El Río Bravo, que divide México de Estados Unidos, le arrebató la ilusión de llegar a aquel país al joven quetzalteco Darwin Ovidio Vásquez Romero, de 16 años, quien el pasado 26 de mayo murió ahogado en sus aguas.
Una semana después, la familia del joven quetzalteco se enteró de la tragedia y ahora esperan a que las autoridades agilicen la entrega de sus restos.
Con una oración, la humilde familia de Darwin Ovidio pide por su alma y por una respuesta de la repatriación del cadáver para darle el último adiós en el sector conocido como La Montañita, caserío Los Morales, Agua Blanca.
Según el reporte del medio Milenio de México, el cuerpo apareció flotando en el Río Bravo cerca del rancho conocido como “El Frisco”, ubicado en el Paseo Colón al oriente de Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde este año han aparecido por lo menos otros cuatro migrantes muertos.
Máximo Vásquez, padre de Darwin Ovidio, con una mirada de desconsuelo explica que su hijo se marchó con otros jóvenes “por necesidad”. No estudiaba porque no tienen dinero, se dedicaba a ayudar a su padre en las tareas del campo a sembrar maíz, papa, frijol y otros productos.
“Lo último que me dijo es que se iba para ganar para una casita, porque la pobreza es grande aquí y porque no tenía nada, por eso dijo que mejor decidía irse para Estados Unidos a trabajar para salir adelante”, añadió Vásquez.
De acuerdo con su relato, le pidió a su hijo que no se fuera, pero él estaba decidido a hacerlo.
Con lágrimas en los ojos, Lidia Marina Romero, madre del joven migrante, recuerda las palabras de su hijo antes de que partiera de madrugada rumbo a Estados Unidos.
“Mama me voy porque yo no tengo nada, quiero ir a hacer algo, ya no aguanto la pobreza”. Agregó que desea tener el cuerpo de su hijo para inhumarlo. “No sabemos qué pasó, si se ahogó o si Migración le hizo algo, solo Dios sabrá”, agrega.
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Recuerda que el joven aún se comunicó con la familia cuando pasaba por México, pero luego ya no supo nada de él, hasta enterarse de la trágica noticia.
Darwin tiene un hermano pequeño y dos hermanas más grandes que él. Una de ellas es Cindy Leticia Vásquez, quien con un llanto inconsolable pide ayuda a las autoridades y a todas las personas para repatriar a Darwin y darle sepultura a su “hermanito con quien jugué y crecí”.
“Queremos verlo y despedirlo, siempre lo tendremos en el corazón de nuestra familia”, indicó.
Los familiares afirman que cuando repatrien el cadáver lo velarán en su casa y luego lo inhumarán en la aldea La Nueva Concepción, de San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, porque en el lugar donde residen (a 17 km de la cabecera municipal) no hay cementerio.
El caso saca a debate de nuevo la falta de oportunidades para los jóvenes guatemaltecos.
La semana pasada inhumaron a Claudia Patricia Gómez González, quien fue asesinada por un guardia de la Patrulla Fronteriza en Laredo Texas, Estados Unidos. El caso de Gómez González despertó el interés mundial porque en un video aficionado se observa el momento en que la quetzalteca queda tendida en el suelo.
Mientras la familia exige justicia el gobierno de Guatemala no descarta demandar al de EE. UU. por el caso.