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5 preguntas para entender por qué EE.UU. sigue en guerra contra el Talibán en Afganistán


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suspendió abruptamente las conversaciones de paz con el Talibán en Afganistán justo cuando parecía que estaban a punto de llegar a un acuerdo para poner fin a la guerra.

  09 septiembre, 2019 - 23:18 PM

El enviado especial de Washington para la cuestión, Zalmay Khalilzad, lleva al menos un año manteniendo reuniones con dirigentes talibanes en Doha, Qatar.

La semana pasada se filtró un borrador que incluía la retirada de unos 5.000 de los 14.000 soldados que EE.UU. aún tiene allí desplegados.

Pero este sábado, a través de su cuenta de Twitter, Trump anunció la suspensión de las negociaciones de paz.

Lo hizo después de registrarse un ataque con bomba en Kabul.

El portavoz del Talibán, Zabuhulá Mujahid, contestó este lunes que, con la decisión, “Estados Unidos va a sufrir más que nadie”.

A lo que Trump respondió, también este lunes, dando por “muertas” las negociaciones.

“Creyeron que tenían que matar gente para tener una mejor posición en la negociación, gran error”, dijo el presidente estadounidense.

Pero, ¿por qué Estados Unidos libra una guerra en Afganistán y por qué ha durado tanto?

Zona Cero

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Flores sobre el monumento para las víctimas de los ataques del 11 de septiembre en la Zona Cero.

Primero, la explicación en pocas palabras.

El 11 de septiembre de 2001, los ataques contra las Torres Gemelas de Nueva York mataron a casi 3.000 personas.

Osama Bin Laden, jefe del grupo islamista al Qaeda, fue rápidamente identificado como el responsable.

Los talibanes, islamistas radicales que dirigían Afganistán y protegían a Bin Laden, se negaron a entregarlo. Entonces, un mes después del 11 de septiembre, Estados Unidos lanzó una ofensiva que comenzó con ataques aéreos sobre Afganistán.

Cuando otros países se unieron a la guerra, los talibanes fueron rápidamente desplazados del poder. Pero no desaparecieron: se atrincheraron y su influencia volvió a crecer.

Desde entonces, Estados Unidos y sus aliados han luchado para detener el colapso del gobierno de Afganistán y, así, poner fin a los mortales ataques de los insurgentes.

A continuación, cinco preguntas para entender el conflicto.

1. ¿Cómo y por qué comenzaron los ataques a Afganistán?

“No queríamos esta misión, pero la cumpliremos”, dijo el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, cuando anunció los primeros ataques aéreos contra Afganistán el 7 de octubre de 2001.

Fueron una respuesta a los ataques del 11-S, que mataron a 2.977 personas en Nueva York, Washington y Pensilvania.

La misión, dijo, tenía el fin de “interrumpir el uso de Afganistán como base terrorista de operaciones y atacar la capacidad militar del régimen talibán”.

Los primeros objetivos fueron los sitios militares que pertenecían al grupo talibán de línea dura que gobernaba el país. Los campos de entrenamiento de al Qaeda.

Pero 18 años después, es difícil argumentar que la misión de EE.UU. se haya cumplido: los talibanes podrían desempeñar un papel en el gobierno de Afganistán nuevamente si las conversaciones de paz tienen éxito.

Osama Bin Laden cerca de Kabul, en 2001.

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Osama Bin Laden cerca de Kabul, en 2001.

Los talibanes tomaron el control de la capital de Kabul en 1996. Dos años después, llegaron a gobernar la mayor parte del país, estableciendo una forma radical del Islam e instalando castigos forzados como ejecuciones públicas.

Dos meses después de que Estados Unidos y sus aliados internacionales y afganos lanzaran sus ataques, el régimen talibán colapsó y sus combatientes se dispersaron en Pakistán.

Un nuevo gobierno respaldado por Estados Unidos se hizo cargo en 2004, pero los talibanes todavía tenían mucho apoyo en áreas alrededor de la frontera con Pakistán, y ganaban cientos de millones de dólares al año con el tráfico de drogas, la minería y los impuestos.

A medida que intensificaron los ataques suicidas, las fuerzas internacionales que trabajaban con las tropas afganas lucharon para contrarrestar la amenaza que representaba el grupo revitalizado.

En 2014, al final de lo que fue el año más sangriento en Afganistán desde 2001, las fuerzas internacionales de la OTAN, renuentes a quedarse en Afganistán indefinidamente, terminaron su misión de combate, dejando solo al ejército afgano para luchar contra los talibanes.

Esto impulsó a los talibanes a tomarse diversos territorios, detonando bombas contra objetivos gubernamentales y civiles. El año pasado, la BBC descubrió que los talibanes estaban abiertamente activos en el 70% de Afganistán.


2. ¿Cuál es el origen del Talibán?

Afganistán ha estado en un estado de guerra casi constante durante décadas, incluso antes de que Estados Unidos invadiera.

En 1979, un año después de un golpe de Estado, el ejército soviético invadió Afganistán para apoyar a su gobierno comunista, luchando en contra de un movimiento islamista de resistencia, conocido como los muyahidines. Este grupo contaba con el apoyo de Estados Unidos, Pakistán, China y Arabia Saudita, entre otros países.

En 1989, las tropas soviéticas se retiraron pero la guerra civil continuó. Y en el caos que siguió, surgieron los talibanes (cuyo nombre viene de “talib” que significa estudiante).

Los talibanes primero saltaron a la fama en la zona fronteriza del norte de Pakistán y en el suroeste de Afganistán en 1994.

Allí, prometieron luchar contra la corrupción y mejorar la seguridad en un momento en el que muchos afganos estaban cansados de los excesos y de las luchas internas de los muyahidines durante la guerra civil.

Afganistan

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Combatientes de la milicia talibán de Afganistán en una ladera en Maydan Shahr, al oeste de Kabul, en septiembre de 2008.

Se cree que los talibanes aparecieron por primera vez en las escuelas religiosas financiadas principalmente por Arabia Saudita, que predicaba una forma dura del islam.

Hicieron cumplir su propia versión de la sharía, o ley islámica, e introdujeron castigos brutales. Los hombres debieron dejarse crecer la barba y las mujeres tuvieron que comenzar a usar el burka para cubrir todo su cuerpo.

Los talibanes prohibieron la televisión, la música y el cine, y se opusieron a la educación de las niñas.

Al darles refugio a los militares de al Qaeda, se convirtieron en un objetivo inmediato en el ataque de las fuerzas estadounidenses, afganas e internacionales tras el 11 de septiembre.


3. ¿Por qué la guerra ha durado tanto?

Hay muchas razones para la longevidad del conflicto. Entre ellas, se puede destacar una combinación de la feroz resistencia talibán con las limitaciones de las fuerzas y del gobierno afganos, y la renuencia de otros países a mantener sus tropas por más tiempo.

En ocasiones, durante los últimos 18 años, los talibanes han estado en la retaguardia. A fines de 2009, el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, anunció un “aumento” de tropas, incrementando el número de soldados estadounidenses en Afganistán hasta los 100.000.

Un niño mira a un soldado del ejército estadounidense en Kandahar, Afganistán en 2014

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Un niño mira a un soldado estadounidense en Kandahar, Afganistán en 2014.

El aumento ayudó a expulsar a los talibanes de partes del sur de Afganistán, pero nunca estuvo destinado a durar años.

Como resultado, los talibanes lograron reagruparse. Y cuando las fuerzas internacionales se retiraron, las fuerzas afganas fueron fácilmente sobrepasadas. Para empeorar las cosas, el gobierno de Afganistán, que está lleno de divisiones, a menudo se paraliza.

Dawood Azami, del Servicio Mundial de la BBC, enumera algunas de las principales razones que explican por qué la guerra continúa:

  • Una falta de claridad política desde que comenzó la invasión y cuestiones sobre la efectividad de la estrategia de Estados Unidos en los últimos 18 años.
  • El hecho de que cada parte -Afganistán y Estados Unidos- está tratando de romper con lo que se ha convertido en un punto muerto, y que los talibanes han estado intentando maximizar su influencia durante las negociaciones de paz.
  • Un aumento de la violencia de los militantes de Estado Islámico en Afganistán; han estado detrás de algunos de los ataques más sangrientos recientemente.
  • El papel desempeñado por el vecino Pakistán. No hay duda de que los talibanes tienen sus raíces en Pakistán y que pudieron reagruparse allí durante la invasión estadounidense. Pero Pakistán ha negado que los ayuden, incluso cuando Estados Unidos exigió que haga más para combatir a los militantes.

4. ¿Cómo han logrado el Talibán mantenerse tan fuerte?

El grupo podría estar ingresando hasta US$1.500 millones al año, una cifra que ha experimentado un gran aumento en la última década.

Algo de esta ganancia se debe a las drogas: Afganistán es el mayor productor de opio del mundo, y la mayoría de las amapolas utilizadas para producir heroína se cultivan en áreas controladas por los talibanes.

El mapa muestra las áreas de Afganistán donde se cultiva la mayor cantidad de amapola de opio.

BBC

Pero los talibanes también hacen dinero al cobrarle impuestos a las personas que viajan en su territorio y a través de negocios como telecomunicaciones, electricidad y minerales.

Los países extranjeros, incluidos Pakistán e Irán, han negado su financiación, pero se cree que ciudadanos privados de la región lo han hecho.


5. ¿Qué tan costosa ha sido la guerra?

Extremadamente costosa.

Es difícil decir cuántos militares y policías afganos han muerto: los números ya no se publican. Pero en enero de 2019, el presidente afgano Ashraf Ghani dijo que 45.000 miembros de las fuerzas de seguridad habían fallecido desde 2014.

Por otro lado, cerca de 3.500 miembros de las fuerzas internacionales han muerto desde la invasión en 2001, más de 2.300 de ellos estadounidenses.

Las cifras para los civiles afganos son más difíciles de cuantificar. Un informe de la ONU en febrero de 2019 dijo que más de 32.000 civiles han muerto.

Por su parte, el Instituto Watson de la Universidad Brown ha afirmado que 42.000 combatientes de la oposición han muerto.

El humo proveniente de un sitio afectado por un ataque talibán en Kabul el 3 de septiembre de 2019

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El humo proveniente de un sitio afectado por un ataque talibán, en Kabul, el 3 de septiembre de 2019.

El mismo instituto asegura que los conflictos en Irak, Siria, Afganistán y Pakistán han costado US$5,9 billones desde 2001.

Hoy, Estados Unidos sigue realizando ataques aéreos contra los talibanes, incitado por el tercer presidente de ese país en monitorear la guerra, Donald Trump.

Sin embargo, Trump está dispuesto a reducir el número de tropas estadounidenses en esta región antes de enfrentar las elecciones de noviembre de 2020.

Los talibanes, por su parte, ahora controlan mucho más territorio que cuando las tropas internacionales salieron de Afganistán en 2014.

Muchos en Washington y en otros lugares del mundo temen que un retiro total de las tropas estadounidenses deje un vacío que pueda generar la proliferación de grupos militantes que busquen ataques en Occidente.

Los investigadores confirmaron que el padre de las niñas abusó de ellas física y psicológicamente durante años.

Las hermanas, que han sido acusadas de asesinato, y el juicioque enfrentan se han convertido en uno de los temas de debate más candentes en Rusia.

De hecho, más de 300.000 personas han firmado una petición pidiendo su liberación.

¿Qué pasó la noche del crimen?

La noche del 27 de julio de 2018, Mikhail Khachaturyan, de 57 años, convocó a Krestina, Angelina y Maria, que eran menores de edad en ese momento, una por una a su habitación.

Las regañó por no limpiar el apartamento adecuadamente y las roció con gas pimienta en la cara.

Poco después, cuando se había quedado dormido, las chicas lo atacaron con un cuchillo, un martillo y un spray de pimienta, infligiéndole heridas fatales en la cabeza, el cuello y el pecho.

Las autoridades confirmaron que el cuerpo tenía más de 30 heridas de cuchillo.

Las jóvenes llamaron a la policía y fueron arrestadas allí mismo.

Los investigadores descubrieron enseguida una extensa historia de violencia familiar.

Durante tres años, Khachaturyan se había dedicado a pegar regularmente a sus hijas, torturándolas, manteniéndolas como prisioneras y abusando sexualmente de ellas.

Manifestación el 4 de agosto

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Las manifestaciones en favor de las hermanas se han sucedido en muchas capitales rusas. En el cartel puede leerse “Libertad para las hermanas Khachaturyan”

Esas pruebas se citan en la acusación.

Abuso doméstico

El caso se hizo rápidamente famoso en Rusia.

Los activistas de derechos humanos argumentaron que las hermanas no eran delincuentes sino víctimas, ya que no tenían ninguna forma de obtener ayuda y protección de su padre abusivo.

Sin embargo, no hay leyes que protejan a las víctimas de violencia doméstica en Rusia.

En base a los cambios introducidos en la ley en 2017, un delincuente que golpea por primera vez a un miembro de su familia, pero no le ocasiona heridas que obliguen a ingresarlo en el hospital, se enfrenta solo a una multa o como mucho hasta dos semanas de detención.

La policía en Rusia generalmente trata el abuso doméstico como un “problema familiar”, proporcionando poca o ninguna ayuda.

La madre de las hermanas, que en el pasado también sufrió palizas y abusos por parte de Khachaturyan, pidió ayuda a la policía años antes.

Lo mismo hicieron los vecinos de la familia, que le tenían mucho miedo. Pero no consta que la policía haya actuado en ninguna de estas llamadas.

Aurelia Dunduk

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La madre de las tres chicas, Aurelia Dunduk, explicó que Mikhail la echó del departamento en 2015.

En el momento del asesinato, la madre de las niñas no vivía con ellas.

Además, Khachaturyan había prohibido a sus hijas que se pusieran en contacto con ella.

Según las evaluaciones psiquiátricas, las niñas vivían aisladas y sufrían estrés postraumático.

¿Qué descubrió la investigación?

El caso de las hermanas Khachaturyan ha avanzado lentamente.

Ya no están bajo custodia policial, pero les han impuesto varias restricciones: no pueden hablar con los periodistas ni entre ellas.

Los fiscales insisten en que el asesinato de Khachaturyan fue premeditado, ya que él estaba dormido y las hermanas coordinaron el ataque, robando el cuchillo esa mañana.

El motivo fue la venganza, argumentan.

Angelica Khachaturyan

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El juico comenzó en junio de 2019.

Si se las encuentra culpables bajo ese cargo, las hermanas se enfrentan a una pena de hasta 20 años de cárcel.

Se alega que Angelina empuñó el martillo, María el cuchillo de caza y Krestina el spray de pimienta.

Sin embargo, los abogados de las hermanas dicen que el asesinato fue en realidad en defensa propia.

De hecho, el código penal ruso permite la autodefensa no solo en casos de agresión inmediata, sino también en casos de “delito continuo”, como una situación de secuestro donde la víctima está siendo torturada.

La defensa insiste en que las hermanas fueron víctimas de un “delito continuo” y, por lo tanto, deben ser puestas en libertad.

Los abogados de las hermanas esperan que el caso sea desestimado, dado que la investigación ha confirmado el abuso de Khachaturyan desde 2014.

Los activistas de derechos humanos y muchos ciudadanos quieren ahora que se cambie la ley y se pongan en marcha medidas como refugios financiados por el estado, órdenes de alejamiento y cursos para manejar el comportamiento agresivo de los abusadores.

¿Cómo de extendido está el abuso doméstico en Rusia?

No hay datos concretos sobre cuántas mujeres sufren violencia doméstica en Rusia, solo estimaciones, pero según activistas de derechos humanos podría ser una de cada cuatro familias.

Mujer frente a puño de hombre

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En 2016 hubo 1.831 feminicidios en 16 países de América Latina, según datos de la CEPAL.

Varios otros casos impactantes han aparecido en los titulares, incluido el de Margarita Gracheva, cuyo esposo, loco de celos, le cortó las manos con un hacha.

Algunos expertos dicen que hasta el 80% de las mujeres detenidas en las cárceles rusas por asesinato lo están porque mataron en defensa propia a alguien que abusaba de ellas en el entorno doméstico.

Estos días, también hemos asistido a una reacción violenta contra las hermanas Khachaturyan entre las partes más conservadoras de la sociedad rusa.

Una asociación llamada Men’s State, que cita el “patriarcado” y el “nacionalismo” como sus dos valores principales, y cuenta con casi 150.000 miembros en las redes sociales, organizó una campaña llamada “Asesinas tras las rejas”.

Insistían en que las hermanas no deberían ser puestas en libertad.

Daria Serenko, una feminista y activista de Moscú que ayudó a organizar una manifestación de apoyo durante tres días en junio, dice que el objetivo principal de los eventos públicos es mantener la historia en las noticias y dar a todos la oportunidad de hablar con seguridad.

“El abuso doméstico es una realidad de la vida diaria en Rusia. Podemos ignorarlo, pero afecta nuestras vidas incluso si nunca hemos tenido que experimentarlo personalmente”, dice ella.

Algunos de los cuerpos colgaban de un puente peatonal, otros estaban mutilados y otros en bolsas.

En un primer lugar se localizaron nueve cadáveres, de siete hombres y dos mujeres, y casi al tiempo, hallaron bajo un puente peatonal “los restos fragmentados” de otras siete personas, seis hombres y una mujer, informó La Fiscalía General del estado.

Mientras se realizaban las investigaciones, las autoridades supieron de otro hallazgo de otros tres cuerpos de los que no se mencionó el sexo.

México registra la tasa más alta de homicidios de su historia reciente. AFP

Las victimas presentaban heridas por proyectil de arma de fuego, informó el fiscal general de Michoacán, Adrián López Solís.

El funcionario no dio detalles sobre el posible móvil de estos asesinatos, pero aseguró que hay una lucha entre distintas bandas delincuenciales “que se disputan el territorio para controlar las actividades relacionadas con la producción, distribución y consumo de las drogas”.

Los medios locales reportaron que junto a los cuerpos se encontró una narcomanta, firmada presuntamente por el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

“Lo que sí es claro les dejamos es que todo el que colabore, ayude en algo a la Chatarra, Ronal, Ratón, Moto, Mono verde, Maniaco y Filos. Así van a quedar. Gente bonita siga con su rutina. Haz patria y mata a un viagra”, se leía.

“Hacía mucho tiempo que no veía algo así tan impactante, tan brutal. Gente desmembrada, colgada de puentes, en una exhibición terrible”, dice Dalia Martínez, la directora del diario El Sol de Morelia, que desde 2010 cubre el crimen organizado. En Uruapan, lo más grave que recuerda fue en 2013, cuando en una avenida principal aparecieron ocho personas ejecutadas.

Los cuerpos fueron trasladados al forense de Morelia, la capital del estado, para continuar con la investigación.

“He instruido al gabinete de seguridad para que no bajemos la guardia y sigamos actuando con firmeza contra quienes se empeñan en quebrantar la ley y la tranquilidad de las y los michoacanos”, escribió en twitter Silvano Aureoles, el gobernador de Michoacán.

Uruapan, que es considerada la capital mundial del aguacate, se ha convertido en una de las ciudades más peligrosas de Michoacán.

La zona es disputada por dos carteles, CJNG y Los Viagras, indica Alejandro Hope, experto en temas de seguridad.

Hope agrega que la violencia en la zona se ha ido agudizando.

Y apunta que “en términos de los riesgos para estos grupos criminales da igual matar a 1 persona que matar a 20.

“Es el mismo riesgo de ser procesado, no hay ninguna respuesta extraordinaria del Estado”.

La violencia aumentó en México en el primer semestre del año. Datos oficiales calculan los homicidios de junio en 2.560, la cifra más alta para un solo mes en la historia reciente.

Esta ocurre cuando una mujer obliga a un hombre a tener sexo con ella sin su consentimiento.

Según las leyes de Inglaterra y Gales, cuando un hombre tiene sexo con penetración con una mujer sin el consentimiento de esta, es violación. Pero si una mujer fuerza a un hombre a tener sexo con penetración sin su aprobación, esto no se considera violación.

Tras recabar información de más de 200 hombres a través de una encuesta online, Weare cree que, sin embargo, quizás sí debería considerarse como tal.

Su último estudio, publicado esta semana -basado en entrevistas personales con 30 hombres realizadas entre mayo de 2018 y julio de 2019-, explora en mayor detalle el contexto en el cual se produce la penetración forzada, sus consecuencias y la respuesta del sistema criminal de justicia.

A todos los participantes se les garantizó el anonimato, pero démosle el nombre de John a uno de ellos.

Violencia en la pareja

John dice que la primera señal de que algo iba mal fue cuando su pareja empezó a autolesionarse. Tras un incidente particularmente aterrador, acudió corriendo al servicio de urgencias para buscar tratamiento.

La pareja discutió durante horas cuáles podrían ser las posibles causas psicológicas.

Unos seis meses después, en lugar de autolesionarse, puso la vista en John.

“Yo estaba sentado en la sala y ella entró desde la cocina, me golpeó con fuerza en la nariz y se fue con una risita”, cuenta.

“La violencia empezó entonces a tener lugar con regularidad”.

Según John, su pareja intentó buscar la ayuda del médico de cabecera, acudió a algunas sesiones de terapia y fue remitida a un psicólogo, aunque no asistió a la cita.

Ella llegaba a casa desde el trabajo “y básicamente demandaba sexo”, dice John.

“Se ponía violenta, y llegó el punto en que temía su vuelta a casa después de trabajar“.

En una ocasión, la víctima se despertó y descubrió como su pareja había esposado su brazo derecho al marco metálico de la cama. Entonces comenzó a pegarle con un altavoz, amarró su otro brazo con una cuerda de nylon y le forzó a tener sexo.

Asustado y adolorido, John fue incapaz de satisfacer sus deseos, así que su pareja le pegó una vez más y le dejó atado a la cama durante media hora.

Tras liberarle, ella se negó a hablar sobre lo que había sucedido.

Poco después de ese incidente, quedó embarazada y la violencia se aplacó. Pero meses después, John se despertó otra noche esposado a la cama.

Entonces, cuenta, su pareja le forzó a tomar viagra y le amordazó. “No pude hacer nada al respecto”.

“Después, me fui a la ducha y me senté pensando, no recuerdo durante cuánto tiempo. Cuando salí y me reencontré con ella, lo primero que me preguntó fue qué había para cenar”.

Cuando John ha intentado contarle esto a otras personas, habitualmente se topa con la incredulidad.

“Me preguntan por qué no he dejado la casa. Pues bueno, porque fue la casa que yo había comprado para mis hijos. Financieramente estaba muy encerrado en la relación también”, reconoce John.

“Todavía siguen desconfiando de mí mismo y me preguntan que por qué no le devolvía los golpes”. Eso me lo dicen bastante, pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo”.

“Ojalá hubiese escapado antes”.

“Penetración forzada”

Estos aspectos de la historia de John se repiten en otros hombres que la doctora Weare ha entrevistado.

Uno de sus hallazgos es que el perpetrador en casos de “penetración forzada” es a menudo la pareja o expareja femenina (su investigación se enfoca solo en la penetración forzada que involucra a hombres y mujeres), y que esta experiencia es solo una muestra más de un abuso doméstico más amplio.

Otros entrevistados también han sentido que sus experiencias generan desconfianza.

“Haberlo disfrutado o habertlo denunciado antes”; relata un hombre lo que le dijo un policía.

Algunos resultados de la doctora Weare incluyeron que los hombres sienten vergüenza de hablar del abuso sexual y doméstico, que el estrés postraumáticoque sufren es severo y que muchos de ellos tienen percepciones negativas sobre la policía, la ley y el sistema de justicia criminal.

Algunos de los mitos que la investigación de Weare despeja es que la penetración forzada es imposible porque los hombres son físicamente más fuertes que las mujeres y que consideran cualquier oportunidad sexual con una mujer como positiva.

Un tercer mito es que si el hombre tiene una erección significa que quiere sexo. De hecho, “una erección es un instinto puramente fisiológico”, según Weare.

“Los hombres pueden experimentar y mantener una erección incluso cuando están asustados o enojados”, prosigue Weare.

“También existe una investigación que muestra cómo las mujeres pueden responder sexualmente cuando son violadas (teniendo un orgasmo, por ejemplo) porque sus cuerpos están respondiendo fisiológicamente. Es una cuestión común para hombres y mujeres víctimas que no se discute mucho, pero existe una clara evidencia sobre esto.”

Presión

Un número de participantes del estudio contaron experiencias de penetración forzada después de emborracharse o estar drogados, y ser incapaces de detener lo que estaba ocurriendo.

Uno de los entrevistados describe cómo fue a casa con una mujer después de una noche en un club, y cómo no recuerda nada después de haber consumido lo que él sospecha fue una droga de violación. Reconoció que después tuvo sexo sin consentimiento.

Otro describe, en un nuevo estudio, cómo fue presionado para tener sexo durante su trabajo en un campamento de verano, cuando era estudiante.

Sucedió después de que una compañera de trabajo descubriese una carta que había escrito a su novio. Entonces le amenazó con divulgar que era homosexual a no ser que accediese a acostarse con ella.

Pensaba que si tenía sexo con una mujer “transformaría su vida y se convertiría en heterosexual”, comenta este entrevistado, que como no había reconocido su preferencia ante familiares y amigos, se vio sin escapatoria.

El nuevo estudio de Weare indica que la mayoría de los participantes reconocieron sus experiencias de penetración forzada como “violación”, y algunos sentían frustración de que tales hechos no contaran como violación bajo la ley de Inglaterra y Gales.

También lamentaron que la sociedad británica también fuera tendente a no reconocerlo como violación.

“Hablar sobre cómo tu expareja se emborrachaba y te forzaba a tener sexo, violarte básicamente, es lo que la mayoría de hombres desearían, ¿no?”, dijo uno de los participantes.

“En el pub, ya sabes, ella se pone un poco borracha, se anima…¡Eso es! ¡Sería fantástico! ¡Me encantaría un poco de eso! Pues no, no lo desearías. No sucede en la manera que piensas.”

En uno de los documentos de la doctora Weare -titulado Oh, eres un hombre, cómo pudiste ser violado por una mujer, eso no tiene sentido (traducción literal de Oh, you’re a guy, how could you be raped by a woman, that makes no sense)- establece que en varios estados de EE.UU. la violación es ampliamente reconocida como un contacto sexual no consensuado.

Y que en Victoria, estado en Australia, existe un delito específico de “violación por penetración persuasiva.”

Una de las ocho recomendaciones del último estudio es que la reforma de la ley debe incluir los casos de penetración forzada como objeto de “grave consideración”.

El cuerpo de Blanca Luz Chiwicho de 43 años se encontró entre los mausoleos del Cementerio General en la zona 3 capitalina.

Este fue a penas el primer hecho de violencia reportado. Para el mediodía de este viernes, las autoridades reportaron la muerte de tres mujeres.

Chiwicho vivía en la zona 3 y se dedicaba a vender productos por catálogo. Los Bomberos Voluntarios llegaron al cementerio y encontraron el cuerpo de Chiwicho con varias heridas en el cráneo.

Por otro lado, en la 2 avenida y 3 calle de la colonia Jocotales en la zona 6 se produjo un ataque armado donde murieron otras dos mujeres.

Hasta el momento no se ha logrado identificarlas, pero se sabe que se dedicaban a vender comida en la vía pública.

Otro ataque armado en el asentamiento Línea Férrea en la zona 12 se une a las estadísticas. En éste, dos mujeres fueron víctimas de un ataque directo.

Una de ellas, con 19 años, murió en el momento y su hermana, zona 17 años, resultó con una herida por arma de fuego.

Según los Bomberos Municipales, las hermanas regresaban a su casa luego de vender comida.

 

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Jóvenes que habían extraviado a un perro entraron a la casa ubicada en el callejón nueve, cerca de la Plazuela San Antonio, y encontraron uno de los cadáveres, que era devorado por perros callejeros.

Al ver eso avisaron a la Policía Nacional Civil, que acudió al lugar y encontró un segundo cadáver, también con signos de haber sido mordido por perros.

Los cuerpos tenían signos de violencia y estaban en estado de descomposición.

Se les calculó entre 20 y 22 años, mas no fueron identificadas en el lugar.

Una de las víctimas viste pantalón de lona azul, blusa rosada, sudadero gris con dibujos blancos y zapatos uno blanco y el otro negro.

Con información de Mynor Toc y María José Longo

Su piel es un lienzo con innumerables e intrincados tatuajes: son expandilleros de El Salvador que aseguran estar dispuestos a someterse al doloroso y largo proceso de borrar con láser esas marcas, vistas como un “error de juventud”.

Santa Ana, El Salvador | AFP

por Carlos Mario MARQUEZ

Su piel es un lienzo con innumerables e intrincados tatuajes: son expandilleros de El Salvador que aseguran estar dispuestos a someterse al doloroso y largo proceso de borrar con láser esas marcas, vistas como un “error de juventud”.

En el sector Uno del Penal de Apanteos, una prisión de mediana seguridad en Santa Ana, 60 kilómetros al oeste de San Salvador, hay 239 hombres presos, en su mayoría de las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, que aseguran haber dejado el submundo de las “maras”.

Con edades de entre 24 y 48 años, purgan condenas por homicidio, tráfico de drogas y extorsión con sentencias de seis a más de 80 años de prisión, aunque la condena máxima es de 60 años en El Salvador.

El retiro de tatuajes puede ser un largo, doloroso y costos proceso. Los expandilleros creen que es el pago de sus errores de juventud. Foto AFP Óscar Rivera.
El retiro de tatuajes puede ser un largo, doloroso y costos proceso. Los expandilleros creen que es el pago de sus errores de juventud. Foto AFP Óscar Rivera.

“Mi ilusión es quitarme todas estas letras que llevo, estoy todo manchado en la espalda, abdomen”, cuenta a la AFP Carlos Ruballo, otrora miembro de la MS-13, que a sus 41 años ha cumplido 15 de los 36 años a los que fue condenado por homicidio agravado.

Al igual que la mayoría de expandilleros arrepentidos, en un intento por desvincularse de la pandilla Ruballo se tapó los tatuajes relacionados con la MS-13 con más tatuajes. Con el resultado de grandes manchas de tinta negra en varias zonas de su cuerpo.

Otros optan por tatuarse grandes “X” sobre los tatuajes, un tachado simbólico para mostrar su rechazo.

Nacidas en calles de la ciudad estadounidense de Los Ángeles a principio de la década de 1980, la MS-13 y Barrio 18 siembran el terror en comunidades salvadoreñas, donde reclutan a jóvenes por la fuerza a sus filas para extorsionar y traficar con drogas.

Las pandillas en El Salvador tienen unos 70.000 miembros, de los cuales casi 17.000 están encarcelados.

Ruballo tiene en su rostro, cuello y brazos una distorsión de las imágenes que se estampó desde los 13 años cuando ingresó a la mara, y él sabe que ahora será más compleja la tarea de sacarlas.

Quitar un tatuaje se hace con equipo láser en varias sesiones, y si una persona los lleva en todo el cuerpo “puede llevar años”, explica a la AFP la doctora Mayde Ramírez, quien dirige en San Salvador una clínica gubernamental para borrar esas marcas de quienes gozan de libertad.

Algunos de los pandilleros en lugar de intentar retirar los tatuajes deciden tatuarse una "x" para mostrar su rechazo a la pandilla. Foto AFP Óscar Rivera.
Algunos de los pandilleros en lugar de intentar retirar los tatuajes deciden tatuarse una “x” para mostrar su rechazo a la pandilla. Foto AFP Óscar Rivera.

Pagar una clínica privada resulta oneroso e inalcanzable para un expandillero.

Los expandilleros en Apanteos aprenden oficios en el marco del programa penitenciario “Yo Cambio”, que los prepara para la reinserción social.

La capacitación es para que al finalizar la condena “tengan cómo ganarse la vida y no vuelvan a caer en estructuras” delictivas como las pandillas, dice el subdirector técnico del penal, el abogado Mario Ortiz.

 Simbolismo de tatuajes

Con tinta negra, el tatuaje extravagante alusivo a las pandillas fue hasta hace algunos años una impronta de lealtad a la banda.

“El tatuaje en la pandilla es un elemento de identidad, de filiación simbólica que representa parte de su subcultura”, explica la investigadora social Jannette Aguilar.

Los pandilleros también llevan tatuajes “alusivos a su historia de vida, a personas significativas y también a la muerte, debido a su trayectoria de violencia”, agregó la experta en temas de seguridad ciudadana.

Una lágrima simboliza un asesinato cometido, una cruz es el luto por algún compañero caído, mientras que el rostro de cabellera larga es una “jaina” (novia) y una payasita recuerda un momento divertido.

En los últimos años el tatuaje dejó de ser un requisito en las maras, en un afán de evadir la persecución derivada de la política gubernamental de mano dura contra las pandillas, dice Aguilar.

Sin ser una prueba científica, los tatuajes pandilleros son para la policía “una evidencia de culpabilidad”, explica la experta.

Un pandillero retirado también busca borrar sus tatuajes para pasar desapercibido ante la mara rival y para reinsertarse en una sociedad que lo estigmatiza y le cierra las puertas por su pasado de violencia.

Expandillero retenido en la cárcel de Santa Ana, a 60 kilómetros de la capital, San Salvador. Foto AFP Óscar Rivera
Expandillero retenido en la cárcel de Santa Ana, a 60 kilómetros de la capital, San Salvador. Foto AFP Óscar Rivera

Error de juventud

Nelson Maximiliano Argueta, de 41 años, es otro exmiembro de la MS-13 que lleva preso 20 años por homicidio. Sabe que “algún día” saldrá de la cárcel y debe estar preparado para reincorporarse a la sociedad. Pero para ello debe eliminar los tatuajes que lo expondrían al peligro.

“Me siento mal por andar con estas cosas porque ya no soy parte de esto, estos son errores de la juventud”, reflexiona Argueta.

En su rostro, el contorno de los ojos y los labios son los únicos espacios libres de tinta, mientras en el resto se observa una sola mancha negra. En su cuerpo se identifican esqueletos difusos, rostros de mujeres y telarañas.

Después de entrar a la mara en 1999, Argueta comenzó a tatuarse hasta cubrir su piel con símbolos de ese grupo, en el que permaneció hasta 2013.

Un exmiembro de la MS 13, o Mara Salvatrucha, en la prisión de Santa Ana en El Salvador relata lo complicado de retirar las marcas de su cuerpo luego de decidir retirarse de la pandilla. Foto AFP Óscar Rivera.
Un exmiembro de la MS 13, o Mara Salvatrucha, en la prisión de Santa Ana en El Salvador relata lo complicado de retirar las marcas de su cuerpo luego de decidir retirarse de la pandilla. Foto AFP Óscar Rivera.

En el presidio, Argueta descubrió su habilidad para confeccionar hamacas y otras artesanías, por lo que una vez cumpla su sentencia espera instalar un taller para “ganarse la vida” y enseñar el oficio a jóvenes.

El director del centro Penal de Apanteos, José Cartagena, celebra el deseo de los reclusos por retirarse los tatuajes porque refleja un “altísimo compromiso para salir de la sombra de su pasado”.

Cartagena dice que “está tocando puertas” para que algún organismo internacional u otra instancia les facilite un equipo láser para borrar tatuajes.

© Agence France-Presse

“Cuando comenzó a desvestirse después de la boda, me asusté mucho”, recuerda Elmira (no es su verdadero nombre).

“Y no importaba cuántas veces me dijera a mí misma que eso era precisamente lo que pasaba cuando una se casa, no podía calmarme. Lo único en lo que podía pensar era que en ese momento me tenía que desvestir”, agrega.

En ese momento Elmira tenía 27 años, acaba de terminar la universidad y trabajaba como intérprete. Y aceptó casarse con un extraño, en un arreglo hecho por sus padres, simplemente para “hacer feliz a mamá”.

“Él era nuestro vecino. Éramos muy distintos: no tenía educación de ningún tipo. No teníamos nada en común”, dice Elmira.

“Me lo presentaron mis hermanos y ellos me dijeron que era un buen chico. Mi mamá estaba feliz de que me casara con un vecino, porque iba a estar cerca y ella podía estar al tanto de todo lo que pasaba”, añade.

Elmira le había dicho a su madre muchas veces que no quería formar una familia todavía. Su madre le contó a sus familiares, quienes de inmediato comenzaron a presionarla, con la sospecha de que la joven ya no era virgen.

Pero esa noche de bodas fue, de hecho, la primera vez que ella tuvo relaciones sexuales.

Aun sabiendo eso, su esposo ignoró sus sentimientos y su autoestima.

Él simplemente se lanzó sobre ella y, cuando la cabeza de la mujer comenzó a golpear contra un clóset, escuchó una voz del cuarto vecino que gritaba: “¡Eh, silencio! Lo están haciendo muy duro”.

Detrás de la puerta estaba la madre de Elmira, junto a dos tías, su suegra y una pariente lejana, cuya presencia era parte de una tradición para confirmar la consumación del matrimonio, el “acto del amor físico”. Y confirmar, por supuesto, que ella era virgen.

Se podía escuchar cada pequeño sonido. Estaba temblando por el dolor y la vergüenza y pensaba: ‘¿esto es el matrimonio?'”

La pariente lejana cumplía el rol de “engi”: una mujer casada que va al hogar de los recién casados después de la boda y se sienta toda la noche en el cuarto vecino.

Una de las responsabilidades es oficiar como consultora. O sea, la idea es que la novia sexualmente inexperta pueda salir de la habitación para pedir consejo a una mujer con experiencia.

La otra misión de la “engi” es recoger las sábanas de la cama después de la noche de bodas.

“Las noches de boda están envueltas en misterio”

Mostrar las sábanas a la mañana siguiente de la boda es una tradición en el Cáucaso.

La sangre sobre la tela es una prueba para los familiares de que el matrimonio ha sido consumado. Los parientes felicitan a los recién casados cuando ven las manchas rojas y solo después de esto el ritual de la boda se considera terminado.

Hombres plantan una bandera
Todo el pueblo asistió a mi humillación”

“Es por eso que las noches de boda están envueltas en misterio, ¿qué mostrarán las sábanas por la mañana?”, dice Shakhla Ismail, quien estudia los derechos de las mujeres en Azerbaiyán.

Si no se ve sangre, entonces la mujer puede caer en el ostracismo y ser devuelta a sus padres por estar “defectuosa”.

Después de eso, es considerada divorciada, lo que a menudo significa que tendrá problemas para volver a casarse. Además, puede sufrir acoso y maltrato en la casa de sus padres.

Activistas de Derechos Humanos en Azerbaiyán señalan que la tradición de “escuchar” la noche de bodas y presentar las sábanas es una práctica extendida en amplias zonas rurales de del país.

De hecho, antes de la boda, la mujer es revisada por un especialista para confirmar que todavía sea virgen.

Este procedimiento es cuestionado por organizaciones internacionales. A finales del año pasado, la Organización de Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud hicieron un llamado para acabar con la práctica -que ocurre en al menos 20 países- que resulta humillante para las mujeres.

En el comunicado de ambas organizaciones también se menciona que no hay un concepto médico para la “virginidad” y la noción se basa en criterios sociales, culturales y religiosos.

“Embargada por el terror”

Miedo, dolor, vergüenza: esos son los sentimientos que Elmira asocia a su noche de bodas.

“Estaba fuera de mí y tan aterrorizada de decir algo. No dormí en toda la noche, pero a él no le importó y se quedó dormido tranquilamente”, relata.

En la mañana, la testigo entró en la habitación para llevarse las sábanas.

Mujeres escuchan en una puerta
“Se podía escuchar cómo movían las sillas afuera de la habitación donde yo tenía mi primera noche de bodas”.

“En ese momento, no me importaba. Entendía lo desagradable que era todo, pero la sensación de terror de la noche anterior anulaba cualquier vergüenza”, señala.

“Yo sabía que todo el mundo iba a mirar la sábana, pero estaba tan conmocionada que apenas recuerdo siquiera cuando las sacaron de la cama”.

Estas tradiciones se han vuelto cada vez más traumáticas para las mujeres, apunta la psiquiatra Ellada Gorina.

En el mundo moderno, las personas ya no se casan tan jóvenes y muchas tienen su primera experiencia sexual antes de casarse.

Y mucho menos necesitan a una persona en el cuarto vecino para que les dé un consejo en la noche de bodas. Por eso la labor de las “engi” se ha reducido a la de verificación de la virginidad.

Hasta hoy, muchas mujeres ven la presencia de la ‘engi’ como algo normal. El trauma, el conflicto y el sufrimiento ocurren cuando las nuevas generaciones crecen en tiempos más progresistas”, explica Gorina.

Negar, otra mujer que vivió en la zona rural de Azerbaiyán, recuerda que en su noche de bodas no tuvo una o dos “asesoras”.

Tuvo a todo el pueblo detrás de su puerta.

Nunca sentí tanta vergüenza en mi vida. Pero pensé ‘esto es normal’, ya que la gente mayor del pueblo sabe más de todo“, dijo.

Negar confesó que ni ella ni su marido tenían ningún deseo sexual aquella noche, porque básicamente podían escuchar a los testigos del otro lado de la puerta, “cómo movían las sillas y respiraban detrás de la puerta”.

Hombre con una manzana roja
En algunas zonas de Armenia y Georgia se le llama la prueba “de la manzana roja”.

Por supuesto, a la mañana siguiente tuvieron que mostrar las sábanas.

En ese momento, Negar tenía 18 años. Ahora tiene 30 y tantos, está divorciada y vive en la capital del país, Bakú. Y describe a sus familiares como “pervertidos”.

Pero no todas tienen la posibilidad de comenzar una nueva vida y, debido a la posición de la mujer en una sociedad tan patriarcal, los cambios ocurren muy despacio.

Manzana roja

Hay tradiciones similares a la de la sábana en el país vecino, Armenia. También en Georgia y en otras repúblicas rusas en el Cáucaso norte.

En la versión armenia, no hay testigos detrás de la puerta. Pero está la tradición de la “manzana roja”, una delicada referencia a las manchas de sangre en las sábanas.

“Entre más lejos de la capital del país, mayor resistencia al cambio. En algunos lugares alcanza niveles de fanatismo”, señala Nina Karapetians, activista de Derechos Humanos.

Ella señala que muchas veces todos sus familiares y vecinos son invitados para probar que una hija es “casta y pura“.

La prueba de las sábanas de la noche de bodas: una tradición antigua que aún tortura a mujeres modernas

“Así que todo el pueblo hace parte del ritual de humillación”, explica Karapetians.

En las áreas rurales de Armenia, las mujeres se casan, en la mayoría de los casos, apenas cumplen 18 años. Muchas no tienen trabajo o habilidades en una labor específica.

Y si alguna no pasa el “test de la manzana roja”, sus padres pueden desheredarla.

“Nunca hablamos de lo que pasó esa noche”

Mientras algunas mujeres, de acuerdo a Gorina, pueden lidiar con la tradición de una manera más fácil, otras experimentan un trauma que les dura años.

“Recuerdo un caso en que no hubo mancha de sangre en las sábanas. Así que, en mitad de la noche, la familia del marido llevó a la novia al médico para que les dijera si era virgen o no”, explicó Gorina.

La invasión de la privacidad puede hacer que las mujeres se sientan víctimas de violencia, lo que les puede causar un trauma de largo plazo.

El esposo de Elmira murió a los seis meses de la boda. “Durante ese tiempo nunca hablamos de lo que había pasado esa noche”, explicó.

Mujeres en un carro.
“Cuando el auto de los recién casados sale de la celebración, otro lo sigue, con cuatro mujeres borrachas adentro”.

Después de su muerte, no ha tenido otra relación. Según ella, siente que hay una barrera psicológica.

“Estaba lista para casarme de nuevo o para conocer a alguien, pero mis experiencias previas se interpusieron. Si tuviera que volver a vivir esa situación ahora, me comportaría de otra manera respecto a mi marido y ante esas mujeres”, explica.

Expertos de Armenia y Azerbaiyán están de acuerdo en que esas tradiciones se están convirtiendo en una cuestión del pasado.

“Las nuevas generaciones están listas para luchar por sus derechos”, anota Karapetians.

“Conozco familias que se han negado a participar en la ceremonia. Los cambios comienzan con ellos”, explica Ismail.

Maleika y Arif

Arif y Maleika (no son sus verdaderos nombres) son dos jóvenes de Azerbaiyán que provienen de familias modestas y que fueron presentados por sus mayores.

De acuerdo a la tradición, en la boda los novios se sientan separados en una mesa elevada. Su mesa es la única que no tiene alcohol.

Ellos miran cómo sus invitados –unas 400 personas– bailan y disfrutan de la fiesta. El novio no besa a la novia: ese tipo de contacto no es aceptado en público.

La prueba de las sábanas de la noche de bodas: una tradición antigua que aún tortura a mujeres modernas

Pero, de manera bastante inusual, Maleika, ante las miradas de asombro de sus familiares, también comienza a bailar.

Los invitados susurran y llaman a Maleika descarada. “¡Esto no es una discoteca!”, se queja una mujer.

“¡Cómo puede ser tan poco prudente! ¡Le está faltando el respeto a nuestras tradiciones!”, dicen otros.

Los invitados no están contentos de que la novia les preste poca atención, de que está hablando con sus amigos en lugar de con sus familiares y, a veces, con su esposo.

Pero incluso Maleika sabe que no puede escapar a la tradición. Cuando el auto de los recién casados sale de la celebración, otro los sigue, con cuatro mujeres borrachas adentro.

Incluso esta pareja más moderna sabe que no estará sola en su casa esta noche.

La familia de Nicole Saavedra Bahamondes sabía que a ella no le gustaba madrugar.

La joven de 23 años nunca salía temprano de su habitación, especialmente los fines de semana, y sabía que su madre no se atrevería a molestarla si estaba en la cama, donde aún mantenía los peluches de su infancia.

Los sábados, sobre las 11 de la mañana, Nicole solía dejar el cuarto y caminar lentamente hacia la cocina para servirse un café. Ahí charlaba un poco con su madre, Olga Bahamondes, pero respondía con monosílabos a las preguntas sobre lo que había hecho la noche anterior.

Después, sobre las 11:30, hablaba por WhatsApp con su prima, María Bahamondes, quien vivía con su esposo y sus dos hijas a apenas cinco minutos.

“Valparaíso es una región extraña. Cuando hablas con las camionas y las mujeres transexuales, todas saben sobre Valparaíso. Saben de los ataques”, remarca Sebastián Ayala, un director de cine que está produciendo un documental sobre el tema.

Uno de los ataques más recientes ocurrió el pasado 17 de marzo en un parque de la ciudad cuando un grupo de jóvenes golpearon a una camiona con cadenas. La dejaron tirada en el piso, cubierta de sangre y temblando.

Mientras la agredían físicamente, la insultaban por ser lesbiana.

“Claro que hay algo de paranoia por esos ataques, pero la comunidad LGBT lleva décadas siendo atacada aquí”, subraya Ayala.

“Desde lo que ocurrió en Divine, probablemente”, matiza.

La discoteca Divine era el centro de la comunidad LGTB en Valparaíso en los primeros años de los 90.

El 4 de septiembre de 1993 abrió sus puertas, después de unos meses de remodelación, a un grupo de 60 personas que lo esperaba ansioso.

Había alfombras nuevas en el piso, las paredes estaban recién pintadas y tenía redes de pesca colgadas del techo, en un guiño a la ciudad costera y a los marineros, que se habían convertido en un símbolo de la cultura gay de los años 90.

Ese día, Chile había vencido por penales a Polonia en el Mundial Sub-17 de Fútbol y había euforia entre las lesbianas,dragqueens y gays, quienes bailaban al son de la música pop en el local.

Sin embargo, todo se enturbió pocas horas después, cuando 16 personas resultaron muertas tras un incendio tan voraz que los cuerpos solo pudieron ser identificados por la dentadura.

La policía dijo que fue un daño en el cableado del establecimiento lo que causó el fuego, pero muchos de los sobrevivientes denunciaron que algo más había pasado esa noche.

Divine llevaba abierto un par de años y nunca había gozado de mucha simpatía en el barrio.

La discoteca y el personal que trabajaba allí llevaban meses recibiendo amenazas.

Las mujeres que frecuentaban el local se sentían acosadas, especialmente por los insultos que tenían que aguantar al entrar o salir.

Un grupo de sobrevivientes del incendio creó un colectivo llamado Acción Gay, que pidió otra investigación sobre lo sucedido. Hoy sigue en vigor.

“Se convirtió en una paranoia que marcó a toda una generación, en una gran interrogante”, dice Sebastian Ayala.

El caso que hizo saltar las alarmas

No está claro si Nicole sabía sobre el incendio en Divine, pero sí conocía el asesinato de María Pía Castro.

De hecho, tenían varias cosas en común. Ambas eran mujeres jóvenes de la Quinta Región. Ambas habían sido educadas por una madre soltera. Ambas eran camionas.

La muerte en 2008 de esta chica de 19 años del pequeño municipio de Olmue fue una señal de alerta para las lesbianas en Chile.

La joven, que se dedicaba al fútbol, recibía malos tratos constantes por otros chicos de su edad. La golpeaban y le gritaban. Aún así ella no dejaba de vestirse como le gustaba o de decirle a sus amigos que era lesbiana.

“Contarle a tus amigos tu vida privada en una pequeña comunidad tiene sus consecuencias. Además de que nunca es una conversación privada”, explica Vergara.

En febrero de 2008, la encontraron muerta. Su cuerpo fue quemado de una forma tan violenta que solo se pudo identificar por un examen de ADN. Un análisis posmortem mostró que había recibido fuertes golpes en la cabeza.

El caso se cerró en 2017sin personas condenadas.

Su cuerpo fue arrojado a una ladera a unos pocos kilómetros del lugar en el que ocho años después se encontraría el cuerpo de Nicole.

Primero María Pía. Después Nicole.En ninguno de los casos identificaron al asesino.

Todo esto ha causado una seria conmoción entre las lesbianas y las feministas de la zona, quienes denuncian no sentirse en absoluto seguras.

El panorama empeoraría un año después del asesinato de Nicole —el 7 de marzo de 2017—, cuando se encontró el cuerpo de otra joven camionaen la Quinta Región.

Este tipo de noticias aterrorizan más a las mujeres, pues de alguna manera confirma que, en efecto, esa zona de Chile es muy peligrosa para las jóvenes lesbianas.

Ahora, este crimen fue diferente.

El cuerpo sin vida de Susana Sanhuenza, de 23 años, fue hallado dentro de una bolsa dentro del archivo municipal de San Felipe, donde trabajaba para una organización de defensa de animales.

Cuando la encontraron llevaba muerta una semana.

Los mensajes de WhatsApp, leídos durante el juicio, revelaron que la muchacha se había reunido con Cristian Muñoz, un compañero del grupo para el que trabajaba.

Muñoz confesó que Susana sufrió una convulsión y que había puesto su cuerpo en una bolsa de basura porque creía que estaba muerta. Siempre negó que la hubiera matado y su familia confirmó que está recibiendo tratamiento psiquiátrico en un hospital mientras espera su veredicto.

La familia de Susana cree que Muñoz la mató porque estaba enamorada de ella, pero como era lesbiana, no podían tener una relación.

Algunos argumentan que la muerte de Susana no es un crimen homofóbico. Pero Vergara no está de acuerdo.

“Nosotras, la comunidad de lesbianas en la región, contamos la muerte de Susana como lesbofobia“, dice.

“Si fue un asesinato o si Susana sufrió una convulsión, Cristian estaba persiguiendo a una mujer que le había dicho varias veces que no quería estar con él. Su incapacidad de ver que ella era lesbiana y después, no alertar a la policía de lo que había pasado, habla de odio a las mujeres gay. Eso es misoginia y homofobia combinada. Es lesbofobia“, argumenta.

Desde la muerte de Susana, se han creado innumerables grupos de WhatsApp de lesbianas en los que intentan protegerse de las amenazas.

Las administradoras de tres de esos grupos le dijeron a la BBC que en una semana había habido entre tres y cuatro alertas.

“Nosotros llamamos zona roja a la Quinta Región en Chile por María, Nicole y Susana. Hay un montón de ataques todos los días. No tan brutales o fatales como esos, pero sí suficientes para que muchas de ellas —especialmente las camionas— acaben en un hospital”, señala Vergara.

“Como lesbianas siempre estamos en alerta roja en este poblado (Quillota). Noche y día, 24 horas al día, los 365 días del año. Nos sentimos amenazadas. Y apenas ponemos un pie fuera de nuestra casa estamos en peligro”, añade.

Cuando lesbianas de otras regiones del país las visitan, especialmente aquellas que vienen de Santiago (la capital), sienten su terror, asegura Vergara.

“Así es como se vive aquí”.

La homofobia en Santiago

Pero en febrero de este año, un violento ataque a una camiona en Santiago mostró que la violencia causada por la lesbofobia podía llegar también a la capital del país.

Era San Valentín. Carolina Torres, su novia Estefanía Opazo y otra amiga estaban de regreso a la casa tras disfrutar de un partido de fútbol.

El equipo favorito de Carolina, la Universidad de Chile —conocida como La U— había empatado 0-0 con el Melgar de Perú en la tercera fase de la Copa Libertadores. Había sido un partido para olvidar.

Mientras llegaban a casa, Carolina no quiso agarrar a su novia de la mano para no ofender a nadie.

De repente, Torres sintió un golpe seco detrás de la cabeza.

Cayó inconsciente en el piso y estuvo en coma una semana.

El golpe le fracturó el cráneo, rompió la nariz y le produjo una hemorragia interna. También su audición se ha visto afectada.

Dos hombres perpetraron la agresión. Uno de ellos usó un pedazo de madera para pegar a Carolina varias veces en la cabeza.

Y solo se detuvo cuando Estefanía se lanzó encima del cuerpo de su novia, a modo de escudo.

Una ataque “dirigido”

La madre de Torres, Mariela, dice que lo sucedido tiene una razón de ser.

A diferencia de Torres, que se identifica como camiona y se viste acorde a ello, Opazo no. Ella adopta la identidad femenina lesbiana.

Los atacantes apuntaron a Torres y no a Opazo, anota Mariela, porque ella representa una cara “inaceptable” de lo que significa ser mujer. Para ella, estuvo en el punto de mira por su apariencia de camiona, no por su orientación sexual.

“Quiero que quede claro que la querían matar. No hay otra manera de mirar esto. El hecho de que ella esté viva es un milagro”, anota Mariela.

Torres conoce a uno de los sospechosos del ataque.

“Antes de golpearme ya me había amenazado. Me dijo “te voy a matar”. Amenazó con dispararme”.

“Me dijo lesbiana, me insultó. Y me preguntó, ‘¿Por qué te vistes como un tipo?'”, relata.

Poco después de la entrevista de Torres con la BBC, los hermanos Miguel y Reinaldo Cortés Arancibia fueron arrestados acusados de intento de asesinato.

Miembros de colectivos de lesbianas en Santiago le dijeron a la BBC que el arresto fue algo inesperado porque incluso aunque tuvieran videos del ataque y Carolina conocía a uno de ellos, generalmente este tipo de acciones violentas se quedan impunes.

Torres tiene que tomar 10 tipos de medicamentos cada día por las lesiones que le ha dejado el ataque. Le cambió la vida, asegura.

Tiene pesadillas y se siente incapaz de salir de la casa en la que vive con sus padres.

“Me gustaba salir a pasear. Me gusta hacer deporte. Y ahora no puedo hacer nada”, cuenta apenada.

“Tengo que estar encerrada todo el día aquí en mi casa. Y no me gusta porque hablo de manera diferente ahora”. Las heridas le dificultan el habla.

El ataque a Torres, en una calle transitada de la capital de Chile, fue el primero reportado en la capital desde el asesinato en 1984 de Mónica Briones.

Pero al igual que en la Quinta Región, los grupos feministas dicen que se producen otros ataques menos serios contra las camionas sin que acaparen la atención del público.

La madre de Torres dice que su caso es la punta de un iceberg.

“Si la gente no presta atención a esto y no hace algo al respecto, va a ir a peor”, se lamenta.

Un dibujo de Nicole Saavedra cuelga en la pared de la asociación Lesbianas Rompiendo el Silencio. Está pintado sobre un fondo violeta, el color universal de la solidaridad lesbiana.

Erika Montecinos mira otro cartel que tiene en la pared. Es de los tiempos más felices, la primera marcha lésbica en el Orgullo Gay de Santiago de 2001.

Santiago es abiertamente gay. Es más notable en el barrio Bellavista, donde los clubes nocturnos y bares tienen en sus ventanas las clásicas banderas arco iris y las parejas del mismo sexo caminan de la mano.

Los amigos de Nicole Saavedra dicen que ella la pasaba bien en la noche cuando visitaba la capital. Pero fuera de este barrio, el ambiente es muy diferente, dice Erika.

Ella dirige su organización en un lugar escondido y donde las ventanas tienen barrotes. Un gran árbol que hay en el jardín impide que los transeúntes vean la bandera arco iris que hay en el interior.

La ironía de una organización con un nombre tan desafiante que tiene que esconderse del público no le pasa desapercibido a su directora, pero otras organizaciones LGBT han sido objeto de intimidación y amenazas, asegura ella.

Si bien la Quinta Región es un foco de violencia lesbofóbica, dice, el problema existe en todo el país.

En una encuesta de 850 mujeres lesbianas y bisexuales realizada por Lesbianas Rompiendo el Silencio el año pasado, el 75% dijo que había sufrido acoso callejero.

Después del ataque a Carolina Torres, en el número de WhatsApp de la llamada Línea Violeta se recibieron más de 100 informes de violencia o intimidación en un mes.

El delito de feminicidio

Ella no los reportó a la policía, dice, porque las personas que llamaron dijeron que no valía la pena, que estaban convencidas de que no se tomarían medidas.

Bajo la ley de femicidio de Chile, a las familias de las víctimas se les asigna abogados especialistas en investigación para ayudar a reunir las pruebas de un proceso penal, pero el asesinato de una lesbiana no cuenta como tal.

“El feminicidio es el asesinato una mujer basado en el sexo y cometido por un hombre“, dice Silvana del Valle, profesora de derecho en la Academia Universitaria de Humanismo Cristiano, con sede en Santiago.

“Pero para calificar como un acto de feminicidio, el asesino debería haber mantenido relaciónconyugal en ese momento o con anterioridad con la víctima”, explica.

“Las mujeres lesbianas, por supuesto, no tienen relaciones románticas con hombres y aunque el asesinato esté motivado por una cuestión de sexo o por ser un ‘tipo de mujer lesbiana’ no cuenta (como feminicidio)”.

Del Valle argumenta que ni fiscales y ni policía reciben mucha presión para resolver estos casos, porque no hay protestas nacionales y en la mayoría de los casos, incluidos los de Nicole, María y Susana, estas mujeres provienen de familias pobres.

Esto preocupa a los familiares de Nicole Saavedra.

Su asesino, o asesinos, siguen libres.

Entre la comunidad hay silencio sobre su asesinato, cuenta su prima María Bahamondes.

Las amigas de Nicole parecen tener miedo y ya ni hablan con la familia.

Y luego está la policía.

“Siento que nos han tratado mal”, agrega María.

La labor policial y de justicia

“A menudo sentía que se estaban riendo de nosotros. Se reunían con nosotros, pero ni siquiera sabían el nombre de Nicole. Nos entregaban los mismos informes que nos habían dado ya meses antes. Íbamos a encontrarnos con ellos y nos cancelaban la reunión. No hicieron nada”.

En una declaración a la BBC, la oficina del fiscal en la Quinta Región, que representa a la policía, rechazó la acusación de que la policía tenía una actitud pasiva ante la violencia lesbofóbica o que era responsable de ello.

“Todas las partes de la sociedad han fracasado cuando se comete un delito. Pero culpar a un solo factor, como al fiscal de la Quinta Región, socava el problema, lo simplifica y, en última instancia, evita una solución”, señala el comunicado.

“Solo cuando cada uno comprenda el papel que desempeñan en la falta de aceptación del resto de personas con diferentes orientaciones sexuales, podremos abordar la posible solución a estos delitos”.

En el comunicado se insiste en que la policía se había comprometido a investigar el asesinato de Nicole y que la oficina del Ministerio Público de Chile estaba creando un equipo para estudiar el problema de la violencia contra las personas LGBT.

“No sabía que las lesbianas lo llamanzona roja, pero ahora que lo mencionas, se alinea con los últimos eventos sucedidos en Valparaíso”, dice Daniel Morales, alcalde de Limache, donde se encontraron los cuerpos de María Pía Castro y Nicole Saavedra.

Y agrega que su oficina estaba trabajando con la policía para agregar más cámaras de circuito cerrado y drones a modo de prevención.

Pero eso no es un gran consuelo para María, quien ve que el asesinato de su prima sigue sin resolverse.

“Ya no puedo lidiar con eso”, dice. “Esta historia tiene que llegar a su fin. Tenemos que averiguar quién hizo esto. De lo contrario, no hay justicia. Si no encontramos a las personas que son culpables de esto, no hay justicia para Nicole”.

María Bahamondes, Karen Vergara y otras tres mujeres fueron arrestadas el sábado y recluidas durante la noche por ocupar la oficina del fiscal en Quillota y encerrarse dentro después de una manifestación por el tercer aniversario de la muerte de Nicole Saavedra.

Las tres mujeres exigían una reunión con el fiscal a cargo de la investigación, a quien acusan de no haber hecho los esfuerzos necesarios para resolver el caso.

Los medios locales citaron al fiscal general de Quillota diciendo que la investigación sobre la muerte de Nicole estaba “discurriendo de forma ordinaria”.

Tras la presión del Instituto Chileno de Derechos Humanos, las tres quedaron en libertad.

“Y no importaba cuántas veces me dijera a mí misma que eso era precisamente lo que pasaba cuando una se casa, no podía calmarme. Lo único en lo que podía pensar era que en ese momento me tenía que desvestir”, agrega.

En ese momento Elmira tenía 27 años, acaba de terminar la universidad y trabajaba como intérprete. Y aceptó casarse con un extraño, en un arreglo hecho por sus padres, simplemente para “hacer feliz a mamá”.

“Él era nuestro vecino. Éramos muy distintos: no tenía educación de ningún tipo. No teníamos nada en común”, dice Elmira.

“Me lo presentaron mis hermanos y ellos me dijeron que era un buen chico. Mi mamá estaba feliz de que me casara con un vecino, porque iba a estar cerca y ella podía estar al tanto de todo lo que pasaba”, añade.

Elmira le había dicho a su madre muchas veces que no quería formar una familia todavía. Su madre le contó a sus familiares, quienes de inmediato comenzaron a presionarla, con la sospecha de que la joven ya no era virgen.

Pero esa noche de bodas fue, de hecho, la primera vez que ella tuvo relaciones sexuales.

Aun sabiendo eso, su esposo ignoró sus sentimientos y su autoestima.

Él simplemente se lanzó sobre ella y, cuando la cabeza de la mujer comenzó a golpear contra un clóset, escuchó una voz del cuarto vecino que gritaba: “¡Eh, silencio! Lo están haciendo muy duro”.

Detrás de la puerta estaba la madre de Elmira, junto a dos tías, su suegra y una pariente lejana, cuya presencia era parte de una tradición para confirmar la consumación del matrimonio, el “acto del amor físico”. Y confirmar, por supuesto, que ella era virgen.

Se podía escuchar cada pequeño sonido. Estaba temblando por el dolor y la vergüenza y pensaba: ‘¿esto es el matrimonio?'”

La pariente lejana cumplía el rol de “engi”: una mujer casada que va al hogar de los recién casados después de la boda y se sienta toda la noche en el cuarto vecino.

Una de las responsabilidades es oficiar como consultora. O sea, la idea es que la novia sexualmente inexperta pueda salir de la habitación para pedir consejo a una mujer con experiencia.

La otra misión de la “engi” es recoger las sábanas de la cama después de la noche de bodas.

“Las noches de boda están envueltas en misterio”

Mostrar las sábanas a la mañana siguiente de la boda es una tradición en el Cáucaso.

La sangre sobre la tela es una prueba para los familiares de que el matrimonio ha sido consumado. Los parientes felicitan a los recién casados cuando ven las manchas rojas y solo después de esto el ritual de la boda se considera terminado.

Hombres plantan una bandera

BBC
“Todo el pueblo asistió a mi humillación”

“Es por eso que las noches de boda están envueltas en misterio, ¿qué mostrarán las sábanas por la mañana?”, dice Shakhla Ismail, quien estudia los derechos de las mujeres en Azerbaiyán.

Si no se ve sangre, entonces la mujer puede caer en el ostracismo y ser devuelta a sus padres por estar “defectuosa”.

Después de eso, es considerada divorciada, lo que a menudo significa que tendrá problemas para volver a casarse. Además, puede sufrir acoso y maltrato en la casa de sus padres.

Activistas de Derechos Humanos en Azerbaiyán señalan que la tradición de “escuchar” la noche de bodas y presentar las sábanas es una práctica extendida en amplias zonas rurales de del país.

De hecho, antes de la boda, la mujer es revisada por un especialista para confirmar que todavía sea virgen.

Este procedimiento es cuestionado por organizaciones internacionales. A finales del año pasado, la Organización de Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud hicieron un llamado para acabar con la práctica -que ocurre en al menos 20 países- que resulta humillante para las mujeres.

En el comunicado de ambas organizaciones también se menciona que no hay un concepto médico para la “virginidad” y la noción se basa en criterios sociales, culturales y religiosos.

“Embargada por el terror”

Miedo, dolor, vergüenza: esos son los sentimientos que Elmira asocia a su noche de bodas.

“Estaba fuera de mí y tan aterrorizada de decir algo. No dormí en toda la noche, pero a él no le importó y se quedó dormido tranquilamente”, relata.

En la mañana, la testigo entró en la habitación para llevarse las sábanas.

Mujeres escuchan en una puerta

BBC
“Se podía escuchar cómo movían las sillas afuera de la habitación donde yo tenía mi primera noche de bodas”.

“En ese momento, no me importaba. Entendía lo desagradable que era todo, pero la sensación de terror de la noche anterior anulaba cualquier vergüenza”, señala.

“Yo sabía que todo el mundo iba a mirar la sábana, pero estaba tan conmocionada que apenas recuerdo siquiera cuando las sacaron de la cama”.

Estas tradiciones se han vuelto cada vez más traumáticas para las mujeres, apunta la psiquiatra Ellada Gorina.

En el mundo moderno, las personas ya no se casan tan jóvenes y muchas tienen su primera experiencia sexual antes de casarse.

Y mucho menos necesitan a una persona en el cuarto vecino para que les dé un consejo en la noche de bodas. Por eso la labor de las “engi” se ha reducido a la de verificación de la virginidad.

Hasta hoy, muchas mujeres ven la presencia de la ‘engi’ como algo normal. El trauma, el conflicto y el sufrimiento ocurren cuando las nuevas generaciones crecen en tiempos más progresistas”, explica Gorina.

Negar, otra mujer que vivió en la zona rural de Azerbaiyán, recuerda que en su noche de bodas no tuvo una o dos “asesoras”.

Tuvo a todo el pueblo detrás de su puerta.

Nunca sentí tanta vergüenza en mi vida. Pero pensé ‘esto es normal’, ya que la gente mayor del pueblo sabe más de todo“, dijo.

Negar confesó que ni ella ni su marido tenían ningún deseo sexual aquella noche, porque básicamente podían escuchar a los testigos del otro lado de la puerta, “cómo movían las sillas y respiraban detrás de la puerta”.

Hombre con una manzana roja

BBC
En algunas zonas de Armenia y Georgia se le llama la prueba “de la manzana roja”.

Por supuesto, a la mañana siguiente tuvieron que mostrar las sábanas.

En ese momento, Negar tenía 18 años. Ahora tiene 30 y tantos, está divorciada y vive en la capital del país, Bakú. Y describe a sus familiares como “pervertidos”.

Pero no todas tienen la posibilidad de comenzar una nueva vida y, debido a la posición de la mujer en una sociedad tan patriarcal, los cambios ocurren muy despacio.

Manzana roja

Hay tradiciones similares a la de la sábana en el país vecino, Armenia. También en Georgia y en otras repúblicas rusas en el Cáucaso norte.

En la versión armenia, no hay testigos detrás de la puerta. Pero está la tradición de la “manzana roja”, una delicada referencia a las manchas de sangre en las sábanas.

“Entre más lejos de la capital del país, mayor resistencia al cambio. En algunos lugares alcanza niveles de fanatismo”, señala Nina Karapetians, activista de Derechos Humanos.

Ella señala que muchas veces todos sus familiares y vecinos son invitados para probar que una hija es “casta y pura“.

"Yo sabía que todo el mundo iba a mirar la sábana y la mancha en ella, pero estaba tan conmocionada, que apenas recuerdo siquiera cómo las sacaron de la cama"", Source: Elmira, Source description: , Image:

“Así que todo el pueblo hace parte del ritual de humillación”, explica Karapetians.

En las áreas rurales de Armenia, las mujeres se casan, en la mayoría de los casos, apenas cumplen 18 años. Muchas no tienen trabajo o habilidades en una labor específica.

Y si alguna no pasa el “test de la manzana roja”, sus padres pueden desheredarla.

“Nunca hablamos de lo que pasó esa noche”

Mientras algunas mujeres, de acuerdo a Gorina, pueden lidiar con la tradición de una manera más fácil, otras experimentan un trauma que les dura años.

“Recuerdo un caso en que no hubo mancha de sangre en las sábanas. Así que, en mitad de la noche, la familia del marido llevó a la novia al médico para que les dijera si era virgen o no”, explicó Gorina.

La invasión de la privacidad puede hacer que las mujeres se sientan víctimas de violencia, lo que les puede causar un trauma de largo plazo.

El esposo de Elmira murió a los seis meses de la boda. “Durante ese tiempo nunca hablamos de lo que había pasado esa noche”, explicó.

Mujeres en un carro.

BBC
“Cuando el auto de los recién casados sale de la celebración, otro lo sigue, con cuatro mujeres borrachas adentro”.

Después de su muerte, no ha tenido otra relación. Según ella, siente que hay una barrera psicológica.

“Estaba lista para casarme de nuevo o para conocer a alguien, pero mis experiencias previas se interpusieron. Si tuviera que volver a vivir esa situación ahora, me comportaría de otra manera respecto a mi marido y ante esas mujeres”, explica.

Expertos de Armenia y Azerbaiyán están de acuerdo en que esas tradiciones se están convirtiendo en una cuestión del pasado.

“Las nuevas generaciones están listas para luchar por sus derechos”, anota Karapetians.

“Conozco familias que se han negado a participar en la ceremonia. Los cambios comienzan con ellos”, explica Ismail.

Maleika y Arif

Arif y Maleika (no son sus verdaderos nombres) son dos jóvenes de Azerbaiyán que provienen de familias modestas y que fueron presentados por sus mayores.

De acuerdo a la tradición, en la boda los novios se sientan separados en una mesa elevada. Su mesa es la única que no tiene alcohol.

Ellos miran cómo sus invitados –unas 400 personas– bailan y disfrutan de la fiesta. El novio no besa a la novia: ese tipo de contacto no es aceptado en público.

"Así que todo el pueblo hace parte del ritual de humillación"", Source: Nina Karapetians, Source description: Activista de DD.HH., Image:

Pero, de manera bastante inusual, Maleika, ante las miradas de asombro de sus familiares, también comienza a bailar.

Los invitados susurran y llaman a Maleika descarada. “¡Esto no es una discoteca!”, se queja una mujer.

“¡Cómo puede ser tan poco prudente! ¡Le está faltando el respeto a nuestras tradiciones!”, dicen otros.

Los invitados no están contentos de que la novia les preste poca atención, de que está hablando con sus amigos en lugar de con sus familiares y, a veces, con su esposo.

Pero incluso Maleika sabe que no puede escapar a la tradición. Cuando el auto de los recién casados sale de la celebración, otro los sigue, con cuatro mujeres borrachas adentro.

Incluso esta pareja más moderna sabe que no estará sola en su casa esta noche.

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