Los primeros efectos se sienten ya en Georgia y Carolina del Norte, donde se han cancelado más de un medio millar de vuelos en el aeropuerto internacional de Charlotte, o el 91 % de los previstos, según la web especializada FlightAware.
En total, según este portal, más de 2.600 vuelos han sido cancelados y centenares más sufren retrasos en el país, muchos de los cuales partían o llegaban al Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson, de Atlanta, el más concurrido de Estados Unidos por tráfico de pasajeros, y que ve este domingo cómo el 27 % de sus operaciones están canceladas.
Ya lo había anticipado el NWS, que había indicado que esta “importante” tormenta invernal tendría “impactos significativos” en los viajes entre el domingo y el lunes en el este de Estados Unidos, donde las mayores nevadas se prevén a lo largo de los Apalaches y las heladas en las Carolinas.
La tormenta también ha afectado el suministro de electricidad en la región, según la web PowerOutage, que informa de los apagones en EE.UU.
En Georgia, más de 93.000 clientes carecen de electricidad, similar situación que sufren unos 89.000 en Carolina del Sur, 26.000 en Carolina del Norte y otros 33.000 en Florida.
Precisamente los gobernadores de Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Virginia ya habían declarado el estado de emergencia antes de la llegada de la tormenta para facilitar el despliegue de recursos.
Más al sur, en Florida, el NWS ha emitido este domingo avisos por posibles tornados en el centro, este y sur de la península.
El extremo sur del estado, incluido Miami, está bajo aviso de tornado hasta mediada la tarde de este domingo, mientras que en el centro del estado medios locales informaron de que se detectó uno en la zona metropolitana de Orlando.
Porque este frente de bajas presiones no solo amenaza con intensas nevadas y bajas temperaturas, sino también copiosas lluvias y fuertes vientos en toda la región del sureste del país.