Tras 22 meses de investigación sobre la presunta injerencia de Rusia en las elecciones que en 2016 ganó Donald Trump, el fiscal especial Robert Mueller entregó este viernes al gobierno su esperado reporte.
El fiscal general del Estado, William Barr, confirmó en una carta al Congreso que Mueller entregó este viernes el informe confidencial sobre su investigación.
Barr dijo que es posible que este mismo fin de semana presente al Congreso un informe sobre las principales conclusiones.
La investigación comenzó en mayo de 2017, cuando Mueller fue designado como fiscal especial para investigar el caso de la supuesta colusión de la campaña de Trump y el gobierno de Rusia.
El contenido de la investigación, que Trump ha calificado de “cacería de brujas”, es confidencial y no es de conocimiento público.
Sin embargo, trascendió que entre sus conclusiones Mueller no recomendará realizar ninguna acusación adicional, según confirmó un alto funcionario del Departamento de Justicia.
Más detalles de la investigación podrían salir a la luz pública próximamente… o quizá nunca.
No necesariamente. De hecho, según el corresponsal de la BBC para Norteamérica, Anthony Zurcher, “posiblemente no”.
Es poco probable que el público tenga acceso a un informe detallado como ocurrió por ejemplo con la investigación en 1998 que acabó desvelando, gracias a cajas y cajas de documentos, la relación de Bill Clinton con Monica Lewinsky.
Aquella pesquisa, liderada por el asesor independiente Kenneth Starr, se regía por un estatuto federal con diferentes reglas.
En el caso de la investigación de Mueller, sin embargo, se lleva a cabo bajo los reglamentos del Departamento de Justicia.
Esto supone que su obligación al finalizar el trabajo no es otra que proporcionar un “informe confidencial” al fiscal general explicando sus conclusiones, como hizo este viernes.
Ahora, Barr deberá ofrecer a los principales miembros de los comités judiciales del Senado y de la Cámara de Representantes una breve explicación sobre cualquier acción tomada a partir del informe.
En su carta al Congreso este viernes, el fiscal general confirmó que no hubo casos durante la investigación en que el Departamento de Justicia ordenara a Mueller que no tomara medidas.
Sin embargo, quedará a criterio de Barr decidir si considera “de interés público” hacer accesibles para la población de manera íntegra cualquiera de estos informes o comunicaciones.
En su misiva este viernes, Barr dijo que consultará con el fiscal general adjunto Rod Rosenstein -que coordinó la investigación antes de la designación de Barr- y con Mueller “para determinar qué otra información del informe se puede divulgar al Congreso y al público”.
En el pasado, el Departamento de Justicia se ha mostrado reacio a proporcionar información sobre investigaciones que no forman parte de un proceso penal.
Pero esta postura fue claramente quebrantada en 2016 por el exdirector del FBI James Comey, cuando desveló los resultados de una investigación federal sobre el uso de Hillary Clinton de un servidor de correo electrónico privado mientras era secretaria de Estado de Barack Obama.
El equipo de Clinton consideró que aquel escándalo fue una herida mortal para su campaña en las elecciones presidenciales de 2016.
Por lo tanto, sería cuanto menos irónico que las consecuencias políticas de aquella acción de Comey fueran ahora utilizadas por el Departamento de Justicia para defender una posible decisión de mantener en la confidencialidad la investigación de Mueller que implica a quien fue rival de Clinton, Donald Trump.
Esa es la pregunta del millón.
En sus audiencias ante el Senado para la confirmación de su puesto el pasado mes de enero, los demócratas presionaron a Barr para que prometiera que haría público cualquier hallazgo o informe resultante de la investigación de Mueller.
Él se mostró prudente en su respuesta.
“Mi objetivo es llevar toda la información que sea posible al Congreso y al público”, dijo.
Este viernes en su carta al Congreso, reincidió en la misma postura.
“Sigo comprometido con la mayor transparencia posible y les mantendré informados sobre el estado de mi revisión”, reincidió en su carta este viernes.
Desde luego, es una posibilidad.
“O si llegamos a saber algo de la investigación, podría llevar un tiempo convertirlo en un formato para darlo a conocer en público (o, dada la forma en que funcionan las cosas en Washington, acabar filtrándose)”, según Zurcher.
Pero sin duda, es posible que tras la entrega de las conclusiones de Mueller, el mundo tenga que esperar horas, días o incluso semanas para saber qué ocurrirá, si es que finalmente ocurre algo.
Sin embargo, existe otra opción.
Hasta ahora, Mueller habló a través de sus documentos judiciales, que son ricos en detalles y revelaciones sobre cómo agentes rusos recopilaron información sobre el proceso electoral de 2016 en EE.UU.
También sobre cómo iniciaron una campaña en redes sociales para influir en las opiniones políticas de los estadounidenses y piratearon correos electrónicos y archivos de los principales líderes demócratas en un esfuerzo por dañar la campaña de Clinton.
Mueller también estaba investigando si Trump obstruyó la justicia con su despido del director del FBI James Comey, o intentando llevar a error o hacer concluir la investigación.
Trump nunca accedió a entrevistarse con el equipo de Mueller durante la investigación, pero sus abogados enviaron respuestas por escrito a las preguntas después de meses de negociaciones.
Mueller también procesó a varios miembros del círculo más íntimo de campaña de Trump por varios delitos como obstrucción a la justicia o mentiras sobre los contactos rusos.
Asimismo, ayudó a llegar a un acuerdo con el abogado personal de Trump, Michael Cohen, quien reveló pruebas de las negociaciones comerciales del presidente con funcionarios rusos llevadas a cabo en el marco de la campaña presidencial de 2016.
También acusó formalmente a un confidente de Trump, Roger Stone, por mentir sobre sus contactos con Wikileaks, la organización que asegura fue el conducto a través del que Rusia inyectó su material robado en el torrente sanguíneo político de los estadounidenses.
Mueller podría estar construyendo una vía judicial que tenga como destino final a la Casa Blanca. No en vano, su investigación se ha considerado siempre como una permanente espada de Damocles sobre la presidencia de Trump.
Analistas de tribunales destacan cómo se han presentado diversas acusaciones selladas en los tribunales federales utilizados por el equipo de Mueller en los últimos meses.
Podrían ser bombas políticas y legales. O podrían ser un fiasco.
No, en absoluto.
Hay una serie de casos iniciados por el fiscal especial, entre ellos el del exasesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn; y el del número dos de la campaña de Trump, Rick Gates; que aún esperan la sentencia definitiva.
El exjefe de campaña de Trump, Paul Manafort, fue sentenciado este mes a 47 meses de cárcel por fraude.
Stone, veterano asesor de Trump, aún tiene que ir a juicio por cargos como mentir al Congreso, manipulación de testigos y obstrucción de la justicia.
Mientras tanto, hay una gran cantidad de otras investigaciones en curso que se llevan a cabo de manera independiente a la oficina del fiscal especial.
Investigadores federales en Nueva York analizan si hay posibles violaciones a la ley electoral por parte de la campaña de Trump y sus actividades empresariales o mala conducta por parte del comité inaugural de Trump.
Los fiscales generales de Washington y Virginia también tienen trabajo con el caso de espionaje que involucra a la rusa Maria Butina y un proceso sobre socios de Flynn por su presunta relación con campañas de lobbying promovidas desde el extranjero.
También hay investigaciones a nivel estatal de la fundación benéfica de Trump y las declaraciones de impuestos de la Organización Trump, así como una demanda en curso que alega que el presidente, a través de sus negocios, está violando una norma constitucional que prohíbe aceptar dinero de gobiernos extranjeros mientras permanece en el cargo.
En definitiva, Mueller puede salir del escenario pero la trama en torno a este caso, sin duda, seguirá dando mucho que hablar.
Tras conocerse la noticia, el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, emitieron una declaración conjunta en la que piden al fiscal general William Barr que “haga público el informe íntegro y presente al Congreso la documentación y los hallazgos subyacentes”.
“No se debe permitir que la Casa Blanca interfiera en la decisión sobre qué partes de esos hallazgos o pruebas se hacen públicas (…). El pueblo estadounidense tiene derecho a la verdad. El lema es la transparencia “, agregaron.
Lindsey Graham, un republicano de Carolina del Sur y ferviente partidario de Trump, dijo que siempre creyó que “era importante que se permitiera a Mueller hacer su trabajo sin interferencias, y eso se ha logrado”.