Las imágenes de las cámaras de seguridad muestran un auto blanco en un callejón estrecho.
Un hombre, vestido completamente de blanco, corre hacia el asiento del conductor, se detiene por unos segundos y luego corre hacia una motocicleta manejada por otro hombre.
El auto blanco rueda lentamente por el callejón.
En su interior está Tara Fares, una de las celebrities más controvertidas de Irak.
Acaba de ser asesinada.
Era el 27 de septiembre de 2018. Ayoush había regresado a su ciudad natal, Bagdad, después de un breve viaje a Turquía.
Alrededor de las tres de la tarde, recibió una llamada desde un número de móvil que no reconoció.
“Soy yo, Tara. ¿Qué tal fue tu viaje? Vamos a quedar hoy”, dijo la voz.
Ayoush recuerda cada detalle de esa última llamada.
Ayosuh es una de las primeras DJs mujeres de Iraq. Se había hecho famosa tocando una combinación de pop occidental y local, pero también trabajaba promocionando eventos.
Tara Fares era famosa por razones distintas.
Sus 2,7 millones de seguidores en Instagram podían verla enseñando atuendos distintos, mostrando sus tatuajes o probando técnicas de maquillaje.
Publicaba sobre viajes, libros que había leído o cosas divertidas que le habían sucedido.
Ayoush y Tara se movían en los mismos círculos. Eran más que conocidas, pero tampoco eran amigas cercanas.
Sin embargo, este día habían quedado en encontrarse en el barrio al-Mansour de Bagdad, donde se encontraba la oficina de la DJ.
Un par de horas después de la primera llamada telefónica, Ayoush llamó a Tara para elegir un lugar donde reunirse.
Nadie respondió.
Intentó llamar de nuevo a eso de las cinco y media. Un chico respondió gritando: “¡Han disparado a Tara Fares!“.
Ayoush comprobó su cuenta de Facebook. Ya había publicaciones sobre la muerte de Tara.
“Estaba asustada. Me fui a casa inmediatamente “, dice Ayoush, de 37 años, cuyo verdadero nombre es Aisha Qusai. Su familia había escuchado la noticia y temían que la DJ pudiera estar en peligro.
El periodista Sary Hussam, de 22 años, había entrevistado a Tara en abril.
Él también estaba en estado de shock.
Estaba sentado con unos amigos en un tranquilo café jugando a las cartas, como hacen muchos jóvenes iraquíes los jueves (cuando comienza el fin de semana).
La noticia se difundió como la pólvora en las redes sociales. En un instante todos en el café se enteraron de lo que había sucedido.
Sary no lo podía creer y marcó el número de teléfono móvil de Tara, pero fue directamente al buzón de voz.
Majd -no es su nombre real- era uno de los fotógrafos que había trabajado con Tara.
Por un instante pensó que quizá se trataba de un truco publicitario, un intento escandaloso de Tara por llamar la atención.
Pero no lo era.
Tras la muerte de Tara, las redes sociales se convirtieron en un campo de batalla.
Ella había sido siempre una figura muy polémica. A las pocas horas de su muerte algunos usuarios ya la estaban insultando.
Pero también había muchos que la defendían.
En otras partes del mundo, el Instagram de Tara no hubiera sido nada controvertido.
A Tara le gustaba mostrar su ropa y sus tatuajes. Y los tatuajes siguen viéndose como algo radical in Irak.
Tara había empezado con unos pequeños en sus dedos: una media luna y una flecha.
Luego se hizo un patrón floral en el brazo.
Sus fotos también mostraban una frase árabe tatuada debajo del cuello: “Ma yhizak reeh”, un dicho que habla sobre ser “irrompible”.
El nombre árabe “Ali” también aparece en su hombro izquierdo.
Y en fotos más recientes puede verse un rostro femenino, una rosa y una cabeza de león extendiéndose en su muñeca y brazo.
En la mayoría de sus fotos vestía de forma casual, con jerséis holgados, camisetas sencillas y pantalones cortos. El color y la longitud de su cabello cambiaban constantemente.
En algunas fotos tomadas no mucho antes de su muerte, aparece vestida con lencería negra, un elegante sujetador con joyas o una chaqueta sin nada debajo.
Estas son fotos muy polémicas para estándares iraquís.
“Ella era diferente”, dice Majd. “Su estilo y ropa eran distintos. Las demás modelos iraquíes son muy conservadoras o al menos sus familias lo son. Es muy difícil convencer a una modelo iraquí de que se ponga una blusa con el ombligo al aire”.
A Tara no le importaba. Ella se ponía lo que quería.
En su blog hablaba de ir al gimnasio, ir a restaurantes o viajar con amigos.
Como a muchos jóvenes iraquíes, a Tara no le preocupaba expresar su opinión política, especialmente al principio, cuando era menos conocida. No era una activista, sólo decía lo que pensaba.
En verano de 2015, la gente salió a la calle a exigir reformas políticas. Los manifestantes se reunieron en la plaza Tahrir, cerca del Monumento a la Libertad.
Un joven manifestante fue asesinado. En un clip, Tara dijo en árabe: “La policía y el ejército abrieron fuego contra los manifestantes. ¿Por qué? Esta es la primera vez que vemos esta escena: sunitas, chiítas y kurdos, todos cantando el himno nacional. ¿Por qué un hombre tan joven ha tenido que convertirse en mártir?“.
En otras ocasiones criticó la corrupción y a los políticos corruptos. Y en los últimos dos años de su vida se enfocó en el valor de la libertad individual: “Vive tu día al máximo. Haz lo que amas. Toma las decisiones que quieras, les guste o no a la gente”.
Su nivel de fama en Instagram no era único en Irak. Había otras estrellas que también tenían un gran seguimiento en las redes: una cantante, un poeta, una reina de belleza que se convirtió en presentadora de televisión…
Pero Tara no era como ninguno de ellos. Fumaba, utilizaba palabrotas y escandalizaba a la gente.
Esta persona directa y sin complejos no existió siempre: Tara se había creado a sí misma.
Erase una vez, hace mucho tiempo, fue una adolescente vestida de novia.
Una foto vieja, tomada probablemente en 2012, muestra a Tara de pie, vestida de blanco, con mucho maquillaje, pelo recogido y corona brillante sobre la cabeza.
Un gran collar dorado, probablemente regalo del novio, cubre su pecho.
Este tipo de fotos pueden verse en los álbumes de boda de muchas novias en Bagdad. Tara parecía una novia normal y corriente.
Pero solo tenía 16 años y estaba siendo obligada a casarse.
Años más tarde, cuando Tara ya era famosa, contó la historia de esta infeliz relación a través de Snapchat.
Tara describió a su exmarido como “pequeño y malvado” y lo acusó de golpearla.
Pasó su embarazo en casa de sus padres, y una vez nació el niño su padre lo dio en adopción.
“Era sólo una niña, nada más tenía 17 años”, dijo más tarde en una entrevista en YouTube. “¿Qué podía haber hecho?”.
No volvió a ver a su hijo nunca más.
Cuando llegó al hospital Sheikh Zayed, a solo cuatro kilómetros de la escena del crimen, Tara ya estaba muerta.
La habían disparado en la cabeza, cuello y el pecho. Los médicos trataron de reanimarla sin éxito.
Tenía tan sólo 22 años.
Al día siguiente, el entonces primer ministro, Haider al-Abadi, dijo en un tuit que había ordenado a los servicios de seguridad que investigaran e informaran dentro de un plazo de 48 horas.
Tara era la tercera joven famosa que había sido asesinada en Bagdad en los últimos dos meses.
Las tres muertes habían ocurrido un jueves por la tarde.
Rafif al Yasiri trabajaba como cirujana plástica, mientras que Rasha Hassan dirigía un centro de belleza. Según el Ministerio de Interior, Rafif había muerto por sobredosis de drogas, mientras que Rasha habría sufrido un ataque cardíaco.
Pero existían otras teorías sobre sus muertes en las redes sociales.
Tras el asesinato de Tara, muchas personas empezaron a sugerir que las mujeres “liberales” estaban siendo atacadas.
“Que una cirujana plástica, una esteticista y una estrella de Instagram muriesen de forma tan extraña una detrás de la otra no puede ser casualidad”, dice la activista Faten Khalil Hattab.
El entonces ministro del Interior, Qasem al Araji, dijo que Tara Fares había sido asesinada por un grupo extremista.
En una entrevista televisiva el 11 de octubre, el ministro dijo que “información precisa” había demostrado que un “grupo extremista entrenado” había asesinado a Tara.
No identificó al grupo, pero dijo que era el mismo que había asesinado al aspirante a actor y modelo iraquí Karrar Noushi en verano de 2017.
Una de las personas sospechosas de haber cometido este crimen fue la DJ Ayoush.
Fue detenida y encarcelada en la prisión de mujeres de Bagdad, pero tras una investigación que probó su inocencia fue puesta en libertad.
Aquellos que conocen a Taratemen que la mataran debido a su estilo de vida.
Algunas personas con vida similar también recibieron amenazas de muerte.
La exreina de belleza Shimaa Qasim dijo a Al Arabiya TV que había sido amenazada en las redes sociales.
En una transmisión en vivo desde su casa en Ammán, Jordania, dijo que aunque no tenía miedo “su alma estaba cansada”.
Dumooa Tahseen, ganadora de la versión iraquí de La Voz en 2018, también expresó su enojo y conmoción.
En un clip publicado en las redes sociales, dijo: “He perdido la esperanza en este país. ¿Es este el Iraq que todos solíamos soñar?”.
Antes y después de la muerte de Tara, varias mujeres, principalmente artistas y activistas, recibieron mensajes amenazadores.
Algunos de estos mensajes decían: “Tú serás la siguiente, el próximo jueves”.
Muchas sintieron miedo. Algunas familias incluso empujaron a sus hijas, y algunas veces a sus hijos, a abandonar el país, al menos temporalmente.
Otros se quedaron, pero dejaron de ser activistas o desaparecieron de las redes sociales.
Faten Khalil se describe a sí misma como activista feminista y se hizo famosa en Irak después de hacer una entrevista televisiva sobre el matrimonio infantil.
Faten decidió abandonar Irak poco después de la muerte de Tara y ahora está buscando asilo en Turquía. Dice que recibió amenazas de muerte en su cuenta de Instagram con el siguiente mensaje: “Tú serás la siguiente”.
Hanaa Edwar, una activista iraquí de 70 años, cree que tras la derrota del Estado Islámico en Iraq en el verano de 2017 algo cambió.
El país comenzó a recuperar su normalidad y las mujeres se hicieron más visibles.
Pero algunos grupos extremistas no querían que las mujeres participasen de la vida pública.
Hanaa explica que un número importante de mujeres participó en las elecciones parlamentarias de mayo de 2018, las primeras tras la caída del Estado Islámico.
Esta gran participación tuvo lugar a pesar del abuso que muchas sufrieron por parte de hombres enojados.
Al final, más de un cuarto del nuevo parlamento iraquí estuvo formado por mujeres, una proporción más alta que en Estados Unidos.
Los asesinos de Tara no han comparecido ante la justicia.
Su caso, que llegó a ocupar la primera plana de todos los periódicos iraquíes, parece ahora olvidado.
La vida continúa, incluso para los más afectados por su muerte.
Tal y como dice Sary el periodista: “Los iraquíes hemos sufrido tragedias terribles. Hemos aprendido a pensar sólo en el futuro“.
Existen muchas teorías sobre el asesinato de Tara.
Hanaa Edwar dice que dos hombres jóvenes cercanos a Tara fueron acusados de su asesinato, pero un juez les puso en libertad en febrero debido a la falta de pruebas. No ha sido posible confirmar esto.
“Al igual que la mayoría de los crímenes que ocurren en Irak, este caso se cerrará y el autor nunca será identificado”, predice la activista.
El gobierno está intentado resolver la situación de inseguridad, pero los asesinatos de hombres y mujeres continúan.
Al poco de la muerte de Tara, un adolescente fue asesinado porque se sospechaba que era gay. El 2 de febrero de 2019, cuatro meses después del asesinato de Tara, el novelista iraquí Alaa Mashzoub, de 51 años, fue asesinado a tirospor un agresor desconocido.
La falta de seguridad no impide que las personas sigan con sus vidas.
Pero la vida de algunos ha cambiado para siempre.
“Aunque nunca la llegué a conocer, Tara ha cambiado mi vida para siempre”, dice Faten, la activista feminista.
Faten todavía está esperando una respuesta a su solicitud de asilo en Turquía.
La vida no es fácil para ella pero no se arrepiente de haber abandonado Irak.
“El gobierno no protege a sus ciudadanos, sólo las élites están protegidas. No quiero que me maten en Irak, no quiero que la gente me mande amenazas de muerte”, afirma.
“Hemos visto asesinatos, explosiones, las decapitaciones del Estado Islámico y desplazamientos”, agrega.
“Bagdad es como una bomba de tiempo. Puede parecer tranquilo, pero es la calma antes de la tempestad“.