuando se trata de crear empleo, reducir la pobreza, mejorar problemas de infraestructura y equilibrar las finanzas públicas. dice Gedan,
Desde su punto de vista, el resto de la región también se beneficia, en la medida que líderes influyentes de todo el mundo aprovecharán la reunión para visitar otros países latinoamericanos.
Aunque es difícil predecir las ventajas puntuales que cada país puede conseguir con las reuniones políticas y comerciales alrededor de la cumbre, hay expertos que aseguran que las redes de contacto y las gestiones diplomáticas generan beneficios a largo plazo.
“Es una oportunidad para atraer la atención de las potencias hacia la región”, dice Stewart Patrick, director del Programa de Instituciones Internacionales y Gobernabilidad Global del Council on Foreign Relations, en diálogo con BBC Mundo.
“El beneficio más importante es el estatus, el reconocimiento de que los tres países latinoamericanos se pueden sentar en la mesa de la política global”.
Una visión crítica del encuentro la tiene Monica de Bolle, investigadora senior del Peterson Institute for International Economics y directora de Estudios Latinoamericanos y Mercados Emergentes en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore.
“No sé si los temas que realmente importan van a estar en la reunión. Tenemos una colosal crisis migratoria en la región que ha sido ignorada por la comunidad internacional, simplemente porque no es una guerra”, comenta en conversación con BBC Mundo.
“Esta crisis no se va a detener y es probable que no tenga espacio en el G20”, agrega.
La llamada “troika regional” -compuesta por Argentina, Brasil y México- ha estado concentrada en sus problemas internos.
Argentina en medio de una grave crisis económica; Brasil con la incertidumbre que genera la llegada al poder en enero del ultraderechista Jair Bolsonaro; y México, que además de las turbulencias por el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, tendrá un nuevo presidente que asume el cargo este sábado: Andrés Manuel López Obrador.
Y precisamente porque estará en la ceremonia de investidura no viajará a Buenos Aires. Tampoco lo hará Bolsonaro por una intervención médica.
Pero aunque no estén físicamente en la reunión, sus nombres y sus intereses estarán de alguna u otra manera representados en las discusiones, dado que son los nuevos mandatarios de las dos mayores economías de la región.
“América Latina podría llevarse mucho más de las aguas revueltas del G20 si abrazara una agenda sencilla, corta, pero que represente los intereses básicos de toda la región”, le dice a BBC Mundo Jorge Argüello, presidente de la Fundación Embajada Abierta, exembajador de Argentina en EE.UU. y autor del libro “¿Quién gobierna el mundo? El rol del G20 en el nuevo orden mundial”.
Intereses comunes, explica, como reglas comerciales más estables, control de capitales especulativos, precios de alimentos sostenibles e inversiones en infraestructura y tecnología.
Pero eso será muy difícil de lograr, señala Argüello, cuando no hay un liderazgo regional, ni una visión estratégica conjunta.
“La troika latinoamericana está envuelta en su propia emergencia doméstica”.