Julia Tena de la Nuez / BBC News Mundo
¿Alguna vez te has preguntado si el botón del semáforo que lo hace ponerse en verde realmente funciona? ¿O el que cierra las puertas del ascensor?
No es que seas un cínico: es que es muy probable que no sirvan para mucho.
En 2004, el diario The New York Times realizó una investigación sobre los cerca de 3.250 botones instalados en los semáforos de intersecciones de Nueva York y descubrió que más de 2.500 no tenían ningún efecto sobre si el semáforo se ponía verde o no.
Y en 2013, la BBC descubrió que este también era el caso de miles de semáforos en Reino Unido.
Según Transport for London, el organismo responsable del sistema de transportes en Londres, por la noche el botón actúa para detener el tráfico. Pero esto es solo entre las horas de la medianoche y las siete de la mañana. Durante el día, no tiene ningún efecto.
Lo mismo ocurre con los botones para cerrar la puerta del ascensor: en Estados Unidos casi ninguno funciona, según la industria nacional del ascensor de este país.
Y si no funcionan en Estados Unidos, ¿podemos estar seguros de que realmente funcionan en otros países?
Según la psicóloga de Harvard Ellen Langer,esa pregunta puede tener menos importancia de la que crees.
“No podemos estar seguros de si funcionan o no. ¡Y apretar un botón requiere tan poco esfuerzo!”, dice en una entrevista a BBC Mundo.
“Hacer algo siempre sienta mejor que no hacer nada. Así que no creo que las personas estén actuando tontamente al presionar el botón del semáforo, aunque exista la posibilidad de que no vaya a tener ningún efecto”.
Langer se hizo conocida en 1975 por su investigación “La Ilusión del Control”.
En ese trabajo, escribió que la percepción de no tener control puede tener consecuencias muy negativas. Y al contrario: la ilusión de tenerlo puede tener efectos muy beneficiosos para la salud.
Langer pone como ejemplo un hogar de ancianos. Las personas en estos hogares no tienen capacidad de decisión sobre muchas áreas de su vida y eso puede resultar debilitante.
La psicóloga sugiere que cuando no es posible permitir el ejercicio de un control real puede ser ventajoso introducir la ilusión de control.
“Por ejemplo, al dejar que el paciente en el hogar de ancianos decida si quiere una inyección de penicilina o tomar una tableta de penicilina se le ha dado la oportunidad de ejercer el control, aunque la decisión verdaderamente importante (que debe tomar la penicilina) ya se ha tomado“, escribe Langer.
“Los beneficios para la salud mental de dejarles tomar este tipo de decisiones son abundantes, mientras que verdaderamente no hay ningún inconveniente“.
¿Cómo se aplica esta teoría a los botones que no funcionan?
“El creer que puedes hacer algo -en este caso contribuir a que el semáforo se ponga en verde- lleva a una reducción del estrés y esto te puede hacer sentir mejor“, dice la psicóloga. “Todo esto por un esfuerzo tan pequeño: el de darle a un botón”.
“Desde el punto de vista del observador, puede parecer una tontería. Pero desde el punto de vista del que lo hace tiene todo el sentido del mundo”.
“Existen dos tipos de personas: la que cree que tiene control sobre las cosas y la que no. Es muy triste no sentirte en control”.
Para algunas personas estos “botones placebo” pueden resultar insultantes o incluso un engaño.
Pero el sistema de transportes de Londres niega estar deliberadamente engañando a la gente.
“Hay 4.650 cruces de peatones en Londres y el botón funciona en la mayoría de ellos”, dijo el Jefe de Infraestructura de Tráfico de Transport for London a la BBC en 2013.
“Pero es difícil decir cuántos están completamente automatizados y cuántos son realmente operados por el botón, a menos que alguien analice cada cruce”.
Los “botones placebo” también podrían estar en tu propio lugar de trabajo.
Según un artículo de The Wall Street Journal de 2003, muchos de los termostatos que puedes ver en una oficina son completamente falsos.
Los controles para la calefacción, ventilación y aire acondicionado de la empresa suelen estar ocultos en los ductos de la oficina.
Esto significa que muchos de los termostatos que puedes ver en la pared son sólo réplicas diseñadas para hacerte creer que tienes algún tipo de control sobre la temperatura de tu lugar de trabajo.
Langer no ve un problema con este “termostato placebo”.
“Imagina que es un día caluroso y te está costando trabajar. Da igual que el termostato realmente no funcione: si haces algo al respecto te sentirás menos estresado y podrás concentrarte en otras cosas que no sean la temperatura de la habitación”.
“De hecho, al darle al botón probablemente hasta sientas menos calor“, concluye la psicóloga.