Sin lugar a dudas, Tarkan es uno de los artistas más reconocidos que Turquía ha visto. Incluso algunos extranjeros que saben poco o nada de Turquía conocen su nombre, tal vez incluso alguna de sus canciones populares.
Tarkan Tevetoğlu nació el 17 de octubre de 1972 en Alemania. Regresó a Turquía con su familia a la edad de 15 años. Ya había comenzado a tomar clases de música a los 13, y amplió su educación en Estambul hasta 1993 cuando conoció a Mehmet Söğütoğlu. La canción debut de su primer álbum “Yine Sensiz” pronto se convirtió en un éxito y el álbum vendió 900.000 unidades. Colaboró con Sezen Aksu y comenzó sus torneos mundiales. Debido a la presión de los medios, huyó a Nueva York en 1995 y participó en tres torneos gigantes de Europa, incluidos los países de Suiza, Holanda, Inglaterra y Alemania. Al comienzo del milenio, ya era una estrella mundial. Fue considerado como el mejor artista extranjero en Rusia y protagonizó algunos comerciales locales.
Tarkan también comenzó a hacer producciones en inglés después de 2005. Se tomó un descanso del mundo de la música y regresó en 2007 con su álbum “Metamorfoz”. Algunos lo criticaron por un ligero cambio en su estilo, pero sus fanáticos siempre lo apoyaron. Se casó con Pınar Dilek el 29 de abril de 2016. Hoy vemos que no prefiere estar a la vista con frecuencia y se queja de las desventajas de Turquía.
Conocido como “la Serpiente” o “el asesino del bikini”, Sobhraj actuaba con determinación y destacaba por sus artimañas para eludir a las autoridades utilizando los pasaportes de sus víctimas, quienes solían ser turistas occidentales que recorrían el llamado sendero hippie del subcontinente indio.
La dramática vida del infame asesino en serie, quien ahora tiene 77 años, ha inspirado obras literarias, cinematográficas y más recientemente una serie televisiva coproducida por la BBC y Netflix.
Pero ¿quién fue realmente “la Serpiente” y cómo pasa sus días actualmente?
Nacido en Saigón en 1944, hijo de un comerciante indio que le negó la paternidad y una de sus empleadas vietnamita, Sobhraj obtuvo la nacionalidad francesa cuando, tras la separación de sus padres, su madre se casó con un militar francés y se instaló en Marsella, en el sur de Francia.
El rechazo de su padre lo marcó y le causó resentimiento y odio: “Haré que te arrepientas de haber faltado a tu deber como padre”, escribió Sobhraj en su diario.
Una terrible predicción que puede que se haya cumplido.
Durante su adolescencia nunca terminó de encajar en Europa. Se dedicó al asalto callejero y al robo de autos en París. Entró y salió de reformatorios, y al alcanzar la mayoría de edad cayó en prisión.
Pero al salir consiguió un empleo gracias a la intervención de un benévolo, quien además le presentó a Chantal Compagnon, una integrante de la burguesía parisina, de quien se enamoró hasta la obsesión.
Por un corto periodo, Sobhraj trató de abandonar el camino delictivo y consiguió un trabajo en un restaurante, pero su gusto desenfrenado por el lujo y el dinero lo empujaron rápidamente a retomar el crimen.
Poco después fue arrestado nuevamente por robo de auto, pero Compagnon, cegada por sus encantos, esperó a que saliera de la cárcel y se casó con él. Juntos emprendieron un viaje por el continente asiático, en el que tuvieron una hija.
A los 30 años, “la Serpiente” ya había hecho de Tailandia su nuevo centro de operaciones.
Su “especialidad“
Muchas personas que lo conocieron coinciden en que era un individuo carismático.
“La especialidad de Charles Sobhraj era asesinar a los hippies que venían a descubrir Asia”, explica en un artículo de Vice Gary Indiana, que conoció a “la Serpiente” en los años 80.
El autor sugiere que por su aspecto “provinciano” y “no europeo”, los turistas blancos del sendero hippie lo encontraban interesante e “inofensivo”.
“Sobhraj no tenía reparos en estafar a estos mochileros sedientos de espiritualidad. Despreciaba a estas personas, las consideraba cobardes e inmorales”, agrega.
Todavía es un misterio por qué asesinaba “hippies”, pero algunos que siguieron muy de cerca sus pasos insinúan que la respuesta puede hallarse en traumas de la infancia.
Herman Knippenberg, un diplomático holandés que, tras la muerte de una pareja neerlandesa en Tailandia que la policía local no se molestó en investigar, comenzó a unir cabos y a descubrir los crímenes, cree que los mataba porque no le obedecían fácilmente.
“Al resistirse a las proposiciones de Sobhraj revivía la preocupación que tuvo durante su infancia de ser rechazado”, explicó en conversación con el periodista británico Andrew Anthony.
En los años 70 el sendero hippie se había convertido en un popular destino de muchos jóvenes europeos y estadounidenses que viajaban desde Europa Occidental al Lejano Oriente, pasando por Oriente Medio e India.
En esa época los controles fronterizos no eran tan estrictos y “la Serpiente” se aprovechó de ello.
El romance con Chantal Compagnon terminó cuando ambos fueron arrestados en Afganistán, él logró escapar drogando a un guardia; ella permaneció en prisión, pero al salir decidió comenzar una nueva vida lejos de su problemático esposo.
No obstante, Sobhraj le dijo al periodista Andrew Anthony -quien lo entrevistó en París en los años 90 y luego en 2014 en una prisión en Nepal-, que Compagnon continuó apoyándolo financieramente y permanecieron en contacto por mucho tiempo después de su separación.
A dos años del arresto en Kabul, Sobhraj conoció a la quebequense Marie-Andrée Leclerc en Srinagar, India, y la convenció de que fueran juntos a pasar el verano en Tailandia.
“Múltiples identidades”
Leclerc tampoco se resistió a los encantos de aquel hombre del que entonces poco sabía, pero que cambiaría su vida para siempre.
Poco a poco fue siendo arrastrada, comenzó a participar en los crímenes y terminó convirtiéndose en su cómplice.
El modus operandi del “asesino del bikini” consistía en drogar a sus víctimas, antes de quitarles sus pertenencias.
Se ganó ese apodo tras ser vinculado con la muerte de varias mujeres occidentales en bikini en el balneario de Pattaya en Tailandia.
Se aprovechaba de la ingenuidad de muchos turistas occidentales, ganándose la confianza de ellos invitándoles o tomar un trago: luego las víctimas se despertaban frecuentemente en una cama sin ningún recuerdo de la noche anterior.
“Era un hombre de múltiples identidades: era un intelectual israelí un día y el otro un vendedor de telas libanés, y recorría Asia buscando a sus presas”, recuerda Gary Indiana en su artículo publicado por Vice.
En ocasiones, Leclerc y Sobhraj secuestraban a sus víctimas por varios días, incluso semanas. La canadiense les suministraba una “medicina” que les causaba confusión y náuseas.
Además les robaban sus pasaportes para viajar y operar en otros países de la región, confundiendo así a las autoridades.
Esta forma de escabullirse catapultó al francés como “la serpiente”.
Según reportes, Charles Sobhraj hablaba fluidamente varios idiomas, lo cual le era útil cuando asumía las identidades de sus numerosas víctimas.
Su capacidad para delinquir sólo se comparaba con su aptitud para escapar de prisión: se cree que logró escapar de cárceles en Afganistán, Grecia, Irán e India.
En 1971, escapó de una cárcel en la India -donde cumplía una sentencia de 20 años por envenenar a turistas franceses que viajaban en un autobús-, fingiendo apendicitis y huyendo desde el hospital.
Lo volvieron a arrestar en 1976, pero diez años después pudo escapar de una manera aún más sorprendente: organizando una fiesta de cumpleaños a la que invitó tanto a guardias como a prisioneros.
Las uvas y las galletas entregadas a los invitados fueron inyectadas con pastillas para dormir, dejando inconscientes a todos excepto a Sobhraj y otros cuatro fugitivos.
Según la prensa local, el grupo estaba tan orgulloso de su escapada que se fotografiaron atravesando las puertas de la prisión hacia las calles de Nueva Delhi.
Como fugitivo, Sobhraj no se esforzaba demasiado por esconderse de la justicia y salía frecuentemente a disfrutar la vida nocturna. Por eso no pasó mucho tiempo antes de que lo volvieran a arrestar.
Algunos estiman que decidió escapar hacia el final de su condena de diez años en India para que lo capturaran nuevamente y así enfrentar nuevos cargos. De esa forma podría evitar la extradición a Tailandia, donde se le buscaba por cinco asesinatos y con casi toda seguridad se le impondría la pena de muerte.
Cuando fue puesto en libertad en 1997, el plazo de 20 años para que fuera juzgado en Bangkok había expirado.
Sobhraj regresó a Francia, comenzó una nueva vida en el barrio chino de París, contrató a un agente y negoció entrevistas y fotografías.
Logró vender derechos para una película y un libro por US$15 millones.
Pero en septiembre de 2003 cometió un error: viajó a Nepal e inmediatamente fue reconocido por un
Muchos dicen que fue víctima de su propio ego.
Lo juzgaron por haber viajado con un pasaporte falso y por los asesinatos de dos ciudadanos norteamericanos que habría llevado a cabo 28 años antes.
Pese a haber sido acusado de la muerte de 20 personas que fueron drogadas, estranguladas, golpeadas o quemadas en India, Tailandia, Nepal, Turquía e Irán entre 1972 y 1982, no fue sino hasta agosto de 2004 que “la Serpiente” fue condenado por asesinato por primera vez.
Como ya era costumbre, Sobhraj negó los cargos, pero la policía aseguró que esta vez tenían una “maleta llena” de pruebas en su contra y la justicia lo condenó a cadena perpetua.
Actualmente sigue detenido en Nepal y en septiembre de 2014 fue condenado por un segundo asesinato, el de un turista de Quebec.
Entrevistado por el biógrafo Richard Neville, autor de Life and Crimes of Charles Sobhraj (La vida y los crímenes de Charles Sobhraj), el asesino en serie confesó: “Siempre que pueda hablar con la gente, puedo manipularla“.
La cárcel no le ha impedido continuar con su vida.
Desde hace más de 10 años mantiene una relación amorosa con Nihita Biswas, la hija de una de sus abogadas nepalesas. Según medios locales se casó con ella en 2010.
Y de acuerdo con el periódico británico Sunday Mirror, que logró hablar con él en marzo, “la Serpiente” todavía se declara inocente.
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El desarrollo de los acontecimientos ha sido imposible de ignorar: miles de tropas rusas fueron desplegadas cerca de la frontera con Ucrania, en un momento en que un grupo de buques de guerra estadounidenses supuestamente se dirigían al Mar Negro y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia les advirtió que se alejaran “por su propio bien”.
A medida que la retórica hostil y los movimientos militares en Ucrania se han intensificado, los políticos occidentales han comenzado a temer una invasión abierta e instan al presidente ruso, Vladimir Putin, que “reduzca la escalada”.
Rusia se ha negado: el Ministerio de Defensa insistió esta semana en que sus movimientos fueron en respuesta a los ejercicios “amenazantes” de la OTAN en Europa.
Pero luego Putin recibió una llamada telefónica de la Casa Blanca.
“En el arriesgado juego de Putin, Biden parpadeó primero”, argumenta el periodista Konstantin Eggert a propósito de la llamada del presidente estadounidense al Kremlin, en la que propuso reunirse con Putin “en los próximos meses”.
Esto sucedió solo unas semanas después de que el presidente de EE.UU. dijera en una entrevista que el líder de Rusia era “un asesino“.
El paso del presidente Biden es ahora un tema de debate: tal vez lo hizo para prevenir un desastre o quizá fue una concesión errónea. Lo cierto es que en el período previo a una cumbre, una llamada como esta hace que el riesgo de una importante acción militar rusa se desvanezca.
“Sería realmente indigno de un político: sería una bofetada en la cara de Biden”, le dice Eggert a la BBC.
“Pero el hecho de que fuera Biden quien sugirió que se reunieran le da a Putin la ventaja”.
Ciertamente la televisión estatal rusa lo cree así.
Tanto los presentadores como los invitados en los programas políticos han estado alabando la demostración de fuerza de Moscú, asegurando que su país resistió a la hostilidad de EE.UU. y de la OTAN.
Un comentarista incluso sugirió que los “nervios le habían fallado al presidente Biden”.
El senador Konstantin Kosachev fue citado ampliamente argumentando que Washington se había dado cuenta de que era “imposible lograr la superioridad militar sobre Rusia” y que los dos países necesitaban volver al diálogo.
El reciente y ostentoso movimiento de tropas de Rusia siempre pareció retórico por parte de un país que renunció a su deseo de gustar y ahora quiere que Occidente le tema.
Cuando Vladimir Putin envió tropas y equipos al este de Ucrania hace siete años, lo hizo con operaciones secretas que hasta el día de hoy todavía niega haber llevado a cabo.
Pero esta vez, Rusia parece más decidida a enviar señales que a desplegar soldados.
“Mi opinión es que intentan disuadir”, asegura Andrei Kortunov, director del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia.
El experto señala los recientes refuerzos de Kiev en el este de Ucrania y argumenta que las acciones de Rusia son para evitar cualquier movimiento con la intención de retomar áreas controladas por militantes respaldados por Rusia.
Un alto funcionario del Kremlin advirtió que tal acción militar sería “el comienzo del fin de Ucrania“, cuyo gobierno estaba formado por niños “jugando con fósforos”.
Actualmente, Rusia tiene una excusa para intervenir: alrededor de medio millón de personas en las autoproclamadas “Repúblicas Populares” de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, han recibido pasaportes rusos desde que estallaron los combates en 2014.
“Creo que sería difícil para el Kremlin no acudir al rescate de estas ‘repúblicas’, si las mismas se enfrentaran a la amenaza de una gran derrota”, explica Kortunov, argumentando que ahora el ejército de Ucrania está significativamente mejor equipado y entrenado gracias al apoyo de EE.UU. y Europa.
Pero aún duda de que Vladimir Putin esté planeando una intervención.
“No veo nada que el Kremlin pueda ganar con un compromiso militar directo en la crisis de Ucrania. Creo que la política rusa se centra más en mantener el status quo y asumir que Ucrania implosionará por sus problemas crecientes y la fatiga (que causa) Ucrania en Occidente”, prosigue Kortunov.
La otra audiencia de las maniobras que realiza Moscú está más lejos.
Para EE.UU. hay una advertencia no tan velada de que Rusia todavía cree que el destino de su vecino es negocio suyo y se opone particularmente al objetivo de Ucrania, reiterado esta semana, de unirse a la OTAN.
Pero algunos detectan otro objetivo: intentar evitar las nuevas y duras sanciones de la administración de Biden en represalia por la intromisión en las elecciones de Rusia, los ataques de piratería informática y más.
“Rusia está tratando de elevar el listón y demostrar que puede generar costos a quienes intentan infligir costos a Rusia, incluso si eso es imprudente y puede resultar en sanciones más severas“, explica el analista de política exterior Mikhail Troitskiy.
“Creo que esta es la lógica detrás de esta escalada, que es peligrosa porque en algún momento podría salirse de control”, agrega.
A pesar de las nuevas conversaciones en la televisión estatal rusa sobre ucranianos “fascistas”, hay poca sensación de que una guerra total sea popular entre los rusos, que se encuentran lidiando con la covid-19, además de las sanciones y el impacto ocasionado por los bajos precios del petróleo.
Andrei Kortunov cree que el “potencial de movilización” de las aventuras de política exterior ahora está “casi agotado”, con personas más preocupadas por sus propios problemas que en 2014, cuando había un contexto más cómodo.
La guerra de Rusia en 2008 con Georgia es una muestra de la rapidez con la que tal confrontación puede escalar y siempre existe la advertencia de que nadie creía que Vladimir Putin se atreviera a anexar Crimea.
Pero defender Dombás probablemente sería una operación mucho más sangrienta y peligrosa.
Es posible que las intenciones de Putin se vuelvan más claras la semana que viene, cuando pronuncie su discurso anual sobre el “Estado de la nación”, un podio que a menudo usa para hablar en contra de Occidente.
Pero la llamada de Joe Biden puede haberle dado la oportunidad de retirarse de esta pelea en particular.
Turquía ahora dice que Estados Unidos ha cancelado la solicitud de Biden de que dos buques de guerra pasen por el Bósforo.
“Creo que Putin atrajo la atención, se puso en el foco no solo de Europa sino de la administración estadounidense”, afirma Konstantin Eggert. “Se las arregló para asustarlos y le gusta hacer eso”.
Mikhail Troitskiy está de acuerdo.
“Si Rusia no ve sanciones estadounidenses importantes que afecten sus intereses vitales, podría considerar retirar las tropas de la frontera”, estima.
“Otra forma de desescalar las cosas es que lleguen al clímax, como sucedió en la crisis de los misiles en Cuba. Pero eso sería muy indeseable“.
La noticia fue confirmada el miércoles por el presidente estadounidense, Joe Biden. “Es la hora de terminar la guerra más larga de EE.UU.”, dijo el mandatario.
Tras dos décadas de conflicto, ¿cómo es el país que 10.000 tropas de la OTAN -lideradas por EE.UU.- abandonarán?
Es un país dramáticamente diferente al territorio destruido y Estado paria gobernado por el Talibán que fue derrocado tras la invasión encabezada por EE.UU. en 2001, en respuesta a los ataques de 11-S.
Pero este cronograma de retiro será decisivo. Podría acelerar un intento de lograr la paz, o descender en una violencia que triture la más abierta sociedad que ha estado echando raíces -por más lento y disparejo que sea- durante las últimas dos décadas.
“El mejor resultado posible que se podría esperar es que este cronograma de retiro sirva como un catalizador y un mecanismo para presionar a las partes afganas a llegar a un acuerdo político para septiembre o enfrentar una sangrienta guerra civil al estilo de Siria”, advierte Tamim Asey, directora ejecutiva del Instituto de Estudios de Guerra y Paz en Kabul.
Pocos hubieran esperado que este último capítulo de la misión militar de EE.UU. se leyera de esta manera: un triunfante Talibán preparado para regresar al poder en el campo de batalla o a través de conversaciones de paz en las que tienen la mayoría de las cartas; los tan alardeados “adelantos” se están esfumando día a día en una ola de matanzas dirigidas contra la educada, activa y vital alma de una sociedad emergente.
Muchos afganos temen un recaída terrible hacia una guerra civil de un conflicto que ya ha sido descrito como uno de los más violentos del mundo.
“Lo que más me preocupa es cuando le adjuntan cronogramas al retiro, pero no condiciones”, se queja una activista de derechos humanos afgano. “El Talibán simplemente esperará a que se vayan y no se involucrará en temas sustanciales”.
Es una opinión compartida por otros.
“Desearía que el presidente Biden hubiera condicionado el cronograma de retiro de tropas a cero matanzas en el terreno de todas las partes entre mayo y septiembre”, reflexiona Orzala Nemat, directora de la Unidad de Investigación y Evaluación de Afganistán (AREU, por sus siglas en inglés).
Pero el alto funcionario del gobierno de EE.UU. que informó a la prensa el retiro fue enfático: “El presidente ha juzgado que una estrategia basada en condiciones, que ha sido la estrategia de las últimas dos décadas, es una receta para quedarse en Afganistán para siempre“.
También está la promesa de “utilizar todo nuestro juego de herramientas para asegurar el futuro al que aspira el pueblo afgano y que tenga la mejor oportunidad de que se lleve a cabo”.
Pero la mejor ficha de negociación de Washington ha sido su poder militar. El retiro de todas las tropas extranjeras que apoyan a las fuerzas del gobierno afgano ha sido la meta constante del Talibán, mientras sus combatientes continúan ganando terreno poco a poco, distrito por distrito, a lo largo de un creciente número de provincias.
El presidente Joe Biden no encontró buenas opciones sobre el escritorio cuando heredó el acuerdo del año pasado entre EE.UU. y el Talibán, que comprometía a Washington a retirar sus tropas para el 1ro. de mayo a cambio de garantías de seguridad de parte del Talibán y un compromiso más vago de reducir la violencia y perseguir un diálogo de paz.
La seguridad de Estados Unidos -la razón que inició el envío de tropas- tenía que ser un factor decisivo. Y se espera que otras fuerzas de la OTAN sigan el ejemplo de EE.UU.
“Esto no es 2001, es 2021”, fue como un alto funcionario de EE.UU. contestó a la pregunta sobre la amenaza que representan grupos como al Qaeda y Estado Islámico, que todavía tienen presencia en Afganistán.
“Estimamos que la amenaza contra nuestra nación que ahora emana de Afganistán está a un nivel que podemos abordar sin una persistente huella militar en el país y sin continuar en guerra contra el Talibán”.
“La decisión siempre se iba a dar desde un punto de vista político más amplio sobre los intereses estadounidenses a gran escala y, desde esa perspectiva, la decisión tienen sentido”, dice Laurel Miller, directora del Programa Asiático del Grupo de Crisis Internacional y exfuncionaria del Departamento de Estado de EE.UU.
Pero pronto llegan los lamentos.
“Es una tragedia que EE.UU. no se esmerara mucho antes en tratar de armar un proceso de paz en Afganistán, antes de que se acabara el impulso”, comenta Miller, que estuvo involucrada en algunos de los primeros intentos de explorar soluciones negociadas.
Ahora será el esmero de los líderes afganos, de todas las partes en este conflicto, lo que será crucial.
“Las voces del pueblo afgano son muy claras y unidas haciendo un llamado a la paz, justicia y preservación de los valores nacionales y democráticos”, resalta Nemat de AREU. “Pero la élite política todavía sigue tratando de maximizar su porción de poder compartido, en lo que ven como una oportunidad de afianzarse en el poder igual a la de 1992”.
La historia crea sombras largas y oscuras en Afganistán. Muchos de los mismos políticos poderosos y señores de la guerra que se atacaron mutuamente en una furiosa guerra interna después del retiro de tropas soviéticas en 1988 han sido colocados al frente del proceso de negociación que se ha estado formando.
Existe la opinión de que sólo ellos tienen la influencia necesaria para llegar a un acuerdo con el Talibán. Pero también está la preocupación de que ellos no pueden ni quieren representar al Afganistán de 2021, incluyendo a las víctimas de crímenes de guerra, mujeres activistas y la más amplia sociedad civil.
Hay un revoltijo de planes de paz de rivales políticos, incluyendo el grandioso proyecto del despacho del presidente Ashraf Ghani. Un Alto Tribunal de Reconciliación Nacional tendrá primero que reconciliar las perspectivas enfrentadas en Kabul.
En cuanto al Talibán, ellos siguen obsesionados con la promesa incumplida de EE.UU. de retirarse por completo para el 1ro. de mayo.
“Hasta que todas las fuerzas foráneas no se retiren por completo de nuestra patria, el Emirato Islámico no participará en ninguna conferencia que tome decisiones sobre Afganistán”, anunció en Twitter el portavoz del Talibán, doctor Mohammed Naeem, unas horas antes de que se divulgara la noticia de la decisión tomada por EE.UU.
La conferencia a la que alude ahora es una “conferencia inclusiva y de alto nivel” auspiciada por Turquía, Qatar y Naciones Unidas, programada para el 24 de abril en Estambul. Es un elemento crucial en el nuevo rompecabezas del gobierno de Biden.
Se le ha dado un papel protagónico a la ONU, a medida que se incrementan los esfuerzos por reactivar las conversaciones de paz así como lograr un consenso entre los poderes regionales, cada uno con sus representantes afganos.
En el estado árabe de Qatar, donde equipos de negociadores del Talibán y del gobierno afgano se han estado reuniendo esporádicamente desde septiembre, se escuchó a unos talibanes usar la expresión inglesa “la pelota está ahora en nuestro campo”, en reacción a la noticia del postergado retiro de EE.UU. Ellos siempre han insistido en que buscan la paz.
“El liderazgo Talibán no ha dado señales de querer la paz, pero sí todas las señales de querer seguir un camino hacia el poder a través de la guerra”, declara Kate Clark, codirectora de la Red de Analistas de Afganistán.
La tradicional “temporada de combates” se cierne en medio de informes sobre una violenta campaña que el Talibán tiene preparada; las fuerzas del gobierno afgano también se alistan para la batalla.
“¿Quién conservará el progreso logrado en los últimos 20 años si se empeora la guerra civil o el Talibán captura territorio?”, se pregunta Clark. “Donde hay conflicto, las libertades se evaporan; donde el Talibán gobierna, son tan autoritarios como antes y pocas niñas van a la escuela más allá de los primeros años en las áreas controladas por el Talibán”.
Consciente de este tema candente, EE.UU. se esfuerza por señalar que va a “trabajar con otros países mediante herramientas diplomáticas, económicas y humanitarias para proteger los logros hechos por las mujeres afganas”.
“Biden se quiere salir de la guerra afgana, pero no de Afganistán”, indica Asey, del Instituto de Estudios de Guerra y Paz, esforzándose por poner una buena cara en este momento coyuntural crítico.
A medida que EE.UU. busca “cerrar el libro” de su guerra más larga, las mentes afganas están agudamente enfocadas en el siguiente capítulo de su propia guerra más larga y sin fin.
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El esposo de la reina Isabel II, que falleció el viernes a los 99 años de edad, nació en la isla griega de Corfú el 10 de junio de 1921 ocho años después del asesinato de su abuelo, el rey Jorge I de Grecia.
Único hijo varón del príncipe Andrés de Grecia y la princesa Alicia de Battenberg, Felipe nació en el palacio de Mon Repos, que actualmente es un museo y que hace un siglo era la residencia de verano de la familia real griega.
Su estancia en Grecia fue corta.
Cuando tenía apenas 18 meses, la familia tuvo que huir del país después de un golpe militar y de que el príncipe Andrés, padre de Felipe, fuera condenado a muerte.
Lo acusaban de ser uno de los principales responsables de la desastrosa campaña del ejército griego en Turquía.
Ante la presión de Reino Unido, la pena no fue ejecutada, a condición de que Andrés de Grecia se exiliara del país para siempre.
Eran tiempos convulsos para la monarquía griega, con la abdicación del rey Constantino I, que dio paso al corto reinado de Jorge II (1922-1924).
La travesía de Felipe desde Grecia hasta su llegada al palacio de Buckingham muchos años después empezaba así en 1922, en una cuna hecha de una caja de naranjas donde el bebé dormitaba mientras el barco de guerra británico que los rescató surcaba el Adriático y llevaba a la familia hasta Italia.
En su escapada contaron con la ayuda del rey Jorge V de Inglaterra, primo hermano del príncipe Andrés.
La determinación del monarca por salvarlos se debía en gran parte a su remordimiento por no haber podido ayudar a otro primero directo, el zar Nicolás II, durante la Revolución Rusa cinco años antes.
La familia terminó por instalarse en las afueras de París, en una casita de campo propiedad de la tía de Felipe.
Tras pasar unos años en Francia, el núcleo familiar se fue deshaciendo.
El príncipe Andrés se instaló en Montecarlo y Felipe, el menor de los cinco hijos, fue el que creció más alejado de sus padres, al ser educado en internados en Escocia e Inglaterra.
Por su parte, las cuatro hermanas del príncipe se casaron con nobles alemanes que en su mayoría eran simpatizantes del emergente movimiento nacionalsocialista alemán.
La infancia de Felipe estuvo fragmentada y marcada por una serie de pérdidas y tragedias familiares.
En 1930, cuando tenía 8 años, su madre fue internada en un centro psiquiátrico tras sufrir una crisis nerviosa.
Felipe vio poco a sus padres en los años que siguieron. Su padre se retiró en Francia, en la Costa Azul, y los parientes de su madre en Reino Unido ayudaron en su crianza.
Posteriormente adoptaría el apellido de ellos, Mountbatten, la forma en inglés del nombre familiar Battenberg.
Felipe pasó sus años de adolescencia internado en una escuela escocesa, Gordonstoun.
Su fundador y director era el pionero educador judío Kurt Hahn, quien fue expulsado de Alemania por condenar a los nazis.
Hahn y Gordonstoun proporcionaron al príncipe Felipe una sensación de estabilidad muy necesaria después de los diversos trastornos de su infancia.
Pero sus últimos años allí se vieron ensombrecidos por la muerte de su hermana Cecilie y su familia en un accidente de avión cuando se dirigían a Londres para asistir a una boda familiar en 1937.Le tocó a Hahn dar la noticia a Felipe, de 16 años, quien nunca olvidaría el “profundo impacto” al escuchar lo sucedido en el despacho del director.Quizá más resiliente que la mayoría de los niños por los otros golpes que había sufrido en la vida, “no se derrumbó”, según registró más tarde Hanh.
“Su dolor era el de un hombre”, manifestó.
Seis meses después, Felipe sufrió otra pérdida: la de su tutor Georgie Milford Haven, quien murió de cáncer a los 45 años de edad.
Pero los lazos de Felipe con Grecia no se llegaron a romper porque era el hogar de su madre, que tuvo una vida llena de altibajos.
Sorda desde los 4 años, a Alicia de Battenberg (1885-1969), bisnieta de la reina Victoria de Reino Unido, la tomaron por una niña con dificultades intelectuales porque nadie reconocía lo que le pasaba.
La joven aprendió ocho idiomas mediante lectura labial.
En 1902 conoció al príncipe Andrés, cuarto hijo varón del rey Jorge I de Grecia, con quien se casó un año después en la ciudad alemana de Darmstadt, antes de establecerse en los palacios reales griegos.
Durante las guerras de los Balcanes (1912-1913) trabajó como enfermera voluntaria de la Cruz Roja, pero después de su marcha a Francia, su situación volvió a caer en picado.
Su relación con el príncipe se deterioró hasta tal punto que fue internada en un sanatorio después de que Sigmund Freud le diagnosticara esquizofrenia y le aplicara terapia de electrochoque.
Cuando finalmente salió del sanatorio, se separó de su marido y regresó a Alemania.
Mientras tanto, Felipe estudiaba en Inglaterra, en Francia y en Alemania, y a sus 18 años, se alistó en la Marina Real británica.
El futuro duque de Edimburgo regresó a Grecia con la intención de vivir con su madre, que había vuelto a ese país un año antes para trabajar con los pobres.
Solo pudo estar un mes con ella pues su tío, el rey Jorge II de Grecia, le pidió que volviera a Reino Unido para continuar su servicio en la Marina.
El príncipe Felipe combatió durante la Segunda Guerra Mundial mientras su madre continuaba en la Grecia ocupada por la Alemania nazi.
Después de la liberación, Alicia de Battenberg trabajó décadas como monja e intentó establecer un monasterio en la localidad griega de Tinos.
En 1947, la princesa acudió a la boda del príncipe Felipe con la entonces princesa Isabel de Inglaterra y también asistió pocos años después a la coronación de la reina.
Finalmente, en 1967 el príncipe de Edimburgo la trasladó al palacio de Buckingham, donde falleció dos años después.
La “ruptura oficial” de Felipe con Grecia se produjo el 21 de noviembre de 1947, antes de casarse con Isabel II, cuando renunció a su título real heleno.
Adoptó entonces el apellido de la familia de su madre (Mountbatten) y se convirtió en ciudadano británico.
Ahora, tras conocerse la muerte del duque de Edimburgo, en su país nativo tuvieron un recuerdo para él.
La presidenta de Grecia, Katerina Sakellaropoulou, compartió una foto de un joven Felipe vistiendo el uniforme distintivo de la Guardia Evzone, una unidad ceremonial que en la actualidad todavía protege el Parlamento griego.
“El duque de Edimburgo, el príncipe Felipe, que nació en Corfú, sirvió a su país con devoción durante muchas décadas. Expreso mi más sentido pésame a Su Majestad la Reina Isabel II, los miembros de la Familia Real Británica y el pueblo británico”, dijo la mandataria griega.
The Duke of Edinburgh, Prince Philip, who was born in Corfu, served his country with devotion for many decades. I extend my warm condolences to Her Majesty Queen Elizabeth II, the members of the @RoyalFamily and the British people. pic.twitter.com/qmB4PZjLDM
— President GR (@PresidencyGR) April 9, 2021
El alcalde de Atenas, Kostas Bakoyannis, también expresó en un comunicado su “profunda tristeza” por la muerte del príncipe Felipe.
Dijo que la vida del duque de Edimburgo “sirve como ejemplo de tenacidad y de adaptabilidad ante la adversidad“, y extendió su pésame al príncipe Carlos, quien visitó la ciudad el pasado 24 de marzo.
“Grecia es la tierra de mi abuelo y del nacimiento de mi padre, hace casi 100 años, en el año del centenario de la independencia griega”, declaraba el hijo primogénito de Isabel II y del duque de Edimburgo, recordando el exilio de su familia paterna.
“Grecia ha ocupado durante mucho tiempo el lugar más especial en mi corazón“.
El director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China, Gao Fu, admitió que la eficacia de las vacunas para covid-19 de su país no es alto, y apuntó que Pekín estudia la mezcla de varias o un cambio en las pautas de vacunación de estas a fin de aumentar la eficacia del antígeno.
Citado hoy por el diario hongkonés South China Morning Post, Gao indicó en una conferencia en la ciudad central china de Chengdú que Pekín valora dos vías de mejora “para solucionar el problema de que la eficacia de las vacunas actuales no es alto”.
Una de estas sería ajustar la inoculación -ya sea aumentando la dosis, el número de dosis o el espaciado entre estas- y la otra, combinando vacunas de distinto tipo de tecnología.
Según el rotativo hongkonés, “es la primera vez que un científico chino ha debatido en público la eficacia relativamente baja de las vacunas chinas”.
Sin embargo, en una entrevista con el diario estatal Global Times publicada hoy, Gao consideró que los medios malinterpretaron sus palabras como una admisión de que las vacunas chinas son poco eficaces.
“Las tasas de protección de todas las vacunas del mundo a veces son altas y a veces, bajas. La mejora de su eficacia es una cuestión que los científicos de todo el mundo tienen que plantearse”, apuntó Gao, citado por Global Times.
“A este respecto, sugiero que pensemos en ajustar el proceso de vacunación, así como el número de dosis e intervalos, y adoptemos vacunación secuencial con distintos tipos de antígenos”, agregó.
Por su parte, el experto en vacunas Tao Lina, presente en la conferencia de este sábado en Chengdú, indicó: “Los niveles de anticuerpos generados por nuestras vacunas (chinas) son más bajos que las del ARN mensajero (tecnología usada por las vacunas de Pfizer y Moderna), y los datos de eficacia también son más bajos”.
“Por eso -continuó, citado por South China Morning Post-, creo que es una conclusión natural que nuestras vacunas de virus inactivado y vector de adenovirus son menos efectivas que las de ARN mensajero”.
Por el momento, China ha dado la aprobación para el uso de emergencia a cuatro vacunas para covid-19: dos desarrolladas por la farmacéutica Sinopharm (ambas de virus inactivado), una por Sinovac (virus inactivado) y otra por CanSino (vector viral no replicante).
En el caso de la vacuna de Sinovac, se realizaron ensayos clínicos fuera de China que dejaron distintas tasas de eficacia: mientras que las pruebas realizadas en Turquía arrojaron una efectividad del 91.25 %, los datos proporcionados por Indonesia apuntaron a un 65.3 % y Brasil rebajó al 50.4 % el porcentaje, una semana después de haber anunciado un 78 %.
Las tasas de efectividad de las vacunas de Sinopharm son de entre el 72.5 % y el 79 %, mientras que CanSino afirma que su antígeno tiene una eficacia del 75 %.
El pasado 31 de marzo, el grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que estudia las vacunas contra covid-19 explicó que está terminando su análisis de las desarrolladas en China por Sinovac y Sinopharm, y en los próximos días confirmará si autoriza o no su uso de emergencia.
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La Copa Mundial de la FIFA del 2002 se jugó en Corea-Japón y la final se jugó el 30 de junio de 2002 en el Estadio Internacional de Yokohama, Japón, que le ganó Brasil 2-0 a Alemania.
Uno de los datos más curiosos que se recuerdan de es mundial, aparte de la victoria de Brasil, fue el peculiar estilo de pelo que lució Ronaldo, la estrella de la selección brasileña en la semifinal.
Ronaldo, que ahora es propietario del Real Valladolid de la Liga española, ofreció una entrevista para Sports Illustrated en la que tocó varios temas y anécdotas de su vida, pero una de las que más llamó la atención fue la respuesta que dio a su particular estilo de pelo.
“Pido disculpas a todas las madres cuyos hijos se hicieron el mismo corte de pelo”, respondió Ronaldo.
Ele exfutbolista también aclaró qué lo motivó a hacerse ese corte de pelo y dijo que se lo hizo antes del juego de semifinales contra Turquía.
Ronaldo se había lesionado un músculo de la pierna antes de la semifinal contra Turquía, y el día anterior a la final no quiso hablar de ello con los medios de comunicación brasileños.
“Así que me corté el pelo. “Vi a mis compañeros de equipo y les pregunté: ‘¿Les gusta? Dijeron: ‘¡No, es horrible!”, recordó Ronaldo.
Dijo que los periodistas vieron su peinado y se olvidaron de la lesión.
El día después, “el Fenómeno” se recuperó del golpe en la pierna y marcó el gol que llevó a Brasil a la final.
La energía es la clave del dominio mundial de la humanidad.
No solo se trata del combustible que impulsa los aviones y nos permite atravesar continentes enteros en pocas horas, o las bombas que construimos que pueden aplastar ciudades enteras, sino las enormes cantidades de energía que consumimos todos los días.
Considera esto: un ser humano en reposo requiere la misma cantidad de energía que una bombilla incandescente tradicional para sostener su metabolismo -unos 90 vatios (julios por segundo)-.
Pero lo que un humano promedio en un país desarrollado usa se acerca a 100 veces esa cantidad, si se suma la energía necesaria para movernos, construir y calentar nuestras casas, cultivar nuestro alimento y todas las otras cosas a las que se dedica nuestra especie.
El estadounidense promedio, por ejemplo, consume unos 10.000 vatios.
Esa diferencia explica mucho sobre nosotros, nuestra biología, nuestra civilización y el increíblemente próspero estilo de vida que llevamos, comparado, naturalmente, con los otros animales.
Porque, virtualmente contrario a todas los demás seres de la Tierra, nosotros los humanos hacemos mucho más con la energía que impulsar nuestro metabolismo.
Somos criaturas de fuego.
La excepcional relación de la humanidad con la energía empezó hace cientos de miles de años, con el descubrimiento del fuego.
El fuego hizo mucho más que mantenernos calientes, protegernos de nuestros depredadores y darnos una nueva herramienta para la caza.
Una serie de antropólogos cree que el fuego realmente modificó nuestra biología.
“Cualquier cosa que permite a un organismo adquirir energía de forma más eficiente va a tener efectos enormes en la trayectoria evolutiva de ese organismo”, explica la profesora Rachel Carmody de la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts.
Ella cree que el desarrollo clave fue la cocina. La cocina transforma la energía disponible de la comida, arguye.
Los carbohidratos, proteínas y lípidos que aportan nutrientes a nuestros cuerpos se desenvuelven y son liberados cuando se calientan.
Eso facilita que nuestras enzimas digestivas trabajen más eficientemente, extrayendo más calorías más rápidamente que si consumiéramos la comida cruda.
Interprétalo como una manera de “predigestión” de la comida.
La profesora Carmody y sus colegas creen que esa energía adicional garantizó la evolución de nuestros pequeños intestinos gruesos y relativamente grandes cerebros -hambrientos de energía- que nos distinguen de nuestros más cercanos parientes primates.
Y, a medida que nuestros cerebros fueron creciendo, se creó un círculo de retroalimentación positiva.
Cuando se añaden neuronas al cerebro mamífero, la inteligencia aumenta exponencialmente, indica Suzana Herculano-Houzel, neurocientífica basada en la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee.
Con cerebros más inteligentes, nos volvimos mejores para la caza y el forrajeo.
También encontramos mejores maneras de tener acceso a las calorías en la comida -al machacarla con una roca, molerla en harina, o simplemente dejar que se pudra- y, por supuesto, asarla sobre el fuego.
Al hacerlo, aumentamos aún más el suministro de energía para nuestros cuerpos.
Esto nos permitió evolucionar cerebros más inteligentes y el resultado de este círculo virtuoso impulsó nuestros cerebros al primer puesto de la clase.
A lo largo de cientos de miles de años, el clima cambió constantemente, con capas de hielo que se extendían y luego se retiraban por todo el hemisferio norte.
La última Edad de Hielo terminó hace unos 12.000 años. Las temperaturas globales subieron rápidamente y luego se estabilizaron, y la humanidad se embarcó en su siguiente transformación energética.
Fue una revolución que vería al mundo alcanzar niveles sin precedentes de cambio tecnológico.
“En 2.000 años, por todo el mundo, en China, en Oriente Próximo, en Sudamérica, en Mesoamérica, hubo pueblos domesticando cultivos”, dice el doctor Robert Bettinger, de la Universidad de California, Davis.
La plantación de cultivos fue prácticamente imposible durante la Edad de Hielo, opina, pero el nuevo clima cálido, junto con un gran aumento de dióxido de carbono (CO2), fue muy propicio para la vida vegetal.
El mono que cocinaba se convirtió también en un mono que cultivaba.
Se requirió una gran inversión de energía humana en la forma de trabajo arduo y duro. A cambio, nuestros antepasados cosecharon un suministro de comida más abundante y fiable.
Piensa un instante sobre lo que hay que hacer para cultivar.
Los campos actúan como una especie de panel solar, pero en lugar de producir electricidad, convierten los rayos del sol en paquetes de energía química digerible.
Principalmente estaban los cultivos de cereales -granos domesticados como el trigo, el maíz y el arroz- que actuaban como una especie de moneda [o bien] de energía almacenada.
Ese bien se puede guardar en un silo para consumirlo cuando venga bien en los meses de invierno. O se puede llevar hasta el mercado para intercambiar por otros. O reinvertirlo plantando la siguiente cosecha.
O para engordar animales, que pueden convertir esa energía en carne, lácteos o fuerza de tiro.
Con el paso de los siglos, los animales y plantas domesticados en diferentes sitios del mundo se fusionarían en una especie de paquete agrícola, señala Melinda Zeder, una arqueóloga que estudia el desarrollo de la labranza pastoral en el Instituto Smithsonian.
Los cultivos alimentaron a los animales. Los animales trabajaron la tierra. Su estiércol alimentó a los cultivos. Y, dice la doctora Zeder, como paquete, aportaron una fuente de comida mucho más fiable y abundante.
Más comida significó más población, que podía expandirse a nuevos territorios y desarrollar nuevas tecnologías que producían aún más comida.
Fue otro ciclo virtuoso, pero esta vez impulsado por la energía solar captada a través de la agricultura.
El excedente de energía creado significó que podíamos sostener poblaciones más grandes y, lo que es más, no todos tenían que dedicarse al cultivo.
Las personas podían especializarse en la fabricación de herramientas, de casas, fundiendo metales o, si vamos al caso, diciéndole a otros qué era lo que debían hacer.
La civilización iba en desarrollo y con ella también hubo cambios fundamentales en las relaciones entre personas.
Las comunidades cazadoras recolectoras tienden a compartir sus recursos equitativamente. En comunidades agrícolas, en contraste, se pueden desarrollar profundas desigualdades.
Los que trabajaban largas horas en los campos naturalmente querían almacenar sus granos. Y luego estaban los que tenían las armas de metal que se llevaban su tajada de esos graneros a manera de impuestos.
De hecho, durante miles de años, el estándar de vida de la gran mayoría de la gente en la Tierra no mejoró significativamente, a pesar de la abundancia producida por la agricultura.
“Las sociedades cazadoras recolectoras fueron la sociedades afluentes originales”, dice Claire Walton, arqueóloga residente de la Antigua Granja Buster, un museo arqueológico al aire libre en Hampshire, Inglaterra. “Gastaban unas 20 horas a la semana en lo que se podría llamar puro trabajo”.
En comparación, un granjero romano o sajón de la Edad de Hierro, Neolítica, tendría que gastar el doble de eso, opina.
Sólo los reyes y los nobles vivían ese estilo de comodidad del que cada vez más de nosotros gozamos hoy en día.
Se necesitaría un cambio contundente en el uso de energía para logar eso, un cambio impulsado por combustibles fósiles.
Llegado el siglo XVIII, nuestras sociedades cada vez más pobladas empezaron a estrellarse contra los límites de la energía que los rayos de sol podían producir a diario.
La catástrofe malthusiana se cernía sobre nosotros. ¿Cómo podríamos cultivar comida lo suficientemente rápido para alimentar todas esas bocas o, en efecto, tener suficiente madera para construir nuestras casas y barcos, y producir el carboncillo para fundir todas nuestras herramientas de metal?
Así que empezamos a recurrir en cambio a una piedra negra que podíamos excavar y quemar en cantidades casi ilimitadas.
El carbón contiene la energía solar atrapada durante millones de años de los bosques fosilizados.
En el siglo XX, esa materia negra sería reemplazada por unos yacimientos geológicos aún más ricos en energía fotosintética: petróleo y gas natural.
Y con estos, todo tipo de actividades nuevas fueron posibles.
Los combustibles fósiles no sólo eran abundantes. También proporcionaban mayores fuentes de energía, liberándonos de nuestra dependencia de los animales.
Primero llegaron los motores de vapor, que convertían el calor del carbón en movimiento. Luego el motor de combustión interna. Después, la turbina de propulsión.
“Un caballo sólo te puede dar un caballo de fuerza”, explica Paul Warde, un historiador ambiental de la Universidad de Cambridge.
“Ahora contamos con máquinas industriales que pueden darnos decenas de miles de caballos de fuerza y en su mayor expresión el cohete Saturno V: 160 millones de caballos de fuerza que puede lanzarte afuera de la superficie de la Tierra”.
Los combustibles fósiles impulsan mucho más que nuestros vehículos.
Aproximadamente el 5% del suministro de gas natural mundial se usa para crear fertilizantes basados en amoniaco, por ejemplo, sin los cuales la mitad de la población mundial sufriría hambruna.
Convertir el hierro en acero consume 13% de la producción global de carbón.
Más o menos 8% de las emisiones de CO2 del mundo se generan del concreto.
Pero la quema de combustibles fósiles ha tenido en efecto increíble en nuestro estándar de vida.
Desde la Revolución Industrial nos hemos vuelto más altos, más saludables, nuestra expectativa de vida ha aumentado enormemente y, en el mundo desarrollado, estamos en promedio entre 30 y 40 veces mejor que antes.
Y todo eso es gracias a la revolución energética impulsada por combustibles fósiles, argumenta Vaclav Smil, de la Universidad de Manitoba, Canadá, un destacado experto en el papel de la energía en nuestras sociedades.
“Sin los combustibles fósiles, no hay transporte masivo rápido, no hay vuelos, no hay excedente de producción de alimentos para el consumidor, no hay teléfonos celulares hechos en China, transportados a Southampton en un buque gigante con 20.000 contenedores. Todo eso se debe a los combustibles fósiles”, afirma.
Vivimos en una sociedad de combustibles fósiles, asegura Smil.
Pero, mientras nos han distanciado cada vez más del yugo agrario, y creado nuestra economía global y altos estándares de vida, el catastrófico cambio climático que están creando ahora amenaza con descarrilar esa sociedad.
Así como hace dos siglos alcanzamos los límites de lo que podía lograr la agricultura, ahora el calentamiento global nos está imponiendo un límite a lo que el carbón, el petróleo y el gas pueden hacer con seguridad.
Ha creado el mayor reto jamás enfrentado por la sociedad humana -el tener que regresar a depender de la entrada diaria de energía del Sol para suplir nuestras enormes demandas de energía de una población de 8.000 millones de personas que sigue creciendo.
Justin Rowlatt es productor de “A Pyrotechnic History of Humanity” (Una historia pirotécnica de la humanidad) que se transmitió por Radio 4 de la BBC.