A la piel, por supuesto, se le debe dedicar también el cuidado correcto, con los productos de limpieza adecuados, que pueden diferenciarse según el tipo de piel.
Se distingue entre piel normal, grasa, seca y mixta. Pero las condiciones de la piel del rostro pueden verse modificadas por diferentes factores.
Por ejemplo, según indica la Asociación de la Industria de Higiene Personal y Detergentes para la Ropa (IKW) de Alemania, inciden las dietas, el consumo de alcohol o de tabaco, las hormonas, el clima o el aire del ambiente.
Se inicia con una limpieza básica. Una emulsión suavemente cremosa de limpieza suele tener ingredientes reponedores y reguladores de la humedad y ser adecuada para todo tipo de pieles, pero especialmente para las secas y sensibles.
Los geles de lavado sin jabón suelen tener ingredientes antibacterianos. Son una buena opción para las pieles con manchas y propensas a los granos y puntos negros, independientemente del tipo de cutis.
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La leche desmaquilladora es recomendada para piel seca a normal, pero también puede ser empleada para cutis mixto.
Los productos de dos fases contienen una oleosa, que limpia de manera protectora, y otra acuosa, que refresca la piel. En caso de que tenga una piel sensible y delicada, esos productos resultan especialmente convenientes, debido a su efecto relajante y calmante.
La limpieza se cierra con una loción para el rostro. De esta manera, señala la asociación, se borran las últimas huellas del producto de limpieza utilizado para la piel.
Esto resulta especialmente recomendable en regiones con agua con elevado contenido calcáreo. La loción para el rostro además prepara el cutis para el cuidado siguiente.
Recién tras una limpieza a fondo la piel está en condiciones de absorber correctamente los productos para su cuidado. Una razón más para limpiar regular y detenidamente el rostro, idealmente por la mañana y por la noche.