ALEPH

El misionero del amor en el corazón de los migrantes

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El 9 de diciembre de este 2021, ocurrió un accidente en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, México. Las imágenes de un tráiler volcado que transportaba migrantes en situación irregular nos volvieron a golpear fuertemente. Los datos más recientes registraron a 166 personas afectadas, 56 fallecidas y 110 heridas; en su mayoría guatemaltecas. Esto vuelve a interpelar a nuestro gobierno y a nuestra sociedad de muchas maneras, porque no es un simple accidente. Allí iban los que huían de un país violento, desigual, empobrecido, despojado, capturado y sin oportunidades, como el nuestro, donde todo está conectado directamente con la corrupción.

' “Cuando el migrante se mueve, mueve la historia”. Pe. Mario Gerémia

Carolina Escobar Sarti

Cuando me enteré del accidente pensé en las familias y en la posibilidad de que hubiera niñas o niños entre los muertos y heridos; pensé en los sueños de las personas migrantes y en lo que tienen que haber vivido antes de tomar la decisión de jugárselo todo. Pensé en el camino fallido de sus utopías. Y traté de imaginar qué estarían sintiendo y diciendo el Padre Mauro Verzeletti y la gente de la Casa del Migrante sobre esta nueva tragedia que terminó sepultando los sueños de tantos.

Hace pocos días tuve la oportunidad de cruzar con él algunas palabras mientras presentaba de nuevo en una entrevista su último libro Memorias de amor en el drama histórico de las migraciones, antes de su partida definitiva del país. Supe, solo escuchándole y comenzando a leer el libro, que su corazón jamás se irá del corazón y la vida de miles de migrantes. Mauro Verzeletti ha caminado y caminará siempre al lado de los excluidos que buscan construir nuevas vidas e historias porque, como dice su hermano misionero Pe. Mario Gerémia, “cuando el migrante se mueve, mueve la historia”.

Me atrevo a compartir acá un pequeño texto que escribí para el libro, como un homenaje a quien tanto ha dado a Guatemala. “He aquí al sacerdote, al hombre, al misionero que vino desde el Brasil a Guatemala hace más de 20 años. He aquí al humano que vive para servir y ‘jugarse la vida por el bien de los demás’, como él mismo dijera hace ya algún tiempo en una entrevista. He aquí al Padre Mauro Verzeletti, entrañable voz nacida desde su trabajo pastoral con los más excluidos en su país y hoy recia presencia en una Guatemala marcada por la migración, la corrupción y la desigualdad.

Congruencia, coherencia y decencia son tres palabras que lo definen. Vivir como se habla, sin importar el lugar que se elija. Mauro es el rostro de una casa de puertas abiertas para miles de migrantes que circulan por Centroamérica, uno de los corredores migratorios más grandes del mundo. Siendo él un migrante que llegó del sur del continente, conoce el corazón del desarraigo y el sabor de la partida; quizás por eso es el ser universal que abraza la historia de tantos hombres y mujeres de todas las edades que van en busca de una vida distinta, digna y libre de violencias.

‘Podemos tener muchas teorías, conocimiento, filosofía, teología; sin embargo, si uno pierde el contacto con la vida humana, no está cumpliendo con el mandato del sacerdocio: el llamado al servicio’, dice el Padre Mauro en la misma entrevista. Sus palabras lo retratan de cuerpo entero. Así lo conocí hace ya tanto y así lo he vivido, no solo en el ámbito de nuestro trabajo y compromiso compartido, sino en una dimensión más relacionada con lo familiar y humano. Gracias, Padre Mauro, su entrega es su legado, es la vida misma abrazando los pies cansados y llagados de quienes han cruzado más de un desierto. Estoy segura de que, en el corazón de miles de historias de migrantes, late su nombre”.

Nuestra Historia, con mayúscula, la han movido los pies de millones de migrantes que se han atrevido a soñar, y también la han movido personas indispensables como Mauro Verzeletti, quien se despidió con estas palabras: “Sigue soñando para construir una Guatemala distinta. Soñar con amor es lucha cotidiana”´. Hasta pronto, Padre Mauro, te extrañaremos.

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