PLUMA INVITADA

¡Urge cambiar el semáforo!

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El mundo entero se asombra con la velocidad a la que crecen los casos confirmados por la variante ómicron. Al ver las gráficas de los países, vemos que el ascenso es vertiginoso… pero también el descenso luego del pico. Asimismo, no se observa ningún sensible aumento de los casos de personas fallecidas en el mismo período.

' Poco a poco se repite la historia de la fiebre española, que luego de dos años sencillamente desapareció,

Carlos R. Paredes

Con ello se confirma lo que todos hablan ahora: la variante ómicron es el principio del fin de la pandemia. Ya se detectó una nueva variante en Francia, denominada IUH, que todavía es más contagiosa pero menos agresiva. Poco a poco se repite la historia de la fiebre española, que luego de dos años sencillamente desapareció, volviéndose endémica y tratándose con una vacuna anual. De seguir así, es posible que para finales del 2022 la epidemia de covid-19 sea similar.

Para Guatemala es necesario aprender de la experiencia de los demás países con las nuevas variantes y modificar nuestro sistema de alerta y reacción acorde a las nuevas necesidades. Durante las tres olas de contagio que hemos tenido, el incremento de casos confirmados siempre iba acompañado por un incremento de personas fallecidas y por un pico en la ocupación de hospitales. La situación llega al punto de que se llega a saturar el sistema de salud. Adicionalmente debemos recordar que las medidas de restricción del semáforo del TAS se diseñaron para aliviar el sistema de salud, saturado por el exceso de enfermos hospitalizados. La situación anterior ya no se aplica a las variantes ómicron e IHU. Las nuevas variantes son más contagiosas pero menos agresivas, provocando un gran incremento de casos confirmados, pero no en el número de personas fallecidas ni en la ocupación de hospitales.

El semáforo del TAS se basa en tres indicadores: la incidencia acumulada de 15 días (casos confirmados), el porcentaje de positivos de 15 días (positividad en las pruebas realizadas en los 15 días) y el número de pruebas promedio diarias en 15 días. De estos tres factores, la incidencia acumulada y el porcentaje de positivos pesan un 40%, cada uno, en la determinación del punteo, y el número de pruebas solo un 20%. Además, vemos que medir la incidencia y el porcentaje de positivos es prácticamente lo mismo, solo que con diferentes unidades, ya que normalmente, si se incrementa el número de casos confirmados, sube el porcentaje de positivos.

En vista de que los hospitales no se verán saturados tan rápido por el incremento de casos confirmados, resulta ilógico basar el sistema de alerta en los indicadores de incidencia acumulada y porcentaje de positivos. Por la experiencia de otros países sabemos que tendremos un exceso de personas contagiadas, provocando un incremento en el porcentaje de positivos, pero pocos de ellos requerirán hospitalización y se mantendrá un número bajo de personas fallecidas. De seguir con el semáforo actual, cuando tengamos el repunte de ómicron tendremos las restricciones máximas, sin ser necesarias, porque los hospitales no estarán saturados.

Por lo anterior, se considera que ha llegado el momento de que el MSPAS reconsidere la manera de calcular el punteo del semáforo para adecuarlo a las nuevas variantes del virus. Una posible sugerencia sería eliminar el indicador de incidencia acumulada y utilizar en su lugar la ocupación de los hospitales, manteniendo el mismo peso relativo. De esta manera, nuestras actividades diarias se basan en los indicadores que realmente importan con las nuevas variantes y podremos seguir trabajando aun con un repunte del contagio. Debemos prevenir que el semáforo nos obligue a un cierre de actividades económicas cuando en realidad la gente solo tiene un fuerte catarro.

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