Jóvenes y estudiantes ocuparán las calles el sábado en centenares de ciudades de Estados Unidos para una movilización nacional contra las armas de fuego que espera reunir medio millón de manifestantes en la capital, Washington.
La “Marcha por nuestras vidas” es una reacción a la masacre del 14 de febrero en un colegio de secundaria en Florida, donde un joven con un rifle semiautomático provocó la muerte de 14 estudiantes y tres adultos.
Esta matanza, apenas el último capítulo de un drama que periódicamente se repite en el país, generó una intensa ola de consternación y los propios estudiantes tomaron la vanguardia de las protestas.
Pero el movimiento que comenzó empujado por adolescentes cansados de los baños de sangre adquirió fuerza propia y ya se han sumado personalidades públicas.
El actor George Clooney y su esposa Amal donaron medio millón de dólares para el movimiento. Oprah Winfrey y Steven Spielberg también sumaron su apoyo, y el actor Bill Murray comparó las marchas del sábado a las protestas contra la guerra de Vietnam en la década de 1960.
Para la concentración en la Constitution Avenue, en Washington, ya confirmaron presencia figuras sumamente populares entre los jóvenes estadounidenses, como los músicos Ariana Grande, Jennifer Hudson, Demi Lovato, Justin Timberlake o Miley Cyrus.
Pero sin dudas las mayores estrellas de la jornada son los adolescentes que sobrevivieron a la matanza en el colegio de Parkland, Florida, y que lanzaron el grito inaugural del movimiento juvenil contra las armas de fuego.
“Estas manifestaciones no habrían ocurrido sin la matanza en mi escuela. Por eso, será un momento difícil”, dijo a la AFP el estudiante Carlos Rodríguez, que escapó ileso de la masacre en Florida.
“Me siento orgulloso de ser uno de los estudiantes que lanzaron este movimiento”, añadió.
Aalayah Eastmond ya está en Washington para participar de la gigantesca manifestación y rendir homenaje a sus compañeros de escuela que no sobrevivieron.
“Perdí dos amigos de mi clase, y otros seis fueron heridos”, narró la joven de apenas 17 años. “Es necesario actuar. Esto no puede pasar de nuevo. Han pasado 36 días y no se ha hecho nada. Vamos a luchar hasta que esto cambie”, apuntó.
La ira de los jóvenes tiene un blanco preciso: la incapacidad de los poderes ejecutivo y legislativo de actuar en relación al acceso a armas, que muchos estadounidenses consideran un derecho fundamental.
La controversia no es nueva. Alcanzó lo que parecía un punto de quiebre después de la matanza de 20 niños en una escuela de Sandy Hook, en 2012, pero el gobierno no logró torcer el brazo de la industria de armas y de la todopoderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, en inglés).
El expresidente Barack Obama llegó a reconocer la derrota ante el multimillonario lobby del NRA, y por ello ahora, aún después de haber abandonado la Casa Blanca, expresó su pleno apoyo a la manifestación estudiantil.
De acuerdo con el sitio web del comité organizador, el sábado habrá 830 “marchas hermanas”, simultáneas a la de Washington, en incontables ciudades del país, donde las armas de fuego dejan más de 30.000 muertos a cada año.
La generación que saldrá a las calles el fin de semana suele identificarse como la “generación Columbine”, en referencia a la matanza perpetrada en el colegio de secundaria en Colorado en 1999, donde dos estudiantes mataron a tiros a 12 colegas de clase y un profesor.
Así, esta generación ha pasado prácticamente la totalidad de su escolaridad ante el temor de que sus escuelas sean escenario de la más reciente matanza generalizada.
Todos los estudiantes estadounidenses ya se habituaron a los ejercicios de emergencia en sus escuelas para casos de tiroteos y ataques con armas de fuego.
Según el diario Washington Post, desde la matanza de Columbine en 1999 nada menos que 187.000 estudiantes estadounidenses fueron testigos directos de ataques en masa y tiroteos en las escuelas del país.
En la capital estadounidense, los jóvenes pretenden ocupar todo el espacio que va desde la Casa Blanca hasta el Capitolio, sede del Congreso.
El comité organizador preparó una gigantesca red de voluntarios que ofrecen alojamiento para los jóvenes llegados desde otras ciudades del país.
El sistema de trenes subterráneos de Washington funcionará con un servicio reforzado y se instalaron por el centro de las ciudad más de 2.000 baños químicos móviles y enormes pantallas de video.
Con información de: Sébastien Blanc © Agence France-Presse