A todos ellos les preguntamos sobre su conocimiento del acoso escolar, así como sobre su participación en actividades de educación física. Según nuestro análisis, la mejora de su autoestima, su competencia para la autorregulación de los problemas, parece ser relevante para encontrar estrategias para enfrentar los conflictos y evitar entrar en la dinámica de la violencia.
Esta evidencia nos pone en alerta sobre la importancia de trabajar aspectos como el autocontrol y la autorregulación, que pueden desarrollarse de forma eficaz en las actividades deportivas.
La importancia del grupo
Además de los resultados de este estudio, nuestro grupo ha comprobado cómo la participación en actividades físicas extraescolares, sobre todo de tipo organizado (en club, grupo o equipo), ayuda a los adolescentes a disponer de más mecanismos de defensa frente al acoso y la violencia.
Esto podría deberse a la mejora de habilidades sociales, cumplimiento de roles, reglas y normas dentro de la actividad, más allá incluso de los que practican simplemente actividad física de forma libre, pero sin pertenecer a un grupo, o a aquellos que no la practican.
El autoconcepto físico se convierte así en un mediador positivo para afrontar la victimización, tanto del acoso directo como del llamado ciberbullying.
La sana competición implícita en toda actividad deportiva estimula la fortaleza para afrontar la agresividad injustificada y modular los mecanismos de defensa contra este problema.
Además, en otros estudios planteados por el grupo hemos tratado de identificar cómo es el acoso que ocurre dentro de las clases de educación física en comparación con el resto del entorno escolar, dada la naturaleza más expansiva y social de los escenarios en los que se desarrolla la práctica deportiva.
Este último proyecto contó con la financiación de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Además, diferentes miembros del grupo participan en la Red de Investigación “Bullying en el Deporte: Análisis y Buenas prácticas”, financiada por el Consejo Superior de Deportes, para favorecer un mayor conocimiento del acoso en el entorno escolar.
Lo que buscamos a través de estos análisis es mejorar las propuestas que se puedan llevar a cabo para la prevención del acoso y la mejora de las relaciones sociales y el clima de convivencia en las escuelas, en donde la Educación Física se abre paso como una herramienta clave en la mejora de la convivencia escolar.
Proyecto educativo
Por esta razón se ha implementado y comprobado la eficacia de una unidad didáctica en la asignatura de educación física que se focaliza en la calidad de las relaciones de solidaridad y compañerismo, también en los juegos y actividades deportivas, por otro lado, actividades muy motivadoras dentro de los centros educativos.
En este proyecto educativo se han incluido aspectos como el juego cooperativo, la concienciación del fenómeno del acoso, aceptación de las diferencias individuales, mejora de aspectos como autoestima, empatía y el autocontrol, entre otros. Con ello se consiguió disminuir de forma significativa la victimización y agresión en el acoso escolar, no solo en el aula sino también en todo el entorno del centro escolar.
Una recomendación: Los profesores, según nuestro análisis, deberían potenciar su formación en dicha temática, para disponer de más recursos frente a esta lacra. Entender el fenómeno, conocer al alumnado y escuchar sus intereses pueden ser estrategias válidas. Así lo exponemos en el libro “Educación Física y convivencia: oportunidades y desafíos en la prevención del acoso escolar”, que incluye material accesible para los docentes.
Juan de Dios Benítez, Profesor asociado de de Educación Física de Secundaria y Bachillerato en la Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Córdoba and Rosario Ortega Ruiz, Catedrática de Universidad (Psicologia), Universidad de Córdoba
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.