He observado que el antídoto para este tipo de vida es el propósito. Una vida con propósito separa una vida rutinaria de una vida plena. Es un camino directo, aunque no siempre fácil.
Le comparto algunos puntos que aclaran cómo encontrar nuestro propósito e incluirlo en la vida cotidiana. Lo primero que quiero compartirle es que el propósito no se encuentra pensándolo. Encontrar el propósito de vida es el resultado de la práctica de conexión personal, escucha profunda y el coraje de tomar acción oportuna. Así, identificar el propósito es más como la experiencia de alcanzar el tesoro al final del arcoíris: solo se encuentra haciendo el recorrido.
La conexión personal implica tener la claridad de dónde estoy poniendo mi atención. ¿La pongo en lo que los demás esperan o demandan de mí, o la pongo en lo que para mí tiene genuino valor? El obstáculo más grande a esta conexión es movernos por la vida con prisa. Caer en la trampa del “no tengo tiempo” y “todo urge”. Por lo mismo, la herramienta más poderosa es “hacerme tiempo”.
La escucha profunda es la capacidad de reconocer hacia dónde me orienta la vida y qué cosas me llaman. Lo más seguro es que sean cosas inesperadas, de esas que no estaban planificadas, pero cuando aparecen en la vida, se sabe que es algo a lo que debemos responder. Estas situaciones son las que se conocen como “misiones de vida”. No necesariamente van a ser grandes proezas, es más, pueden ser más comunes y cotidianas de lo que se imagina.
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El coraje de tomar acción oportuna. Cuando se nos atraviesa una misión de vida, lo más seguro es que implique un reto. Incluso lo más retador es elegir escuchar y actuar. Es muy fácil seguir la inercia de la vida o de los patrones que repetimos. Coraje es el ímpetu de darle voz a la verdad de nuestro corazón. Es tener la valentía de hacer lo que sabemos correcto en el momento oportuno, aun cuando los demás no lo vean así.
Verá que esto de una vida con propósito implica entonces, conectar, escuchar y actuar desde lo más verdadero de nuestro corazón. Y le apuesto que a estas alturas ya sabe que eso no es romántico, muchas veces requiere de toda nuestra valentía y determinación.
Cuando las prioridades están claras, las elecciones se hacen fáciles. Le dejo esta pregunta: ¿Qué tan dispuesto está a poner su propósito de vida como prioridad en su día a día?
Psicóloga
Julita Alonzo
“La escucha profunda es la capacidad de reconocer hacia dónde me orienta la vida y qué cosas me llaman”