Y por eso hoy, a pesar de que el comienzo de esta década ha sido durísimo para todo el planeta, no puedo evitar ver hacia el futuro con gran expectativa.
Estoy convencida de que los latinoamericanos estamos ante la mayor oportunidad de nuestras vidas. La digitalización, la crisis climática y la pandemia se han conjugado para dar a nuestra región una posibilidad inédita: re imaginar los modelos de negocio actuales para crear sociedades más sostenibles e inclusivas.
¿Por qué lo digo?
Según una encuesta reciente de SAP, Qualtrics y el World Economic Forum, América Latina es una de las regiones con mayor concienciación climática: el 92 por ciento de los encuestados piensa que atender el cambio climático es extremadamente importante, mientras que el 72 por ciento se siente personalmente responsable de ser parte de la solución.
Esa actitud abre enormes oportunidades para las empresas y los emprendedores de la región porque implica una demanda latente en torno a soluciones para la crisis ambiental.
Este mercado promete un maravilloso renacimiento para nuestra región, porque no solo demanda nuevos productos y servicios, sino que además implica modificar radicalmente muchos de los modelos de negocio vigentes.
Los métodos de producción que aún rigen en gran parte del mundo y en nuestra región todavía siguen la lógica de la Revolución Industrial: están basados en extraer recursos, manufacturar bienes y desecharlos al final de su vida útil. Es la llamada economía lineal, que ha creado esta crisis global planetaria y ha contribuido al cambio climático, la pérdida de recursos naturales, la polución y la desigualdad.
Existe una opción: La economía circular, que tiene como objetivo eliminar los desechos y utilizar de forma continua los recursos. Los sistemas circulares emplean, reúsan, comparten, reparan, re manufacturan y reciclan, minimizando así el uso de recursos y la creación de desechos, polución y emisiones de gas carbono.
A nivel global, la economía circular tiene el potencial de generar US$4 mil 500 billones en riqueza en los próximos 10 años, según un estudio publicado por la consultora Accenture en 2020.
En América Latina, el modelo también podría contribuir a que la recuperación nos transforme en una región más sostenible y equitativa.
El desafío es que requiere abordar la producción de forma circular desde el principio hasta el fin. Es decir, desde el mismo diseño del producto hasta el final de su vida útil, a través de mecanismos para capturar el producto o su desecho. Estas son características que no existían en la economía lineal y que exigen una actualización completa de la cadena de valor.
La buena noticia es que la tecnología actual habilita esa transformación. Una empresa ya no necesita millones de dólares en inversión y una enorme infraestructura tecnológica para generar una oferta innovadora y disruptiva. Las soluciones digitales hoy son mucho más accesibles y sencillas de gestionar, gracias a la migración a la nube de productos y servicios digitales.
Como latinoamericana, no puedo dejar de sentirme esperanzada. Estoy convencida de que los modelos de negocio circulares son fundamentales para lograr una economía baja en carbono, sostenible e inclusiva. Y si la tecnología posibilita ese cambio en la región, nuestro futuro sólo puede ser brillante.
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La autora es presidenta de SAP América Latina y el Caribe