El síndrome de la vejiga tímida o paruresis es una condición que afecta al 7% de la población mundial. Quienes lo padecen ven cómo su vida diaria se ve afectada.
Es normal que para la mayoría de personas orinar en un baño fuera de casa resulte incómodo.
Para otras, sin embargo, hacerlo en el de la oficina, un restaurante, un aeropuerto, un centro comercial o un estadio resulta una situación dramática que les causa mucha ansiedad y los afecta física y emocionalmente.
Estas personas, padecen una condición llamada paruresis, más conocida como “síndrome de la vejiga tímida”.
Quienes lo padecen no son capaces de orinar si hay otras personas cerca.
E incluso si no hay nadie, se cohíben ante la idea de alguien pueda llegar.
Aunque se estén “reventando“, simplemente no logran orinar.
Para estas personas se vuelve común tomar medidas con tal de evitar ir al baño fuera de casa.
Por ejemplo, evitan tomar líquidos antes de salir, se esfuerzan por orinar varias veces en casa aunque no tengan ganas, planean cada salida para calcular cuánto tardarán en volver a casa, tratan de no estar más de 20 minutos en la calle o evitan viajar.
Para otros, incluso se vuelve un problema recibir visitas en casa, pues no son capaces de ir al baño mientras haya gente ahí.
“Esta condición puede llegar a afectar el trabajo, las relaciones de pareja y familiares de la persona”, le explica a BBC Mundo la psicoterapeuta Astrid Perez-Lyons, quien ha tratado pacientes con paruresis.
“Puede llegar a controlar todas sus actividades”.
La Asociación Internacional de Paruresis (IPA) calcula que en Estados Unidos cientos o incluso miles de trabajadores han sido despedidos injustificadamente porque no fueron capaces de orinar durante un examen de drogas aleatorio.
Aunque hace falta más investigación sobre el tema, la IPA estima que alrededor del 7% de la población mundial sufre este síndrome.
Según explica Perez-Lyons, el síndrome de vejiga tímida genera en la persona una ansiedad al notar que otros podrán escuchar o darse cuenta de que está orinando.
La IPA, a su vez, explica que las causas de este síndrome son muy variadas y dependen de cada persona. Desde traumas de la niñez y rasgos de la personalidad hasta preocupaciones relacionadas con la sexualidad o incluso condiciones físicas.
En cualquier caso, de acuerdo a Perez-Lyons lo importante es pedir ayuda pronto, pues con un tratamiento adecuado la persona puede superar el síndrome.
“Las personas deben saber que la ayuda está y es muy efectiva“, dice Perez-Lyons, quien menciona como ejemplo algunas terapias en las que el paciente recibe acompañamiento en situaciones en las que poco a poco va perdiendo el miedo a orinar.